En el entorno de Carolina Marín cuentan que no lo esperaba. La china He Bing Jiao, su rival en las fatídicas semifinales de los Juegos de París en las que volvió a romperse la rodilla, subió al podio a recoger su plata -perdió en la final-, con un pin de España. Un bonito homenaje. Una sorpresa porque Jiao no tenía mucha relación con Marín y porque la cultura china no es muy dada a este tipo de expresiones. “Podéis imaginar cómo está, pero ha visto la fotografía de Jiao y le ha emocionado“, comentan quienes la conocen.
La jugadora aterrizó este lunes en el aeropuerto de Barajas, en Madrid, y allí la recibió un grupos de aficionados que le dedicó una ovación y la vitoreó: “¡Campeona, campeona!”. “Todavía no he podido ver todo (refiriéndose a las muestras de cariño), pero quiero dar las gracias a todo el mundo. Estoy destrozada, no puedo decir otra cosa. Me voy ahora mismo al hospital y a ver qué sale. No sé si me tienen que operar, voy directamente al hospital y ahí tomaremos decisiones. Gracias por el apoyo”, dijo ante los medios que la esperaban en la terminal.
Durante toda la mañana se estuvo haciendo pruebas en la Clínica CEMTRO, donde fue operada las dos veces anteriores, por el doctor Pedro Guillén. Las primeras exploraciones, realizadas en el centro médico de la Villa Olímpica, apuntaban a una rotura del ligamento cruzado de la pierna derecha, aunque no se hará oficial hasta que haya un diagnóstico seguro. Marín se rompió por primera vez ese ligamento de esa misma rodilla a principios de 2019, en Indonesia. Luego, dos meses antes de los Juegos de Tokio 2020 sufrió la misma lesión, pero está vez en la rodilla izquierda y con afectación también al menisco.
Desde el mismo entorno de Marín aseguraban que ni tan siquiera habían valorado la opción de recibir una medalla de bronce honorífica y que esa iniciativa, si realmente existía, no había salido de ellos.
Un MVP de la Super Bowl; otros exjugadores de la NFL; el bajista de Earth, Wind & Fire; el saxofonista de Michael Jackson; y así muchísimos inversores entre los que también había una directiva del banco Wells Fargo o el director de una compañía de ciberseguridad. Hace poco más de un año, un grupo estadounidense llamado Elite Sports Equity compró los Barcelona Dragons de fútbol americano y parecía el despegue. El equipo que en los años 90 llenó el Estadio Olímpico de Montjuïc resucitó en 2021 para participar en la nueva European League of Football (ELF) y llevaba desde entonces esperando la entrada de capital extranjero. Era el momento.
Con el dinero yankee, llegarían jugadores con pasado en NFL, la victorias y un nuevo boom: ¿Volverían a reunirse decenas de miles de personas para ver fútbol americano en España? Parecía posible. Pero era un espejismo. Ahora el equipo ya no existe; desapareció hace unos días.
«Fue un desastre. El año pasado nos reunieron a mitad de temporada y nos dijeron que los inversores habían decidido no poner más dinero por un desacuerdo con la ELF. Nos avisaron que habría impagos, pero pidieron que jugáramos hasta final de año para salvar al club. Muchos se fueron, incluidos los entrenadores y los que nos quedamos hicimos lo que pudimos. En el primer partido, los Munich Ravens nos iban metiendo 54-0 al descanso y decidimos retirarnos. Luego recibimos palizas que daban vergüenza. Los Ravens, por ejemplo, a la vuelta, nos ganaron por 90-0. Y no sirvió de nada», recuerda Jorge Hernández, linebacker de los Dragons hasta diciembre. «Pensaba que el nombre de Dragons pesaría más, pero no fue así», denuncia.
ELF
De Angoy a la resurrección
Los primeros Dragons se crearon en 1991 para jugar en la World League of American Football, un proyecto de la NFL que buscaba extender su deporte. Su primer partido, en casa, ante los New Jersey Knights, fue un éxito de público y luego con Jesús Angoy, ex portero y yerno de Johann Cruyff, como kicker e imagen del equipo, se alcanzó el cielo. En la final de la World Bowl de 1997, con victoria ante los Rhein Fire, el Estadio Olímpico de Montjuïc registró un lleno. Luego vino la decadencia.
Hasta su desaparición en 2003, los Dragons fueron perdiendo aficionados, jugadores, sponsors y después hubo años y años sin fútbol americano profesional en España. Pero en 2021, al calor de una nueva competición, la European League of Football (ELF), también con influencia de la NFL, un empresario italiano, Bart Iaccarino, decidió recuperar los Dragons. Primero jugaron en Reus, después en Terrassa y finalmente en Badalona. Cuando llegó el dinero del grupo inversor Elite Sports Equity estaba todo preparado para el éxito.
