Un planteamiento cobarde de inicio de Simeone y un desastre con todos sus cambios irracionales le regalaron la victoria con amabilidad a un Barcelona que jugó con esmoquin y se fumó a un lamentable Atlético.
Para empezar, la alineación inicial de Sime
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"Los empates en Mallorca y Las Palmas me habían afectado mucho, este no". En la pequeña sala de prensa del Estadio de Vallecas, Carlo Ancelotti se mostraba "satisfecho" por el empate del Real Madrid en su visita al Rayo Vallecano. Un empate a tres después del 2-0 inicial, del 2-3 a la hora de partido y de tres goles recibidos en centros desde la banda. Y un empate que deja al conjunto blanco (al que le falta por jugar el partido aplazado ante el Valencia) en segunda posición, a un punto del Barça, que juega esta tarde, y dos por encima del Atlético, que también disputa su cita este domingo.
Un empate en el que también tuvo protagonismo Martínez Munuera, criticado por el propio Madrid a través de su página web. En su crónica del partido, compartida en todas sus redes sociales, el cuadro de Chamartín destaca que "un polémico arbitraje impide la victoria del Madrid" en Vallecas.
El Madrid se queja de un posible penalti de Mumin sobre Vinicius en el tramo final del partido que ni el colegiado ni la sala VAR determinaron como pena máxima. El defensa del Rayo impactó con su pie en la pierna del brasileño, que cayó dentro del área.
"En el 75' llegó la jugada más polémica del encuentro. Vini fue derribado dentro del área de forma clara por Mumin, pero Martínez Munuera no pitó penalti ni fue avisado por González Fuertes, árbitro del VAR. (...) Nuestro equipo, que mereció ganar, ya piensa en la final de la Intercontinental", se puede leer en la crónica de la web madridista.
Ante los medios, Ancelotti fue contundente sobre la jugada: "Me parece muy claro en la repetición". "Tuvimos ocasiones claras, un posible penalti... más no se pudo hacer arriba", se lamentaba el italiano, contento con el partido de su equipo a pesar del empate.
"Veo un futuro bueno. Me voy pensando que estamos en buena línea. Salgo satisfecho", insistió, feliz por la actitud de sus futbolistas tras el 2-0. "El partido estaba perdido y lo hemos recuperado, luego ha faltado contundencia en el área... Hicimos 45 minutos muy buenos tras el 2-0. Creamos un montón de oportunidades. Es el empate de un equipo solidario que ha competido", reflexionó.
Se trata del cuarto empate del Madrid en la competición tras los conseguidos en Las Palmas, Metropolitano y Mallorca, y el sexto encuentro en el que no suma los tres puntos si sumamos las derrotas ante Barcelona y Athletic Club. "Me pusieron nervioso el empate de Mallorca y el de Las Palmas... Me habían afectado mucho, pero este no. Fue un equipo con la misma actitud del año pasado".
El italiano recordó que tienen la enfermería saturada y, a la hora de analizar las virtudes y defectos de su equipo, enumeró a todos los lesionados. "En la alineación inicial de hoy faltaban siete titulares. Carvajal, Alaba, Militao, Mendy, Camavinga, Vinicius y Mbappé. A veces hay que sufrir y hemos sufrido en ese sentido, los otros han competido muy, muy bien".
Además del empate, el encuentro dejó otra mala noticia para el Madrid. Y es que Vinicius Júnior se perderá el partido ante el Sevilla, el último antes de las vacaciones de Navidad, tras ver la quinta amarilla del curso. El brasileño protestó con ímpetu una falta de Lejeune en un contraataque, pidiendo en reiteradas ocasiones la tarjeta amarilla para el defensa del Rayo, y se llevó él la amonestación. "Lo de Vinicius no quiero tocarlo", respondió Ancelotti.
Algunas de las grandes carreras de un día, monumentales o no, tienen sobrenombre. Así, la Milán-San Remo es "La clasiquísima". La París-Roubaix, "El infierno del norte". El Giro de Lombardía, "La clásica de las hojas muertas". Y la neerlandesa Amstel Gold Race, "La clásica de la cerveza".
Rubia tostada de sol mortecino, tibia de temperatura (como gusta por esos pagos), coronada con la espuma multicolor del jersey del Lidl-Trek, se la bebió de un trago largo y angustioso un danés colosal, Mattias Skjelmose , por delante de dos gigantes que no por perder dejaron de serlo: Tadej Pogacar y Remco Evenepoel.
