El FC Barcelona dispone en su plantilla de los dos polos más destacables de LaLiga Santander. No obstante, como los polos de un imán, ambos tienen características opuestas. Si Robert Lewandowski es uno de los peores Pichichis de este siglo, Ter Stegen es uno de los mejores Zamoras
Lewandoski en el último partido ante el Celta.MIGUEL RIOPAAFP
Los polos del imán barcelonista, curiosamente, se asocian a un conjunto que, a día de hoy, lucha por salir del pozo de la Primera RFEF. Lewandowski y Ter Stegen entran en la nómina histórica que antes protagonizaron los jugadores del RC Deportivo de la Coruña Diego Tristán y Paco Liaño, respectivamente.
Con 23 goles, Robert Lewandowski es el peor Pichichi de este siglo sólo superado por el que fuera delantero gaditano del Depor. Tristán, en la temporada 2001/02 marcó 21 goles, sólo dos menos que el polaco.
La temporada de Lewandowski iba camino de convertirse en muy destacable. En las 10 primeras jornadas ya llevaba 11 goles, a más de 1 por partido. Sin embargo, da la impresión de que la sanción que recibió por menospreciar al árbitro en el partido ante el Osasuna cortó su racha goleadora y ya no pudo mantener el ritmo. No obstante, esos 23 goles le han valido para alzarse con el trofeo por delante de Benzema, con 18 y al que sucede en el premio, y Joselu, con 16.
Parece claro, a juzgar por las cifras de goles en esta liga, que la mayoría de equipos han sustentado su fortaleza en la actitud defensiva por encima de la ofensiva. Lejos quedan aquellas temporadas de más de 100 goles en las que Messi y Cristiano Ronaldo marcaban la pauta con Pichichis sobrehumanos de 50 y 48 goles, respectivamente.
El Barcelona ha forjado su título de Liga en una actitud defensiva solidaria, como en la que se basó el RC Deportivo de La Coruña aquellos primeros años 2000. El Depor de aquellas temporadas, en las que llegó a ganar su única liga y en las que estaba en el top 5 de equipos, apenas encajaba, poco más de 40 goles por temporada.
Candado culé
El Barça de Xavi, por su parte, ha sido uno de los equipos menos goleados de la historia de LaLiga. Ha terminado esta temporada con 70 goles a favor y 20 en contra. Y, el gran responsable ha sido Ter Stegen.
El portero alemán ha resultado uno de los mejores Zamora de LaLiga. De hecho, hasta la última jornada pudo superar el récord de porterías imbatidas que ostentaba el deportivista Paco Liaño desde la temporada 1993/94.
Con el 3-0 de la penúltima jornada ante el Mallorca, el alemán había igualado a Liaño con 26 porterías a 0. Además, también mejoraba en una milésima el coeficiente de goles por partido que compartían Liaño (1993/94) y el rojiblanco Jan Oblak en la 2015/16 con 0,473. No obstante, el primer gol de Gabri Veiga dejaba al meta culé sin el récord de Liaño y sin el mejor coeficiente de un Zamora de la historia de la competición.
Igualmente, temporada sobresaliente para el conjunto culé que, además de obtener el título de Liga, ha conseguido que dos de los jugadores que forman la columna vertebral del equipo sean lo más destacado en sus posiciones en una competición muy exigente.
Durante los últimos días, Carlos Sainz se ha dejado crecer el bigote por una buena causa. Le ha convencido Pierluigi della Bona, su fisioterapeuta, natural de un localidad cercana a Roma. Ese mismo adorno capilar también forma parte del look de Roberto Merhi, piloto de la Super GT japonesa y miembro del círculo más cercano de la familia Sainz desplazada hasta Imola. Sin embargo, Carlos no ha dado plazos concretos a Della Bona, el preparador que el pasado invierno sustituyó a Rupert Manwaring. Tampoco a los equipos que en las últimas semanas intentan seducirle con sus proyectos. Audi, Mercedes y Red Bull son los mejor colocados, pero él maneja los tiempos y pone sus condiciones.
A las puertas del hospitality de Ferrari, entre el enjambre de invitados VIP y el paso apresurado de Charles Leclerc, algunos veteranos del staff seguían ayer asombrados con la valentía de Sainz a la hora de llevar las negociaciones. "Hay que tener mucho temple para buscar la mejor opción, renunciando a lo fácil, que sería haber firmado ya con Audi", comentaban. Entre la primera y segunda sesión libre, Fernando Alonso se pasó por allí para saludar a viejos amigos, mientras Mattia Binotto, ex team principal, atraía la atención de las cámaras incluso vestido de calle. En la primera carrera europea del Mundial, todos revoloteaban en torno a los Sainz, con Carlos padre al frente del operativo.
Las reuniones para cerrar el acuerdo, con la obligada discreción, se vienen sucediendo en los últimos días. "Vamos perfilando detalles, aunque hasta que no tengamos el sí o el no definitivo de las partes no anunciaremos nada", apuntan desde su entorno. "No nos hemos puesto ninguna fecha límite, aunque lo más probable es que todo se resuelva antes del verano".
