Pidió lo mismo que la liga femenina, pero al no tener respuesta ni apoyo del Gobierno, recurrió al PP. De lograrlo, pasaría al control de LaLiga. La Federación pretexta falta de solvencia
El fútbol sala entra en la guerra del fútbol debido a la intención de que su principal competición, la Primera RFEF Futsal, sea considerada profesional, como ha ocurrido con la Liga Femenina o la Liga ASOBAL de balonmano. La razón es que, dado que la Ley del Deporte establece que no puede existir más de una liga profesional por modalidad deportiva y género, no por especialidad, la competición que ahora se encuentra bajo el amparo de la Federación que preside Luis Rubiales, pasaría a estar gestionada por LaLiga de Javier Tebas. La Federación argumenta que carece de la estructura económica necesaria, algo que niega la cúpula del fútbol sala. La política ha tomado ya parte, a través de una proposición no de ley (PNL) presentada por el PP en el Congreso que fue rechazada por el PSOE y Unidas Podemos, después de los infructuosos intentos ante el Consejo Superior de Deportes (CSD). La convocatoria de elecciones ha generado un compás de espera en esta doble guerra, del fútbol y la política, hasta conocer cuál es el nuevo escenario resultante del 26-J.
Javier Lozano, presidente de la Liga Nacional de Fútbol Sala (LNFS) y ex seleccionador de éxito, se dirigió inicialmente al secretario de Estado José Manuel Franco, que le recibió con buenas palabras. Como sucedió con el caso del fútbol femenino, el procedimiento ante semejante petición es pedir un informe a la federación correspondiente, que no es vinculante. El escrito enviado por el organismo de Rubiales fue contrario al proceso de profesionalización, algo que ya había ocurrido con el fútbol femenino, con argumentos similares: «No se sostiene económicamente». En la Federación dicen tener evidencias de que hay clubes que no pueden garantizar siquiera el salario mínimo interprofesional. Lo mismo ocurría con el fútbol femenino, pero en ese caso primó el empuje político.
Lozano insiste en lo contrario: «El nivel de relaciones laborales de los jugadores, unos 200, es prácticamente total en los 16 clubes que componen la primera categoría, con salarios mínimos fijados y fichas que van hasta los 600.000 euros en algún caso». Un escenario que no se daba en la misma proporción en el caso del fútbol femenino o la Liga ASOBAL, ya profesionalizadas.
DISCREPANCIAS EN LAS CIFRAS
«Nuestra realidad es clarísima y la consideración de liga profesional nos permitiría crecer muchísimo con la explotación de recursos, innovación y ‘merchandising’», prosigue Lozano, que lamenta que el proceso se vea salpicado por los pulsos de poder entre los barones del fútbol. El presidente de la LNFS tuvo las primeras conversaciones para profesionalizar su deporte, entonces bien vistas por los inquilinos del CSD, en 2015. Pero no fue hasta 2018 cuando dio los pasos formales, después de ver que otras competiciones se movían: «Ese año metimos 40.000 personas en el WiZink Center para la Copa de España y recibimos cuatro millones de euros por televisión. Estábamos preparados». En la Federación, en cambio, creen que esa cifra responde a un hecho puntual y no al mercado, reflejado en el último tender, por el que han recibido una oferta de TVE de 180.000 euros por un partido en abierto por jornada y 150.000 por el resto.
Rubiales había llegado a la Federación precisamente en 2018, año en el que la voluntad del CSD era distinta. Buscó entonces Lozano ayuda en la política, que era la que había hecho salir adelante la profesionalización del fútbol femenino. Esta vez, en cambio, necesitaba a la oposición. La PNL fue llevada a la mesa del Congreso por el PP. Votaron a favor la formación popular, Ciudadanos y Vox, y en contra PSOE y Unidas Podemos, mientras que socios del Gobierno de Pedro Sánchez como Esquerra y Compromís se abstuvieron. No salió adelante por dos votos de diferencia (18-16).
El fútbol sala no quiere politizarse, pero lo sucedido en el Congreso hace que sus esperanzas estén puestas en un cambio político. Del CSD se marcha Franco y todo indica que lo sustituirá Víctor Francos, hombre de confianza de Salvador Illa en el PSC y del ministro Miquel Iceta, alguien muy activo en la tramitación de la controvertida Ley del Deporte contra las tesis de Tebas. Un dique. Si hay partido, será después del 26-J.