Carlos Sainz cambiará su equipamiento este fin de semana en Montmeló. El piloto madrileño estrenará una nueva vestimenta en la que además del habitual rojo de Ferrari aparecerá el amarillo, un guiño a la bandera de España en el único Gran Premio que se celebra en nuestro país.
“Un look especial para un GP especial. Vamos!”, desveló Sainz en su cuenta de Twitter. El piloto de Ferrari confía en que los colores le den suerte para correr en casa y así dar carpetazo a las malas sensaciones de Mónaco, donde acabó en octava posición tras una controvertida estrategia de su escudería.
“Un buen resultado aquí, en Barcelona, sería una sensación única y me daría un plus de optimismo”, comentó Sainz este miércoles en el acto de presentación del Gran Premio. “Acabo de aterrizar, estoy encantado de estar aquí”, aseguró el madrileño, que busca su primer podio de la temporada.
“Éste es mi noveno año y me parece que fue ayer cuando estaba aquí con Toro Rosso, que clasifiqué quinto, además”, explicó Carlos, que también recordó la primera vez que acudió a Montmeló, con sólo diez años.
“Fue en 2005; y recuerdo que fue entonces cuando conocí a Fernando (Alonso), a Pedro (de la Rosa) y a Marc (Gené); y cuando volví a casa de ese fin de semana le dije a mi padre, con 10 años, que quería ser piloto de F1“, indicó Sainz, que afronta su tercera participación con Ferrari en Montmeló.
“Es muy difícil explicar lo que siento al correr aquí. Es impresionante” comentó el español de Ferrari, que aunque admitió que “no” oye a la gente en las gradas, precisó que sí les ve. “Siempre me fijo cuánta gente hay, sobre todo en las vueltas de entrada y de salida a pista. También el año que me puse tercero en carrera, me di cuenta que esa grada estuvo a punto de caerse”, apuntó, entre risas.
Hizo lo que tenía que hacer, optimizando sus virtudes y aireando las carencias de los rivales. En una muestra de poder, Max Verstappen ganó el GP de Japón por delante de Lando Norris y Oscar Piastri, impotentes, aburridos, exhaustos ante el vigente campeón, el primer piloto de la historia con cuatro victorias consecutivas en Suzuka. Sin embargo, romper el anterior registro de Michael Schumacher (2000-2002), no representa esta vez su mayor logro. El mensaje más apremiante de Verstappen a sus rivales va un par de pasos más allá. Si quieren que algún día claudique en este Mundial, si quieren su cabeza, hay que ofrecer mucho más dinero por la recompensa.
Fue una reedición de lo visto el año pasado en Monza, con McLaren enredada en sus diatribas, dudando entre dar prioridad a uno u a otro. "Lando debería irse pronto porque creo que tengo el ritmo para alcanzar a Max", dijo Piastri por radio, a falta de 12 vueltas. Tras una carrera de desgaste, los bólidos papaya seguían a la estela del líder, ataviado con los colores de Honda. Tan cerca y tan lejos. Establecida la igualdad en los neumáticos duros, con 1,5 segundos de margen, Verstappen gobernaba la situación. Sin mayor novedad, vio la bandera a cuadros y asestó un duro golpe en la moral de McLaren.
A casi 14 segundos de la cabeza, sin opción alguna de podio, Charles Leclerc dio el cuarto puesto a Ferrari. Hubo demasiada tierra baldía también en torno a George Russell y Andrea Kimi Antonelli, quinto y sexto con Mercedes. Por no hablar de Fernando Alonso, undécimo, o Carlos Sainz, decimocuarto. Salvo las notas geniales y discordantes de Verstappen, todo en Suzuka discurrió en torno al guion establecido. Y eso nunca es buena noticia para los españoles.
Pánico al 'graining'
Las condiciones de la pista, con esporádicas bolsas de agua, y los 14ºC en el ambiente podían alterar la armonía. O añadir novedades respecto a las dos citas previas en Australia y China. Había que mimar los neumáticos, por pánico a una degradación en forma de graining, y mantenerse alerta ante la hipotética aparición de la lluvia. Era de prever que el pulso estratégico se resolviera a una sola parada. De modo que en el tramo incial, la carrera sólo se animó con un par de persecuciones.
