Sigue la polémica tras el Real Madrid – Almería del pasado domingo en el Santiago Bernabéu. Al debate por la actuación arbitral, en la que el colegiado del encuentro, Hernández Maeso, revisó tres jugadas diferentes en la pantalla del VAR, se unió ayer lunes la filtración de todas las conversaciones entre el colegiado de campo y la sala VAR, con Hernández Hernández al frente. Algo que hoy ha sido denunciado por la Federación Española de Fútbol ante la Guardia Civil.
La RFEF ha anunciado la denuncia y ha avisado que está realizando una “investigación interna“. La entidad presidida por Pedro Rocha, de la que depende el Comité Técnico de Árbitros, considera que es “extremadamente grave que se haya extraído este material audiovisual y espera que se encuentre una respuesta cuanto antes para depurar responsabilidades”.
Los audios filtrados han sido publicados por el programa ‘Jijantes‘, que presenta el periodista catalán Gerard Romero, y no deberían haber salido a la luz porque el CTA sólo cede a las televisiones aquellos audios de jugadas en las que se revise una acción en la pantalla situada entre los banquillos. En las dos acciones emitidas en ‘Jijantes’, una supuesta agresión de Vinicius a Pozo y otra de Chumi a Ceballos, el colegiado no acudió a la pantalla.
Los audios son “de ámbito totalmente profesional y privado y la RFEF mantiene abierta una investigación interna tras el mencionado suceso”, anunció la Federación, que adoptará “las medidas necesarias para garantizar la seguridad de todas las comunicaciones”.
Los claxon de miles de coches sonaron en la noche del martes en toda Alemania. Es la población turca emigrada al país, el delirio otomano provocado por el gigante Demiral, autor de dos goles para llevar a su país a los cuartos de final. Claudicó Austria, teóricamente superior pero incapaz de superar al portero Günok, vital con un vuelo imperial en el último suspiro.
La ausencia de Calhanoglu por sanción le otorgó la mediapunta a Arda Güler, convertido, a sus 19 años, en el buque insignia de esta valiente Turquía. La buena fase de grupos de Austria le daba el papel de favorito, pero el conjunto otomano mordió primero en un tramo inicial loco.
Después de vivir el lunes dos partidos en los que reinó la táctica, el respeto y el juego ordenado, especialmente en ese frío Francia - Bélgica, Austria y Turquía saltaron al Leipzig Stadion como si el minuto uno fuera el tiempo extra. Como si todo se acabara.
A los 57 segundos, cuando los dos equipos todavía no habían soltado su primer aliento, un error de la defensa austríaca provocó el tanto de Turquía. Córner sacado por Güler, Baumgartner se equivoca al despejar y toca el balón hacia su portería, el portero Pentz evita que entre y Demiral, en el rechace, la empuja al fondo de la red. Locura turca en Leipzig, donde se contaban por miles, y locura en el césped, con un partido absolutamente delirante.
En el 4 y el 7, Baumgartner estuvo a punto de reparar su error, pero no tuvo éxito en ninguna de sus dos acciones, primero con un disparo raso y cruzando que rozó el poste y luego al no rematar un córner que se paseó por la línea de gol.
Austria, acostumbrada a mandar en sus partidos de la primera fase, incluso contra Francia, se encontró con un equipo turco molesto en las transiciones. Sabitzer y Seiwald no pudieron dominar el juego con la pausa que les caracteriza y los de Rangnick se contagiaron de la electricidad otomana. Fue un ida y vuelta constante a un ritmo altísimo con más errores que aciertos. Muy divertido para el espectador.
El paso del tiempo asentó la posesión de Austria y encerró a Turquía en su campo, siendo capaz de respirar sólo cuando Güler o Yildiz tenían el balón. Los jóvenes batieron un récord, porque es la primera vez que una selección sale con dos titulares menores de 20 años en una eliminatoria de Mundial o Eurocopa desde Hungría en la Euro de 1964.
El madridista probó suerte desde el centro del campo y casi sorprende al portero. No se corta y las ocasiones turcas salieron todas de sus botas. En el 25, Demiral remató alto un centro del zurdo.
