Cristina Gutiérrez, junto a su copiloto Pablo Moreno, se proclamó este viernes campeona del Dakar en categoría Challenger, convirtiéndose en la primera mujer española en ostentar un título en el mítico rally.
Gutiérrez, del equipo Red Bull-Off Road JR, aventajó en la general en 35 minutos al estadounidense Mitchell Guthrie y en 58 minutos al lituano Rokas Baciuska.
La duodécima y última etapa en Challenger, con vehículos ligeros, antiguamente llamada T3, fue para el brasileño Marcelo Tiglia.
Cristina Gutiérrez aprovechó los problemas mecánicos sufridos por el líder antes de la última etapa, Mitch Guthrie, y se convirtió en la primera mujer en conquistar un título en el Dakar desde Jutta Kleinschmidt, vencedora en 2001 en coches.
“Siempre, siempre en el Dakar hay que luchar hasta el final, hemos ido empujando hasta el final, todo puede pasar hasta el último kilómetro. No me lo creo, no sé lo que está pasando, es surrealista, estoy muy emocionada”, declaraba la española ya desde meta y cuando sólo estaba a la espera de la confirmación oficial de la victoria, que llegaría minutos después tras la llegada a meta de Guthrie.
El terreno sigue ahí, en el 777 de Rutland Road, en Brooklyn, cerca del jardín botánico y de Prospect Park, rodeado de casas bajas y residenciales. A un lado está la escuela de Crown Heights, al otro una iglesia donde los domingos dan misas Góspel y el centro lo gobierna un césped gigante, con una grada lateral de ocho filas para familiares y amigos, que acompañan cada fin de semana a miles de adolescentes. Ahora sirve para que los niños de la zona practiquen béisbol, fútbol americano y fútbol, cada vez más popular en el país, pero hace casi 100 años, el 24 de septiembre de 1927, ese césped, llamado en el momento Hawthorn Field, albergó delante de 5.000 personas el cierre de la primera gira 'galáctica' del Real Madrid. Su rival fue el Galicia Sporting Club, liderado por emigrantes gallegos. El estreno blanco en Nueva York y en Estados Unidos.
Este sábado, el Madrid de Xabi Alonso jugará a 30 kilómetros del antiguo Hawthorn Field. Lo hará en el MetLife Stadium, al oeste, al otro lado de la Gran Manzana, a 20 minutos de Manhattan pero pasando ya la frontera con Nueva Jersey. Se alojará en el lujoso Four Seasons Downtown, pegado al World Trade Center, y disputará los cuartos de final del Mundial de clubes, última osadía del fútbol moderno, ante el Borussia Dortmund. Quiere conquistar el mundo.
Pero hace un siglo todo fue diferente para la expedición madridista. En 1927 todavía faltaban dos años para que arrancara la Liga española, el Madrid acababa de hacerse profesional un año antes y apenas era conocido fuera del país. Dio igual. Santiago Bernabéu, que puso fin a su carrera como jugador esa temporada, impulsó junto al entonces presidente Luis Urquijo un viaje por América que se convirtió en la primera gira transatlántica en la historia del Madrid. La conquista del mundo.
Expedición del Madrid en el viaje de 1927.
Salió del puerto de Barcelona en el buque Giulio Cesare a mediados de junio de 1927 y el 7 de julio jugó en Buenos Aires contra un combinado de la ciudad. Fue el primero de 15 partidos en seis países, pasando por Argentina, Uruguay, Perú, Cuba, México y Estados Unidos, donde sólo disputó uno, ya en septiembre, tres meses después de dejar España, ante el Galicia SC.
Un empresario judío, clave
Un debut neoyorquino que el Madrid le deberá siempre al empresario judío Nathan Agar, emigrado desde Inglaterra, hombre fuerte en aquellos años dorados del 'soccer' en Nueva York y dueño de los Brooklyn Wanderers, club en el que llegó a jugar Bela Guttmann y que en un primer momento iba a ser el rival del Madrid, opción finalmente descartada. Y es que el nivel futbolístico en la ciudad y en la Coste Este era altísimo, fruto de la inmigración, tenían varias ligas importantes, divididas en Americana e Internacional, y clubes repartidos más allá del Estado de Nueva York, llegando hasta Chicago y St Louis. Los Wanderers se habían enfrentado ya a clubes potentes de Austria o Uruguay, y Agar, dueño también del campo de Hawthorn Field y responsable de la visita madridista, cedió el duelo contra el Madrid al Galicia SC.
Jugadores del Madrid, durante el viaje por América en 1927.