"Todo sigue abierto"
En realidad, los habituales plazos del mercado estallaron por los aires cuando Lewis Hamilton anunció en febrero su fichaje por Ferrari. Ahora, el resto de la parrilla aguarda la decisión de Sainz, la pieza más cotizada. La que moverá al resto. "Todo sigue abierto. No es ningún secreto que las mejores opciones son Red Bull y Mercedes, aunque no queremos un contrato sólo para 2025".
Christian Horner y Toto Wolff, los jefes de los equipos que han dominado la última década de la F1, guardan algunas cartas bajo la manga. En Red Bull se valora el carácter gregario de Sergio Pérez, que en las últimas carreras ha elevado el listón de su pilotaje. En las Flechas de Plata, por su parte, juegan la baza de Andrea Kimi Antonelli, un chico de 17 años que anda fogueándose, con más dificultades de las previstas, en la F2. "Si Red Bull decide quedarse finalmente con Checo no será por su rendimiento del último mes, porque le conocen de sobra desde 2021. Tampoco creemos que Antonelli sea un simple farol, porque Mercedes ya ha invertido en él muchísimo dinero".
La cuestión económica, por cierto, no marcará la diferencia, aunque Audi, con su proyecto a largo plazo, ofrezca mejores condiciones que el resto. En primer lugar, porque necesita un buque insignia con más gancho que Nico Hulkenberg, su reciente fichaje. Además, porque la figura de Carlos atraería, a su vez, mejores ingenieros y mécanicos. A partir de 2025, la marca alemana tomará el control del 75% de Sauber. Sin embargo, Sainz sabe de sobra que, con ellos, el Mundial sería algo parecido al purgatorio. Y que las dos únicas opciones de luchar por los triunfos pasan por Red Bull y Mercedes.
Stroll no se mueve
Tras numerosos tiras y aflojas a comienzos de primavera, Audi decidió esperar a Sainz, aunque sin llegar a la amenaza del últimátum. Red Bull, por su parte, se sumó a la puja, aun sabiendo que el último vencedor del GP de Australia fue el único compañero que osó desafiar a Max Verstappen durante aquel curso en Toro Rosso. Mercedes sabe que formaría una dupla fabulosa con George Russell, por experiencia y compatibilidad de caracteres.
Por debajo en el orden jerárquico también cabe mencionar a Williams, Alpine y Haas, las tres escuderías más débiles del momento, con disponibilidad de asiento para la próxima temporada. Quien queda totalmente descartada es Aston Martin, no sólo por la renovación de Alonso, sino porque Lawrence Stroll sigue empeñado en dar otra oportunidad a su hijo. La enésima muestra de los vaivenes de la silly season, dado que el equipo de Silverstone se perfilaba, hace tres meses, como uno de los mejor colocados para su fichaje.
A dos meses de cumplir 30 años, Sainz luce una madurez sobre el asfalto a la altura de los elegidos. Por eso, entre otras razones, dispone de tantas opciones. Ahora sólo queda la llave de la puerta. Y esa opción de elegir se la ha ganado a pulso.
«Que nazca algo del caos que sembré», escribió ella misma cuando transitaba por el abismo. Sandra Piñeiro (Boiro, 1996) rememora sus nubes negras con una franqueza que pone los pelos de punta. El lado tenebroso del deporte, el que no se quiere ver pero ahí está. La anorexia adueñándose por completo de una remera de elite, ganadora por dos veces de la Bandera de la Concha con el Club Orio Arraunketa Elkartea. «Poco a poco, estaba matándome, me iba consumiendo», recuerda ahora, ya todo superado, de vuelta a sus 70 kilos (llegó a bajar de 50), al apetito, y con tantos horizontes, retos que le devuelven a la vida. El pasado 21 de abril completó el IRONMAN 70.3 de Valencia y a mediados de julio afrontará el más difícil todavía, la distancia completa (3,8 kilómetros de natación, 180 de ciclismo y un maratón) en Vitoria.
Sandra es pura vitalidad, pero ahí está su historia como lección, como ejemplo y como aviso. Cuando pidió ayuda y escapó de sus propia mente, resurgió la salud, la física y especialmente la mental, y sus ganas de todo. Probó crossfit, hizo carreras de montaña, aprendió a escalar -«cuatromiles, tresmiles, todos los Pirineos me los conozco de pe a pá...»- y ahora le apasiona el triatlón. También se ha empeñado en ayudar a los demás, en visibilizar un tabú que en su caso estuvo a punto de arruinarlo todo. Además de trabajar como entrenadora y readaptadora en San Sebastián, colabora con la Fundación Juntos e Invulnerables, para que los niños no tengan que atravesar por lo que ella pasó.
Sandra relata su historia no tan lejana en EL MUNDO, como muestra de hasta donde puede llevar la mente cuando todo se enturbia. Sus inicios en el remo en Galicia, en el club Cabo de Cruz su Boiro natal, «la primera y única chica», ya con ese «punto obsesivo por el deporte» que lo ponía incluso por delante de los estudios. De ahí a Riveira y pronto «el sueño de venir a remar al País Vasco, que era como jugar la Champions League en fútbol. Ganar la Concha, ganar la Liga... las competiciones más importantes en el mundo de las traineras», aunque ya entonces había brotado algo peligroso dentro de ella.