El tramo final de la primera parte sirvió para que Rangnick anotara ideas. Necesitaba más referentes arriba y más juego por banda para intimidar a los turcos. Y así fue. En el descanso, al que se llegó sin más ocasiones claras y con Austria chocándose contra el muro turco, el técnico metió a Gregoritsch, su delantero centro más puro, para acompañar a Arnautovic.
En los cinco primeros minutos de la segunda parte, Gregoritsch tuvo dos cabezazos para empatar el partido, y en el 50 un genial pase de Posch dejó sólo a Arnautovic ante Günok, pero el delantero falló en su definición e hizo brillar al portero.
Los cambios espabilaron a Austria, que comenzó a asediar el área de Turquía. Laimer y Posch tuvieron varias oportunidades, pero sus remates no fueron buenos. El empate parecía evidente, pero el fútbol no entiende de lógicas.
Turquía encontró unos segundos para calmar el duelo cuando apareció Güler, de cuyo pie izquierdo, otra vez, nació la alegría de su país. En el 59, el centrocampista del Madrid puso un córner perfecto al primer palo que Demiral, otra vez Demiral, cabeceó a gol. 0-2 y delirio de toda la comunidad otomana en el país.
Austria se mantuvo fiel a sus ideas y Gregoritsch, tras una peinada de Posch en un córner, recortó distancias en el 65 para dejar un final de encuentro de máxima tensión. Los de Rangnick encontraron mucho espacio en tres cuartos, justo delante de los centrales turcos, pero les falló el último pase y la definición. Mucha posesión, mucho pase, pero nada de claridad. No les quedó más remedio que empezar a colgar balones sobre el área de Günok.
Demiral y Bardakci estuvieron imperiales por alto y evitaron casi todos los remates, y los que no pudieron los desvió Günok, vital con un vuelo extraordinario en un cabezazo de Baumgartner cuando el partido ya acariciaba el final.
Turquía y su pasión son de cuartos de final, donde espera Países Bajos. Da igual el rival, el delirio es el mismo y es real.
ABRAHAM P. ROMERO
@AbrahamRomero_
Madrid
Actualizado Sábado,
2
diciembre
2023
-
23:50El centrocampista evitó de nuevo posicionarse entre una selección y otra, diciendo...
A España no sólo la ha encaminado hacia la cuarta Eurocopa de su historia el desparpajo de chavales en el campo, también fueron ellos los que dirigieron los festejos. En el césped hubo lágrimas, abrazos, manteos a De la Fuente y fotos, muchas fotos, pero pareció una celebración contenida hasta que estalló en el vestuario. Música y baile bajo la batuta de, cómo no, de Nico y sobre todo Lamine Yamal. Fue el DJ, contagió a Álvaro Morata en calzoncillos e hizo bailar no sólo a su hermano Williams, MVP de la final, sino a los lesionados Rodri, Pedri, Ferran y hasta Gavi y Navas, que movió su dolorida cadera. No se quedaba atrás tampoco Fermín, otro del clan salvaje.
A sus 17 años, Lamine tuvo un momento de tranquilidad sobre el césped, jugando con su hermano pequeño, pero luego dio rienda suelta al festejo, primero con un sombrero y después con gafas de sol camino del autobús. "Es increíble poder estar aquí. ¿A Cibeles? No, a Madrid". Antes, una foto con la copa y dos checks: "La ESO. Campeón de Europa". La fiesta acababa de comenzar.
Ya había sonado Raphael, la Potra Salvaje y toda la playlist que ha acompañado las previas de los siete partidos y había quien empezaba a desesperarse. "¡Creo que ya me están llamando!". Cucurella no dejaba de apretar el claxon del autobús, rápidamente personalizado con la pegatina de campeones de Europa, mientras Rodri se emocionaba recordando su lesión, su MVP y su primera Eurocopa. "Cuando ha marcado Mikel, me he puesto a correr como un loco y se me ha olvidado la lesión hasta que el médico me ha dicho '¡eh, ojo!'. Estaba muy triste, pero chapeau por estos chavales".