La más vibrante la libraron Pierre Gasly y Alonso, casi en paralelo durante media vuelta. Desde la curva 2, el asturiano acechó al líder de Alpine, hasta completar una espectacular maniobra a la salida de 130R. Después de sus dos ceros previos, la premisa para Alonso era alcanzar la meta, pero quedaba claro que no iba a andarse con miramientos. Tampoco podía quedarse quieto Lewis Hamilton, con el paso cambiado y gomas duras. El heptacampeón se quitó de encima a Isack Hadjar al final de la recta de meta.
En la vuelta 21, McLaren movió primero sus piezas, llamando a Piastri. El australiano se reincorporó noveno, por delante de Alonso, con la idea de plantear la opción de undercut de Norris ante Verstappen. De inmediato, Red Bull reaccionó con el pit-stop para el neerlandés y McLaren quiso calcar el movimiento. Así que allí estaban los dos favoritos rueda con rueda en el pit-lane. Uno de esos instantes que deciden los campeonatos. Verstappen, por supuesto, no cedió un ápice ante el candidato, que antes de forzar el límite optó por pisar la hierba reseca.
Norris, por delante de Piastri, el domingo en Suzuka.AFP
Los comisarios anotaron el incidente y unos minutos después desestimaron cualquier tipo de sanción. El triunfo debería resolverse con las fuerzas de cada cual con los neumáticos duros, pero mientras tanto Antonelli se daba el lujo de liderar varias vueltas con apenas 18 años. La evidencia de que Mercedes, como en el pasado Mundial, multiplica su rendimiento sobre un asfalto en perfectas condiciones y a baja temperatura. Si Hamilton hizo durar los duros 30 vueltas, el italiano aguantó una más con los medios.
El plan de Williams con Sainz
Sainz también tuvo que estirar su relevo, amontonando giros, habituándose a un coche que aún no ve como suyo. Casi de inicio había perdido la decimoquinta plaza ante Nico Hulkenberg, aunque pronto se quitó ese hierro candente con una magnífica maniobra en la horquilla ante el líder de Sauber. Resultaba discutible la estrategia de Williams con el madrileño, que tenía 20 vueltas por delante para llegar a meta con los blandos.
Carlos había intentado ayudar a Albon, taponando a duras penas a Hadjar, pero ahora se veía frente a un plan de muy cortas miras. Ya se había saltado la última chicane, aunque los jueces no considerasen pertinente la investigación, pero a la hora de la verdad, lo más valioso que pudo aportar fue un adelantamiento ante Liam Lawson, utilizando el DRS en la recta principal, y un amago de vuelta rápida, más tarde frustrado por Antonelli (1:30.965).
De igual modo, el domingo debió de hacerse eterno para Alonso, incrustado en la undécima posición. Sin opciones de atrapar al Haas de Oliver Bearman, pero con sobrada firmeza para mantener a raya a Yuki Tsunoda. Ganar dos posiciones, desde la decimocuarta en la parrilla, se antoja una pobre recompensa para el segundo piloto de Red Bull, aunque bien sabemos ya de lo odiosas que resultan ciertas comparaciones.
Terminaron las especulaciones, cayeron las caretas y Max Vestappen arrancó el Mundial 2024 como había cerrado el anterior. Riendo a carcajadas bajo el casco tras su primera 'pole' del año (1:29.179), con 22 centésimas sobre Charles Leclerc y 30 ante George Russell. No hubo modo de presentar batalla por parte de los españoles, porque Carlos Sainz, cuarto, y Fernando Alonso, sexto, aún necesitan más impulso a una vuelta.
