El australiano se impone en la etapa de clausura de Madrid tras otro extraordinario e inesperado ataque de Evenepoel
Kuss y sus compañeros del Jumbo, en Madrid.Manu BruqueEFE
Coronación para el meritorio. Todas las luces para el gregario de oro. El trono de la Vuelta no es para el mejor, sino para el más querido y trabajador. La ley de la carretera encumbra a Sepp Kuss, el estadounidense que ha sabido sortear las complicadas curvas de los egos de los líderes del mejor equipo del mundo. El Jumbo decidió que el norteamericano fue el elegido y el público y el pelotón lo agradeció. Jonas Vingegaard y Primoz Roglic quedaron retratados. El danés, como el generoso jefe que permite el lucimiento de su fiel compañero. El esloveno, como el agrio sabor de la frustración por no culminar una victoria para la que parecía destinado.
Un podio monocolor para la historia de las grandes rondas. Una fiesta a la que en la tarde del domingo se unió el australiano Kaden Groves (Alpecin), al anotarse el triunfo en la clausura de Madrid. El australiano impuso su punta de velocidad en el sprint de Pasaje de la Luz en una jornada muy animada por las arterias centrales de la capital por la actitud ambiciosa de Evenepoel, Ganna, Rui Costa, Groves, Nico Denz y Kamna, que desafiaron el control de pelotón con un ataque a más de 30 kilómetros de la meta. El más activo fue Evenepoel, que impuso una marcha muy exigente y mantuvo alejado al pelotón hasta el último metro. El segundo fue Ganna y el tercero Denz.
La etapa, que arrancó en el Hipódromo de la Zarzuela, comenzó con un homenaje a los periodistas Pepe Domingo Castaño y Fernando Llamas, que trabajó, entre otros medios, en Marca, As, El Sol y EL MUNDO, fallecido el pasado julio. La familia del redactor recibió un maillot rojo firmado por compañeros de profesión.
Los últimos flashes en la meta fueron para Groves (tres victorias en la ronda), que bajó el telón de una carrera dominada por el Jumbo, primero en la clasificación por equipos. La segunda plaza fue para el Bahrain. La clasificación de la Montaña fue para Evenepoel (Soudal Quick-Step); la de los Puntos para Groves (Alpecin) y la de los Jóvenes para Juan Ayuso (UAE). En Madrid, Luis León Sánchez (Astana), de 39 años, selló su extensa trayectoria profesional.
Evenepoel fue el gran animador y el corredor más combativo del último día y de toda la carrera, con tres victorias de etapa. Tras su hundimiento en el Tourmalet se volcó en la conquista de éxitos parciales y su nota final se rubricó con un notable alto. En repercusión mediática sólo Kuss (14 jornada de líder) ha estado a la altura del campeón del mundo. Su entrega ha dignificado una carrera en la que los españoles quedaron frustrados al quedar apeados del podio. Su próximo reto en la Vuelta arrancará en Lisboa, la capital portuguesa acogerá la salida de la ronda 2024, que se disputará del 17 de agosto al 8 de septiembre de 2024, según ha anunciado Javier Guillén.
Lisboa ya fue salida oficial de la Vuelta en 1997, entonces la primera vez que la carrera salía desde el extranjero. Esa edición concluyó en Madrid con la victoria de Alex Zulle. Esta será la quinta vez que la Vuelta salga desde el extranjero, las otras fueron en Assen (2009), Nimes (2017) y Utrecht (2022).
Juan Ayuso, en otro ejercicio pletórico, se anotó la Itzulia maldita, la marcada por la colección de huesos fracturados, la saturación de visitas hospitalarias y la del estrés del servicio de ambulancias. El chaval del UAE rubricó una jornada espléndida para la nueva generación del ciclismo español. Carlos Rodríguez, su gran rival en categorías inferiores, se fugó con el corredor criado en Jávea y, con permiso de su compañero de escapada, ganó la última etapa y terminó segundo en la general.
