Mundial de Fútbol Femenino
El fútbol femenino afronta, tras el Mundial, el reto deportivo, económico y social de la consolidación
La victoria de la selección española en el Mundial ha marcado un nuevo hito en la historia del deporte español y ha puesto el foco en el futuro, deportivo, económico y social, del fútbol femenino, que se ha desarrollado de manera vertiginosa en los últimos ocho años, pero que sigue teniendo sombras. Cómo rentabilizar el triunfo para hacerlo sostenible es el reto que afrontan ahora la RFEF, la Liga F y las propias jugadoras. El éxito origina un círculo que se retroalimenta y que conecta el triunfo con el interés social, que genera un rendimiento económico que a su vez alimenta de nuevo el éxito. En Sídney, con el gol de Olga Carmona, España recorrió el primer y el segundo paso y ahora tiene que consolidarlo.
FORTALEZA DE GRUPO
Las 23 jugadoras decidieron «enfocarse» en el campeonato y dejar a un lado todo el ruido generado por el enfrentamiento de algunas de ellas con el seleccionador, y director técnico, Jorge Vilda. Alzar el trofeo ha ayudado, pero las cicatrices existen y han sido evidentes en algunos gestos. Cómo de unido se va a mantener este grupo es una incógnita. Primero porque queda pendiente corroborar si es posible un acercamiento a las rebeldes, tanto a las que se mantuvieron firmes en su postura, como Mapi León o Lola Gallardo, como aquellas que acabaron cediendo y se vieron fuera, como Sandra Paños o Patri Guijarro. El Mundial, en el que ha habido cambios con respecto a la Eurocopa, puede servir para hacer borrón y cuenta nueva o para cobrarse facturas.
TRANSICIÓN
A ese debate, además, se ha sumado la irrupción de jugadoras jóvenes como Salma Paralluelo, Alba Redondo o Olga Carmona, con hueco en la selección hasta la próxima década lideradas por Aitana Bonmatí o Mariona. Ellas están llamadas a coger la bandera que sostienen desde 2015 Ivana Andrés, Irene Paredes, Jenny Hermoso o Alexia Putellas, a quien la grave lesión en la rodilla le ha condenado a tener un perfil más bajo en este Mundial del que se presume a una jugadora con un doble Balón de Oro.
OBJETIVO PARÍS
Digerir el éxito es esencial cuando hay un reto a la vuelta de la esquina. España nunca ha disputado los Juegos Olímpicos desde que en Atlanta 96 se incluyó a las selecciones femeninas. Y ahora lo tendrá más difícil. Hasta 2019 el campeón del Mundo tenía un puesto asegurado, pero ahora tendrá que lograr una de las dos plazas europeas (Francia está clasificada como organizador) a través de la nueva Nations League, que arranca en septiembre. Con cuatro grupos de cuatro equipos, España (encuadrada con Suecia, Italia y Suiza) necesita ser primera para disputar la final four e intentar ser al menos finalista, la única forma disputar el torneo olímpico el próximo verano.
DE LA TELE A LOS CAMPOS
El seguimiento de este Mundial ha batido todos los registros de audiencia sobre partidos de mujeres. La final ofrecida por TVE congregó a más de cinco millones telespectadores, con un 65,7% de cuota de pantalla. Este ha sido el partido de chicas más visto en España. Eso demuestra un interés que aún no se ha trasladado a los estadios en la Liga F. La temporada pasada sólo dos partidos superaron los 20.000 espectadores: Atlético-Barcelona y el derbi vasco entre Athletic y Real Sociedad. Por debajo de los 10.000 quedó el Valencia-Levante. Ni siquiera el Barcelona ha llegado a estos registros en la Liga F, aunque ha batido todos los récords posibles en la Champions, con más de 90.000 aficionados en las gradas del Camp Nou para ver los duelos contra el Real Madrid o el Wolfsburgo. Para rentabilizar este Mundial, la Liga F tiene que fidelizar al público.
PATROCINIOS
Si hay éxitos que atraigan espectadores (clientes), habrá patrocinios. El Barça es un ejemplo, la selección lleva camino de serlo. La Liga F cuenta hasta ahora con el apoyo de Puma, Panini y EA Sport, además de DAZN como explotador de los derechos televisivos. Sin embargo, ha tenido que llevar a los tribunales a Finetwork -empresa patrocinadora de la RFEF y de la selección masculina- por el impago de los cuatro millones de euros a los que se comprometió para ser el sponsor que diera nombre a la competición y patrocinador oficial. ¿Hay mercado? Hay clubes que lo han encontrado, y la propia Federación.
IGUALDAD SALARIAL
Tras ganar el Mundial de Francia, Megan Rapinoe al frente de la selección estadounidense, inició una cruzada buscando que su Federación igualara las primas del equipo masculino y el femenino. Y lo consiguió. En Canadá, las estadounidense alcanzaron también esa igualdad incluso en los salarios de la competición nacional, pero en la vieja Europa la potencia de los campeonatos masculinos se enfrenta a la debilidad de los femeninos, lo que complica esa aspiración bajo el argumento de que no hay ingresos equivalentes. La RFEF dio un paso antes de la pasada Eurocopa equiparando los porcentajes con los que pactan las primas en función de los ingresos. Eso ha hecho que las jugadoras se lleven 250.000 euros cada una, además de los 15.000 para cubrir los gastos de conciliación con sus familias. En Qatar, los chicos habrían ganado 400.000 euros.
AMPLIAR EL CONVENIO
El fútbol es el único deporte en España en el que su máxima categoría masculina y femenina son consideradas profesionales. Eso obliga a que su actividad esté regulada por un convenio donde se recogan desde el salario mínimo que puede cobrar una jugadora a sus derechos sociales en cuestiones como maternidad o conciliación. Ese convenio está siendo revisado entre jugadorasy Liga F sin conseguir avances. Mientras las jugadoras pueden sentirse más fuertes para exigir, la Liga F se esfuerza por recordar que la consolidación de la competición aún no ha llegado.