«El fútbol americano en Europa es muy potente en Alemania, pero en 2022 habíamos conseguido llegar a semifinales de la ELF y optar al título. Los entrenadores eran muy buenos y habíamos fichado a buenos americanos. Nosotros, los españoles, que éramos mayoría, cobrábamos entre 300 y 1.000 euros. Antes de la llegada de los inversores, con Iaccarino, ya había retrasos, pero pensábamos que se resolverían. Cada semana anunciaban en Instagram a un inversor nuevo, pero al final nada», explica ÁlexPosito, también linebacker, que como Hernández ahora se ha ido a jugar a los Madrid Bravos.
La última fiesta en un parking
El año pasado, en plena crisis de los Dragons, nació el equipo en el Estadio Vallehermoso y ahora resulta la salvación para los jugadores nacionales. Gracias a los Bravos, el fútbol americano mantiene un conjunto profesional en España y se supone uno de los favoritos para la próxima ELF que empieza el 17 de mayo.
EFL
«En España hay mucha afición por la NFL, se dice que somos unos de los 10 países del mundo con más seguidores de la liga, pero eso no se traduce en equipos locales. Falta esa transición», analiza Isaac Gómez, aficionado de los Dragons que formaba en uno de los dos grupos de animación que tuvo el equipo en esta nueva época, los Supporters Dragon Wall.
«Muchos teníamos devoción por los Dragons antiguos y creamos el grupo para animar a los nuevos. Fue una decepción. Teníamos mucha ilusión, pero acabó siendo un desastre. El grupo inversor que venía con un MVP de la Super Bowl no hizo nada. En las previas de los partidos hay la tradición de que cada equipo monte una fiesta y en la última acabamos en una esquina del parking con una canasta atada a una valla. Fue muy triste», finaliza.
La tablet de las estadísticas molestaba a Juan Carlos Ferrero, que ni podía sentarse bien porque la tenía delante ni quería encenderla. En la mayoría de partidos, los entrenadores suelen echar un vistazo a los números que ofrece la ATP, pero este viernes el técnico de Carlos Alcaraz no tenía ninguna necesidad. ¿Para qué? En el último partido de la fase de grupos de las ATP Finals ante Alexander Zverev, su pupilo estaba sufriendo un asedio y no hacía falta que los datos lo corroborasen.
Mirar el aparato sólo le hubiera servido para saber que el rival del español estaba sacando mejor que nunca, que ya es decir: máximas de hasta 232 km/h y, lo que es peor, una media de 221 km/h en sus primeros, una barbaridad. Por dimensionar, el mejor saque de Alcaraz fue exactamente a esos 221 km/h de velocidad. Ante ese bombardeo, sólo quedaba la defensa, la resistencia, el aguante; ante ese bombardeo, sólo quedaba la desesperación.
Carlos Alcaraz, en el descanso entre sets ante Zverev.MARCO BERTORELLOAFP
Perdió Alcaraz por 7-6(5) y 6-4 y quedó eliminado del torneo en un partido en el que lo intentó todo y nada le funcionó. "Lo primero que pienses, ve con ello. ¡Convencido!", le reclamaba Ferrero, que viendo que su tenista no encontraba soluciones le proponía una. En el tie-break del primer set, el momento más decisivo del partido, se colocó muy atrás en la pista para intentar restar a Zverev, para como mínimo poner la pelota en juego.
El tie-break decisivo
"Sólo quiero meterla dentro", se repetía Alcaraz, pero seguía una táctica complicada. El español no es un especialista de la retaguardia, lo suyo es el ataque, y su rival tampoco se lo ponía fácil. En esa muerte súbita retrasarse al máximo en la pista le sirvió en un par de puntos, pero finalmente Zverev impuso su cañón para llevarse el periodo.
Zverev celebra su victoria ante Alcaraz.MARCO BERTORELLOAFP
En la vuelta a su banquillo, Alcaraz se gritaba consciente de la oportunidad perdida. Hasta llegar a ese tie-break había salvado siete bolas de break -una de ellas de set- y tener otra opción de ganar sería complicado. Un dato lo demostraba: en los últimos tres partidos, en cinco horas de juego en pista, Zverev no había concedido ni una sola oportunidad de ruptura y eso que se había enfrentado a Ugo Humbert, Andrey Rublev y Casper Ruud, es decir, a tres jugadores en el Top 15 del ranking mundial. En ese segundo set, Alcaraz lo logró, con 3-2 se fabricó dos bolas de break, pero no pudo aprovecharlas y el partido murió ahí.
Con su segunda derrota, Alcaraz cerró un participación honrosa en las ATP Finals. En las peores condiciones posibles para él -pista dura indoor- y con problemas físicos por culpa de un resfriado persistente, apenas jugó en su debut ante Casper Ruud y no se rindió en el segundo ante Andrey Rublev. Con las Finales de la Copa Davis del adiós de Rafa Nadal como objetivo histórico, ahora tiene tres días para rehacerse de uno de los mayores asedios sufridos en su carrera y recuperarse del todo.