A su lado, Nico Williams casi soltaba una lágrima recordando a su familia. "He hablado con mi hermano a través del móvil de mi madre porque yo no he podido ver el mío todavía. Me ha dicho que me quería y que está muy orgulloso, que el nombre de los Williams está en el cima del fútbol mundial", y casi se rompe al hablar de su madre: "Mis padres lo han pasado muy mal, especialmente mi madre. Esto es para ellos".
La fiesta en la zona mixta la puso Álvaro Morata, capitán y convertido en DJ de la selección por un ratito. Con un altavoz gigante en la mano con la bandera de España, el grupo caminó con por el pasillo de medios con una cerveza en la mano y al ritmo de una versión tecno del Viva España de Manolo Escobar. "Esto es tremendo", admitía Le Normand. "Algo único", reconocía Navas. "Dentro de nueve meses va a haber un boom de natalidad", vacilaba Cucurella. El lateral, uno de los hombres de esta Eurocopa que aún ayer escuchó pitos, tendrá que pensar si se tiñe la melena de rojo, como prometió. Antes pagó otro peaje: en la cena de los campeones, ya en el hotel con las familias, Morata le hizo subirse a la mesa, agarrar el micrófono y cantar la canción que le dedican en Inglaterra. "Cucurella se come una paella, se bebe una Estrella. Tiembla Haaland, que viene Cucurella", interpretó entre el júbilo de sus compañeros.
También tuvo tiempo el lateral del Chelsea para enviarle un recadito a Gary Neville en sus redes sociales. El comentarista de Sky Sport había dudado de él. "Pienso que Cucurella es una de las razones por las que España no puede llegar a la final", dijo. "Llegamos a la final. Gracias por tu apoyo", le contestó el catalán son sorna.
Era el momento de las risas, aunque a Oyarzabal, autor de un gol para la historia, le costó desatarse. "Lo primero que pensé al marcar fue en si había sido fuera de juego, porque era muy justo. Luego ya sólo escuchaba gritos", bromeaba. Alguno eran de Álex Remiro, el único jugador que no ha disputado un minuto en esta Eurocopa, pero que predijo el gol de su compañero en la Real. "En la merienda me dijo que hoy marcaba", confesó el vasco. No fue el único. "Le dije 'cómo te huele el pie a gol, niño', y he acertado. Igual me tengo que dedicar a eso", bromeaba Morata.
No salió el capitán con un balón bajo el brazo, pero sí Ferran, Pedri y Fabián. "Nos los vamos a llevar todos", decía el andaluz entre los gritos de Viva España del canario, enfundado en su bandera. A todos les costó anoche hacerse fotos en el césped con sus amigos y familiares. La seguridad del estadio impedía que bajaran al césped y Laporte o Dani Olmo tuvieron que acercarse a negociar.
Lo consiguieron Zubimendi, cuyos familiares llevaban la camiseta de la Real Sociedad, los de Ferran y los hijos de Morata, que lloraron de emoción tanto como su padre antes de comenzar a jugar con un balón en el césped ajenos al jolgorio en el que Lamine se había puesto un sombrero con los colores de la bandera y Luis de la Fuente volaba por los aires manteado.
Guardó el seleccionador un discreto segundo plano. Eso sí, se hizo una foto con sus sobrinos y la bandera de La Rioja con el nombre de Haro e hizo una piña con sus seres queridos, como si el partido fuera a comenzar. Quien fue corriendo a abrazarle fue el padre de Lamine, consciente de lo que la apuesta del seleccionador ha supuesto para su hijo. Lo llevaba en la mano: el trofeo de mejor joven. Apareció poco más De la Fuente, por los compromisos federativos y por su perfil. Salió del vestuario casi por la puerta de atrás y con la camiseta de Reyes de Europa en la mano.
La Copa fue del vestuario al autobús en un arcón, pero era imposible que permaneciera guardada. La sacó Morata, que le cantó el 'No puedo vivir sin ti' de Coque Malla y la manosearon todos. Hasta el Rey Felipe la alzó sobre el césped como si fuera un jugador más.
A la celebración sólo le faltó una traca, esa que el delegado Fernando Giner, valenciano, se quedó con ganas de tirar a las puertas del Olímpico.