Ayuso y Rodríguez inscribieron sus nombres en el libro de oro de la ronda vasca y, al menos provocaron, un momento de alegría para un ciclismo muy castigado en las últimas citas. Y es que esta edición de la Vuelta al País Vasco siempre será recordada por la acumulación de trampas que segaron las trayectorias de los representantes más granados del pelotón. El jueves, una curva maldita en el descenso del puerto de Olaeta provocó una espeluznante caída en la que Vingegaard se destrozó una clavícula, varias costillas y sufrió un neumotórax que pone en peligro su participación en el Tour de Francia. Remco Evenepoel se retiró por una lesión de clavícula; Primoz Roglic, por erosiones en una pierna; Jay Vine, por fractura de vértebras cervicales. El viernes se cayó Mikel Landa por rotura de clavícula derecha y de dos costillas, y en los prolegómenos de la carrera abandonó Tom Pidcock.(este domingo participará en la París-Roubaix). Un doloroso parte médico que hace reflexionar sobre las medidas de seguridad y los excesos de unos corredores presionados por directores y patrocinadores. No todo vale para la captación de audiencias y premios. La prudencia y el sentido común son un grado. Eso lo sabe bien Juan Ayuso, que en las últimas dos jornadas arriesgó lo mínimo para apostarlo todo en la última jornada de una Vuelta al País Vasco, con salida y llegada a Eibar. Una clausura salpicada con seis cotas que hacían complicadísimo el control de la carrera por parte del Lidl, el equipo del líder, el danés Mattias Skjelmose, que tomó la etapa con sólo dos segundos de ventaja sobre el germano Maximilian Schachmann y cuatro sobre Ayuso. Todos en un puño.
El UAE movió la carrera con inteligencia, lanzando por delante a Marc Soler y a Igor Arrieta, que se colaron entre varios grupos que precedieron al pelotón principal. La etapa llegó a su punto culminante a falta de 29 kilómetros para la meta, cuando Carlos Rodríguez aceleró y tras él saltó Ayuso para descolgar a Skjelmose. El joven español (21 años) era líder virtual en el último tramo, en el que contó con la excelente ayuda de Soler. A falta de 16 kilómetros, el chaval del UAE volvió a dar un impulso extra y sólo Carlos Rodríguez pudo aguantar su ofensiva. Festival de la nueva savia del ciclismo español.
Ayuso y Rodríguez colaboraron en el último ascenso, Urkaregi, para abrir hueco. Una sincronía de esfuerzos que proporcionó los frutos deseados. Ambos, que se presentaron solos en la meta, pactaron el reparto del botín: Etapa para el del Ineos y general para el del UAE. Rodríguez, que agradeció a Ayuso que no peleara por el triunfo parcial, tuvo el premio extra del segundo puesto en la general, por sólo un segundo aventajó a Skjelmose.
Esta victoria es el mejor resultado de la temporada de Carlos Rodríguez. Para Ayuso es la continuación de una campaña espléndida, con triunfos en Faun-Ardeche Classic y en la Tirreno-Adriático (una etapa y segundo clasificado) y podios en Trofeo Laigueglia y Faun Drome Classic.
Guion repetido de una historia inalterable. Tadej Pogacar hace spoiler y todos se divierten. Esa capacidad para cautivar siempre, aun conociendo el desenlace, no tiene precio. Bendito genio. Sus ataques ya forman parte de la antología del ciclismo. Da igual que se escape a falta de 100, 50 o 20 kilómetros. Se marcha y no hay nada que hacer, sus rivales se rinden y sólo pelean por las migajas.