El club, creado por gallegos unos años antes, se había hecho popular entre la comunidad hispana de Nueva York y especialmente en el área ahora conocida como 'Little Spain'. Y festejó la celebración del partido invitando a la expedición del Madrid a una cena en el antiguo y lujoso Hotel Pensylvannia, construido en 1919, el más grande del mundo en su momento, situado al lado del Madison Square Garden y derruido en 2023.
"Un equipo español empata con el Galicia en Brooklyn"
Ahí cenaron madrileños, con los fichajes de varios jugadores de otros clubes españoles sólo para la gira y con algunas ausencias por motivos familiares debido a la dificultad del viaje, y gallegos, en cuya plantilla también había futbolistas de otras nacionalidades. Al día siguiente, Real Madrid y Galicia SC empataron a uno en Hawthorn Field. Según una crónica aparecida en el New York Times al día siguiente, acudieron 5.000 aficionados, cifra lejana a los 46.000 del partido entre Brooklyn Wanderers y Hakoah Vienna de Checoslovaquia el año anterior (récord en EEUU hasta la llegada de Pelé). "Un equipo español empata con el Galicia en Brooklyn", títuló el periódico.
"El Galicia fue mejor en la primera mitad, pero los españoles encontraron su ritmo después y dieron una exhibición de fútbol. Félix Pérez, un delgado extremo, levantó los aplausos del público en varias ocasiones por su calidad", se escribió en el New York Times. En la grada estaba el cónsul español en la ciudad, también gallego, Rafael Casares y Gil, que ayudó al impulso del Centro Gallego de Nueva York.
"Jugamos casi en familia porque se hizo poca promoción del partido. El Galicia tenía de todo menos gallegos: checos, irlandeses, italianos... Estos son los reyes repartiendo patadas", aseguró, según los diarios de la época, Bernabéu al volver a España. La ficha dice que el Galicia tenía a José, Guerra, Vega, Rodríguez y Costa... Y también a Kuhr, Wall, Findlay, Ferguson y Schneider. Acabarían haciendo un tour y llegando hasta La Habana. En el Madrid, José María Peña, olímpico con España en 1924 y primer jugador en firmar un contrato profesional en la historia blanca; Lope Peña y Del Campo, que ganaron 3 campeonatos regionales con el club y estuvieron en el equipo que debutó años después en Liga, o Desiderio Esparza, que aguantó hasta 1933 y ganó dos Ligas. Un siglo después, el Madrid vuelve a Nueva York para asaltar el Mundial de clubes.
EFE
Johannesburgo
Actualizado Viernes,
5
enero
2024
-
09:51El sudafricano cumplía condena por asesinar a tiros a Reeva Steenkamp, que entonces tenía...
«Hola, soy Toni Kroos y quiero que me tatúes a mi perro». A Alejandro del Mazo (@delmazotattoo) le costó un buen rato comprobar que el whatsapp que acababa de recibir no era obra de algún amigo gracioso. Asimilado el encargo, poco después estaba concretando detalles con el futbolista alemán, recibiendo fotos de su brazo, «analizando cada poro de su piel», el tapiz donde iba a plasmar su obra. La existencia le estaba dando un vuelco al joven madrileño, que desde niño se recuerda dibujando «monigotes, monstruos, personajes de Star Wars». Tatuar a un futbolista es como exponer en el Louvre. Nueve días después, el Real Madrid disputó la ida de cuartos ante el Manchester City y cuando Kroos se disponía a botar un córner, ahí estaba, para todo el mundo, el tatuaje realista de Julius.
«Después, en cada abrazo de Kroos al ganar la Champions, todo el planeta tierra estaba viendo mi obra», sigue alucinando Delma, como le conocen sus amigos en Villaviciosa de Odón. A sus 32 años admite que le ha cambiado la vida. De aquel whatsapp tras un cúmulo de casualidades y regates del destino ha pasado poco más de un año y esta misma semana Fede Valverde ha desvelado todo su brazo derecho, jalonado de leones. Alejandro se ha convertido en el tatuador de las estrellas, la recompensa a años de formación para pulir un precoz don artístico, el del dibujo realista, del que es un referente, pues se desempeña con la perfección y el detalle de un orfebre. Impresiona cómo refleja hasta las gotas de sudor, para lo que utiliza con mucha sutileza tinta blanca.
