El jugador del Valencia, Rafa Mir, de 27 años, fue detenido por la Guardia Civil en la noche del pasado lunes por una denuncia que recibió el Instituto Armado por agresión sexual.
Fuentes de la investigación han confirmado que la presunta agresión se habría cometido contra dos mujeres de unos 25 años en casa del futbolista. En los hechos, habría participado otro hombre que también está detenido. Una de las víctimas denunció al futbolista y la otra a su amigo.
Las víctimas, además de interponer las denuncias que realizaron en el cuartel de Massamagrell, necesitaron de asistencia hospitalaria.
Según ha podido saber EL MUNDO fueron los vecinos los que llamaron a la Guardia Civil por lo que estaba ocurriendo en la vivienda del jugador, situada en una población cercana a Valencia.
El futbolista ha pasado la noche en los calabozos de la Comandancia de Valencia de la Guardia Civil de la calle Calamocha a la espera de que se le tome declaración y pueda pasar a disposición judicial.
Las alarmas saltaron la mañana de este martes cuando el jugador no se había presentado al entrenamiento junto a sus compañeros en la ciudad deportiva de Paterna.
El delantero, canterano del conjunto ché, volvió esta temporada a la disciplina valencianista cedido por parte del Sevilla, club que no contaba con él.
Vicealcaldesa de Valencia
INMA LIDÓN
@inma_lidon
Valencia
Actualizado Viernes,
26
mayo
2023
-
10:11Ver 3 comentariosLa vicealcaldesa socialista ha peleado con el Valencia y...
El Valencia ha rechazado la petición de acreditación para el encuentro ante el Real Madrid de una productora de Netflix que trabaja en el documental sobre Vinicius Júnior. La empresa tenía previsto grabar imágenes de las gradas de Mestalla para la pieza audiovisual, que se estrenará en la plataforma en los próximos meses.
Según ha podido confirmar este periódico, LaLiga había dado el OK a la acreditación, pero para la aceptación definitiva era necesaria la aprobación del propio Valencia, que ha negado la entrada a las cámaras de Conspiraçao Filmes, productora brasileña, al entender que iban a buscar sonidos e imágenes que podían dañar al cuadro valenciano. "Se hace para proteger al club", han deslizado a los medios.
Las cámaras de Netflix llevan acompañando a Vinicius durante toda la temporada con el objetivo de grabar un documental que muestre el impacto del futbolista en España y en el fútbol europeo, todo a raíz de la serie de insultos racistas que el delantero ha recibido en los últimos meses. En este sentido, su paso por Mestalla el curso pasado fue lo más sonado. El brasileño denunció que desde la grada algunos aficionados le habían llamado "mono" y amenazó con abandonar el campo. Más tarde fue expulsado y cuando se dirigía al vestuario, hizo el gesto de "a Segunda" a la grada, recibiendo de nuevo la ira de Mestalla.
Su vuelta a la capital del Turia, este domingo, era uno de los momentos clave del documental, ideado por la agencia Roc Nation, propiedad del rapero estadounidense Jay-Z, que trabaja desde el verano pasado en impulsar la imagen global del futbolista.
El Valencia tiene un eslabón centenario que le une a Primera: Mestalla. Es arropado por su pueblo donde ejerce su resistencia. Lo hizo hace dos años y se ha conjurado para repetirlo. Es la misión de una grada que lleva en la piel la lucha contra el dueño que les abandona, pero no olvida su misión. Ante la Real Sociedad, en todos los momentos en que el equipo comenzó a temblar, emergió como escudo protector para ayudar a sumar una victoria, la tercera, la primera de Corberán y el paso al frente hacia una tarea titánica. [Narración y estadísticas (1-0)]
El Valencia necesitaba gestionar su angustia, algo que va más allá del fútbol. Temblaba el equipo cuando además de al rival tenía que sobreponerse a sus propios demonios. Saben todos los jugadores, y se lo recuerda todo un estadio, que el escudo de defienden sostiene una historia que no pueden manchar con un descenso. Pero son últimos y cada jornada es una menos de vida para intentar resucitar. Hay que ganar partidos, sumar puntos, recuperar el fútbol olvidado y hacerlo sin que la responsabilidad lastre las botas.
