Habrán pasado 22 años de aquel lanzamiento de Pau Gasol sobre la bocina que el aro del WiZink Center escupió para dejar a España con la miel en los labios del oro continental. Más de dos décadas de ese último Eurobasket perdido contra Rusia y 15 años de la final del Mundial a la que la selección de baloncesto ni siquiera alcanzó. Dos de los pocos (pero dolorosos) recuerdos de la generación dorada tienen que ver con Madrid. 2029, con otros nombres, pretende ser tiempo de revancha. Este jueves, la Federación Española (FEB) y la Comunidad presentaron la candidatura para albergar el torneo dentro de cinco años.
El Wizink será favorito para acoger, durante 22 días, tanto una de las cuatro fases iniciales del torneo (el grupo en el que estuviera la selección) como la fase final (a partir de octavos de final) donde se decidirán las medallas. Ayer era el último día para presentar la candidatura. El fallo lo comunicará FIBA Europa, la entidad que preside el madrileño Jorge Garbajosa, en el Board previsto para finales de mayo. De momento no se han hecho públicos los demás países opositores.
De triunfar la candidatura madrileña -las estimaciones hablan de un impacto económico en la región que podría ascender hasta los 270 millones de euros-, sería la cuarta vez en la historia que España es sede de un Europeo de baloncesto (1973, 1997 y 2007).El próximo verano la selección defenderá el oro logrado en Berlín en 2022 tras certificar su clasificación el pasado lunes en Ourense ganando a Eslovaquia.
No es novedad que la entidad que preside Elisa Aguilar (también madrileña, estudió en el Colegio Amorós y se formó en el Canoe) se lance a la organización de grandes torneos. Sin incluir los de categorías inferiores, en los últimos tiempos España ha acogido el Mundial 2014, la Copa del Mundo Femenina 2018, el EuroBasket Femenino del 2021 y el Preolímpico de Valencia del último verano.
Cuando jugaba en la Universidad de Kansas, un año después de llegar a Estados Unidos y dos después de empezar a jugar al baloncesto en su natal Yaoundé (Camerún), Joel Embiid hacía creer a sus compañeros que con seis años tuvo que «entrar en la jungla, matar un león y cargarlo en la espalda hasta mi aldea para demostrar que era un hombre». Eso fue poco antes de comenzar lo que él mismo bautizó como El Proceso. Desde que fue elegido en el número tres del draft del 2014 hasta su debut en la NBA tuvieron que pasar 853 días (más de dos años), dos operaciones de tobillo mediante.
Eso, las lesiones, han sido la pesadilla del gigante africano, que se ha perdido más de 400 partidos en la liga hasta que esta semana los Sixers anunciaron lo que todo el mundo temía: no iba a jugar más en el resto de la temporada por sus problemas, ahora, en la rodilla izquierda, la misma que también se operó en febrero de 2024 (y mucho antes, en 2017, lo que le impidió ser nombrado rookie del año). Fue después de que el alero de los Warriors Jonathan Kuminga le cayera encima. Quizá en el momento de más dominio de toda su carrera, pues hasta ese día , Embiid había anotado más puntos que minutos jugados, algo que ningún jugador había logrado desde Wilt Chamberlain hace más de 60 años.
Desde entonces, parones, cirugías, descansos, inyecciones y un estado físico bastante precario que, evidentemente, repercutió en su rendimiento. Hasta la alarmante preocupación de ahora. Se diría que todo el futuro de Embiid está en el aire. «Estamos trabajando con expertos médicos para determinar el plan de tratamiento exacto», informó la franquicia de Pensilvania. Pronto se deslizó que incluso valora seriamente intentar el «retiro médico», una decisión que debe tomar un médico seleccionado por la propia NBA y la Asociación de Jugadores, y un mecanismo que le permitiría ahorrarse parte de la boyante extensión de contrato que le firmó hace sólo unos meses: tres años más por 193 millones de dólares (para un total de 301 en cinco). Embiid, que cumplirá 31 años en unos días, asoma como un negocio ruinoso: le deben 248,1 millones durante las próximas cuatro temporadas.
Embiid, en el banquillo de los Sixers.Matt SlocumAP
Los Sixers lo hicieron pensando en los cielos alcanzados por el chico que creció formándose para ser profesional del voleibol, pateando un balón de fútbol y soñando con jugar en el Real Madrid (del que es un fanático, hasta viajar a alguna de sus recientes finales de Champions League y celebrar cada triunfo blanco con euforia en las redes sociales), siete veces All-Star y MVP de la NBA en la temporada 2022-2023 -para destronar a Nikola Jokic promedió 33,1 puntos, 10,2 rebotes y 4,3 asistencias, aunque en sólo 66 partidos-, un año después de ser el primer pívot desde Shaquille O'Neal en dominar la liga en anotación. Desde aquel cénit todo ha sido una travesía en el desierto y no sin polémicas, desde su atribulada elección para jugar con el USA Team los pasados Juegos Olímpicos (se había comprometido con Francia) a su sanción de tres partidos este comienzo de curso por empujar a un periodista. Al parecer, el columnista de The Philadelphia Inquirer hacía mención a Arthur, el hermano de Joel fallecido a los 13 años en Camerún en un trágico accidente de tráfico.
