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Valencia 3 Atlético 0
Un certero Valencia le endosa una dura derrota al equipo de Simeone, que no salía derrotado de Mestalla desde la temporada 14/15
El Valencia se agarra a la irreverencia como forma de vida. Nada tiene que perder. No hay coste en rebelarse contra un destino que ya golpeará si ha de hacerlo. Baraja inyectó valentía en un vestuario donde se ha instalado el hambre de la mano de un grupo de jóvenes que sueña, respeta el escudo y juega para poner la piel de gallina. Javi Guerra, Pepelu, Fran Pérez y hasta Sergi Canós han venido a despertar a Mestalla de un letargo de hastío y a alzar, con fútbol y una goleada de otro tiempo, un futuro grisáceo tirando a negro. El Atlético entendió que sesteando es difícil ganar a un equipo que sufrirá por sostenerse en Primera, pero nunca se va a abandonar. Desde 2014 no salía derrotado de la Avenida de Suecia y esta vez se llevó una dolorosa goleada. [Narración y estadística]
No ataja Simeone las desconexiones que vulgarizan a los rojiblancos. “Es el peor partido desde que llegué al club”, reconoció. En Mestalla no entendieron nada hasta que pasaron por el vestuario. Descorcharon los valencianistas el partido a tumba abierta y, antes de que los atléticos se acostumbran al sol de Mestalla, se vieron un gol en contra. No espera el Valencia, no puede hacerlo, y menos ante un rival a años luz que penaliza cualquier error. Despojados del brillo de antaño, la única manera de vencer es queriéndolo mucho y equivocándose poco. Y eso ocurrió ante las narices de un Atlético en el que el Cholo experimento cómo sobrevivir a la marcha de Carrasco sin recurrir a Javi Galán y cómo no llorar a Koke. Se les escapó Sergi Canós por la banda, burló a Azpilicueta y puso un centro que, tocado por Savic, empujó con el alma Hugo Duro. Cuatro minutos que fueron suficiente para testar qué equipo tenía más hambre. Y de eso tiene mucho este púber Valencia.
Su fuerza está en el ímpetu de Javi Guerra y Pepelu, que convirtieron en sombras a Barrios y Lemar, en la carreras de Fran Pérez ante un Riquelme que no funcionó como carrilero, en los retos que, una y otra vez, le planteaba Canós al veterano Azpilicueta. En ataque, al Valencia le funcionaba el plan y en defensa, remendada con otro canterano, Mosquera, no sufrían. Morata deambulaba y Griezman era incapaz de recibir un balón en ventaja. Perdido el control de la medular, en las orilllas tampoco avanzaba. Ni un tiro a puerta en 20 minutos. Un rechazo de Llorente que lamió el poste de Mamardashvili en el 28. El primer córner, en el 40. Para entonces el marcador había engordado.
Las apariciones de Oblak no fueron sufientes y Fran Pérez aprovechó un robo de Pepelu ante un dormido Griezman para, a la carrera, encontrar a Hugo Duro. Con frialdad, se deshizo de Hermoso y engañó a Witsel y a Savic, incapaces de parar al madrileño que sumaba su segundo tanto, el duodécimo en Primera y cinco de ellos a Oblak.
La grave lesión de Lemar hizo que el Cholo buscara soluciones antes del descanso, que apuntaló echando mano de dos fajadores, Nahuel Molina y Correa, para hacer temblar al Valencia. Pero no era la tarde y quedó claro cuando Griezman, el puro talento atlético, chutó al aire en la frontal. Un cabezazo de Morata y un disparo de Correa que salvó la mano de Mamardashvili fueron los mayores argumentos rojiblanco. No tuvieron tiempo de crecer ni con toda la artillera sobre el césped.
El duelo lo reventó Javi Guerra. Cuando pisa área con su potente zancada, el dominio de las dos piernas y la sutileza con la que coloca el balón en sus golpeos lo convierten en letal. Su disparo ponía el broche a la humillación que ni pudo maquillar el Atlético. Remendado por los esfuerzos, otra vez con canteranos, el Valencia resistió.