A la misma vez que la selección española derrotaba a Islandia en Reikiavik (61-80), el Real Madrid se quitaba el mal sabor copero con un triunfo rotundo ante el Zalgiris. El baloncesto es eso que ocurre mientras Euroliga y FIBA siguen propiciando situaciones grotescas. [96-69: Narración y estadísticas]
Hace un año, otra resaca de una mala Copa, el Real Madrid de Pablo Laso tocó fondo en Kaunas. Se quedó en su peor anotación histórica en Euroliga, una derrota sonrojante que hurgaba en una dolorosa herida. De la que se levantó después hasta ganar la ACB y disputar la final de la máxima competición continental. Otra vez el Zalgiris enfrente, otra vez una mala Copa (peor aún esta vez, donde por primera vez en 10 años ni disputó la final), ahora una reacción de orgullo del equipo de Chus Mateo. Los lituanos pagaron los platos rotos de Badalona.
Ante un rival que sigue en la pelea por colarse en los playoffs y sin Llull ni Hanga, el Madrid se empeñó en limpiar su imagen. En mantener esa pujanza que le hace divisar las dos competiciones desde arriba. Y eso que el primer cuarto fue algo titubeante, con las novedades de Cornelie y Causeur en el quinteto y un Williams Goss dominador.
Musa
Pero fue en el segundo acto cuando los fuegos artificiales se desataron en el WiZink. Un parcial abrumador (23-4), contras fugaces y conexiones letales. Con la corriente a favor, salió la rabia del Madrid ante un Zalgiris que se tambaleaba como un boxeador sonado. Dzanan Musa, que no apareció en cancha hasta ese tramo, se puso las botas: 11 puntos en siete minutos. Las dos últimas acciones visitantes antes del descanso fueron un tiro al pie, por si hiciera falta más distancia.
A la vuelta de vestuarios, con el partido roto, la distancias siguieron aumentando. Tavares mostró su poderío y todo se encaminó a una paliza. El único pero fue la lesión de Yabusele, que no pudo continuar.
Con el ojo izquierdo a la virulé y sudoroso, Enmanuel Reyes Pla celebraba en las entrañas del Paris Nort Arena como si hubiera vencido. Un grupo de aficionados españoles le vitoreaba y le abrazaba. Y él no perdía la sonrisa, aunque sólo hacía un momento, su compatriota "de sangre", el también cubano nacionalizado azerbayano Loren Berto Alfonso, hubiera resultado ganador del combate de semifinales (-92 kilos) por decisión dividida.
No muy lejos, con su calma y sabiduría habitual, Rafael Lozano rumiaba la derrota. Trataba de razonar lo imposible, la subjetividad arbitral en un deporte tan marcado por ella. "Mira, yo creo que tienen que estar cansados los jueces. Quiero pensar eso, porque no es normal. Los golpes más claros los ha conectado Enmanuel. Pero no te puedes quejar, porque encima te sancionan", explicaba el Balita un problema estructural. A los Juegos muchos jueces no quieren acudir. Por ejemplo, no hay ninguno español. Todos están con la IBA (Asociación Internacional), que fue rechazada por el CIO por sus influencias rusas. Los Juegos los regula ahora World Boxing, una asociación nacida hace un año a tal propósito.
"Muchas veces Alfonso gana casi sin querer. No le gusta fajarse, pero hace mucho daño con el resto de derecha. Buscaba desesperarle y le desesperó", escudriñaba Lozano el boxeo técnico de un rival que sacó de quicio al Profeta, con su guardia baja, su esquiva y su movimiento de piernas. "Y bueno, a ver lo que suelta ahora por la boca...", avisaba el seleccionador mientras Reyes Pla se acercaba.
El encuentro con los medios del púgil fue un tanto surrealista.
"Estoy contento. Agradecido con Dios. No me voy con la medalla que quería, pero es un bronce. Un granito de arena para el boxeo español. Ahora a recoger la medalla en Roland Garros".
Pregunta.- "Enmanuel, ¿te ha costado leer el combate?"
Respuesta.- "No, para nada. Los árbitros vieron un combate completamente distinto. Yo hice más por la victoria, conecté más golpes efectivos".
P.- "¿Te ha desesperado?"
R.- "Sabía que ese era su boxeo. Le había ganado en Italia hace poco, pero los árbitros lo vieron diferente. No es algo que dependa de mí".
P.- "¿Sabor agridulce?"
R.- "Me sentí ganador en todo el combate. Es el arbitraje".
P.- "¿Fueron más claros tus golpes?"
R.- "El último asalto conecté más golpes efectivos. Ahora parece que lo que se busca es el boxeo de levantar la mano y chillar sin dar golpes. Es lo que hay"
P.- "¿Te costó leer el primer asalto?"
R.- "Salí a buscarlo, pero los árbitros no lo vieron. Le vieron a él, que bailaba y levantaba la mano sin dar un golpe. Fueron golpes fantasmas. Y ya vas a remolque".
P.- "¿Algún pero Enmanuel?"
R.- "No, no. El árbitro estaba ciego".
La realidad es que había resultado un extraño e igualado duelo en el Parque de Exposiciones de Villepinte. El Profeta buscaba ser el primer campeón olímpico en boxeo español, igualar al menos la plata de Lozano en Atlanta 96. Con su verborrea habitual, no había dejado de proclamarlo en los días previos -"va a recibir palos, voy a arrancar cabezas..."-, mientras avanzaba rondas, primero ante el chino Han, después ante el belga Schelstraete.
