El nuevo presidente de la Federación Española de Fútbol, Rafael Louzán, elegido el pasado 16 de diciembre, tenía, por encima de todos, un objetivo deportivo: había que dejar cerrada la renovación de Luis de la Fuente como seleccionador antes de que el Tribunal Supremo se pronuncie sobre su recurso por una condena por prevaricación que le inhabilita para cargo público durante siete años. La fecha clave para todo ese proceso es el próximo 5 de febrero, de modo que atar al técnico campeón de Europa corría prisa. Este lunes se ha hará público el acuerdo, que dejará a De la Fuente en el banquillo durante varios años, previsiblemente hasta 2028, después de la Eurocopa de Reino Unido y la República de Irlanda.
Eso, la duración del contrato, sería lo más llamativo de esta noticia. Con Ángel María Villar los contratos eran de dos años en dos años, es decir, de gran campeonato en gran campeonato, una norma no escrita que mantuvo Luis Rubiales con Luis Enrique. Pues bien, parece que Louzán ha querido romper con esa dinámica y De la Fuente (63 años) estaría en el banquillo de la selección hasta que cumpla 67 tras la ratificación del acuerdo, que tendrá lugar hoy por la mañana en la Junta Directiva que se celebrará en Las Rozas.
Durante la tarde de este lunes se producirá el acto de presentación del acuerdo, una vez que el entrenador ha recuperado ya bastante movilidad después de la operación de rodilla a la que se sometió el pasado 3 de diciembre. Junto a De la Fuente renovaría todo su cuerpo técnico, con Pablo Amo, segundo entrenador, a la cabeza.
Tras una serie de despidos de personas vinculadas al ‘rubialismo’, esta es la primera decisión de calado que toma Louzán, afanado en estos meses en estrechar relaciones con todos los sectores del fútbol, pero pendiente de esa decisión del Tribunal Supremo que es cuestión de semanas.
En la guerra de susurros que se ha desatado en la Federación española, este lunes se ha escapado uno de ellos, aquel que venía sugiriendo, desde finales de la semana pasada, que durante la que está en curso se oficializaría la convocatoria de las primeras elecciones que debe afrontar el organismo en este 2024. Pedro Rocha, el presidente de la Comisión Gestora, ha convocado a este órgano de gobierno para el miércoles a las 16.00 horas "con carácter de urgencia". ¿El motivo? Convocar elecciones con la actual Asamblea.
Esta reunión estaba prevista para el pasado día 20 de marzo, pero justo esa mañana la Guardia Civil irrumpió en las oficinas de la Ciudad del Fútbol para llevar a cabo los registros en el marco de la Operación Brody, en la que se investiga a Luis Rubiales y a parte de su ejército de confianza, que seguía en la Federación, por contratos irregulares, especialmente con la constructura Gruconsa.
Ese mismo día, Rocha suspendió la reunión que ahora se va a llevar a cabo el próximo miércoles. Según fuentes federativas, Rocha presentará su dimisión, paso imprescindible para presentar su candidatura a este proceso. Conviene insistir en que esta primera votación será para elegir a quien dirija la Federación hasta después de los Juegos Olímpicos, cumpliendo el mandato de cuatro años que le fue otorgado a Rubiales el 21 de septiembre de 2020.
En un primer momento, la intención de Rocha y de la Gestora, de acuerdo con el Gobierno y la Liga, era omitir este paso y convocar un proceso electoral completo (con renovación de la Asamblea incluido) para el último trimestre del año. Para ello elaboró un reglamento electoral 'ad hoc' que fue censurado por el TAD (Tribunal de Arbitraje Deportivo). En su dictamen, el TAD advirtió de que la Comisión Gestora sólo puede convocar elecciones para elegir presidente y no un proceso electoral completo.
Más incertidumbre
El TAD precisamente tiene ahora en su tejado el futuro de Rocha, que está decidido a presentarse, ignorando que todos los escándalos federativos de los últimos años lo encuentran a él en una posición en la que resulta casi imposible eludir las responsabilidades. Fue vicepresidente económico desde finales de 2020 con Rubiales y con él ya al mando de las operaciones se concedió un contrato a Gruconsa, la empresa investigada, hace poco más de un mes.
Sólo podrá presentarse si el TAD no atiende la petición razonada del Consejo Superior de Deportes (CSD) para que decida si abre o no expediente sancionador a los miembros de la Gestora, y a Rocha, por haberse extralimitado de sus funciones. Esta petición razonada, informa Efe, es fruto de la denuncia de Miguel Galán, presidente del Centro Nacional de Entrenadores de Fútbol (CENAFE), quien había solicitado al secretario de Estado para el Deporte, José Manuel Rodríguez Uribes, a través de un burofax, la inhabilitación de Rocha y los miembros de la comisión, vía incoación de un expediente del TAD.
Galán, por cierto, ya ha anunciado que también va a impugnar las elecciones que se van a convocar el miércoles porque, dice, el 40% de los miembros de la Asamblea han perdido su condición, unos, como Luis Enrique o Jorge Vilda, porque ya no son seleccionadores, y otros, caso de algunos árbitros retirados, porque no ejercen la función por la que fueron elegidos asambleístas. En resumen, más ruido y más incertidumbre.