Embiid, en acción contra los Raptors.Matt SlocumAP
Aquel lejano Proceso, que también incluía al equipo de Filadelfia -estuvo seis años sin pisar unos playoffs-, tampoco culminó en lo colectivo. Pese a las expectativas, no logró no acercarse a unas Finales (como en 2001 con Allen Iverson). Y lo que debería ser presente vuelven a ser cuentas de futuro. Con el curso arruinado (en verano se habían hecho con Paul George), los de Nick Nurse pierden y pierden y ya piensan en el siguiente draft, en la posibilidad de que ahí les caiga ese fenómeno que viene llamado Cooper Flagg. Para eso, la lotería del draft les tiene quedar una de las seis primeras elecciones; si acaban del siete en adelante, será para los Thunder en una acuerdo que se arrastra desde 2020, cuando Al Horford fue enviado a Oklahoma Danny Green.
La temporada en que la NBA perdió la virgulilla que nos hacía presumir, la primera de muchas con el castellano arrinconado, con apenas dos españoles de partida cuando hace nada llegaron a ser hasta 10, toca a su fin con sabor agridulce. El adiós confirmado de Ricky Rubio a los Cavaliers fue después buena nueva para el Barça, la Euroliga, la ACB, la selección y el propio baloncesto. Pero sólo Santi Aldama mantuvo el honor y el tipo, pese a la tristeza de los Grizzlies. Usman Garuba, a sus 22 años, se ha tenido que conformar con apenas haber tenido la experiencia de debutar con los Warriors.
La luz es Aldama, aunque lo colectivo en Memphis, arruinado por las lesiones, sea un drama. El equipo que el año pasado disputó los playoffs del Oeste por tercera vez consecutiva (cayó con los Lakers en primera ronda), que se reforzó con Marcus Smart y que recuperó por el camino al sancionado Ja Morant, hace tiempo que perdió cualquier expectativa, con sus estrellas pasando más o menos tiempo por la enfermería. El español fue de los que mantuvo el tipo, dando un pasito más en su evolución para confirmar el que es su mantra: «Cada año intento mejorar algo».
Si el curso pasado, su segundo en la NBA, el canario se hizo fijo en la rotación, el presente ha visto cómo sus prestaciones y su importancia, tantas veces obligada por la necesidad, crecían para Taylor Jenkins. A falta de unos días de competición -se ha ausentado en 14 encuentros por diferentes problemas físicos-, va a disputar más de la mitad de los partido como titular (35 de momento, cuando el año pasado fueron sólo 20), con un incremento de más de cinco minutos de juego en una imparable sucesión: 11,3 como rookie, 21,8 como sophomore y 26,5 en la presente. Aldama ha lanzado más (cinco triples por noche, manteniendo el 35% de acierto), ha anotado más (10,7) ha reboteado más (5,8), ha asistido más (2,3) y ha taponado más (0,9). «Lo siguiente será mejorar la manera en la que ayudo al equipo a ganar partidos y seguir creciendo», admitía en una entrevista en EL MUNDO durante el pasado Mundial.
Aldama y Cam Reddish.KAREN PULFER FOCHTEFE
Mejora en lo global y en lo puntual, jugando más al tres y teniéndose que emparejar con aleros más pequeños. Porque tuvo noches de esas para el recuerdo. La última hace apenas unos días contra los Warriors (27 puntos, seis triples, nueve rebotes...). Y la primera en noviembre ante los Celtics, cuando estableció su tope de puntos, 28). Destellos para el futuro -y hasta rifirrafes con el badboy de la NBA, Draymond Green-, pues ahora se fragua otra renovación. Santi termina contrato en 2025 (dará un salto salarial a casi seis millones de dólares).
De la consolidación de Aldama a las incógnitas con Usman Garuba, al que ya le costó encontrar su lugar en la presente NBA después de una temporada pasada que no supuso el salto esperado con los Rockets. Su contrato dual con los Warriors (559.782 dólares de salario), a priori esperanzador por las palabras siempre amables que tuvo Steve Kerr hacia su figura, se ha traducido en tres apariciones testimoniales, la que más no llegó a cuatro minutos y ni siquiera llegó a anotar.
Pese al olvido -no le ha ayudado la irrupción del rookie Trayce Jackson-Davis-, no todo es pesimismo en el de Azuqueca de Henares, que está brillando en el filial de los Warriors en la NBDL. Y eso no pasa desapercibido para Kerr, que hace poco más de un mes le seguía elogiando: «Está trabajando mucho en su cuerpo, tratando de mejorar y estar en la mejor forma posible. Creo que tiene futuro con nosotros».
Garuba, con la camiseta de los Warriors.Cary Edmondson
Los Santa Cruz Warriors afrontaron anoche los playoffs de la Liga de Desarrollo (cuartos de final contra Salt Lake City Stars, a partido único). La ventana abierta para un título en un curso en el que, en los 21 encuentros disputados, promedió un doble-doble (13,6 puntos y 10,9 rebotes), además de 1,2 tapones y un lustroso acierto del 40,6% en triples. Que esos números valgan un contrato NBA el próximo curso es su esperanza; en Europa tendría las puertas abiertas.
Ambos, en cualquier caso, estarán pronto de vuelta en España, con una misión, ahora sí, de absoluta relevancia: el verano olímpico con la selección. A las órdenes de Scariolo, como pilares clave del equipo, afrontarán el Preolímpico de Valencia (del 1 al 7 de julio) y, si lo ganan, los Juegos de París que serían el debut olímpico de Aldama y los segundos para Garuba tras Tokio.