A las 6.30 de la mañana comienza cada día el proceso para que España gane a Alemania y se clasifique para las semifinales de la Eurocopa. A esa hora se levanta Rodrigo Vargas, el cocinero de la selección desde 2010. «Una ducha y a la cocina para preparar el desayuno, pues el staff llega a las ocho en punto. Luego los jugadores, y cuando todos terminan, sobre las nueve y media o diez, ya vamos preparando la comida, que es a las 14.00. La merienda
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Llegados a este punto, en las puertas de, ni más ni menos, unas semifinales de Eurocopa, a España le sale todo, incluso la puntualidad. A las 19.45 de este lunes apareció Luis de la Fuente en la sala de prensa del Allianz Arena, un estadio brutal, probablemente el que más de esta Eurocopa. El seleccionador está tranquilo, igual que Rodrigo, que habló tras él. España lo tiene claro. Han llegado aquí, pero no basta.
"Pase lo que pase mañana, estaré feliz, porque he visto un crecimiento exponencial del equipo. Estamos bien aquí, en semifinales, pero tenemos un problema: queremos más. Y no nos vamos a conformar. Queremos jugar la final", pronunció, en un discurso ambicioso, lejos del conformismo. Lejísimos, de hecho. "Todos tratamos de plantear partidos para ganar. El espectáculo tiene que ver más con una idea, con un modelo, y el nuestro se acerca al espectáculo si lo hacemos bien. Somos un equipo muy vistoso, pero aquí se trata de ganar".
De la Fuente definió a Mbappé como "un genio", "alguien que no necesita aparecer en el partido para solventarlo en dos acciones", alguien que "con un 50% de su nivel puede dar el 100% de cualquier otro", pero insistió en los suyos. Es más, ¿quién es mejor, Mbappé o Nico Williams?. "Para mí, mis jugadores son siempre los mejores. Me quedo con Nico".
El "injusto tratamiento" a Morata
Dijo Deschamps que, si alguien se aburría viendo a Francia, que lo tenía muy fácil: podía cambiar de canal, y le fueron con el cuento a De la Fuente. "Cada uno se aburre o se divierte con lo que quiere y yo con el fútbol siempre me divierto", zanjó, antes de hablar alto y claro sobre Morata. "Es totalmente injusto el tratamiento que se le dispensa a una estrella, un referente como Álvaro. Es un referente para nosotros".
Por su parte, Rodri dijo que no se fía un pelo del estado físico de Mbappé y mostró la misma ambición que su entrenador. "La generación dorada de España lo es hoy, pero en su día, cuando empezaron, tuvieron que hacer su camino, y en eso estamos nosotros también. Ellos abrieron el camino para ser campeones". "No vamos con miedo, vamos con la seguridad de lo que estamos haciendo, de que podemos ganar a cualquiera", finalizó el mediocentro del City.
Que nadie se tome muy en serio la comparación, pero cuando ayer Salvador Gomar llegó a la Federación y se cruzó con el presidente de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), David Aganzo, debió de sentir algo parecido a lo que, en la Nochevieja de 1958, con la orquesta tocando Guantanamera y Batista saliendo por piernas de Cuba, sintió Michael Corleone al abrazar a su hermano Fredo. «Sé que has sido tú, me rompiste el corazón... ¡Me rompiste el corazón!». El personaje interpretado por Al Pacino expulsaba así la rabia por la traición de su hermano, que casi le cuesta la vida, y aunque a Gomar y a Aganzo no les une parentesco alguno, el valenciano sintió en ese momento algo parecido a la traición, una traición que no la va a costar la vida, sólo faltaba, pero sí, según su entorno, le costó las elecciones a la Federación Española de Fútbol, ganadas ampliamente por Rafael Louzán (90 votos contra 43 de un total de 138 asambleístas, pues faltaron tres: dos jugadores profesionales, Toni Lato (Mallorca) y Pedro Alcalá (Cartagena), y un entrenador, Javier Calleja (Real Oviedo). Hubo, además, un voto nulo y cuatro en blanco.
Para saber más
Sostienen en la candidatura de Gomar, la derrotada, que en la reunión que mantuvieron con AFE la semana pasada les prometieron varias cosas, entre ellas una vicepresidencia deportiva, tener peso en la Junta Directiva y algunas vías de ingresos nuevas para poder financiarse mejor. Siempre según esta versión, Aganzo y su entorno les dieron a entender que sus votos (aproximadamente 25) serían para él, para Gomar, y lo hicieron con frases, digamos, implícitas: «Brindaremos con cava o con champagne». Desde AFE eran rotundos ayer a preguntas de este periódico: «Eso es totalmente falso».