Que nadie se tome muy en serio la comparación, pero cuando ayer Salvador Gomar llegó a la Federación y se cruzó con el presidente de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), David Aganzo, debió de sentir algo parecido a lo que, en la Nochevieja de 1958, con la orquesta tocando Guantanamera y Batista saliendo por piernas de Cuba, sintió Michael Corleone al abrazar a su hermano Fredo. «Sé que has sido tú, me rompiste el corazón... ¡Me rompiste el corazón!». El personaje interpretado por Al Pacino expulsaba así la rabia por la traición de su hermano, que casi le cuesta la vida, y aunque a Gomar y a Aganzo no les une parentesco alguno, el valenciano sintió en ese momento algo parecido a la traición, una traición que no la va a costar la vida, sólo faltaba, pero sí, según su entorno, le costó las elecciones a la Federación Española de Fútbol, ganadas ampliamente por Rafael Louzán (90 votos contra 43 de un total de 138 asambleístas, pues faltaron tres: dos jugadores profesionales, Toni Lato (Mallorca) y Pedro Alcalá (Cartagena), y un entrenador, Javier Calleja (Real Oviedo). Hubo, además, un voto nulo y cuatro en blanco.
Para saber más
Sostienen en la candidatura de Gomar, la derrotada, que en la reunión que mantuvieron con AFE la semana pasada les prometieron varias cosas, entre ellas una vicepresidencia deportiva, tener peso en la Junta Directiva y algunas vías de ingresos nuevas para poder financiarse mejor. Siempre según esta versión, Aganzo y su entorno les dieron a entender que sus votos (aproximadamente 25) serían para él, para Gomar, y lo hicieron con frases, digamos, implícitas: «Brindaremos con cava o con champagne». Desde AFE eran rotundos ayer a preguntas de este periódico: «Eso es totalmente falso».
Lo que sí parece obvio es que ese número de votos (en torno a 25 o 30) es lo que le ha dado la presidencia de la Federación a Louzán, gallego de 57 años, frente a Gomar, dejando en las paredes de la Ciudad del Fútbol varios sentimientos: de euforia en algunos trabajadores que abrazaron el rochismo tras ser desterrados por Luis Rubiales, de alivio en muchos cargos intermedios por lo que supone de continuidad, y de miedo en algunos otros, que veían la opción de un cambio rupturista.
Louzán tenía de su lado a muchas territoriales, algunas de mucho peso como Cataluña o Madrid, y también a LaLiga, apoyo explicitado antes y después por Javier Tebas. Gomar contaba con Andalucía, Castilla La Mancha y Asturias, entre otras, así como varios árbitros y entrenadores. Sin embargo, no fue suficiente. El fútbol volvió a elegir el barro que supone un presidente, ya electo, que tiene sobre sí una condena de siete años de inhabilitación para cargo público por un delito que es tan feo como grave: la prevaricación.
Se trata de una actuación en la construcción de un campo de hierba artificial en la localidad de Moraña. En la sentencia del Juzgado número 3 de Pontevedra, ratificada por la Audiencia Provincial, se recoge que la Diputación que él presidía pagó, en 2013, 86.311 euros por unas obras de mejora que ya habían sido realizadas en 2011, y a Louzán le atribuye la responsabilidad in vigilando como presidente del organismo (lo fue durante 12 años).
Esa inhabilitación para cargo público es, pues, la gran sombra que se cierne sobre Louzán. Según los estatutos de la Federación, en su artículo 19.4, uno de los requisitos para ser presidente es «no estar inhabilitado para desempeñar cargos públicos». Esa frase no hace referencia alguna al carácter firme o no de la sentencia, argumento al que se agarra Louzán (que su sentencia no es firme pues está pendiente de recurso) para justificar su idoneidad. Además, los asesores del nuevo presidente también ven hueco para pelear en el carácter público o no del cargo de presidente de la Federación, cuya definición jurídica es la siguiente: «Una entidad asociativa privada, si bien de utilidad pública». Sea cual sea el resultado de todas estas aristas, el ruido no va a desaparecer de la Federación en los próximos meses.
Primero porque el Gobierno, a través del Consejo Superior de Deportes (CSD), está estudiando si denuncia de oficio a Louzán ante el TAD (Tribunal de Arbitraje Deportivo) ahora que ya es presidente y que incumple claramente ese artículo 19.4 de los estatutos federativos. Y segundo porque el próximo 5 de febrero, el Tribunal Supremo debe decidir sobre el recurso que ha presentado contra la sentencia que le condena. Ocurre que, según fuentes jurídicas, un porcentaje altísimo de esas apelaciones ante el Alto Tribunal terminan con la ratificación de la sentencia, que pasaría a ser firme.
Si eso ocurre, entonces ya sí debería abandonar el cargo y habría nuevas elecciones, pero se celebrarían con esta misma Asamblea. De modo que habrá que estar atento para ver a quién elige Louzán como vicepresidente primero, pues ese nombre será, probablemente, su sucesor, y se presentaría a esos próximos comicios. Si no hay otro candidato (Gomar no lo será), ese hombre o mujer designado por Louzán sería presidente hasta 2028 y el fútbol español, de un modo u otro, seguiría caminando sobre el barro.