Contemplado de cerca, Niclas Füllkrug podría pasar por un peso pesado, con su célebre dentadura mellada, sus 189 centímetros y sus bíceps forjados hace un par de años, cuando ni siquiera jugaba en la Bundesliga. Sin embargo, el máximo realizador del Dortmund, autor de 15 goles en 42 partidos, nunca ha cruzado guantes con un rival tan propicio como Antonio Rüdiger, su gran amigo, el encargado de vigilarlo el sábado en Wembley. Füllkrug, uno de los últimos panzers del área, sabe que juega en un puesto en vías de extinción. Y que este fútbol moderno, tan previsible por momentos, le considera un vestigio del pasado.
La ascensión resultó más que ardua, pero una década después, Füllkrug al fin ha hollado la cima. Esta final de Champions supone un desafío asombroso para un ariete que en mayo de 2022 -mientras el Real Madrid partía rumbo a la Decimocuarta en París- andaba luchando por el ascenso del Werder Bremen. Su ejemplar empeño guarda similitudes con el de Joselu. A los 31 años, dos después de su primera convocatoria con la selección absoluta, tantas horas de entrenamiento táctico y gimnasio han merecido la pena.
Füllkrug no alcanza las dimensiones de Jan Koller, aquel descomunal checo que hizo tambalear a Iker Casillas en febrero de 2003. Tampoco se siente demasiado cómodo con el balón en los pies. No obstante, su mera presencia en el área debería suponer toda una inquietud para Rüdiger, el central que minimizó a Erling Haaland. Sin embargo, a diferencia del City, que apenas quiso colgar balones, el mayor caudal ofensivo del Borussia se intuye en los centros hacia la frente de su ariete. “Me gusta Antonio porque, pese a su agresividad, es muy honesto. Cuando viene hacia ti parece que quiere matarte, pero eso también me gusta. Adoro jugar contra esta clase de defensas”, admitió el pasado martes, tras el último entrenamiento previo al Media Day.
Desde que en agosto, ya iniciada la Bundesliga, pudo cerrar su traspaso, Edin Terzic ha confiado a Füllkrug la responsabilidad rematadora. Aprovechando las continuas lesiones de Sebastian Haller, poco a poco ha ido adaptándose al fútbol de transición de este Borussia. El gol al PSG en la ida de semifinales, dejando en mal lugar a Lucas Hernández, dejaría constancia de sus virtudes. Füllkrug no es sólo un fósil del fútbol de antaño. También ejecuta a toda velocidad. Incluso con la zurda, su pierna menos hábil.
Para saber más
Durante las semanas previas al Mundial 2022, la figura de Füllkrug fue cuestionada por los medios alemanes, estupefactos ante la inclusión de un delantero recién salido de la Bundesliga 2. Su golazo a España, pocos minutos después de saltar a la hierba, silenciaría las críticas, multiplicando el interés del Borussia. Una década después de la salida de Robert Lewandowski, en el Westfalenstadion contaban de nuevo con un rematador puro. Alemán, por más señas, lo que le conectaba con algunas leyendas del club.
Friedhelm Konietzka, por ejemplo, siempre será recordado como el autor del primer gol en la historia de la Bundesliga. Su peinado a cepillo le otorgaba un aire tan marcial que pronto le apodarían Timo, en honor al general soviético Semyon Timoshenko. De su adusto carácter se cuentan mil historias, aunque ninguna tan divertida como la de aquel 4 de diciembre de 1963, con un memorable 5-0 al Benfica. Pasada la media hora, Konietzka iba a anotar el primer gol, así que un espectador saltó al césped para colgarse de su cuello. El gesto poco amable de Timo sigue levantando carcajadas entre los fieles a la Südtribüne.
Aún más significado simbólico hubo que atribuir a Lothar Emmerich y Sigfried Held. Bautizados como los Gemelos Terribles, lideraron al Borussia hacia la Recopa de 1966, el primer título europeo de un club alemán. Emmerich, hijo de minero y nacido en Dortmund, se entendía telepáticamente con Held. Uno iniciaba por la izquierda y el otro, desde el corazón del área, rompía la red. Como Jadon Sancho y Niclas Füllkrug, por poner un ejemplo actual.
