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JAVIER SÁNCHEZ
@javisanchez
Actualizado Lunes,
26
junio
2023
-
22:43Demasiados permisos, falta de experiencia, edades avanzadas y empresas 'lowcost': el combo que...
Elegido por los dioses que reparten el talento y ahora ya maestro de todos los golpes, el desafío de Carlos Alcaraz en los próximos días, en los próximos meses y en los próximos años no es mejorar un determinado aspecto técnico, ni tan siquiera leer mejor la táctica. A los 21 años, con cuatro Grand Slams en sus vitrinas, ya ha demostrado que en sus mejores días es casi imposible derrotarle; si acaso puede hacerlo un rival de altura de Novak Djokovic en misión histórica, como pasó en los Juegos Olímpicos de París. Pero en la extensa carrera que le queda por delante a Alcaraz se le presenta un reto que es más difícil, mucho más difícil, que sacar más fuerte, golpear a la línea o ajustar más una dejada.
Hay un aspecto casi sobrehumano que diferencia a las leyendas de los mejores, a aquellos tenistas que celebran más de 10 títulos 'grandes' de los que no los tienen: ganar sin ganas. A su edad se le presume una hambre infinita, una voracidad violenta, pero no deja de ser una persona, un joven, un chaval como cualquier otro.
CHARLY TRIBALLEAUAFP
Y no es difícil entender que después de ganar Roland Garros y Wimbledon de forma consecutiva y de alcanzar una final olímpica necesite más descanso que tres días en barco por Mallorca con su hermano mayor, Álvaro, y un par de amigos.
Su peor partido en un Grand Slam
"He estado jugando muchos partidos en los últimos meses, con Roland Garros, Wimbledon y los Juegos Olímpicos, pero no quiero ponerlo como excusa. Me tomé un descanso después de los Juegos que posiblemente no fue suficiente, pero también debo aprender de ello. Quizá soy un jugador que necesita parones más largos para afrontar los torneos importantes. Tengo que reflexionar sobre ello", comentaba este jueves después de caer en segunda ronda del US Open contra el neerlandés Botic van de Zandschulp por 6-1, 7-5 y 6-4.
Desconectado, desganado y desacertado vivió su peor partido en un Grand Slam, aunque no fue más que la confirmación de su crisis. En las entrañas de Roland Garros, mientras se disputaban los Juegos, ya se le veía hastiado de la rutina de la competición -los partidos, los entrenamientos, los calentamientos, las entrevistas, los estiramientos, las comidas...- y en la gira estadounidense sólo ha acentuado ese cansancio. De la raqueta rota en el Masters 1000 de Cincinnati a la desazón este jueves en la Arthur Ashe.
Durante el partido, de hecho, señalaba a su equipo con gestos que su cabeza no funcionaba, que no había manera de recuperar su nivel. Está agotado y requiere un tiempo. En las próximas semanas ha prometido su presencia en la fase de grupos de la Copa Davis, la Laver Cup, el ATP 500 de Pekín, el Masters 1000 de Shanghai, un torneo de exhibición en Arabia Saudí, el Masters 1000 de París-Bercy, las ATP Finals y las finales de la Davis, pero raramente seguirá ese plan. Al fin y al cabo la temporada pasada ya le pasó algo parecido, ya intentó jugarlo todo y sufrió dos meses para el olvido.
El ejemplo del 2023
Después del US Open, Alcaraz desconectó, olvidó su juego y llegó a encadenar tres derrotas seguidas, lo nunca visto, para olvidarse del número uno del ranking ATP y acabar el 2023 con las peores sensaciones Como explicaba su equipo a EL MUNDO, después de unas vacaciones ya se presentó a la pretemporada con la mejor de las predisposiciones y así construyó el camino que le llevó a este verano glorioso, pero aquella racha ya señaló un punto débil.
CHARLY TRIBALLEAUAFP
El propio Alcaraz lo trabajó con su psicóloga, Isabel Balaguer, y lo asumió como una de sus tareas pendientes. "Debo crecer en 2024. Darme cuenta que la temporada sigue hasta noviembre. He trabajado con un profesional que me ha ayudado en ello", declaraba el español en México, donde pasó parte del invierno. En esos mismos días su entrenador, Juan Carlos Ferrero, incidía en esa misma consideración y le pedía más: "Tiene que aprender que la temporada es larga, que es su trabajo y no puede tener tantos descansos como le gustaría. Si quiere ser el mejor tiene que actuar como el mejor y ser profesional todo el año". Ganar sin ganas, el desafío que debe afrontar Alcaraz en los próximos días, en los próximos meses y en los próximos años.
