El sublime acierto de Darío Brizuela (27 puntos) y el liderazgo de Kevin Punter (25) otorgaron al Barça un crucial triunfo en Milán, que le permite afrontar las dos últimas jornadas de liga regular con bastante más optimismo. El único contratiempo para los azulgranas, séptimos en la tabla con 18 victorias, llegaría justo antes de la bocina final, con un triple de Stefano Tonut que permitió al equipo de Ettore Messina recuperar el basket average. [Narración y estadísticas (88-98)]
Nikola Mirotic, con ocho puntos en el primer cuarto, mantuvo al Olimpia en la pelea, pero cuando salió de la pista el poderío del Barça floreció. Gracias a un indomable Youssoupha Fall indomable (4 puntos consecutivos) y un 2+1 sobre la bocina de Punter. Luego con en un arranque del segundo cuarto, cuando encadenó cinco triples, cuatro de ellos de Brizuela (30-39, min. 14).
Se contagió Dame Sarr de la energía del ex de Unicaja y, combinados (27 puntos entre ambos al descanso), silenciaron el Mediolanum Forum (35-50, min.17). El paso por vestuarios no alteró en lo más mínimo las dinámicas. El Barça siguió fiel a su estilo y mantuvo su excelsa efectividad desde el perímetro (53% de acierto). En contraste, el Armani Milán se mostró desacertado en el lanzamiento, impreciso en los pases y débil en defensa, lo que permitió que la diferencia aumentara (52-65, min. 25).
Máxima de 22 puntos
En una situación crítica para su equipo, Shavon Shields asumió el liderazgo con siete puntos consecutivos que redujeron la barrera psicológica de los 10 puntos (59-65, min. 27). Sin embargo, ante el primer atisbo de remontada, Punter apagó el fuego y, con la colaboración de Brizuela y Fall tras una falta antideportiva de Giampaolo Ricci, restablecieron el colchón (63-74, min. 30).
En el último cuarto, los pupilos de Peñarroya alcanzaron la máxima renta de 22 puntos (65-87, min.34) con una exhibición coral en la que también aportó Willy Hernangómez y Punter continuó con su particular fiesta de triples. Con todo de cara, los azulgranas acusaron la precipitación por acabar jugadas, lo que facilitó un parcial de 14-2 que tiró por la borda los soberbios 35 minutos anteriores y concedió al rival el basket average.
Casi todos los jugadores de la selección española tienen sus manías, sus supersticiones, antes de empezar los partidos. Álvaro Morata también. Y aunque los cambios en la Federación han hecho que en esta concentración de la Liga de Naciones faltase gente, empleados de la Federación, importantes para él, el capitán ha mantenido esas manías vía Whatsapp (ya se sabe: frases, mensajes, palabras concretas, etc...) mientras iba en el autobús camino de la semifinal ante Francia y de la final ante Portugal.
Su presencia en la competición que cerraba el curso para la selección fue testimonial. Jugó los últimos 10 minutos de la prórroga porque Mikel Oyarzabal apenas podía caminar del esfuerzo que había hecho. Y quiso el destino que, llegados a los penaltis, fuese él quien fallase el cuarto lanzamiento. Igual que ocurrió en las semifinales de la Eurocopa de 2021 en Wembley ante Italia, Morata falló.
Fue Luis de la Fuente el que le pidió que tirara, y en su gestualidad incluso camino de la pelota se podía intuir el desenlace. "Son cosas que pasan. El año pasado me tocó levantar la Eurocopa como capitán y esta vez he fallado el penalti. Me sabe mal por mis compañeros", expresó en la zona mixta del Allianz Arena, donde dejó también una de esas frases muy suyas "Seguro no hay nada, depende de muchas cosas. Las cosas hay que pensarlas con tranquilidad, pero claro que es una posibilidad que no esté en septiembre", anunció ya entrados en la madrugada del lunes.
Contrato hasta enero
No es la primera vez que dice esto. El año pasado, en una entrevista con este periódico 48 horas antes de la semifinal de la Eurocopa contra Francia, dijo textualmente: "Es probable que deje la selección tras la Eurocopa". De hecho, en su entorno lo daban por hecho, inmerso como estaba también en esa separación de su mujer que luego fue temporal. Sin embargo, nunca anunció su adiós. Esta tarde, en Madrid, estaba anunciada la presentación de su documental, donde quizás podría haber despejado esas dudas, pero el jugador ha cancelado la convocatoria.
Desde dentro (seleccionador, compañeros, etc...) le han pedido que no se vaya. Es un tipo importante para el grupo, y el Mundial está a un año vista. Dueño de 89 partidos con la selección, dueño de 37 goles (el cuarto máximo anotador de la historia, a uno de Fernando Torres), Morata tiene contrato con el Galatasaray hasta enero, y en función de lo que decida, en ese momento sería importante para él buscar un buen equipo que, en los cinco meses previos al Mundial, le permita jugar. Eso, si no dice adiós antes.
