Luis de la Fuente tuvo un traspiés al subir a la tribuna de la sala de prensa del Colonia Stadium. “¡Penalti!”, se escuchó, bromeando. No pasó nada y el seleccionador se levantó raudo y veloz para ofrecer una nueva rueda de prensa bastante intrascendente si no fuera porque un periodista alemán le preguntó, en inglés, si sabía que la Ley laboral en el país impedía a los menores de edad trabajar a partir de cierta hora. Con una sonrisa, solventó el expediente: “Pues si tenemos que quitarle a las once y dos minutos, le quitamos”, dijo, bromeando, para sentenciar: “Está todo bien, no pensamos en eso”.
España se va a medir a Georgia buscando los cuartos de final de la Eurocopa, donde ha caído Italia poco antes de la rueda de prensa. Por eso el técnico anda con la mosca detrás de la oreja y, dice, no se fía. Tampoco después de haber ganado 1-7 y 3-1 en el grupo de clasificación. “Según su propio seleccionador, están aquí gracias a aquel partido del 1-7. Han aprendido mucho desde aquel día y tendremos que hacerlo muy bien para tener opciones de ganar”, explicó.
No se intuye ningún cambio en el once, aunque él deja la puerta abierta. “Cualquier cambio que se produzca no será caprichoso, será siguiendo el plan de juego que vamos a establecer, conociendo las sensaciones de los jugadores durante la semana, etc… No tengo duda de ninguno de los 26 que están aquí”, ha dicho alguien que formó un corrillo antes del entrenamiento y les pidió a los jugadores “máxima intensidad, porque ahora empieza la Eurocopa, ahora ya no hay vuelta atrás”.
Está tan relajado el seleccionador que animó a los presentes a ir a la fiesta del vino de su lugar de nacimiento: Haro, en La Rioja. Y volvió sobre Lamine Yamal. “Hablamos mucho en el día a día con él. Está aquí López Vallejo, el psicólogo del equipo, y hablamos con Lamine, sabiendo sus peculiaridades, que es un crío, aunque futbolísticamente es uno más”.
LE NORMAND
También habló, después, uno de los titularísimos. Robin Le Normand dijo que nadie confiaba en ellos antes de la Eurocopa, y que ahora todo el mundo les señala, pero que ellos deben tener la “cabeza fría” y ser “muy humildes”.
El central de origen francés vino a decir que se considera español a todos los efectos. “Cuando tú llegas con 18 años a un país nuevo, y la gente que te rodea te arropa así, y te permiten cumplir tu sueño…”, anunció, y contó una curiosidad: “Laporte y yo no hablamos en francés casi nunca, porque no nos sale natural. Yo aprendí a jugar al fútbol en España y me sale el español”.
A las 6.30 de la mañana comienza cada día el proceso para que España gane a Alemania y se clasifique para las semifinales de la Eurocopa. A esa hora se levanta Rodrigo Vargas, el cocinero de la selección desde 2010. «Una ducha y a la cocina para preparar el desayuno, pues el staff llega a las ocho en punto. Luego los jugadores, y cuando todos terminan, sobre las nueve y media o diez, ya vamos preparando la comida, que es a las 14.00. La merienda
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Dani Olmo tiene cara de alemán. Hubiera pasado perfectamente desapercibido el viernes por la tarde en el aeropuerto de Stuttgart, donde cientos de chavales y chavalas de su edad, con una lata (grande) de cerveza en la mano esperaban la salida de sus vuelos hacia Palma de Mallorca. Dani Olmo tiene cara de alemán, de guiri, del mismo modo que Nico Williams y Lamine Yamal, de esto ya hemos hablado, podrían estar en cualquier parque de España charlando con los colegas después del instituto. Dani Olmo tiene cara de alemán, del mismo modo que nueve futbolistas juegan en equipos vascos y presumen de ello, y de jugar con España, con mayor o menor entusiasmo, pero sin complejos.
Dani Olmo tiene cara de alemán, del mismo modo que Laporte o Le Normand tienen cara de franceses, pero son españoles adoptados. Dani Olmo tiene cara de alemán, del mismo modo que De la Fuente tiene cara de que le gustan los toros y rezar. Dani Olmo tiene cara de alemán, del mismo modo que Carvajal, Nacho y Joselu representan al club más competitivo del mundo, el más representativo de lo español. Dani Olmo, en fin, tiene cara de alemán, pero es español, del mismo modo que lo son, cada uno a su manera, los otros 25. Y de esta mezcla confusa ha surgido una familia con mayúsculas que esta noche, en Berlín, podría devolver a España al trono europeo 12 años después, convertirla, en solitario, en la selección que más Eurocopas tiene en toda la historia.