Lo que sí parece obvio es que ese número de votos (en torno a 25 o 30) es lo que le ha dado la presidencia de la Federación a Louzán, gallego de 57 años, frente a Gomar, dejando en las paredes de la Ciudad del Fútbol varios sentimientos: de euforia en algunos trabajadores que abrazaron el rochismo tras ser desterrados por Luis Rubiales, de alivio en muchos cargos intermedios por lo que supone de continuidad, y de miedo en algunos otros, que veían la opción de un cambio rupturista.
Louzán tenía de su lado a muchas territoriales, algunas de mucho peso como Cataluña o Madrid, y también a LaLiga, apoyo explicitado antes y después por Javier Tebas. Gomar contaba con Andalucía, Castilla La Mancha y Asturias, entre otras, así como varios árbitros y entrenadores. Sin embargo, no fue suficiente. El fútbol volvió a elegir el barro que supone un presidente, ya electo, que tiene sobre sí una condena de siete años de inhabilitación para cargo público por un delito que es tan feo como grave: la prevaricación.
Javier Tebas, presidente de LaLiga.EFE
Se trata de una actuación en la construcción de un campo de hierba artificial en la localidad de Moraña. En la sentencia del Juzgado número 3 de Pontevedra, ratificada por la Audiencia Provincial, se recoge que la Diputación que él presidía pagó, en 2013, 86.311 euros por unas obras de mejora que ya habían sido realizadas en 2011, y a Louzán le atribuye la responsabilidad in vigilando como presidente del organismo (lo fue durante 12 años).
Esa inhabilitación para cargo público es, pues, la gran sombra que se cierne sobre Louzán. Según los estatutos de la Federación, en su artículo 19.4, uno de los requisitos para ser presidente es «no estar inhabilitado para desempeñar cargos públicos». Esa frase no hace referencia alguna al carácter firme o no de la sentencia, argumento al que se agarra Louzán (que su sentencia no es firme pues está pendiente de recurso) para justificar su idoneidad. Además, los asesores del nuevo presidente también ven hueco para pelear en el carácter público o no del cargo de presidente de la Federación, cuya definición jurídica es la siguiente: «Una entidad asociativa privada, si bien de utilidad pública». Sea cual sea el resultado de todas estas aristas, el ruido no va a desaparecer de la Federación en los próximos meses.
David Aganzo, presidente de la AFE.EFE
Primero porque el Gobierno, a través del Consejo Superior de Deportes (CSD), está estudiando si denuncia de oficio a Louzán ante el TAD (Tribunal de Arbitraje Deportivo) ahora que ya es presidente y que incumple claramente ese artículo 19.4 de los estatutos federativos. Y segundo porque el próximo 5 de febrero, el Tribunal Supremo debe decidir sobre el recurso que ha presentado contra la sentencia que le condena. Ocurre que, según fuentes jurídicas, un porcentaje altísimo de esas apelaciones ante el Alto Tribunal terminan con la ratificación de la sentencia, que pasaría a ser firme.
Si eso ocurre, entonces ya sí debería abandonar el cargo y habría nuevas elecciones, pero se celebrarían con esta misma Asamblea. De modo que habrá que estar atento para ver a quién elige Louzán como vicepresidente primero, pues ese nombre será, probablemente, su sucesor, y se presentaría a esos próximos comicios. Si no hay otro candidato (Gomar no lo será), ese hombre o mujer designado por Louzán sería presidente hasta 2028 y el fútbol español, de un modo u otro, seguiría caminando sobre el barro.
Conviene, en estos torneos, romper a sudar. Y España todavía no había roto a sudar desde que llegó a Alemania. Un poquito contra Croacia, si acaso, y otro porquito contra Italia, pero paren de contar. Ayer sudó, y sudó bien sudado, pues pese a la holgura final, España pasó un mal rato ante Georgia, a la que sólo doblegó a falta de un cuarto de hora después de tener que remar contra la corriente durante 75 minutos para terminar, sí, goleando y con la sensación de que el torneo, por fin, ha empezado. El viernes, a las seis de la tarde, espera Alemania en Stuttgart en los cuartos de final, y allí llegará España sudada, que es como hay que llegar a esas citas. [Narración y estadísticas (4-1)]
Georgia es una selección menor. Con el veneno de quien juega por algo más que una victoria, con el vigor nacido en un sentimiento nacional de rebeldía, con el brío de quien lucha por su gente, que no por su Gobierno. Con la sensación, en fin, de poder lograr mucho más que un estúpido acceso a los cuartos de final de una Eurocopa, de lograr, por qué no, cambiar la historia de su país. Con todo eso, sí, pero Georgia es una selección menor.