Hasta ayer, sólo la Juventus había sumado 43 partidos consecutivos, entre mayo de 2011 y mayo de 2012, sin conocer la derrota. Hasta ayer, sólo un monumento iluminaba el anodino skyline de Leverkusen, una ciudad industrial y pasada de moda, a medio camino entre Colonia y Düsseldorf. Era la Bayer-Kreuz, con su diámetro de 50 metros, el mayor orgullo para los hinchas, quienes en 2007 se empecinaron en salvarla de una muerte segura. Sin embargo, la cruz del gigante farmacéutico comparte hoy simbolismo con el busto de Xabi Alonso, el entrenador del momento en el fútbol europeo, el que ha obsequiado al Levekusen con su primera Bundesliga en 120 años de historia. Estas son las claves de su éxito.
1. Ataque líquido
El pasado noviembre, la revista Kicker ilustró la idea de fútbol de Alonso con una imagen mitológica. "Ha creado una criatura que se parece a la hidra. Cuando le bloqueas una ruta hacia el gol, logra abrir otras dos". La flexibilidad del Leverkusen, el modo en que sus futbolistas cambian de posición en campo contrario, parte de un esquema 3-4-2-1, aunque termina por canalizarse a través de mil cauces distintos. Por momentos, sus cadenas de pases pueden recordar a un equipo de Pep Guardiola, mientras sus devastadoras transiciones traigan al recuerdo a José Mourinho, otro de los maestros de Xabi. Con tanto dinamismo hasta los neutrales pueden identificarse con el fútbol ofensivo de un campeón que este curso ha marcado sus cinco goles al Bayern a balón parado.
2. Un mercado provechoso
El director deportivo, Simon Rolfes, se había enterado de que Leonita, la mujer de Granit Xhaka, suspiraba por volver a Alemania después de varios años en Londres. Así que no dudó en enviar al propio Alonso para convencer al capitán del Arsenal, que llegaría a cambio de 15 millones de euros para formar pareja con Exequiel Palacios, todo un campeón del mundo con Argentina. Aún sobraban 40 millones por el traspaso de Moussa Diaby, así que el presupuesto se dividió, casi a partes iguales, entre Victor Boniface, un ariete nigeriano procedente del Royale Union Saint-Gilloise belga, y Nathan Tella, que venía de alzar la Championship con el Burnley. Difícil encontrar mejor rendimiento con refuerzos tan alejados de la fanfarria.
Boniface, en el centro, festeja junto a Tapsoba, Tah y Tella.AFP
3. Carácter en el tramo final
La personalidad del campeón se ha forjado en situaciones de extrema necesidad, cuando no se ha dejado arrastrar por los nervios. Más bien al contrario. Seis goles a partir del minuto 85 abrieron la puerta a cuatro remontadas, dos en eliminatorias y otras dos en jornadas cruciales de Bundesliga El primer caso se dio el 20 de enero, con el 2-3 en el estadio del Red Bull Leipzig. Un par de semanas más tarde, en los cuartos de la Copa de Alemania, dio la vuelta al marcador ante el Stuttgart (3-2). Aún más increíble resultó el 3-2 al Qarabag durante los octavos de la Europa League, dado que en el minuto 70 caía 0-2. El 30 de marzo, el título liguero quedó casi visto para sentencia con el 2-1 al Hoffenheim, con goles en el minuto 88 y 90+1.
4. El cero en la portería
A los 34 años, Luká Hrádecký se ha consolidado como el capitán y el custodio bajo los palos. El finlandés es el guardameta con más porterías a cero de la Bundesliga (14), sólo por detrás de Yann Sommer (17 con el Inter) y Unai Simón (15 con el Athletic). De los 19 goles que encajó, sólo tres llegaron tras un saque de esquina, lo que habla del poderío de sus tres centrales, los que más balones aéreos ganaron en Alemania. Especialmente llamativa resulta la recuperación de Jonathan Tah, que hace poco más de un año acusaba una alarmante lentitud. Por su parte, el marfileño Odilon Kossounou (23 años) y el burkinés Edmond Tapsoba (25), han dado el salto hasta confirmarse como dos referentes en su puesto, donde destacan por su buena salida de balón.
5. Carrileros como cuchillos
A los 28 años, tras seis temporadas y media en Lisboa, la carrera de Alejandro Grimaldo parecía estancada cuando, el pasado verano, el Leverkusen acordó con el Benfica un traspaso a coste cero. En pocas semanas, el canterano del Barça pronto destacó por su juego por dentro, mientras por el costado derecho Jeremie Frimpong daba amplitud pegado a la línea. Las asombrosas cifras del valenciano (nueve goles y 13 asistencias en la Bundesliga) justifican por sí solas la llamada de Luis de la Fuente, que le hizo debutar con la absoluta el pasado noviembre en Chipre. Menos comprensible resulta la escasa confianza de Ronald Koeman en Frimpong, autor de 12 tantos y 13 pases decisivos en las tres competiciones.
