Apenas digerido el prodigio casi sobrehumano del título europeo conquistado por una selección de España sin jugadores de la generación histórica que todo lo ganó, el regreso de la Liga ACB nos enfrenta a una pregunta inevitable: ¿De verdad seguimos t
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Al Barça se le apagaron las luces en El Pireo, donde el baloncesto coral del Olympiacos acabó con una racha de cinco victorias consecutivas en la Euroliga del conjunto dirigido por Joan Peñarroya, que, pese a la derrota, se mantiene en la parte alta de la clasificación. [Narración y estadísticas (95-74)]
"Han jugado mejor que nosotros en ambos lados de la pista, con más energía en defensa, en ataque y en rebotes. No hemos controlado el rebote en nuestra zona. Hemos jugado el peor partido de la temporada", admitió el técnico azulgrana. "En esta pista, es necesario jugar al 100%. Si no lo haces es imposible competir contra Olympiacos", añadió, en referencia a las facilidades ofrecidas.
El conjunto griego destrozó las virtudes visitantes. Sin acierto desde la línea de 6,75 metros (4 aciertos de 17 intentos) y muy débil bajo los aros -capturó 24 rebotes por los 40 de su rival-, el Barça, fatigado tras los dos últimos desplazamientos en la pista de Unicaja y Anadolu Efes, siempre fue a remolque.
Circulación hipnótica
Y es que en el Pabellón de la Paz y la Amistad, donde el Olympiacos aún no conoce la derrota, brillaron todas sus estrellas. Evan Fournier (19 puntos) dinamitó el partido en el tercer cuarto, Sasha Vezenkov (18 puntos) confirmó su condición de jugador diferencial y Nikola Milutinov (12 puntos y 8 rebotes) impuso su ley en la zona.
El conjunto de Georgios Bartzokas neutralizó con su rocosa defensa las ansias de correr del Barça, al que le costaba frenar a los griegos, que cocían a fuego lento sus canastas con una circulación de balón hipnótica. De nada sirvieron los 18 puntos de Kevin Punter o las ayudas de Chimezie Metu (12 puntos, siete rebotes).
El Barça no se esforzó para maquillar el resultado en los últimos minutos y acabó perdiendo de 21 puntos. De este modo, los azulgrana finalizan particular 'Tourmalet' con dos derrotas -en Málaga y Atenas- y una victoria en Estambul.
Un triple de Mario Hezonja en el último segundo decantó el triunfo del Real Madrid tras un partido plagado de alternativas, con detalles fabulosos y errores incomprensibles. El Baskonia, autor de un parcial de 0-14 en el tramo final, desperdició tres tiros libres decisivos y permitió la resurrección local. Fue el momento de Hezonja, con seis puntos en los últimos 27 segundos, el único capaz de opacar la formidable actuación de Nikolaos Rogkavopoulos (22 puntos, 11 rebotes). [Narración y estadísticas (90-89)]
El equipo de Pablo Laso, fortalecido en su moral tras su reciente triunfo ante el Panathinaikos, ofreció su mejor nivel en el Movistar Arena. Su superioridad en el rebote ofensivo (21 capturas) desesperó al Madrid durante buena parte de la noche. Sin embargo, dos errores desde la línea de personal de Kamar Baldwin y otro de Luka Samanic, autor minutos antes de un extraordinario mate ante Edy Tavares, condenaron a los vascos.
La cohesión del Baskonia hizo tambalear los esquemas de Chus Mateo, que nunca vio a su equipo con el control de la situación. Ni siquiera la firme dirección de Facundo Campazzo (22 puntos, seis asistencias) pudo mantener al Madrid al frente con cierta continuidad. Los visitantes disponían de segundas oportunidades y la polivalencia de Chima Moneke (14 puntos, 10 rebotes) ofrecía aún más solidez a su plan.
Tras innumerables alternativas se llegó a los cinco últimos minutos, cuando Laso perdió un challenge por una acción sobre Campazzo. Tras la revisión, el argentino anotó tres tiros libres. Con la lógica frustración, el técnico vitoriano fue castigado con una técnica por protestar una falta sobre Dzanan Musa. Del 74-75, el parcial de 10-0 colocaba al Madrid en una posición de privilegio. Pero entonces surgieron Rogkavopoulos, con cinco puntos consecutivos, Moneke, autor de un 3+1, y dos libres de Samanic para un 84-88 que parecía definitivo a falta de 69 segundos.