Para saber más
"Más allá de cualquier ideología que pueda tener cada uno, lo que hay en el País Vasco es una pasión por el fútbol. Me parece lo normal. Estamos nueve jugadores vascos en la selección". Dani Vivian, futbolista del Athletic nacido en Vitoria, respondía así a la pregunta de por qué los partidos de España tienen más de un 62% de cuota de pantalla en el País Vasco. Ocurre que lo del País Vasco no es una excepción. Las audiencias, brutales, de los partidos de España en esta Eurocopa, la instalación de cientos de pantallas en todo el país esta noche (también en San Sebastián, que pondrá una pegada a Anoeta, con Dj y todo) y el consumo masivo de información de la selección en redes sociales, especialmente en Instagram y Tik-Tok, hacen de este equipo un fenómeno tan potente como inesperado.
Inesperado porque, hace apenas un mes, cuando jugó su primer partido contra Croacia en el mismo escenario de la final de esta noche, un gesto pasó desapercibido. En el tercer gol, el centro fue de Lamine y el remate de Carvajal. El madridista, y madrileño, de 32 años, se fue con una sonrisa de oreja a oreja hacia el del Barça, catalán de origen marroquí, 16 años (la mitad) y en el abrazo, Dani le dio un beso al chaval. Era el primer síntoma visible de que Luis de la Fuente se había salido con la suya y había creado una familia entre las grandes y lujosas paredes del hotel Der Öschberghof, de donde el equipo no se movió hasta ayer mismo. Han seguido la misma rutina en el partido contra Albania, donde no había nada en juego, que en la preparación para el partido definitivo de hoy. La convivencia ha sido la mejor desde hace décadas, mejor incluso que las de los títulos de 2010 y 2012, a juzgar por los testimonios, fuera de los focos, de quienes estaban en aquellos tiempos.
La selección, tan heterodoxa, tan mestiza, ha pasado por todos los estados en esta Eurocopa. Comenzó convenciendo, incluso con un punto de suerte, ante Croacia, y luego desarboló a Italia, a la que ganó, sin embargo, con un gol en propia puerta, se sobrepuso al gol de Georgia en octavos tras pasar su peor rato aquí, enfrió una prórroga que se preveía caliente ante la anfitriona, a la que le hizo un gol en el último suspiro, y en su casa, y después también se levantó del gol de Francia para después, simplemente, controlar el partido. "No tenemos que hacer nada diferente a lo que hemos hecho hasta ahora", recuerda Dani Olmo, el que tiene cara de alemán, pero que no lo es. Es uno de los tímidos de un grupo donde los capitanes dieron voz ayer a Navas a modo de homenaje, pues hoy será su último partido.
La selección, tan heterodoxa, tan mestiza, tiene delante a Inglaterra, un equipo, parecía, con más talento individual, o con jugadores más caros, quién sabe. Un equipo que ha ido salvándose de situaciones dificilísimas (empató, en octavos contra Eslovaquia, a falta de 30 segundos) y que afronta su segunda final consecutiva de Eurocopa. La primera la perdió, en su santuario de Wembley, ante Italia en 2021. Un equipo que ha jugado, atendiendo a su once tipo, muchos más minutos que el once tipo de España, la selección que mejor fútbol ha hecho, sí, pero que mejores piernas ha demostrado, también. Y eso, las piernas, en una cita como la de esta noche, van a ser fundamentales.
Si atendemos a eso de la experiencia, España juega su quinta final (tres victorias y una derrota) e Inglaterra apenas su segunda (esa derrota en 2021). Nacho, Joselu y Carvajal por España, Bellingham por Inglaterra, aspiran a sumar Champions y Eurocopa el mismo año. Se han enfrentado los equipos 27 veces (10 para España, 13 para Inglaterra, 4 empates), y así un montón de estadísticas que esta noche importarán nada. Es una final de Eurocopa. Y España, esta España de todos los diferentes, busca coronarse y unirse al mito en que se convirtió, con razón, el periodo 2008-2012.