"No estamos ante un consentimiento, sino ante un sometimiento", "¿estamos ante una conducta inadecuada? Sí, delictiva, no". Así calificó Ángel Chavarría, el abogado de Jenni Hermoso, el beso que le propinó Luis Rubiales a su cliente y así respondió Olga Tubau, la defensora del ex mandatario. Se trata del hecho que está siendo juzgado en la Audiencia Nacional desde hace ocho sesiones y que este jueves entraba en su recta final con los informes finales de las acusaciones particulares y de las defensas de los cuatro acusados.
Tras el alegato final de la fiscal Marta Durántez, con el que se cerró la sesión del miércoles, y que se extendió en torno a las dos horas, era el turno para la acusación particular de Hermoso, cuyas primeras manifestaciones han sido para adherirse a las penas solicitadas por el ministerio público. Se trata de un año al propio Rubiales por la agresión sexual y un año y medio para el ex dirigente de la Real Federación Española y el resto de acusados por las coacciones posteriores. Algo más de una hora ha empleado Chavarría en su exposición.
El pilar del alegato del letrado fueron los "seis segundos que cambiaron la vida de la señora Jennifer Hermoso". Ese momento en que el presidente se subió a horcajadas sobre la futbolista y que luego, siempre según la acusación, realizó un acto "que sobrepasa los límites legales" y "sin tiempo para Hermoso de percibir las intenciones del señor Rubiales". "Poco le importaba el consentimiento, iba a consumarlo y no había posibilidad de zafarse", ha apuntado Chavarría.
El "beso robado" del presidente de la RFEF a una subordinada es un acto punible en el Código Penal español y nunca debió hacerlo según el protocolo antiacoso aprobado por La Junta Directiva del propio imputado un año antes, ha detallado el abogado de Hermoso. "El señor Rubiales, a la vista de este protocolo, nunca se le debería haber pasado por la cabeza pedir un beso a una persona que está por debajo de él", ha afirmado.
Esta jerarquía se extendió, según la acusación, a "12 acciones posteriores a modo de compeler". Así se han enumerado las presuntas presiones que recibió la futbolista desde que entra en el vestuario tras proclamarse campeona del mundo hasta su traslado en autobús al aeropuerto, el avión a Doha o el viaje de celebración a Ibiza.
El abogado de Jenni recordó las relaciones empresariales que tienen el ex director de marketing, Rubén Rivera, y el ex director de la selección masculina, Albert Luque, con Rubiales y que están siendo investigadas en el juzgado número 4 de Majadahonda en el caso Supercopa. "El crimen no tiene casualidad", ha lanzado para justificar la participación en las coacciones de estas dos personas acusadas también en la causa.
Esta acción, según Chavarría, "le causa un shock, un enfrentamiento de reacciones encontradas entre ser campeona del mundo y recibir una agresión sexual". Pero, para la acusación, las consecuencias de un beso no consentido no quedan allí. "Esto ha marcado, señalado y estigmatizado a la víctima no sólo en España sino a nivel internacional", ha manifestado y ha añadido que la propia jugadora ya no es "Jenni, la campeona del mundo" sino "Jenni, la del beso".
Críticas a la RFEF de Rubiales
También la letrada de la Asociación de Futbolistas Españoles, Maria José López, quiso adherirse a las penas solicitadas por los acusados y empleó su hora de informe final para recalcar que la prueba de que no hubo consentimiento no corresponde a Jenni Hermoso, que la futbolista era "subordinada" de Rubiales y que la jugadora se sintió "desprotegida" durante todo el proceso.
"Las presiones tenían un objetivo, que la jugadora manifestase que el beso había sido consentido", expuso la abogada sobre las coacciones que sufrió Hermoso desde que se bajó del estrado en Australia hasta Ibiza. Y, a juicio de López, fueron "ordenadas por el señor Rubiales".
En la parte final de su discurso, la representante de AFE ha aprovechado para criticar la estructura de la RFEF bajo el mandato de Rubiales, que la ha calificado de "vertical, manipuladora y servilista" y que "no ha sabido ni querido protegerla". Por último ha concluido con una cita de la escritora Carmen Martín Gaite: "Soy lo que soñé", para expresar que a Hermoso no se la permitió soñar con su título como campeona del mundo.
Inadecuado, no delito
Olga Tubau comenzó su informe no buscando probar el consentimiento de Hermoso al beso de Rubiales, sino poniendo en duda que el mismo pueda ser considerado una conducta delictiva. "Este beso ni se vivió ni se interpretó como una agresión sexual por Jennifer Hermoso", ha apuntado la letrada que opinaba que gran parte de la jurisprudencia mencionada por las acusaciones no es aplicable al caso.
Tubau ha valorado las reacciones de la jugadora posteriores a la acción y cree que no era posible "dominarlas". "¿Te dan un beso que te da asco y te despides con una sonrisa?", se preguntó la letrada sobre los gestos entre ambos en la ceremonia y luego también cuestionó su actitud posterior en el vestuario con sus compañeras. "Quien ha sufrido una agresión sexual no necesita la validación de terceros", ha añadido la letrada.
La defensa de Rubiales ha quitado peso a la importancia de la palabra exacta que dijo el ex dirigente a Hermoso para, presuntamente, pedir permiso a la futbolista. Ha cuestionado que las acusaciones no tuvieran periciales propias queriendo sembrar la duda sobre si el resultado de las suyas podría coincidir con el que adjuntó la defensa y que manifestó que el ex dirigente le preguntó: "¿Te puedo dar un besito?.
En su intervención, de aproximadamente hora y media, la propia Tubau ha querido centrarse principalmente en la acción del beso e incluso avisó que cedería a sus compañeros la responsabilidad de responder ante la acusación de coacciones. No obstante, se preguntó: "Cuando le dice que entre a hacer un vídeo y le dice que no, ¿el insiste? ¿Qué coacción es ésta?". Añadió además que el resto de acusados han corroborado en sus testimonios que nunca actuaron en nombre de Rubiales.
La abogada ha finalizado su informe exponiendo lo que considera una desmesurada cantidad como indemnización por responsabilidad civil y ha pedido la absolución de su defendido invocando la teología. "No podemos confundir el pecado con el delito".