El ciclista esloveno ha firmado la mejor temporada de un ciclista en la historia, según el calibre de los triunfos. Ha igualado el récord de 25 que atesoraba el sprinter italiano Alessandro Petacchi en 2005, pero sus victorias tienen más peso: Mundial, Giro de Italia (más seis etapas), Tour de Francia (más seis etapas), Lieja-Bastoña-Lieja, Strade Bianche, Volta a Catalunya (más cuatro etapas), Gran Premio de Montreal, Giro de Emilia y Giro de Lombardía. Se ha impuesto en nueve de las 11 carreras en las que ha participado. Sus peores resultados: tercer puesto en la Milán-San Remo y séptimo en el G. P. de Quebec. A sus 26 años ya suma 88 triunfos. Es el más brillante del siglo XXI, el heredero más cualificado de Eddy Merckx. Incluso se ha abierto un debate sobre si podría será el mejor de siempre.
Su superioridad abruma y corredores en activo, retirados y técnicos intentan encontrar el secreto. Uno que conoce bien a Pogacar es Mikel Landa, que le vio debutar en 2019 y que, en ese mismo año, coincidió con él en la Vuelta al País Vasco y en la Lieja-Bastoña-Lieja. En este 2024 pletórico, ha sido testigo directo de sus exhibiciones en el Mundial de ruta de Zúrich, en el Tour de Francia y en la Volta a Catalunya. «Pogacar es el mejor corredor que he visto en mi vida. Muchos ya le comparan con Eddy Merckx y dicen que está por encima de Bernard Hinault. Yo a ellos no les vi, pero lo que he podido comprobar, y por los resultados conseguidos, no hay nadie como el esloveno. Logra resultados de otra época, ganando en clásicas y en grandes vueltas desde principio a final de temporada. No sé cómo lo hace, si es por genética o porque entrena mejor que nadie. Es increíble», afirma.
El esloveno posee un físico portentoso. El jefe de rendimiento del UAE, Iñigo San Millán, destaca su asombrosa facilidad para recuperarse de esfuerzos extremos y apela a una fisiología privilegiada. Pogacar, en descanso, tiene 37 pulsaciones por minuto (similar a Miguel Indurain) y cuando está muy cansado, también en reposo, alcanza las 50. A máximo rendimiento, se le han llegado a medir 213 pulsaciones. Eso explica cómo exhibe esas arrancadas en subida tan explosivas y la capacidad de mantener un ritmo elevado durante un tiempo muy superior al resto. Cuando se fuga, sus rivales no le aguantan ni 100 metros.
SATURADO DE VENCER
Landa, que en este curso ha ejercido de lugarteniente de Remco Evenepoel en el Soudal, dice que pugnar con el jefe de filas del UAE es prácticamente inútil. «Tiene un talento innato y una ambición que le permite ser siempre competitivo. Todos le califican como un tipo extrovertido y señalan que siempre está alegre. ¡Cómo no va estar contento con todo lo que gana! Algunos dicen que este ritmo no lo podrá mantener durante mucho tiempo, que se retirará más pronto de lo habitual porque estará saturado. Si él estará saturado de ganar, el resto está saturado de sufrir. Nadie puede saber hasta dónde podrá llegar».
El vasco cree que Pogacar es insuperable en duelos individuales, que sólo se le podría combatir con un ataque grupal, algo que ahora se antoja inviable: «Se le podría ganar actuando todos contra él, pero esa alianza es imposible, porque cada uno defendemos nuestros intereses».
De izquierda a derecha, Ben O'Connor, Tadej Pogacar y Mathieu van der Poel, el podio del último Mundial en Zúrich.MICHAEL BUHOLZEREFE
Pogacar es el fenómeno del siglo XXI y expertos de primer nivel ya le sientan en la misma mesa que Merckx e Hinault. El debate es inevitable, y en este apartado, pocas opiniones más valiosas que la del ex seleccionador Javier Mínguez, que ha visto competir a Merckx, Hinault y Pogacar. «Las comparaciones son difíciles porque las épocas son distintas. Pero lo cierto es que Pogacar es el Merckx del momento. Es un muy completo, ganador en grandes vueltas, en clásicas, al sprint, en contrarreloj, en montaña. Nadie se puede medir con él», recalca el ex director técnico.