Piñeiro, en la carrera del IRONMAN 70.3 de Valencia, en abril.@ironmanspainMUNDO
«El problema psicológico con la comida venía de más atrás. Yo era una niña que se refugió en el deporte, encontré ahí un punto de paz y de control dentro del descontrol que tenía, de la mala gestión emocional de problemas en casa. Nació una relación tóxica: me gustaba, me hacía feliz, pero había algo que no era sano con él. Eso es lo que más me costó ver», se inculpa, aunque admite que a los 10 años ya la habían subido a una báscula y enciende la crítica hacia esos entrenadores, sobre todo en deportes minoritarios, «que hacen de Dios, sin conocimientos ni capacidades, jugando con la salud de las personas». Cuando dio el gran salto y fue fichada por Orio, donde pudo compatibilizar con sus estudios y prácticas de la carrera de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, la «obsesión fue a más». «En mi cabeza ya no había otra cosa que no fuese entrenamiento y restricción de comida. No comer, cada vez tenía que pesar menos. Menor peso, mayor rendimiento...», detalla.
Y llegó el infierno. «Normalizar cosas que no son normales». Y mejor escucharla despacio.
«Evitaba los eventos sociales, salir a cenar, porque sabía que iba a haber comida. Medía siempre las calorías a los alimentos, todo tenía que ser verde. Pensaba que entrenar más era sinónimo de rendimiento: cuanto más sufres, más te castigas, mejor. Es una rueda en la que te aíslas de tu entorno y cada vez estás más encerrado con esa voz obsesiva de tu cabeza. y encuentras una satisfacción, porque piensas que estás ganando con esa fuerza de voluntad la batalla a tu cabeza. Y te empoderas. Dices, qué fuerte soy, lo que soy capaz de hacer. Estás atentando contra tu salud, pero te cuesta verlo de forma racional».
Sandra Piñeiro, en San Sebastián.Jose Ignacio UnanueAraba
«Si sabía que había pesaje, vomitaba. Pensaba 'me da igual comer hoy, porque vomito y ya está'. Me dolían las manos de vomitar, me hacía heridas. Todavía tengo las cicatrices en los nudillos. Ves que tus compañeras también normalizan esas conductas. Estar dos días sin comer. Crees que tienes el control. Pero en realidad es la voz que tienes en tu cabeza la que te está obligando a hacerlo».
«Tenía miedo a toda la comida, al arroz, la pasta.. Pesaba la fruta y me comía la más pequeña, la que menos azúcar tenía... Nivel muy obsesivo. Lo único que veía comer bien era lechuga y tomate. Unos garbanzos, arroz con pollo... era inconcebible».
Piñeiro, durante la bici del IRONMAN 70.3 de Valencia, en abril.@ironmanspainMUNDO
«Hubo episodios duros. Hay uno que fue bastante fastidiado [Resopla]. Ahí ya llevaba sin comer unos días... Vomitaba agua. Estás tan obsesionada que hasta el peso del líquido tienes que expulsarlo. No quieres nada que pese dentro de tu cuerpo. Llegas a vomitar hasta 10 veces en un día. Estaba desnutrida, me levantaba de la cama y me temblaban las piernas. No sé ni cómo llegaba a entrenar, iba como un esqueleto, un muerto andante».
Sandra, que en 2019 se hizo viral en un episodio en plena competición que recuerda con mucho cariño -se le rompió el remo y, tras el pánico, siguió balanceándose con sus compañeras para mantener el ritmo hasta acabar ganando aquella regata-, tocó fondo. «Te planteas el querer morir. Es un sufrimiento y un dolor tan grande que no quieres estar», admite. Pero fue capaz de ir en busca de auxilio, en la Asociación de Anorexia y Bulimia de Gipuzkoa. Conoció a su psicóloga y «empezó el proceso con mi entrenador, mi médico y mi nutricionista, un trabajo sinérgico». Y hasta escribió un libro, 'Remando en la oscuridad', con las anotaciones que tenía en su diario del tiempo de recuperación. Una herramienta que su psicóloga le aconsejó que, si lo daba a conocer, podría ayudar a mucha gente, porque «es una enfermedad tabú, de la que cuesta hablar y pedir ayuda. Hay miedo a sentirte juzgado».
«Todo eso ocurrió en mi último año de remo, en 2021. Tuve que parar unos meses, había bajado tanto la masa muscular que tenía riesgo de fallo cardíaco», se sincera. Se retiró y aprendió a hacer «todo lo que siempre me ha apetecido, desde una forma saludable y de ocio». Completar un Ironman, con el lema de su Fundación en el pecho, es también una forma de darle visibilidad a la importancia de la salud mental. Porque Sandra aún sigue teniendo sus «días malos», pero ahora ya posee las «herramientas» para no volver a eso que ella llama «mundo requeteoscuro».