El TAD (Tribunal Administrativo del Deporte) ha ratificado la sanción de tres partidos que el Comité de Competición de la Federación impuso en su día a Robert Lewandowski por su expulsión en el partido contra Osasuna, el último antes del Mundial, el pasado 8 de noviembre.
En aquel encuentro, el delantero polaco del Barça fue expulsado por el árbitro, Gil Manzano, y camino de los vestuarios hizo un gesto tocándose la nariz. Ese gesto fue interpretado como un “menosprecio o desconsideración” hacia el colegiado. Pese a que el jugador lo negó, y explicó que el gesto iba dirigido a su entrenador, Xavi, ni Competición, ni Apelación ni, ahora, el TAD, han comprado los argumentos del recurso que presentó el Barcelona en su día.
La polémica aumentó el pasado día 30 de diciembre. Días antes, el Barça había pedido a todos los comités deportivos la medida cautelar de aplazamiento de la sanción mientras estudiaban el fondo del asunto, cosa que ninguno de ellos atendió. Así las cosas, la entidad presidida por Joan Laporta llevó el caso al juzgado central de lo contencioso administrativo número 2 de Madrid pidiendo la suspensión cautelar. En un auto ese penúltimo día del año, suspendió la ejecución de la sanción porque ese cumplimiento podría ser “un daño irreparable en el caso de una resolución favorable al Barcelona en el TAD”.
Finalmente, el TAD también ha desestimado los argumentos azulgrana, y ahora la única vía existente para que el caso siga vivo es que el Barcelona acuda a la justicia ordinaria para que entre en el fondo del asunto, algo impensable.
Ha sido una gran alegría para todos. Ya tocaba. Después de 24 años, Fran Garrigós era uno de los que tenía posibilidades desde el principio para estar ahí, sobre todo por los resultados que ha obtenido, aunque estando en unos Juegos Olímpicos, cualquier deportista puede tener su día.
En el combate contra el kazajo Yeldos Smetov en las semifinales, lo ha tenido muy cerca pero luego en la lucha por el bronce ha demostrado tener esa actitud de no ren
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Esta España espesa, pesadota, más bien gris, del mes de marzo terminó pasando a la Final Four de la Liga de Naciones, la tercera consecutiva, donde defenderá título enfrentándose a Francia en la semifinal, gracias a una agónica tanda de penaltis que resolvió un partido divertido, con un montón de goles y con mucho por mejorar para un equipo que, sin embargo, casi siempre gana. Por las buenas, por las malas o por las regulares, como ayer, pero el caso es que gana. Pedri metió el último lanzamiento y sonó la música de Raphael. Pues nada, a bailar, que esto del fútbol va de ganar. Y España (casi) siempre gana.
De la Fuente hizo tres cambios respecto al partido de ida. Dani Olmo por Pedri, Mingueza por Pedro Porro y Oyarzabal por Morata. Países Bajos sólo uno. Entró Maatsen por el sancionado Hato. Y el partido fue bastante parecido en su primera parte a lo visto en Rotterdam. España, en un buen inicio, se encontró con el gol en el mismo minuto que en la ida, aunque de forma diferente. Si allí fue una buena jugada colectiva culminada por Nico, ayer fue una buena jugada colectiva culminada con un pentalti tan claro como infantil de Van Hecke, que se llevó por delante a Oyarzabal con el delantero español de espaldas a la portería y con muy pocas opciones de hacer nada.
Precisamente Oyarzabal fue quien marcó el penalti, y al igual que el jueves, pudo España haber sentenciado el partido ahí. En De Kuip fue un cabezazo de Morata que se marchó fuera y ayer fue un mano a mano que Verbruggen le sacó a Nico después de un pase maravilloso de Huijsen. Porque esa fue otra de las noticias de la noche. El central de origen holandés ha venido para quedarse. Laporte todavía es mucho Laporte, y seguramente si vuelve a estar disponible será el titular, pero...
El chico, espigado, desmadejado, maneja la pelota con mucha soltura. Está bien colocado, se anticipa casi siempre a las jugadas y ofrece esa sensación que ofrecen los buenos futbolistas sea cual sea su posición en el campo: que juegan sobrados. Tuvo tiempo de filtrar otro pase a Nico y otro más a Cucurella. La vida iba cuesta abajo para España.
Pedri celebra el penalti que dio la clasificación a España.JOSE JORDANAFP
Sin embargo la cosa devino en un tostón. Países Bajos volvió a coger el balón, igual que en la ida. Pero aquí sí que había una gran diferencia. Si en Rotterdam empezó a generar sensación de peligro enseguida, ayer lo más parecido a una ocasión de gol fue un tiro liviano de Kluivert que paró Unai mientras ojeaba el móvil, pues iba muy flojito. España fue un equipo más corto que en Rotterdam, y ahí el equipo de Koeman sufrió para encontrar los pasillos interiores y, de ahí, sacar el balón a las bandas, mejor defendidas esta vez.
Tras el descanso, y después de tener otra opción clara, el árbitro señaló como penalti un forcejeo que pareció más bien poco entre Le Normand y Depay, que devolvió la eliminatoria a donde había empezado. El mismo delantero, recuperado parece ser en Brasil, estuvo a punto de hacer el segundo, pero lo evitó Unai con una parada estupenda. La noche comenzaba a ponerse divertida. El problema de la selección era, entre alguna otra cosa, que con Oyarzabal jugando arriba, los centrales vivían muy cómodos. No tenían ni un delantero corpulento para que les disputara los despejes ni uno rápido que les hiciese correr para atrás, de modo que España no era capaz de estirarse como hace otras veces.
La única vez que lo consiguió, eso sí, fue para ponerse otra vez por delante. Una cabalgada de Nico dejó a Oyarzabal frente a Verbruggen y, con algo de fortuna, la metió. Eso sí, como el diagnóstico era obvio, De la Fuente no dejó ni sacar de centro para quitar del campo al jugador de la Real y meter a Ferran, un tipo rapidísimo que, con la noche como estaba, podía disfrutar como un niño. No fue tal el disfrute pues no fue capaz la selección de encontrarle ni él de hacerse ver. Resultó intrascendente.
Tampoco Holanda era capaz de generar demasiado, y de no haber sido por un error grosero de Dani Olmo en la salida del balón quizá hubiese podido mantener la ventaja. No fue así. Luego, en la prórroga, apareció, al fin, Lamine, desaparecido hasta ese momento, pero otro error defensivo en la salida de la pelota envió las cosas a los penaltis, donde España logró sobrevivir. Y ganar, que es de lo que se trata. En los días buenos y en los días malos. Y en los regulares también.