Porque su importancia dentro del campo ha disminuido, eso es una evidencia. La Liga de Naciones protagonizada por Oyarzabal en el puesto de delantero centro cierra un poco el debate en torno a esa posición del campo. Cierto que no es un delantero centro al uso, pero con dos asistencias el día de Francia y un gol en la final contra Portugal, más todo lo que aporta en la presión y en la salida de balón, ahora mismo le sitúan como el nueve fijo, por delante de otras opciones como Samu Omorodion, casi inédito en esta Liga de Naciones, o Dani Olmo, que también puede jugar ahí. Precisamente esa carestía ayuda a pensar que Morata puede continuar.
Algún día, y a no mucho tardar, convendría reconocerle a Luis de la Fuente los méritos, sustanciados todos en haber construido un equipo donde, aunque falten el portero, el lateral derecho, un central, el mediocentro, los dos extremos, el mediapunta titular y el suplente, es decir, aunque falten Unai Simón, Carvajal, Le Normand, Rodri, Lamine, Nico, Olmo y Pedri, aunque falten, pues, todos ellos, se reconoce al equipo desde muy lejos. Una presión altísima y ordenadísima, unos movimientos mecánicos cuando tiene el balón y cuando no lo tiene, un colectivo dinámico y divertido, en fin, que ayer se deshizo de Serbia para sellar su pase a los octavos de final de la Liga de Naciones, ronda a jugar en marzo. Antes, en noviembre, viajará a Dinamarca y recibirá a Suiza para certificar el primer puesto. [Narración y estadísticas, 3-0]
Pero esto, los números, lo tangible, lo cuantitativo, no fue lo mejor de la noche, lluviosa a más no poder, en Córdoba. Lo mejor fue lo intangible, lo cualitativo, lo que habla del crecimiento constante de un grupo que es vigente campeón de este torneo, vigente campeón de Europa y, sin duda, favorito evidente para el Mundial que se disputa en menos de dos años. Queda camino hasta entonces, pero en ese transitar la selección recuperó ayer algo importante: cuando los resultados son algo que se dan por hecho, al personal hay que ofrecerle algo más: un poquito de buen fútbol, de ocasiones, de regates, de centros, de taconazos, de remates... Fútbol, en suma. Un fútbol vistoso. Y España lo ofreció ayer. España es una alegría. Es una fiesta. Es divertidísima.
De la Fuente enfiló el partido contra Serbia con ocho futbolistas que habían jugado contra Dinamarca el sábado, y es que el entrenador aprendió en Escocia, en 2023, que las rotaciones son para el verano, y si no que le pregunten por Lamine Yamal, al que sólo unas molestias físicas apartaron de haber jugado ayer. Solamente Baena, Cucurella y Mikel Merino entraron de refresco en un arranque de partido que se llevó por delante a los serbios de mala manera. A los cinco minutos, Laporte remató en el área pequeña un centro de Pedro Porro después de una jugada de estrategia en un córner, jugada, por cierto, que repetiría España 20 minutos más tarde (y en varias ocasiones más), pero esta vez el cabezazo esta vez de Mikel Merino terminó en el poste.
Baena celebra su gol, el tercero de España.Julio MunozEFE
El caso es que ese gol del central nada más empezar desató media hora estupenda del equipo. Al margen de las dos referidas, el mismo jugador del Arsenal tuvo otra opción clarísima. También Baena, un futbolista que no para crecer de la mano de Marcelino en el Villarreal. Cada balón parado era un drama para los serbios, presos de la mejor versión de España, por mucho que fuera la España B. Un tiro de Oyarzabal despidió la primera parte dejando una sonrisa en el personal.
A la vuelta no cambió el guión y España fue más y mejor que su rival. Sólo una noche gris ante el gol le impedía transitar con más holgura en el marcador. Ahí cabe mirar de nuevo a Álvaro Morata. Es el capitán, el jugador más querido de ese vestuario y el trabajo que hace para el equipo es impagable. Pero, hablando sólo de fútbol, está ofuscado. Falló un penalti, mandándolo muy por encima del larguero, y quién sabe si el gol, que finalmente llegó aunque costó lo mismo que un parto, le servirá para serenarse y vivir más tranquilo dentro del campo. Con Álvaro todo es una incógnita.
Tranquilidad
Un segundo antes de ese gol que, ya sí, ponía los puntos, y la clasificación, a salvo, había entrado Pedri por Merino. Jugando donde más le gusta, por detrás del delantero, el canario fue un impulso para el equipo, que volvió a subir las revoluciones y a hacerle la vida imposible a Serbia, completamente fuera del partido. Fue momento también para detenerse en Pedro Porro, el hombre llamado a sustituir a Carvajal en el lateral derecho durante el próximo año. Condiciones las tiene todas, y en la mayoría de las ocasiones se echaba de menos algo de serenidad en el momento de llegar a la línea de fondo. Ayer, sin embargo, se vio la mejor versión del futbolista del Tottenham. Con 25 años, puede quedarse con ese puesto más allá de la recuperación del madridista. Pero siempre y cuando mantenga la versión de anoche.
Por si había alguna duda, Baena hizo el tercero a falta de un cuarto de hora tras una falta que terminó con Pavlovic en la calle, pues era el último y trabó a Oyarzabal. Aprovechando la inercia, Joselu entró por Morata y Bryan Zaragoza por el propio Baena. España, para entonces, ya tenía al público de Córdoba entregado porque, al fin y al cabo, España es una fiesta. Y es divertidísima.