Sentado en su cabina del Drama Tattoo, en Alcorcón, Alejandro repasa su vertiginosa historia de éxito. Hace no tanto «repartía pizzas y vendía maletas en Gran Vía». Su pasión, el retrato, no le daba para mucho más que para exponer sus obras a boli bic en el Auditorio de su pueblo. Hubo dos elementos que lo iban a cambiar todo para bien de su arte. Las redes sociales -«podía llegar a la gente que admiraba, trataba que esa persona famosa viera su retrato. A Connor McGregor conseguimos que le llegara. Me sentía realizado y feliz»-. Y los tatuajes. «Nunca quise ser tatuador. Unos amigos me animaron a hacerlo. Pero fue empezar y llegaron los resultados. Me daba dinero fácil y me resultaba sencillo. Tenía 20 años y trabajaba en curros de mierda», hace memoria.
Del Mazo, con las camisetas y fotos de alguno de los futbolistas a los que ha tatuado.Angel NavarreteMUNDO
Plasmar en piel ajena el rostro de un ser querido, de un antepasado o de una mascota conlleva una mochila de responsabilidad. «Además de la experiencia, tengo mi propia técnica. Lo visualizo todo por capas y uso mucha tecnología. La puedes acabar liando. La piel no siempre tiene las características que uno piensa y te frustra. Es un lienzo humano y hay un montón de cosas que pueden salir mal si no lo tienes todo controlado», admite.
A Kroos llegó a través del brazo de su peluquero, del tatuaje en el que reparó el alemán. «Le dijo que estaba buscando un tatuador de confianza en España y le gustó mi trabajo. Le dio mi contacto. Pero tardó un año en llamarme. Él (Toni) estaba esperando el momento idóneo, como buen alemán es muy cuadriculado. Tenían una semana de descanso en marzo de 2024, justo antes del partido de cuartos contra el City», cuenta Alejandro, que, llegado el momento, se recuerda «acojonado». «Yo estaba muy rayado por si no se le curaba bien. Fue una incertidumbre brutal. Nunca había tatuado a ningún deportista de elite. De normal tienes que dejar unos días sin actividad física por el tema de la sudoración, pero él tenía que entrenar al día siguiente. Le dije que me fuera contado, pero nada, ni un mensaje. Justo el día del partido salió con la camiseta corta y vi mi tatuaje impoluto. Fue como un alivio y empecé a flipar», relata.
Del Mazo, con Toni Kroos.@delmazotattoo
Fueron seis horas en la casa del alemán, donde hasta le invitó a cenar unos solomillos con judías verdes. Alejandro se permitió la osadía de cambiar la idea inicial de Kroos, que quería la huella de su perro recién fallecido. «Mi fuerte es hacer retratos. Al final fue elección mía, también el sitio. Sabía que él era el que sacaba los córners y el antebrazo era el lugar que más se iba a ver. No sólo en la tele, incluso en el FIFA», proclama.
Aunque fue un boom para él, hasta Valverde también llegó por obra del destino, de un retrato del propio uruguayo que había tatuado a un cliente: «De alguna forma lo invoqué». Mina Bonino, la mujer de Fede le contactó por Instagram y al poco se pusieron manos a la obra. Esta vez en sesiones cortas, desde finales de diciembre hasta esta última semana, desde el codo hasta el hombro. «Es un proyecto más grande y fuimos poco a poco. Así pasó más tiempo con él. Y me he ganado su confianza. Estamos viendo a futuro hacer otras cosas».
Alejandro del Mazo, tatuando a Fede Valverde.@delmazotattoo
También con Valverde hubo momentos de tensión. «Me pidió que no se viese el tatuaje, porque quería que fuese sorpresa, sólo enseñarlo acabado. Y por eso siempre juega con camiseta térmica. Pero en una conferencia de prensa salió con camiseta corta y se veía el león sin terminar. Era como ver los cimientos de una obra o el coche en el chasis».
La agenda de Del Mazo echa humo. «Luego he tatuado a Álvaro Rodríguez, que es uruguayo. Fede es su ídolo y son amigos. Le he hecho casi todo el brazo. También del Getafe a Uche. Y a Javi Sánchez, capitán del Valladolid», relata quien confiesa cómo se gana su confianza -«es como un diván y les acabas contando gilipolleces, les enseñas memes...», ríe- y su respeto: «Ponen su piel en mis manos, la dejo marcada de por vida con mi arte».
A Delma, que sueña con trabajar con Ilia Topuria, no le preocupa que muchos tatuadores «puretas» le critiquen. «El éxito depende de lo que cada uno considere como un logro. Yo sé lo que me hace feliz». Por eso nunca les pide dinero, prefiere la experiencia de convivir con sus ídolos y repercusión: «Subir contenido con ellos es más que suficiente. Hubo un Reel que llegó a los 30 millones de reproducciones».