«Pogacar es el número uno indiscutible y este año ha ganado con demasiada ventaja. Es buenísimo y ha barrido a sus rivales. La clave ha residido en que Jonas Vingegaard no ha podido competir con él en plenitud de condiciones, y eso le ha beneficiado. El danés ya le ganó en dos Tour de Francia y la duda que queda es si podría volver a derrotarle. Vingegaard es el rival, ya veremos qué pasa el próximo año. Otros, como Remco Evenepoel, son buenos, pero les falta la regularidad necesaria para ganar un Tour», incide Mínguez.
Para el ex director, la superioridad del esloveno no genera rutina: «Pogacar es alegre, valiente. Duele que sus rivales no tengan la misma potencia, pero eso no es problema de él. En el Mundial se dieron todas las condiciones para ganarlo porque, tras escaparse, sus adversarios no se pusieron de acuerdo en la caza, cada uno jugó sus propias cartas. ¿Hasta cuánto seguirá en la cima? Todo depende de su cabeza, de si tiene ganas de entrenarse, de seguir ganando. Algunos se alegrarán de que pronto se canse. Para el público es un espectáculo, por eso no podemos aburrirnos de verle ganar».
El actual seleccionador español, Pascual Momparler, apunta un detalle novedoso sobre la histórica campaña del campeón del mundo: «Pogacar ha arrasado porque ha sabido asesorarse y ha ordenado su calendario. Antes corría un poco a lo loco, intentando ganar todo. Este año lo ha hecho con más inteligencia, dejando apartadas algunas pruebas, como los Juegos Olímpicos. Ha entendido que no podía ir a ganar en París y luego hacer lo mismo en Zúrich».
Sobre el debate del mejor de la historia, el técnico lo tiene claro: «Siempre se alega que los tiempos son incomparables, pero a mí me gustaría que Pogacar fuera mejor que Merckx, porque al belga sólo le he visto en vídeos. Me gustaría llegar a los 80 años y decir que pude ver en directo a Pogacar, el mejor de la historia».
COMO UN PENALTI SIN PORTERO
El actual seleccionador español también que espera que Pogacar prolongue su trayectoria durante mucho tiempo, pero que para ello se necesita una gran fortaleza mental: «Para seguir arriba se precisan motivaciones extras. Este año persiguió el Mundial y en su fuero interno lucha por superar a Merckx. Algunos lamentan que no tenga rivales más fuertes, pero seguro saldrán. Recuerdo que no hace mucho tiempo se decía que Egan Bernal iba a dominar una época. Aparecerá, sin duda, gente nueva».
Momparler también señala que una de las claves del éxito de Pogacar radica en su pareja, Urska Zigart, que le ayuda en la preparación nutricional. «La novia de Pogacar también es ciclista, pero de nivel inferior. Tadej comprueba los grandes esfuerzos que hace ella para estar en el peso y en las condiciones adecuadas. Sus sacrificios le motivan», señala. Efectivamente, Pogacar repite luego la dieta que permite la mejor recuperación de su pareja.
Pogacartras ganar el Giro dell'Emilia.Dario BelingheriMUNDO
Pogacar está en un escalón superior y el danés Michael Rassmussen, como otros muchos ex corredores, se rinde a la evidencia y apela al humor para explicar la desproporción con el resto: «El Giro de Lombardía con Tadej Pogacar fue un poco como ver un penalti sin portero, como esperar a ver a qué escuadra lanza Messi».
«En un deporte como el ciclismo, en el que sólo se ven mejoras marginales, Pogacar ha dado tal salto que es casi intocable, ha llegado un punto en el que su liderazgo es inexpugnable», ha declarado el ex ciclista (sancionado por dopaje en 2007) al diario danés Ekstra Bladet. Sin embargo, confía en que su compatriota Vingegaard se atreva a asaltar el trono del esloveno. Un reto mayúsculo.