El Barcelona ha entrado en trance. Incapaz de ganar un partido. Mediocre en actitud y en solvencia. Es como un sonámbulo. Y mi sospecha, realmente, es que los jugadores ha dejado en creer en Xavi.
Claro que es una respuesta a la feble posición del téc
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Tenga cuidado si empieza a fiarse usted mucho de la inteligencia artificial para planificar su vida o, qué se yo, para hacer inversiones. Porque yo ya empiezo a no tener tan claro eso de dejar en sus manos cosas como la prescripción de medicamentos, la crisis energética, la de alimentos o el cambio climático. El llamado superordenador de OPTA, la empresa británica de análisis deportivo, dijo que el Barça jugaría la final, y que PSG ganaría la Champions; pero a principios de la semana pasada decía que el Arsenal, hace tres que el Barça, en febrero que el Liverpool, y en septiembre que el Manchester City. La conclusión más obvia es que la IA se parece cada vez más a los humanos.
Tras su éxito con el Como, La Gazzetta dello Sport, definió a Cesc Fábregas como «un poco Guardiola, un poco Conte y un poco Harry Potter». Lo de Hansi Flick ha sido más un exorcismo, sacándole al Barça demonios acomodados desde hace más de un lustro, que obligaba a los culés a acabar las eliminatorias echando puré y girando el cuello delante de la tele de formas biológicamente imposibles para no presenciar el esperpento.
La plantilla que Xavi Hernández pensaba que no le llegaba para competir, el alemán casi la lleva a la final de la Champions. Que no es que Xavi estuviera equivocado, es que Laporta necesitaba a alguien que no pensara, que para eso ya está el superordenador de OPTA.
Es cierto que la Champions la ganan los jugadores y las ligas las plantillas, pero para competir en todas a la vez necesitas más de una. El Barça está tan agotado que se ve obligado a aplazar las victorias hasta la mitad de la segunda parte, y no puede llegar siempre.
Simone Inzaghi ha sido capaz estos años de construir, más que un equipo, una tela de araña y luego la llenó de explosivos; y se aprovechó de que el Barça usa el fuera de juego, más que como una estrategia, como una excusa para no tener que defender, que no sabe.
El Barça recordaba que un 6 de mayo ocurrió el Iniestazo, olvidando que Lamine tenía año y medio. De hecho, su ignorancia absoluta por la historia contemporánea del Barça en Champions ha sido lo que le ha permitido liderar este Barça inmaduro e inconsciente. Un equipazo. El Barça ha caído, pero el DNI de la plantilla dice que para la Champions, sigue llegando a tiempo.
Sobre el sagrado asfalto de Suzuka, Red Bull no tiene rival. Se sabía de antemano y se rubricó con el doblete de Max Verstappen y Sergio Pérez, cuyo exasperante dominio dejaba una sola vacante en el podio. A ese tercer escalón se encaramó Carlos Sainz, que no ha bajado del top-3 en sus tres primeras carreras del año. Ferrari hizo todo lo que tenía en la mano para animar una carrera más bien anodina, dominada por las estrategias, donde Mad Max tampoco iba a dejar escapar el bonus de la vuelta rápida (1:33.706).
El cuarto puesto de Charles Leclerc, elegido piloto del día, representa otra fantástica noticia en Maranello. Desde su octavo puesto en la parrilla, el monegasco optimizó el rendimiento de su SF-24, con una sabia gestión de los neumáticos. Igual que Sainz, siempre puntual a la hora de sacar los tiempos, siempre preciso para evitar los riesgos. Fernando Alonso, su mentor en la Fórmula 1, puede sentirse orgulloso. El pilotaje de Carlos reúne buena parte de sus virtudes. Y eso es mucho decir, porque la actuación de Alonso en Suzuka tuvo de nuevo el genuino sabor de la heroica. Sólo él puede quedar sexto con un Aston Martin más lento que ocho rivales.
