El mejor jugador de Afganistán, Hameedullah Haidary, con 2168 puntos Elo, entra a duras penas en el top 10.000 de la clasificación internacional, pero la prohibición del ajedrez no es solo un golpe a la competición en aquel país. Al contrario que en otros lugares donde este juego también estuvo vetado, como Irán, en Afganistán no ha dado tiempo a que florezcan grandes maestros, mucho menos maestras, porque a las mujeres no les permitieron nunca regresar a los tableros. El fanatismo ha reactivado ahora la prohibición, vigente entre 1996 y 2001, contra un juego milenario que tiene una larga tradición de persecuciones. Los reguladores de lo divino y lo humano han sospechado con frecuencia de las 64 casillas, casi siempre por ignorancia, al considerarlo un juego de azar o una actividad que incluye las apuestas.
Según informa el sitio de noticias afgano Khaama Press, el Ministerio para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio ha prohibido el ajedrez debido a “consideraciones religiosas”, sin entrar en demasiados detalles ni explicar las consecuencias de saltarse las nuevas normas. Todas las actividades ajedrecísticas se han suspendido indefinidamente y la Federación Nacional ha quedado disuelta.
Los peones solo pueden caminar hacia delante, pero la historia tiende a retroceder en algunos entornos. En 1987, el gobierno de Mohammad Najibullah reconoció los beneficios educativos del ajedrez y lo introdujo como materia escolar en los colegios. Nueve años después, la llegada al poder de los talibanes acabó con los gambitos. En el caso de las damas fue aún peor, porque cuando cayó el régimen en 2001 ellas no recuperaron la posibilidad de jugar.
Representantes de la Federación Afgana de Ajedrez han intentado apelar el decreto del emir talibán Haibatulá Ajundzadá, hecho público el día 12, pero al parecer vigente desde tres días antes. De momento, no han tenido ningún éxito. De hecho, según cuenta el gran maestro australiano Ian Rogers, que cita a un funcionario afgano, la federación llevaba dos años inactiva debido a problemas de gestión. No obstante, el ajedrez afgano mantiene un resquicio para la esperanza, porque la suspensión del ajedrez podría ser temporal, al contrario de lo que ocurre con las artes marciales mixtas. Se cree que hay en marcha revisiones religiosas y administrativas que quizá acaben con una especie de indulto al ajedrez.
El argumento principal de los defensores del juego es que otros países islámicos tienen incluso grandes maestros y su actividad no atenta contra ningún principio religioso. Kirsan Ilyumzhinov, expresidente de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), ha anunciado en X que ha preparado un recurso dirigido al gobierno talibán, para que reconsidere su decisión.
Una larga tradición de persecuciones
Lo cierto es que el ajedrez se ha topado más de una vez contra varias clases de muros religiosos. En Irán, tras la Revolución Islámica de 1979, el ayatolá Jomeini prohibió el ajedrez con argumentos parecidos. El régimen rectificó en 1988 y reconoció incluso sus beneficios intelectuales, siempre que no interfiriera con las oraciones ni hubiera apuestas de por medio. Irán tiene en la actualidad ajedrecistas fortísimos, como Parham Maghsoodloo, número 30 del mundo. Su mejor jugadora, Sara Khadem, huyó del país y defiende en la actualidad los colores de la selección española, mientras que Francia acogió a la superestrella Alireza Firuozja (número 10), considerado por Magnus Carlsen el mejor de su generación y un posible sucesor.
En Arabia Saudí, el gran muftí declaró el ajedrez como “haram” (prohibido) en 2016, por fomentar el odio y distraer de las oraciones. Luego, su declaración no adquirió fuerza legal y la federación nacional intenta relanzar el juego con la organización de torneos internacionales. Este verano está previsto uno, con la participación de jugadores españoles. En China, la Revolución Cultural (1966-1976) también la tomó con el ajedrez, por considerarlo una influencia capitalista, pero la prohibición se levantó en los 70 y ahora China es una potencia mundial. La actual campeona del mundo es Ju Wenjun, que venció en la final a su compatriota Tan Zhongyi, mientras que Ding Liren fue campeón absoluto entre 2023 y 2024.
En Europa, la época más oscura para el ajedrez fue la Edad Media. Luis IX de Francia lo consideraba una distracción moral y el Sínodo de Wurzburgo (Alemania) de 1329 adujo razones religiosas para alinearse contra los ajedrecistas. El arzobispo de Canterbury John Peckham amenazó con condenar a los fieles que practicaran el ajedrez a una dieta de pan y agua. Entre los abogados discrepantes, el obispo de Florencia defendía con conocimiento de causa que el ajedrez es un juego de habilidad y no de azar.
El judaísmo tampoco se ha librado de la tentación prohibicionista, pero por lo general ha sido más leve, por iniciativas personales de algunos rabinos y con advertencias relacionadas con el ‘sabath’ y los peligros de un juego que puede distraer la mente de las responsabilidades religiosas. Unamuno, célebre víctima del vicio, ya alertó a sus lectores de la peligrosa “seducción de la mansa e inofensiva locura del ajedrecismo”.