Alonso, tras el pitido final ante el Werder Bremen.AFP
6. Actores de reparto
Sólo 72 horas después de un trabajadísimo 2-0 en la ida de cuartos de la Europa League, el Leverkusen alineó en el partido más importante del año a cuatro futbolistas (Nathan Tella, Robert Andrich, Piero Hincapie y Amine Adli) que no venían formando de inicio. A esta nómina de secundarios cabría añadir al croata Josip Stanisic, cedido por el Bayern, o el checo Patrik Schick, autor de goles trascendentales. El compromiso de todos con la idea y el hambre por la gloria casan bien con la juventud del Bayer. Con 26,9 años, su edad media es sensiblemente inferior a las de Inter (29,9), Real Madrid (28,1) o Manchester City (27,3). Entre los líderes de las grandes ligas, solamente Luis Enrique cuenta en París (25,5) con una escuadra más joven.
7. Una estrella de 20 años
No sólo se trata de que tras 41 partidos en tres competiciones acumule 17 goles y 18 asistencias. El fútbol de Florian Wirtz trasciende los números, porque siempre resulta aburdo intentar poner puertas a la fantasía. Partiendo desde la izquierda, jugando entre líneas, el mediapunta alemán es un especialista en los espacios reducidos. Con las medias casi por los tobillos, su juego es un canto al caos y la belleza. Con sólo 20 años ha dado el paso definitivo hacia el estrellato, pero en junio de 2019, con 16 recién cumplidos, ya fue una apuesta en firme del Leverkusen, que se lo arrebató, a cambio de 200.000 euros, a los odiados vecinos del Colonia.
8. Ojeador y arquitecto
Nadie recuerda sus tiempos como centrocampista trotón en el Oldenburg, pero la capacidad de Tim Steidten para detectar el talento ajeno le pronto se hizo célebre en la Bundesliga. Fue él quien llevó al Werder Bremen a un chaval pelirrojo del Chelsea llamado Kevin de Bruyne y quien dio confianza a Serge Gnabry, tras unos años calamitosos en el Arsenal y el West Bromwich Albion. En junio de 2019, Steidten aterrizaba en Leverkusen con su inquebrantable fe en la tecnología bajo el brazo. Hasta tal punto alcanza su afán de seguimiento que ha llegado a estudiar la frecuencia con la que un centrocampista gira la cabeza y observa lo que le rodea. Antes de fichar el verano pasado por el West Ham, sus mejores aciertos en el BayArena fueron Diaby -comprado al PSG a a cambio de 15 millones de euros y vendido al Aston Villa por 55- Frimpong, Tabsoba y Kossounou.
Wirtz, ante Paqueta y Emerson, durante el partido ante el West Ham.AFP
9. La prioridad es todo
Aunque tuvo que rematar antes de tiempo la rueda de prensa, bajo la amenaza de otro baño de cerveza por sus futbolistas, Alonso no dudó en dejar claras sus prioridades: "Queremos más, queremos la Copa y también la Europa League". A esta ambición, muy humana, se sumaron los homenajes a Christoph Daum y Klaus Toppmöller, sus predecesores en el banquillo que forjaron la leyenda negra del Neverkusen. De aquella derrota ante el Unterhaching (2-0) que hizo campeón al Bayern durante la última jornada (10/05/2000), a la volea de Zinedine Zidane en la final de Glasgow (15/05/2002). Hoy, las opciones de triplete del Leverkusen se trasladan al 25 de mayo, con la final de la Copa de Alemania frente al Kaiserslautern, penúltimo hoy en la Bundesliga 2. En cuanto a la Europa League, el Bayer defiende su 2-0 ante el West Ham. Los otros tres rivales rumbo a las semifinales (Benfica, Atalanta y Roma) no se antojan, en este momento, superiores.
10. Triunfar sin un goleador
Con 191 centímetros de altura y 91 kilos en la báscula, las comparaciones con Romelu Lukaku no sólo fueron cosa de Marc Wilmots, ex seleccionador belga. El juego de espaldas de Victor Boniface y su potencia en los duelos facilitan la tarea a los mediapuntas. Los balones en largo también resultan más factibles gracias a su corpachón. Sin embargo, el nigeriano (18 goles en 27 partidos de las tres competiciones) aún queda lejos de la efectividad del futbolista de la Roma. Como ya se había roto dos veces el ligamento cruzado en 2020 y 2021, su lesión en el aductor desató las alarmas en enero. Alonso quiso minimizar los efectos contratando a Borja Iglesias, pero el ex delantero del Betis sólo ha anotado un gol en 15 partidos.