La acción quedó en suspenso durante casi media hora por culpa de un accidente en la primera vuelta, camino de The Esses. Daniel Ricciardo, que había partido undécimo con los medios, intentaba adelantar a Lance Stroll cuando sufrió la embestida de Alex Albon, demasiado intenso con los blandos. Los operarios repararon las protecciones con la proverbial diligencia nipona y la FIA ordenó otra salida en parado.
El ritmo de Norris
Se presentaba la primera oportunidad para una nueva estrategia con los neumáticos. Red Bull y McLaren no cambiaron nada, pero Mercedes iba a apostar por el duro. Sainz prefirió un medio nuevo, mientras Alonso siguió con el mismo blando. En la parrilla, el asturiano había mostrado una honestidad sencillamente desarmante. Las simulaciones de Aston Martin le condenaban al noveno puesto, justo por delante de su compañero, que partía decimosexto. De modo que lo más prudente sería no forzar cuando le apretaran Oscar Piastri o Leclerc, que ya había ganado la posición a Lewis Hamilton.
Hubo cierta tranquilidad en la resalida, pese al bloqueo de George Russell y el toque entre los Alpine en la curva 1. Casi de inmediato, Pérez perdió el DRS frente a Verstappen, el único que rodaba con regularidad en 1:37. En la undécima vuelta, Lando Norris renunció a las gomas medias que tan mal gestionaba su McLaren, lo que dio la primera opción a Sainz. Justo por detrás, Alonso aguantaba con los blandos, taponando a Piastri.
Todo se animó a partir de la decimoquinta vuelta, cuando pararon Pérez (2,1 segundos) y Sainz (2,3). Un giro más tarde, cumplió con el pit-stop Verstappen, justo a tiempo para salir por delante de Russell. No se iba a librar Red Bull del undercut de Norris al mexicano, gracias al frenético ritmo del MCL38 con los duros. Para desgracia de McLaren, su rendimiento caería pronto en picado por culpa de la degradación.
Quien mejor gestionaba los neumáticos era Leclerc, líder provisional gracias a una apabullante consistencia. Hasta el ecuador de la prueba empujó el monegasco con sus medios. Cuando parecía que ya no aguantaba más, tras ensuciar su calzado en una pequeña excursión por la grava, aún se mantuvo por delante de Norris en el pit-lane. Sainz, por detrás, agradecería cualquier ayuda en su lucha por el podio frente a su viejo amigo en Woking. "¿Por qué me paráis tan pronto?", lamentó Lando, obligado a un último relevo con los duros de 26 vueltas.
Tras cumplir con su segundo pit-stop, Sainz montaba un calzado 10 vueltas más fresco Norris y 11 respecto a Leclerc. Sin embargo precisaba de una fotografía completa de la situación. Sus dudas fueron resueltas por radio y él cumpliría a rajatabla. Se deshizo del McLaren a final de recta antes de enfilar hacia Leclerc. Era momento de cederle paso, tal y como confirmó Xavi Marcos, ingeniero del monegasco. "No pierdas tiempo con Carlos porque estamos compitiendo frente a Norris". Por segundo fin de semana consecutivo, Il Predestinato cedió paso caballerosamente a su compañero.
Alonso, al volante del AMR24, el domingo en Suzuka.AP
La titánica lucha de Alonso, en inferioridad mecánica, se fraguó siempre ante Piastri. Mientras Stroll aullaba por la escasa punta de velocidad en las rectas, el abuelo de la parrilla agachaba la cabeza para completar una carrera sin fisuras. A sus 20 vueltas finales frente al McLaren hubo que añadir ese pícaro recurso de entregar el DRS al australiano para defenderse de Russell. El mismo truco que Sainz le había recetado en Singapur.
Parecía el momento de Mercedes, cuyo rendimiento sigue muy por debajo de lo esperado. Especialmente en manos del rezagado Hamilton. Russell, a quien Pérez había borrado del mapa con un fabuloso adelantamiento en 130R, sí pudo desembarazarse de Piastri en la penúltima vuelta. Alonso aún conservaba un segundo, margen suficiente para alcanzar la bandera a cuadros en sexta posición.