Entonces, la inspiración de Campazzo y la muñeca de Hezonja (22 puntos en 24 minutos) desataron la euforia en la hinchada local. Un frustrante desenlace para Laso, ovacionado al comienzo de la noche, como tributo a sus 22 títulos y 860 partidos al frente del Real Madrid.
"¿Quién dudaba, quién dudaba? Yo no sé nada, sólo sé que el equipo confiaba", respondía Garuba, siempre tan efusivo y seguro de sí mismo, pletórico en los festejos como lo estuvo en la cancha. El factor clave en la final contra Bahamas, acabando con la sangría en el rebote ofensivo, poniendo dos tapones majestuosos para marcar terreno. Pero las miradas se iban a Rudy Fernández, 261 partidos y 11 medallas con España, cómo no. Quizá a alguien se le pasó por la cabeza que el del domingo en la Fonteta podía ser el último partido en activo de una leyenda. Pero eso no entraba en los planes del capitán. Había una promesa por cumplir. El balear ya es historia: ningún jugador de baloncesto estuvo (¿ni estará?) jamás en seis Juegos Olímpicos.
"Es algo que le prometí a mi padre cuando me dejó", pronunciaba ayer Rudy, puesta en pie la Fonteta cuando Scariolo le sustituyó a falta de unos segundos. Hasta ese momento los caribeños -Eric Gordon protestó en sala de prensa por la cantidad de tiros libres que lanzó uno y otro equipo- no se dieron por vencidos. Entonces pudo descansar el alero y pensar en lo que se le viene como despedida de su inigualable carrera profesional. "Es el gen que tiene la Familia y el gen que nos hace seguir creciendo. Llevo jugando con la selección durante dos décadas y es lo que nos han transmitido nuestros veteranos. Podemos tener estrellas o no estrellas, pero si competimos juntos y representamos lo que tenemos delante siempre solemos tener cosas beneficiosas", siguió el madridista, que durante toda la concentración ha lanzado un mensaje que ha calado en sus compañeros: "No lo hagáis por mí".
El triunfo de la selección en un Preolímpico casi siempre trampa para el anfitrión supone un espaldarazo anímico también para un colectivo golpeado en el pasado Mundial. Aldama, que imitará a su padre en unos Juegos (él estuvo en Barcelona 92), era de los más emocionados. Durante el partido tuvo más que palabras con el fornido Munnings e incluso se hizo daño en el tobillo casi al final. Después, con el MVP en sus manos, en sus ojos se intuían las lágrimas. Muestras de carácter de quien está llamado a ser el líder del porvenir. "He hablado con mi padre esto muchísimas veces. Fue mi primer sueño de niño. Es un orgullo de vestir esta camiseta y un privilegio", comentaba en sala de prensa.
Los jugadores de la selección celebran su triunfo contra Bahamas.Alberto SaizAP
Allí, a su lado, Scariolo. Para él serán sus cuartos Juegos, otro mito. Misión conseguida. No quería pensar el seleccionador en la lista de 12 que hoy mismo tendrá que dar a la FIBA -y en la que sólo puede hacer cambios por lesión- y en la que estarán Abrines y Juancho. Tampoco en el 'grupo de la muerte' que se le viene en la primera fase de Lille. España disputará el primer partido de los Juegos, el sábado 27 a las 11 de la mañana, contra Australia. Después llegarán Grecia -ganador del Preolímpico de El Pireo- y la temida Canadá. Casi nada.
El seleccionador prefirió reivindicar a sus chicos, todos por encima de lo esperado. Hubo ejemplos a puñados de lo que ilusiona. El regreso de Lorenzo Brown (cuánto se le echó de menos) en la línea majestuosa del Eurobasket, su conexión con Willy, en contraste con su mediocre rendimiento en el Barça, la disposición defensiva de López-Arostegui -otro que no pudo estar en el Mundial- persiguiendo como un perro de presa a Buddy Hield. Pradilla, los puntos de Brizuela... "Quiero dar el mérito a este grupo de jugadores, fue extremadamente duro jugar este segundo partido en menos de 24 horas. Aprecio la concentración que pusieron, la compostura. Jugaron durante 40 minutos con muy pocos bajones y realizamos un partido sólido en las dos partes de la cancha. Es una final y lo siento como si hubiéramos ganado un título", reflexionó y fue más allá: «Podemos ir perdiendo superestrellas, pero mientras tanto tenemos que competir con una cohesión brutal. Estar en este equipo es un privilegio y los jugadores lo tienen claro. Es uno de los equipos más grandes de la historia del deporte español».