Hablase en serio o no, lo cierto es que nada más cruzar la meta, Verstappen pensaba que no sería suficiente. De hecho, Leclerc había marcado un 1:29.165 en la Q2. Pero cuando Gianpiero Lambiase hizo oficial su 33ª pole, el campeón estalló de felicidad. "No tienes que disculparte, porque fue un buen comienzo", le dijo su ingeniero de confianza. Ferrari, que venía cuestionando la hegemonía de Mad Max desde los test, debió resignarse al gesto torcido de Leclerc.
Y lo grave del asunto ahora es el ritmo que Verstappen amenaza con imponer camino de la victoria. El mismo con el que aterrorizó durante sus simulaciones en la última sesión libre del viernes. Ni siquiera Leclerc y Russell esperan un milagro. Las dos posiciones del podio se antojan el único tesoro al alcance. Por ellas pugnarán Sainz y Alonso, cuarto y sexto, cada uno con sus matices.
Todo a una carta
El asturiano jugó a contracorriente en la Q3, esperando su turno y apostándolo todo a una bala, cuando sus adversarios dejaron la pista libre. Gracias a un fantástico sector intermedio, donde estableció récord provisional, pudo auparse por delante de Lewis Hamilton y los McLaren. Y sólo cedió ante Sergio Pérez por cinco milésimas. Sainz, por su parte, acabó cediendo esa maldita décima que tanto tiempo le viene martirizando ante Leclerc (1:29.507).
Ferrari, al menos, pudo comprobar la agilidad de su SF24 en las zonas más sinuosas de Salhir, donde plantó cara a Verstappen. El neerlandés, con un 1:29.374 en el inicio de la Q2, disponía de carta blanca para ahorrar gomas, mientras el resto debía emplear un juego extra. Quien mejor las exprimió fue Leclerc aventajando a su némesis en más de cinco décimas en el segundo y último sector.
El provecho también fue apreciable para Alonso, que había salido a la Q2 con calzado nuevo, aunque lejos del liderato. Su segundo intento, algo más afinado, le iba a colocar quinto, a 69 centésimas de Leclerc. La temperatura del asfalto descendía a 21ºC y Mercedes seguía sudando más de lo debido. George Russell, investigado por no seguir las instrucciones del director de carrera, hubo de apurar hasta el último instante, igual que Hamilton. La decepción, sin paliativos, fue Lance Stroll, decimosegundo, a casi una décima del corte, establecido por Oscar Piastri.
Hamilton, en apuros
En la Q1, el canadiense ya había tenido que esperar a su intento postrero para librarse de la quema, pero su crono, a sólo 56 milésimas de la cabeza, dejaba pistas sobre el brío del Aston Martin. También sufrió algo más de lo esperado Hamilton, con un 1:30.4 que le colocaba a medio segundo de Sainz. Su noveno puesto final en la parrilla, por delante de un Haas, no puede dejar satisfecho a nadie en el garaje de Mercedes,
Por la zona baja, la única sorpresa positiva fue la velocidad de Alex Albon, incrustando su Williams entre los Mercedes. En el otro lado de la balanza, subrayar el batacazo de Alpine, con sus dos monoplazas hundidos en el pozo. Mientras, Otmar Szafnauer, ex jefe de la escudería francesa, paseaba por el paddock con una ostentosa acreditación VIP.
Después de tantos meses entre tinieblas, Aston Martin encontró un haz de luz en Imola. En este fin de semana donde estrena su esperado paquete de actualizaciones, Fernando Alonso dio un golpe sobre la mesa y salfrá quinto en la parrilla, tres puestos por delante de Lance Stroll. Todo un éxito para la escudería de Silverstone, capaz de enderezar como por ensalmo el errático comportamiento ofrecido desde el viernes. Por esta vez, la pole de Oscar Piastri, tercera del año con 34 milésimas sobre Max Verstappen, compartió protagonismo con la poderosa irrupción de los monoplazas verdes.
En la primera carrera del Mundial del compuesto C6, el más blando de la gama Pirelli, Aston Martin hizo su magia con sendos juegos de medios. Nuevos para Alonso y usados para Stroll. El asturiano únicamente cedió ante los McLaren, Verstappen y George Russell, pero nada más cruzar la meta preguntó a qué distancia había quedado del cuarto puesto. Poco importan ahora esas cuatro décimas, porque al final del túnel ya asoma algo de esperanza.