Carrera casi interminable de 256 kilómetros con 34 cotas breves sin empedrar, pero algunas bastante duras. Pasaban los kilómetros y no ocurría realmente nada. Una escapadita breve de algunos y eso era todo. ¿Cuándo atacaría Pogacar? El UAE, aunque había perdido por caída a Jhonatan Narváez y Tim Wellens, controlaba y endurecía la prueba, con McNulty y Sivakov en la proa del pelotón.
Discurrían los kilómetros y no ocurría realmente nada. ¿Cuándo atacaría Pogacar? El Education First de Powless y Healy pareció tomar la iniciativa. Transcurrían los kilómetros y no ocurría realmente nada, excepto el desgaste de la gente por el mero hecho del kilometraje y la acumulación de cuestecitas erosionantes. ¿Cuándo atacaría Pogacar?
En el Gulperberg, a 47 kms. de la meta, el que atacó fue Julian Alaphilippe. Una sorpresa mayúscula, porque el francés hace bastante tiempo que no está para estos trotes. Se le unió Pogacar. Por fin. Se fueron muy fácil. Demasiado. No reaccionó nadie. Alaphilippe le duró un suspiro a Pogi. Y el esloveno echó a volar solo. Muy pronto alcanzó el medio minuto de ventaja. Detrás había elementos de fuste: Evenepoel, Van Aert, Pidcock, Grégoire, Blackmore, Healy, Benoot, Schmid... y Skjelmose, en el que nadie pensaba en ese momento.
El podio de la Amstel Gold Race, con Skjelmose, Pogacar y Evenepoel.MARCEL VAN HOORNEFE
Pogacar seguía a lo suyo. ¿Carrera sentenciada? Claro, era Pogacar y eso lo había hecho muchas veces. Atacó Evenepoel, pero lo atraparon. Demarró a su vez Skjelmose y se alejó. Pareció un fuego de artificio. Volvió a apretar Remco y lo cogieron de nuevo. En su tercer demarraje, a 25 kms. de la meta, no pudieron con él. Enganchó al danés y desde ese momento la carrera adquirió unos tintes grandiosos. Se convirtió en una prueba contrarreloj. Por delante, Pogacar. Tras él, centímetro a centímetro, centésima a centésima, con Evenepoel tirando casi siempre y Skjelmose echando de vez en cuando una mano, el dúo perseguidor, que ya veía el arcoíris del esloveno, persistía en su esfuerzo.
¿Se estaría dosificando Pogacar, se dejaría atrapar y los abandonaría en la tercera y última subida al Cauberg (1.200 metros al 118% de pendiente máxima), que se coronaba a kilómetro y medio de la llegada?... Fuese como fuese, a falta de ocho, ya estaban los tres juntos.
El Cauberg no decidió nada. Bueno, decidió que Pogacar no iba a decidir. Los tres, con ventaja suficiente, racanearon un poco, vigilándose. Y echaron el resto en un sprint indeciso en el que, en un instante u otro, pareció que cualquiera de los tres iba a ganar. Lo hizo Skjelmose por un cuarto de rueda. Pogacar le sacó media máquina a Evenepoel. Hermosísima victoria del danés, por sí misma y por obtenerla ante tales rivales. Encabezando el selecto grupito, Van Aert, hizo, otra vez, cuarto a medio minuto.
Bienvenidos al Trípico de las Ardenas. El miércoles, la Flecha Valona. El domingo, la Lieja-Bastoña-Lieja, uno de los Monumentos. Pero con estos corredores, cualquier carrera es monumental.
En un momento de máxima tensión, con el Atlético de Madrid y el Inter de Milán jugándose el pase a los cuartos de final de la Champions, el Metropolitano vio cómo Marcus Thuram emulaba el mítico gesto de Míchel a Valderrama a principios de los 90 y agarraba los testículos de Stefan Savic.
El duelo, que acabó del lado del Atlético en la tanda de penaltis, se encontraba en la prórroga. El delantero del Inter no sabía cómo zafarse del rocoso defensar rojiblanco, así que decidió apretarle los genitales. En ese momento, Savic cae al suelo y los jugadores locales piden la roja para el francés. Sin embargo, ni el árbitro ni el VAR consideran que Thuram merezca la expulsión.
Poco después, el central montenegrino se levantó y acudió a pedir explicaciones al atacante del Inter. La respuesta provocó la sonrisa de Savic, que le dio un cachete a su rival y zanjó el incidente de manera amistosa.
Instantes después, el entrenador del Inter, Simone Inzaghi, sustituyó a Thuram por Alexis Sánchez.