Fernando PérezEspecialista de Psicólogos del Deporte
Especialista de Psicólogos del Deporte
En la mayoría de ocasiones el entorno de un deportista en formación se supone un factor de riesgo. Un ejemplo: un o una cadete que ficha por el Real Madrid o el Barcelona y su familia y sus amigos depositan unas expectativas exageradas sobre él o ell
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La ciudad china de Guangzhou y el 11 de mayo de 2025 pasarán a los anales del atletismo español. En el Campeonato del Mundo de Relevos, clasificatorio para el Mundial completo de Tokio de septiembre, el equipo femenino de 4x400 conquistó el título y el de 4x100 se hizo con la plata.
Paula Sevilla, Eva Santidrián, Daniela Fra y Blanca Hervás lo bordaron en el relevo largo. El último tramo fue apoteósico. Hervás, majestuosa, sin descomponerse en ningún momento, elegante, erguida, con las rodillas altas, superó en la recta a la última estadounidense para vencer con récord de España (3:24.13). Tercera fue Sudáfrica.
En los 4x100, Esperança Cladera, Jaël Bestué, Paula Sevilla (ella otra vez) y Maribel Pérez sólo se inclinaron por poco ante Gran Bretaña, a pesar de que el último cambio de testigo entre Paula y Maribel fue defectuoso. Espléndido, en cambio, el tercero entre Jaël y Paula. Sus 42.28 se quedaron muy cerca de los 42.18, récord de España, de la primera jornada.
Blanca Hervás, heroína definitiva de los 4x400, había corrido horas antes la repesca de los 4x400 mixtos, en unión de, por orden de aparición, David Zurita, Carmen Avilés y Samuel García. Y remató la victoria en 3:12.55, récord de España. Realizó 48.85 en su posta. Soberbia. El equipo viajará a Tokio.
Es verdad que la competición no reunía a los grandes nombres de los 100 y los 400, excepto, en los 4x100, los de las jamaicanas Shelly-Ann Fraser- Pryce y Shericka Jackson, muy veterana la primera (38 años) y fuera de forma (30 años) la segunda. Pero había muchas marcas mejores que las de las españolas y muchos nombres más notorios. Las nuestras se superaron a sí mismas y, de paso, a sus rivales.
España también celebra éxitos que se crearon en otros lugares, especialmente en Cuba, como el oro de Jordan Díaz en los últimos Juegos Olímpicos o el bronce de Lester Lescay en el último Europeo en pista cubierta, pero mientras asciende una generación tan propia como las precedentes, formada en sus escuelas, enseñada por sus entrenadores. Si en los primeros casos se entiende el debate, en los segundos carece de argumentos. En el Mundial indoor de Nanjing que acabó este domingo, la selección de atletismo acabó con tres medallas, un número que no alcanzaba desde hace 15 años, gracias a Ana Peleteiro, Fátima Diamé y Josué Canales, tres atletas que maduraron en los tartanes del país. Si acaso la diferencia con los medallistas de Doha 2010, el proscrito Sergio Sánchez, Natalia Rodríguez y Ruth Beitia, está en la piel.
Después del éxito de Peleteiro el sábado, los bronces de este domingo de Diamé en la longitud y Canales en los 800 metros confirmaron la ascensión de un grupo que en este ciclo olímpico debería confirmarse como histórico. Junto a ellos, estos años, otros como Mohamed Attaoui o Paul McGrath, de apellido foráneo, hechos en casa.
La emoción de Canales
«He venido para quedarme y quiero seguir dando alegrías al atletismo español», proclamaba Canales, el descubrimiento del campeonato. Nacido en Honduras y criado desde los tres años en el barrio de Santa Eugenia, en Girona, al lado de Salt, esperó una eternidad para poder correr como español y, en cuanto lo hizo, se colocó entre los mejores del mundo. Nadie como él ejemplifica el valor del conjunto. Hijo de padres adolescentes, víctima de un mal divorcio, acabó corriendo de casualidad, pero en el club GEiEG le enseñaron a disfrutar del deporte y en el CAR de Sant Cugat, a disfrutar de la vida. Por eso antes de cada carrera señala su número de habitación en el centro, el 313; un agradecimiento. El otro, este domingo, fue para su abuela, Ruth Liliana, Nana, que voló de Tegucigalpa a Girona cuando él era adolescente para construirle un hogar, un lugar donde vivir en paz.