Contaba la Real con ese aliado para tratar de llevar el duelo a la agonía que siempre acaba penalizando. Desahogados y con más armas, la opción de desesperar al Valencia fue la suya al inicio. Alguacil confió en que, con la Europa League en el horizonte, le bastaría sin Kubo o sin Oyarzabal. Por eso sufrió.
La necesidad como combustible
No podía permitirse el Valencia otra cosa que no fuera empujar y empujar a la Real al área de Remiro. Por los carriles, con Foulquier sacando los colores a Pacheco y Javi López. Por ahí apareció Javi Guerra para, en cuatro minutos, poner un centro al punto de penalti que Diego López cabeceó cruzando el exceso. Habían detectado un punto débil que volvería a aprovechar Guerra para buscar a Hugo Duro en el corazón del área, aunque el madrileño la dejó pasar imaginando la incorporación de Rioja al segundo palo. Había perdonado dos veces y Mestalla farfullaba sin dejar de alentar porque la parroquia se siente involucrada en la faena de la salvación.
La necesidad se ha convertido en combustible que Corberán trata de canalizar hacia al juego y lo logró. El Valencia apretó con orden a la Real ahogándolo de manera que no tejió dos pases. Su medular se volvió transparente, tanto por el trabajo de Barrenechea como por el crecimiento de Javi Guerra, que volvió a dar destellos del jugador que emergió hace dos temporadas. Zubimendi no podía sostener el equilibrio, Brais no aparecía y Sergio Gómez, sin pelota, ni existió.
Ahora bien, sus ocasiones aparecieron a la carrera. La más clara la creó Becker tumbando a Mosquera a la altura de su banquillo para poner un centro a Öskarsson, solo en la media luna, que inexplicablemente envió al lateral de la portería de Mamardashvili.
Zubeldia, ante Luis Rioja, el domingo en Mestalla.EFE
Ese fallo espabiló al conjunto donostiarra, que fue creciendo siempre de la misma manera: con velocidad a la espalda de los centrales y de Gayà. Era una forma de intimidar y, a la vez, de neutralizar las escapadas del capitán valencianista. Justo en ese momento, en el minuto 25, el Valencia asestó el golpe.
Acertado en la brújula Javi Guerra buscó de nuevo la derecha, por donde progresó Foulquier para sacar un centro chut raso al segundo palo para la aparición de Hugo Duro, que fusiló a Remiro. El resto fue apretar los dientes para sostenerse hasta el descanso, porque la Real tuvo el empate en una rocambolesca jugada con múltiples remates en la que el Valencia, como un equipo de alevines, defendió por acumulación. La gestión de las ventajas es una asignatura pendiente.
El mando de Brais
Lo que se intuyó fue una evidencia al regreso del vestuario. La Real se desató bajo el mando de Brais e hizo dudar a los locales, sometidos y sin encontrar cómo volver a estirarse. Más madera buscó Alguacil con Take Kubo y Barrene y retrucó Corberán buscando la seguridad de Pepelu para volver a pisar área. Todo el estadio empujó al equipo a una reacción y empezó a enseñar el colmillo.
Fue Rioja el que, tras la peinada de Hugo Duro, encaró la portería donostiarra y, en lugar de soltar un zurdazo, optó por buscar la entrada de Fran Pérez. La segunda fue aún más clara. Gayà, como si jugara al billar, colocó la pelota entre los centrales para que la ganara Hugo Duro, pero estrelló el remate en el cuerpo de Remiro. Entró en efervescencia la grada y el banquillo de la Real se removió. Refrescó Alguacil y ya no pudo prescindir más de Oyarzabal. Acababan los donostiarras con todo su talento en el campo mientras Corberán remendaba por las lesiones de Diego López y Luis Rioja.
Poco más ocurrió porque el Valencia tocó arrebato. Se empeñó en cerrar el partido agarrándose a ese gol de Hugo Duro, apretando los puños y los dientes, achicando agua y sostenido por un Mestalla convertido en el jugador número 12 que explotó recordando que sí, se puede.