Baloncesto
Sentencia
En el año 2000 el baloncesto europeo también saltó por los aires con el nacimiento de la ULEB, al margen de la FIBA. Se disputaron dos Copas de Europa a la vez.
El golpe al modelo federativo que supone la sentencia que la justicia europea ha hecho pública este jueves sacude los cimientos del deporte, no sólo los del fútbol. Es un espaldarazo a la futura Superliga, esa escisión que iniciaron cual terremoto en abril de 2021 12 clubes europeos de los que ya sólo resisten Real Madrid y Barcelona. Porque, buscando paralelismos ante lo inédito, el Tribunal de Justicia de la UE viene a dar la razón a posteriori a la Euroliga en su histórico conflicto con la FIBA.
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El cisma actual tiene un precedente, un claro espejo en el que verse reflejado. En el verano del año 2000 las canastas también saltaron por los aires. También hubo amenazas, críticas, incertidumbre y un panorama que pareció insostenible, con dos Copas de Europa a la vez durante una temporada. Finalmente, de aquel incendio quedan los rescoldos bien asentados de la actual Euroliga. “El baloncesto enseña el camino al fútbol, que ve cómo los clubes pueden ser responsables de su negocio”, avisaba ya hace 22 años Jordi Bertomeu, director general de la recién nacida. Ayer, en Radio Marca, reiteró aquel mensaje: “El único que está todavía con el modelo desde la Guerra Mundial es el fútbol. Es lógico que en algún momento este este sector también tiene que cambiar. En el año 2000, una liga de baloncesto ya abrió la puerta y ahora confirmado con esta sentencia”.
Una competición que no ha dejado de evolucionar y crecer, también de esquivar balas. Desde la temporada 2019/2020 con 18 equipos y con un sistema de licencias similar al que quiere implantar la Superliga: desde junio de 2021 son 13 los equipos con licencia de larga duración. El ASVEL francés y el Bayern Munich alemán fueron los últimos en ser incluidos atendiendo a “criterios de desarrollo, penetración en mercados estratégicos, interés y negocio”. El resto de participantes en cada curso va en función de las ‘wild cards’ otorgadas y del campeón de la segunda competición continental, la Eurocup, también al margen de la FIBA (que tiene sus propias competiciones, la Champions League y la Europe Cup, por rizar el rizo).
Eduardo Portela
“Los clubes han dado un golpe de estado”, pronunció en aquel junio del año 2.000 Boris Stankovic, el eterno secretario general de la FIBA (de 1976 a 2002), quien expulsó a los ‘traidores’, los nueve clubes que crearon la Euroliga y al organismo que los representó, la Unión de Ligas Europeas (ULEB). Fueron Real Madrid, Barcelona, Baskonia, Olympiacos, Zalgiris, Benetton, AEK de Atenas y los dos clubes de Bolonia, Kinder y Fortitudo los que propiciaron la histórica escisión, con Eduardo Portela como presidente de la institución. Curiosamente, el mandatario español también lo era de la propia ACB, pues entonces iban de la mano.
Como ahora con el fútbol, todo tenía un sentido económico. El detonante fue la venta conjunta por parte de la FIBA de los derechos televisivos a la firma suiza ISL a cambio de unos 20 millones de dólares. Hasta entonces, cada club los gestionaba por su cuenta. La ULEB pretendía un mayor poder de decisión y de gestión y ya presentó un nuevo contrato por el que los clubes se repartirían un mínimo de 35 millones de dólares por año.
El 16 de octubre del 2000, Real Madrid y Olympiacos inauguraron la nueva Euroliga en el Pabellón Raimundo Saporta, una competición con 24 equipos y pionera, pues permitió la libre contratación de jugadores sin cupos ni restricciones por nacionalidades. Avanzó a la vez que la Suproliga de la FIBA, que contaba con los mejores equipos griegos, turcos, rusos y franceses, así como con el Maccabi de Tel Aviv. Y en mayo-junio de 2001 hubo dos campeones de Europa. La histórica Kinder de Ginóbili, Rashard Griffith, Rigaudeau, Jaric, Smodis… se impuso en una final de la Euroliga a cinco partidos al Baskonia de Dusko Ivanovic. Tres días después, el Maccabi alzó la Suproliga tras derrotar en la Final Four de París (iba a ser en Vitoria…) al Panathinaikos (81-67).
El curso siguiente los dos organismos decidieron que la Euroliga ULEB fuera la única y máxima competición europea, aunque el conflicto ha perdurado con los años, repuntando en 2015 con las famosas ‘Ventanas’ que introdujo la FIBA para que las selecciones nacionales disputaran partidos clasificatorios durante la temporada. Obviadas por los clubes Euroliga, que no prestan (ha habido excepciones) sus jugadores en esos periodos, hubo incluso amenazas con expulsar a las selecciones de esos países con no disputar los torneos FIBA (Juegos Olímpicos, Mundiales…).
Poco tiene que ver sin embargo la NBA (y el resto de ligas estadounidenses, NFL, NHL, MLS, etc…), empezando porque la estructura del deporte estadounidense es radicalmente distinta a la europea, con una potentísima base universitaria que ni existe en el viejo continente. Fue en 1946 cuando nació, una liga profesional cerrada (se fue ampliando paulatinamente, hasta las 30 franquicias actuales, con los equipos de expansión) y se basó en un criterio de solidaridad económica. En la NBA los multimillonarios ingresos por los derechos de televisión nacional se distribuyen de manera equitativa y las franquicias sólo tienen diferencias en este sentido con sus ingresos regionales. Además del límite salarial (con multas para quien lo supera), un ‘draft’ por el que los mejores jugadores universitarios van a los peores equipos clasificados, etc…
Calmadas momentáneamente aquellas aguas (la FIBA ha reducido sus ‘ventanas’ clasificatorias y las posturas están mucho menos enconadas) y a la espera de la siguiente pelea, conviven una Euroliga cada vez más voraz con las ligas nacionales y los partidos de selecciones sin estrellas. Todo en un calendario imposible.