Draymond Green y el puñetazo que amenaza la dinastía de los Warriors

Draymond Green y el puñetazo que amenaza la dinastía de los Warriors

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La intensidad de ala-pívot es vital para el equipo de Steve Kerr, pero sus estallidos son peligrosos. Agredió a LeBron en las Finales de 2016, se peleó con Durant y ahora ha pegado a un compañero

Draymond Green, durante la rueda de prensa en la que pidió disculpas.Santiago MejiaAP

Steve Kerr lo ha visto todo. En los Chicago Bulls, se ganó la confianza de Michael Jordan plantándole cara en un entrenamiento, aunque aquello le costó un puñetazo en la cara. Jugó su última temporada los Portland Trail Blazers, un equipo cuyo apodo, ‘Jail Blazers’, resume el amplísimo historial delictivo de ese vestuario. En una de las frecuentes peleas de los entrenamientos, Zach Randolph le rompió el orbital (el hueso que rodea el ojo) a Ruben Patterson de otro puñetazo. El que sería ‘hermano’ de Marc Gasol en los Grizzlies pasó días escondido en casa de un compañero por miedo a que Patterson lo matase. Así que sí, cuando hace unos días Draymond Green agredió a su compañero Jordan Poole en un entrenamiento de los Golden Warriors, no fue nada que Kerr no hubiera visto.

De Kerr y los Warriors se ha destacado siempre su habilidad para gestionar de puertas para dentro los conflictos internos. Apagar fuegos en asamblea sin que salga fuera nada más de lo necesario, o lo inevitable. Y ese era el camino que habían tomado de nuevo, hasta que ‘TMZ’, un medio especializado en filtraciones de sucesos (dieron las primicias de los fallecimientos de Michael Jackson o Kobe Bryant), publicó un vídeo que no dejaba lugar a interpretaciones. No era una pelea, como se había dicho en un primer momento, sino una agresión: después de un intercambio de palabras, Draymond Green se acerca a su compañero y con ese mismo estilo contrahecho con el que pasa o lanza a canasta, le suelta un derechazo al mentón.

Desde que llegó al banquillo de los Warriors, Kerr se ha referido a Green como su Dennis Rodman “por su impacto emocional en los partidos”. No es solo un jugador que viva en el filo, sino que se alimenta de él y contagia al resto. “Todo no puede ser vino y rosas”, ha explicado Green alguna vez sobre su papel en el vestuario. “A veces siento que necesito dar un par de gritos aquí a la gente. No sé ni sobre qué. Y tampoco importa. Se enfadan conmigo un par de días, pero les devuelve la vida”. Kerr reconoce esa necesidad (“Es nuestro pulso”), pero también lo difícil que es manejarlo. Green es como un fuego, que controlado calienta pero desatado incendia. “Si lo templo demasiado, puedo apagarlo”.

“Ese fuego es mi don y mi maldición”, reconoció Draymond Green a ‘Sports Illustrated’ en 2016. “El 95% del tiempo lo tengo controlado, pero el 5% que no puedo se vuelve en mi contra”. La fecha es relevante porque solo unas semanas después fue sancionado en las Finales de la NBA por un puñetazo a LeBron James, su tercera agresión a un rival en aquellos playoffs. Tan cierto es que Green le costó el anillo a los Warriors ese año (el de las 73 victorias, el de la remontada sobrehumana de LeBron), como que los cuatro que han ganado, incluido el último hace unos meses, no habrían llegado sin él.

Una renovación en el aire

El otro incendio sonado de Draymond Green fue su enfrentamiento con Kevin Durant en medio de un partido contra los Clippers. De aquello se ha escrito que fue el detonante para que Durant dejara los Warriors, pero lo cierto es que desde el verano anterior había rumores de que quería irse a Nueva York, y que un movimiento de 350 millones (llegó a los Nets con Kyrie Irving y DeAndre Jordan de la mano) no se planea en una semana. Y no es cierto, pero sí probable, que de no ser por las gravísimas lesiones del propio KD (rotura del tendón de Aquiles) y Klay Thompson (rotura del ligamento anterior cruzado) en las Finales, la temporada podría haber terminado como las dos anteriores, con anillo.

La agresión a Poole también tiene una negociación de fondo. Los dos aspiraban a firmar una extensión de contrato antes de empezar la temporada, pero mientras que la del escolta parece cercana, la suya sigue estancada. Draymond cumplirá 33 años en marzo y se teme que las cantidades que pide (el máximo, unos 140 millones por cuatro campañas) se hagan pronto muy cuesta arriba. En cambio Poole (1999) aparece como un relevo fresco (nunca sustituto, porque no tienen) para Curry y Thompson.

Los Warriors tienen motivos para medir sus pasos. Cuando ganaron el anillo en junio, se destacó que la factura de la plantilla (entre los sueldos y la penalización por superar el límite del llamado ‘impuesto de lujo’) era de 362 millones de dólares. Pero es que si este verano hubieran firmado las extensiones que tienen pendientes (Poole, Green, Thompson y Andrew Wiggins) la cifra para esta temporada se dispararía muy por encima de los 500 millones. Hay prioridades, y el entendimiento con Poole está más cerca que con Green.

“Mala situación mental”

Draymond Green ha negado cualquier relación entre esto y la agresión, que ha achacado a un mal momento en su vida personal (“una situación mental muy, muy mala”) y que a Poole le tocó pagar por ello. Ha asumido toda la responsabilidad (tampoco el vídeo le dejaba otra salida) y ha anunciado que estará unos días apartado del equipo, según él por decisión propia. Los Warriors aún no han tomado ninguna medida, pero defendieron a Poole desde el principio, antes incluso de que el vídeo despejara cualquier duda.

En medio de la polémica, Jordan Poole anotó 25 puntos en 23 minutos contra los Lakers. Y Steve Kerr, hablando de la entereza del escolta, dejó entrever que la negociación va por buen camino. “Hay una razón por la que ha sabido manejarlo. […] Y hay una razón por la que con suerte está apunto de firmar una gran extensión de contrato. Es muy duro mentalmente”.

Del vídeo solo ha dicho que nunca debió salir de las instalaciones, y que la publicación va a complicar la gestión del incidente. También que en 32 años en la NBA ha visto más de una veintena de agresiones como esa, y que de hecho recibió una de ellas. No sirve para justificarlo pero sí podría ayudar a manejarlo. Steve Kerr, que lo ha visto todo, vuelve a enfrentarse al fuego de Draymond Green. El reto no es solo domarlo y encauzar una temporada que ni siquiera ha empezado, sino decidir si Green debe tener futuro en los Warriors y hasta cuándo.

kpd