De hecho, de no ser por la parafernalia que acompaña a los partidos en un gran torneo, con sus controles de seguridad, sus perímetros exagerados, su colorido en las calles por la mañana y sus 52 tipos calentando en el campo, podría pasar por cualquiera de esos choques que juega España contra un rival inferior en cualquier capital de provincia un sábado de octubre camino de alguna fase final como esta. Georgia es una selección menor, pero hizo sudar a España la gota gorda porque, llegados a este punto del torneo, la ausencia de red provoca vértigo, y durante mucho tiempo España temió caerse y perder contra una selección menor.
De repente, el caos
De la Fuente no tocó el once, para qué, y en la primera jugada Nico Williams encaró a Kakabadze y sacó un centro. En la segunda Carvajal centró también tras una conducción de Lamine. Los dos primeros intentos de contragolpe de Georgia murieron en su propio campo y el primer balón que le llegó a Unai Simón lo paró y lo jugó sin riesgos para Rodrigo. Eran los primeros cinco minutos y todo tenía muy buena pinta, una de esas noches en las que lo único por lo que se puede apostar es en por el minuto en el que llegará el primer gol. En este caso fue en el 17 y fue de Le Normand, pero como fue en propia puerta, lo cambió todo. En el primer pasillo que encontró Georgia, el lateral derecho, de nuevo Kakabadze, llegó al lateral del área y su centro, muy tenso, golpeó en el central español para meterse en la portería.
Y de repente, el caos. Pedri no era capaz de domar un balón, Carvajal se resbalaba, Rodrigo entregaba melones en lugar de balones, los contragolpes de Georgia salían bien a dos o tres toques... Era el momento de medir el cuajo de la selección española, a la que de momento en este torneo le había ido todo de cara, jugando bien como contra Italia, regular como contra Croacia y regular también como contra Albania con los suplentes. Era el momento de calibrar esas otras cosas que no son exactamente fútbol: saber controlar la ansiedad, no dejarse atrapar por los nervios, jugar con la presión de quedarse fuera... Y durante unos minutos España no dio sensación de sobreponerse al gol.
El zurdazo de Rodri para el 1-1 en Colonia.AFP
Había rematado Fabián, y el propio Pedri, los dos por arriba, pero el balón ya no fluía, las piernas pesaban y los ojos no veían bien. Conforme pasaba el tiempo, peor pinta tenía. La sombra del partido de Inglaterra, disputado antes, empezó a sobrevolar Colonia. Por suerte para España lo evitó Rodrigo, ayer más impreciso de lo habitual, pero quirúrjico en un disparo con la zurda desde la frontal (hasta ahí permitía controles Georgia, aculada sobre Mamardashvili en eso que los modernos llaman bloque bajo y que en realidad se llama poner el autobús). La posición de Morata, en fuera de juego y en la trayectoria del balón, dejó alguna duda, pero el VAR dio el visto bueno y España llegó aliviada al descanso. Que no era poco.
Dani Olmo por Pedri
A la vuelta del refrigerio no hubo tiempo para demasiadas cosas. En una jugada de esas que definen las diferencias entre esta España y otras recientes, Lamine tiró una diagonal, y eso terminó con una falta en la frontal que él mismo lanzó. El paradón de Mamardashvili dio origen a una segunda jugada en la que, de nuevo Lamine, puso un centro maravilloso de fuera a dentro que Fabián, metido a delantero centro, remató para poner por delante a la selección, a la que Luis de la Fuente le metió una alternativa: quitó a Pedri, bastante oscuro toda la noche, y metió a Dani Olmo. Había más de media hora por delante, y aunque el equipo ya mandaba en el marcador, ni de lejos tenía el partido solventado.
En esos minutos perdonó Lamine el tercero, y De la Fuente quitó a Morata para meter a Oyarzabal y a Cucurella para meter a Grimaldo. El cansancio de los georgianos, un equipo bastante veterano en su estructura, también ayudó lo suyo. El árbitro anuló el tercero a Lamine por un fuera de juego bastante claro, pero justo después se activó la otra motocicleta de la que dispone España. Fue Fabián el que, nada más recuperar la pelota en un ataque nada benévolo del rival, lanzó un balón largo a la carrera de Nico Williams. El extremo todavía del Athletic arrancó desde su campo, se plantó en la frontal, regateó y la puso arriba, imposible para Mamardashvili.
Quedaba un cuarto de hora y, ahí sí, respiró España, definitivamente en calma con el cuarto, obra de Dani Olmo. Vivió plácido el final la selección, mirándose la camiseta y sabiendo que, ahora sí, una vez que empiezas a sudar, las cosas van mejor. Un susto, si se solventa, ayuda en el futuro.