Dar YasinAP
«La dedicatoria de esta medalla tiene nombre y apellido, mi abuela Ruth Liliana. Yo no sería nada de esto si no hubiera sido por ella. Le debo el cielo a esa señora, la amo con todo mi corazón», se emocionó Canales que también agradeció a su entrenador, el ex maratoniano Carles Castillejo. En pruebas anteriores, Canales lo había perdido todo por no creérselo, «el síndrome del impostor», como reconoció, pero esta vez nada de eso. En la final, donde dominó el estadounidense Josh Hoey, se pegó a la espalda del belga Eliott Crestan y con él se fue hasta el podio.
El salto que espera a Diamé
Queda por ver a Canales -amigo íntimo de Attaoui- brillando en una competición al aire libre, pero a sus 23 años tiene mucho tiempo por delante para hacerlo. Como Diamé pese a sus 28 años. Horas antes que el mediofondista, la saltadora de longitud también acabó en tercera posición, la misma que hace un año en el Mundial de pista cubierta de Glasgow. De padres extranjeros como Canales, en su caso de padre senegalés y madre portuguesa, Diamé nació en Valencia y vivió tan cerca de sus pistas de atletismo del cauce del Turia que acabó apuntándose casi sin querer. Todos los días, a todas horas, veía gente corriendo, saltando, lanzando, ¿Qué hacer si no?
Desde hace unos años entrena en Guadalajara a las órdenes de Iván Pedroso y su progresión es innegable, pero continúa en busca de su gran salto. Este domingo, de hecho, acabó entre la alegría y la decepción por no haberlo conseguido. «Pensaba que podía llegar a 6,85 metros, pero es una medalla, no me voy a quejar», comentó después de quedarse con los 6,72 metros de su primer intento, superada por la estadounidense Claire Bryant (6,96 metros) y la suiza Annik Kalin (6,83 metros). Con molestias en la pierna derecha, su pierna de batida, durante todo el invierno, el bronce ya era mucho.
España dio la talla y, como era de esperar, tuvo de todo, mayoritariamente bueno, en la primera jornada, ya en el estadio, del Campeonato de Europa de Atletismo por Equipos. Del primer puesto del inabordable Mohamed Attaoui en los 800 metros (1:44.01) al 12º del discreto Kevin Arreaga en el lanzamiento de martillo (69,19), nuestro atletismo recorrió en la pista, como Don Juan Tenorio en el amor, toda la escala social. Y acabó la jornada en segundo lugar (134 puntos), por detrás de Países Bajos (165,5) y por delante de Italia, que nos pisa los talones con 133.
Marta García (15:58.53) fue segunda en los 5.000 tras Nadia Battocletti. Misma posición que Dani Arce en los 3.000 obstáculos (8:22.04). Paula Sevilla acabó tercera en los 400 (50.70, marca personal) dominados por la imperial Femke Bol (49.48).
El calor no corría, no saltaba, no lanzaba. Pero fue el protagonista pasivo de la jornada. Despobló las gradas al sol, con el público concentrado en las zonas de sombra, bajo la visera del estadio. No afectó, sin embargo, a las marcas y al rendimiento, excepto, lógicamente, a las pruebas de largo aliento, los 5.000 femeninos y los 3.000 obstáculos masculinos. En los 5.000 se dispuso en la misma pista una mesa con botellas de agua, como si de un maratón se tratara. Algunas chicas acabaron para el arrastre.
Proliferaron los buenos registros, empezando por los mencionados 49.48 de Bol en los 400. Tres hombres superaron los 80 metros en el lanzamiento de martillo, con victoria del ucraniano Khokan Mykhaylo (81,66). La neerlandesa Jessica Schilder pasó de los 20 metros en el peso (20,14).
Hará más calor aún el sábado y el domingo. No importa. Parece que nos va bien.