Pero no hubo forma con la desafiante guardia baja de Alfonso, que se impuso en el primer round y ya marcó el resto del combate. A Reyes Pla le costó sentirse cómodo con la técnica rival y, ya a la desperada, no pudo hacer nada en el asalto definitivo. Cuando sonó el "In blue" y el árbitro levantó la mano del azerbayano, el Profeta sonrió irónicamente.
También había sido un combate curioso, dos cubanos representando banderas dispares, ambos huidos de la isla hace años. "Yo eso no lo pienso. Arriba del ring no hay amistad. Abajo nos llevamos bien. Somos cubanos de sangre, pero defiendo la bandera española, la del país que me dio la oportunidad". Enmanuel y Loren no habían coincidido en el equipo nacional -"él era de provincias"-.
También irónicamente, Alfonso se deshizo de otro compatriota en primera ronda, el mismo que derrotó (también con quejas y polémica) a Reyes Pla en Tokio. Entonces en el cuadrilátero hubo algo más que boxeo. "Patria y vida no, patria o muerte. ¡Venceremos!", gritó Julio César la Cruz ante los medios, un canto al castrismo en oposición a las reivindicaciones de quien tuvo que huir de la isla.
LUCAS SÁEZ-BRAVO
Enviado especial
@LucasSaezBravo
Kaunas
Actualizado Domingo,
21
mayo
2023
-
21:54El pívot, escogido mejor jugador de la final, elogia a su compañero,...
En la piscina de La Defense se vivió una monumental semifinal olímpica, la agonía absoluta para una venganza y para un hito. España, la gran España del waterpolo femenino, estará otra vez en la final olímpica, esta vez contra Australia, buscando ese oro que persigue con ansia. En un partido de idas y vueltas, de locura, los penaltis, con una parada para el recuerdo de Martina Terré, dieron el pase a la selección (18-19).
Alzaba el puño Miki Oca camino de vestuarios, se abrazaban las españolas a aficionados y familiares, el éxtasis de la victoria, suspiros de alivio. Se habían sentido arrolladoras y a la vez derrotadas ante un rival que es algo más. El mismo Países Bajos que les había despojado del oro Mundial en Fukuoka 2023 y del europeo este mismo año en Eindhoven. Pero no hay quien detenga a este grupo de ganadoras, que va saldando cuentas pendientes en París.
La heroína fue Tarré, una parada en el último lanzamiento de la tanda a Brigitte Sleeking. Y después la veterana Maica García no iba a fallar.
Lo había merecido y lo había tirado España, inmaculada en estos Juegos en los que también fue capaz de ganar a EEUU en la primera fase tras 11 años de derrotas. Fue un inicio fulgurante, como una apisonadora sobre el agua de La Defense. Como si hubiera cuentas pendientes. Que las había, claro. Un primer acto para enseñar en las escuelas de la competitividad, un 1-6 'imposible' en nada menos que unas semifinales olímpicas. Igual daba el ambiente en contra, igual los precedentes. Desde el sprint inicial ganado por Anni Espar a los goles de todos los colores, en jugada, en contra o de disparo lejano. En cinco minutos y medio ya tuvo que parar Eva Doudesis, desesperado ante el ko técnico.
Había sido tan eléctrico que costaba creer. En el segundo round Países Bajos trató de recomponerse, más aguerridas atrás, un pequeña reacción. El paradón con el rostro de Terré volvió a meter a las de Miki Oca que, con los tantos de Elena Ruiz y Judith Forca, mantuvo la ventaja. En el último segundo, un balón a la boya no lo iba a desaprovechar Leitón (5-10).
Pero ese gran augurio no sirvió de nada. Increíblemente, tras el descanso, todo se dio la vuelta de manera calcada. Ahora España era incapaz de resolver las defensas neerlandesas, malos disparos y peores defensas, los tantos como puñaladas de Van de Kraats, las paradas de Aarts, crecidísima. Ni el fallo de un penalti quitó la iniciativa a las campeonas mundiales en 2023, que devolvieron el 6-1 para dejar el choque igualado (11-11) con el último cuarto por disputar.
Las sensaciones de repente eran terribles para España. Aunque los primeros minutos fueron de tanteo, rápidamente llegó la primera ventaja de todo el partido para Países Bajos con un gol, tras una excelente combinación, culminada por Rogge. Llegó la respuesta de Forca, su quinto tanto ya, inspiradísima, en una superioridad. Pero era sólo el segundo de toda la segunda mitad.
Los últimos minutos fueron de taquicardia. Nervios templados, balones a los palos para ambos equipos. A falta de 30 segundos, Maica García, su primer gol de toda la tarde, llevó la esperanza, que se diluyó en la última posesión: a falta de siete segundos, Sleeking llevó el intensísimo duelo a la tanda de penaltis.
Allí no fallaba nadie, ni con los cambios de portero. Pero el destino tenía un guiño para España, con esa estirada a la derecha de Terré y su grito en una Defense abarrotada, para esta escuadra que desde 2010 ha ganado ya tres metales olímpicos (quintas en Rio 2016), un Mundial (y tres finales), tres Europeos, la plata de enero en Eindhoven... Leyendas que quieren el primero oro olímpico por equipos para España desde Atlanta 96, entonces la selección masculina precisamente de Miki Oca.