Piastri frustró la tercera pole consecutiva de Verstappen, que aun así cuenta con opciones de una cuarta victoria en el Autodromo Enzo e Dino Ferrari. También hay motivos para la ilusión con Carlos Sainz, sexto a una milésima de Alonso y con cuatro centésimas de margen sobre Alex Albon, su compañero en Williams. El madrileño incluso estableció el mejor crono en la Q2, dejando buena muestra de quién manda ahora en ese garaje.
Accidentes de Tsunoda y Colapinto
Fue una tarde de emociones fuertes, inaugurada por el pavoroso accidente de Yuki Tsunoda en la Variante Villeneuve. Una zona de alta velocidad donde el japonés pisó el piano interior, saliendo catapultado y dando una vuelta de campana. Otro ejemplo de que si algo funciona en la actual F1 es la seguridad de los monoplazas.
Alonso aprovechó su oportunidad para cerrar una gran vuelta (1:15.695) que le garantizaba el acceso a la Q2. Casi de inmediato, Stroll también cumplió, a sólo 12 centésimas de su compañero. Esta solvencia inicial de Aston Martin no debiá tomarse a la ligera en Imola, una pista que lleva al límite a los pilotos. Sobre todo a los menos versados, como Franco Colapinto, que rozó la hierba en Tamburello antes de estamparse contra las protecciones.
Los trabajos de reparación fueron breves, pero hubo que esperar un cuarto de hora más para que se decidiera la suerte de Oliver Bearman y Gabriel Bortoleto. El novato de Haas había quedado eliminado tras marcar su crono bajo bandera roja y tras una revisión que se hizo eterna, los comisarios optaron por dejarle fuera.
Piastri, junto a Verstappen y Russell, tras su 'pole' en Imola.AFP
No había quien entendiera un espectáculo tan poco edificante. Como tampoco resultaba comprensible la decisión de Aston Martin, que asumió un riesgo altísimo en la Q2. Tras un primer intento con los blandos, se lo jugó todo con un juego nuevo de medios. Lo que parecía un plan suicida dio un resultado redondo: Alonso pasó sexto (1:15.442), con 55 milésimas de ventaja sobre Stroll.
El golpe de mano que tanto tiempo se había hecho esperar en el garaje de Andy Cowell dejó además tres víctimas por el camino. Charles Leclerc y Lewis Hamilton, undécimo y decimosegundo, nada pudieron hacer para evitar la debacle de Ferrari. Para colmo, Andrea Kimi Antonelli, el ídolo local, también quedó fuera de la mejora con su Mercedes.
"Debemos controlar la emoción"
La comprensión de la goma ultrablanda resultó misión imposible para los favoritos. Su elevadísima degradación apenas permitía completar una sola vuelta en condiciones. Sin embargo, a la hora de la verdad, sólo Alonso, Stroll y Russell apostaron por el medio.
El factor de los neumáticos tampoco debe servir de excusa en Ferrari, que jamás en su historia había dejado a sus coches fuera del top-10 a orillas del río Santerno. Nada más presentarse ante los micrófonos, Leclerc ofreció sus disculpas a los tifosi. La desolación colectiva contrastaba con el clima de euforia en el garaje de Aston Martin.
"Tenemos que disfrutar de esto, pero también hay que controlar la emoción", argumentó Cowell, que se jugaba gran parte de su futuro con este paquete de mejoras, que incluia un suelo completamente nuevo, así como variaciones en la cubierta del motor, el halo y la viga trasera. "El coche ha ido más rápido gracias a las nuevas piezas", confirmó el team principal, intentando contener la euforia. Han tenido que pasar 13 meses, desde el GP de China 2024, para que Alonso ocupe el top5 en una parrilla. Aquel séptimo puesto de Fernando en la meta debería interpretarse hoy como óptimo para Aston Martin.