«Ha habido momentos en los que las cosas no me salían, me he quejado, he pegado una patada, pero sé que esso debe ser momentáneo. Soltar la rabia, que el cabreo no me afecte más de uno o dos juegos. Eso es lo que estoy aprendiendo, la experiencia que voy cogiendo con los años. No soy como otros, que están serenos siempre y no abren la boca, pero debo olvidarlo rápido», reconocía Carlos Alcaraz este viernes después de una celebración extraña. Había ganado a Lorenzo Musetti en semifinales de Roland Garros por 4-6, 7-6(3), 6-0, 2-0 y jugará su segunda final consecutiva. Pero su rival se acabó retirando, final indeseado para todos. Y él se sumergió en la frustración en algunos momentos.
Su patada al banquillo a mediados de segundo set queda como advertencia de lo que no debe ocurrir en la lucha por el título este domingo ante Jannik Sinner (15.00 horas, La 1, Eurosport y Max). «A veces sólo pienso en mí mismo. Pienso que he perdido el set y no que mi rival lo ha ganado. Pero también pienso que puedo darle la vuelta, que puedo recuperarlo», añadió el número dos del mundo del ranking ATP con la confianza ya reparada.
THIBAUD MORITZAFP
Su actuación ante Musetti, en realidad, fue notable. En el primer set su derecha sonó a látigo, como había sonado en cuartos de final ante Tommy Paul, y dominó los puntos, pero fue acumulando errores: una volea aquí, una dejada allí, varios reveses cruzados más allá. Punto a punto se peleaba con sus dedos, su mano, con su muñeca y, en su única oportunidad de rotura, perdía el periodo. La paciencia resistía a duras penas. Hasta que en en el segundo set, la lucha de Musetti, que le devolvió hasta dos breaks, le acabó por desesperar. Entonces hubo un mal rato, sí, pero también un tie-break perfecto en el que le entraron todos los golpes que antes fallaba. En el tercer set ya no hubo competencia y en el cuarto, el italiano abandonó. Después, en rueda de prensa, aseguró que había perdido fuerza en la pierna izquierda y que se hará pruebas.
La foto de la placa de Nadal
«La gira de Lorenzo en tierra batida ha sido increíble, su nivel aquí en Roland Garros ha sido muy alto y espero que se recupere pronto. Estoy seguro que luchará otra vez por estar en una final de Grand Slam» pronosticó Alcaraz sobre Musetti y también supo ponerse en valor: «En los primeros sets he tenido opciones de breaks que no he podido convertir. He jugado bien, aunque he cometido algunos errores que han marcado la diferencia. Luego he jugado un gran tie-break y he sabido llevar a Lorenzo al límite».
Antes del partido, en el calentamiento de la mañana, Alcaraz se había hecho la clásica fotografía con todo su equipo en medio de la Philippe Chatrier -lo hace siempre antes de semifinales y finales-y había reservado un hueco en su galería del móvil para una imagen de la placa homenaje a Rafa Nadal. Allí estuvo, unos segundos justo encima, mirándola, limpiándola de tierra, inspirándose. Pese a que los dos jugadores son muy distintos siempre hay una línea invisible que los une. Pongamos un dato increíble: si Alcaraz vence este domingo, sumará su quinto Grand Slam exactamente a la misma edad, 22 años, un mes y tres días, que lo hizo Nadal.
«No había podido calentar en la Chatrier así que todavía no había tenido tiempo de acercarme, verla y disfrutar. Me encanta tener un recuerdo ahí, me parece un homenaje muy bonito. Rafa era mi ídolo y sigue siendo una gran inspiración», proclamó el español antes de marcharse a ver lo que faltaba de la otra semifinal del torneo.
Una carrera para ver la otra semifinal
Al acabar su partido aseguró que la quería ver al completo en directo, pero luego los compromisos se lo impidieron durante un buen rato. Después de la rueda de prensa y de atender hasta a ocho televisiones -Amazon Prime, Canal + Internacional, Channel Nine, ESPN International, Discovery...-, pudo por fin encender su móvil de camino al hotel cuando Jannik Sinner y Novak Djokovic ya encaraban el segundo set.
MOHAMMED BADRAEFE
«Pase lo que pase la final será un gran partido para los fans del tenis. Quiero ver la semifinal porque de ahí saldrá mi rival, pero también como fanático de mi deporte. Ver jugar a dos tenistas así siempre es un disfrute», aseguró apresurado mientras varios familiares y muchos amigos ya presentes en París le esperaban para felicitarle por su logro.