“No tengo miedo a nada ni a nadie. Sólo a Dios”. No olvidará Ayoub Ghadfa esta noche de agosto en París, 10.000 gargantas rugiéndole en contra en la Philippe Chatrier y un bravo francés intentando hacerle añicos. Un chico, Ayoub, que hace no tanto jamás había boxeado. Y ya tiene una medalla olímpica de los pesos superpesados (+92 kilos) colgada al cuello. Será plata u oro tras un fantástico combate de semifinales en el que se impuso de principio a fin.
Djamili-Dini Aboudou era un rival incómodo y no sólo porque le impulsara el aliento de las tribunas, el “Djamili, Djamili” de enfervorecido público de Roland Garros (tan extremadamente lejos de las tradiciones tenísticas, claro), el “Allez les Bleus“, la Marsellesa a capela o los abucheos continuos. Ayoub ya le había derrotado en mayo de 2022, en Yerevan, pero el francés de Dunkerque es fornido y veloz, con 10 centímetros menos, y cazarle no le resultaba sencillo.
Aun así, manteniendo las distancias y no entrando al trapo del rival, Ayoub se llevó los dos primeros rounds por unanimidad. No había juez capaz de negar la evidencia. Y ni en el tercero, en el que Aboudou se fue con todo y logró derribar por un momento al gigante español (que se levantó de un acrobático salto), hubo dudas del ganador.
Agilidad para esquivar
Porque el marbellí luce un físico imponente. Antes de cada combate extiende sus piernas en el aire en dos saltos poderosos. Antes de empezar con el boxeo en el gimnasio Argüelles de José Valenciano, hacía calistenia y kickboxing. De ahí esa agilidad que ahora es una virtud preciosa cuando se trata de esquivar cañonazos que van directos a su rostro.
A principios de abril, cuando contaba a este periódico su historia de abusos en la infancia, de racismo e insultos por su físico, ni siquiera tenía aún billete para París. Venía de perder en un Preolímpico con el italiano Diego Lenzi y se le agotaban las oportunidades. Unas semanas después, en Belgrado, noqueó con un directo de derechas brutal al serbio Dusan Veletic y se proclamó campeón de Europa.
Ayoub Ghadfa festeja su pase a la final.AP
La progresión de Ayuob asusta y en París avanzó con solvencia de veterano. Sorprendió en octavos al kazajo Kamshybek Kunkabaev (bronce en Tokio) y arrasó en cuartos al gigante armenio Davit Chaloyan. Para asegurar la segunda medalla del boxeo español en estos Juegos de la resurrección, para unirla al bronce de su compinche Reyes Pla, con el que intercambia entrenamientos, fe y peripecias.
En la final, el próximo sábado (22:51 h.), en busca del primer oro del boxeo olímpico español, en el mismo escenario, se enfrentará al temible Bakhodir Jalolov, campeón olímpico en Tokio, un púgil, el uzbeco, que ha ganado sus 14 combates profesionales, la mayoría por KO. Y que al alemán Nelvie Tiafack le recetó lo mismo que a sus dos anteriores rivales en París: lo pasó por encima.
Cuando las multitudes le aclaman, le chillan y le ruegan en los largos pasillos que en cada salida se forman en el protocolo de la estampa de firmas, cuando rodean el bus del UAE Emirates, cuando le persiguen incluso en los hoteles de paso perdidos por Francia, a Tadej Pogacar se le intuye abrumado. Como los tímidos enfermizos, no sabe muy bien cómo reaccionar ante el fenómeno fan. Un brazo arriba, una media sonrisa. Él sólo es una estrella del rock encima de la bicicleta. Ahí sí, la transformación, los gestos, el colmillo, la inclemencia. El show.
En Niza, bajo el sol del Mediterráneo, tan lejos del Arco del Triunfo parisino, el esloveno se hizo leyenda. Son tantas las comparaciones con los mitos del ciclismo, los récords devorados... El nombre más repetido es el de Marco Pantani, el último ganador del doblete Giro-Tour, hace 36 años. Sólo seis más lo lograron (Coppi, Anquetil, Merckx, Hinault, Roche e Indurain), pero lo más asombroso no es conseguirlo, es siquiera imaginar intentarlo en los tiempos del ciclismo moderno, donde ya no se avanza a base de riñones y coraje, donde todo lo marca la ciencia, los vatios, los esfuerzos y los descansos. Ahí, en los laboratorios, ha sido donde se ha fraguado lentamente la reconquista de Pogacar, una maquinaria que su director, Joxean Fernández Matxin, puso en marcha el mismo día después de que, por segundo año consecutivo, Jonas Vingegaard apartara a su pupilo del triunfo en la Grande Boucle.
«Un Tour lo perdí porque me equivoqué siguiendo los ataques de Roglic y Vingegaard [Galibier 2022], el otro porque lo corrí con la muñeca medio rota y una férula», contaba en la cima de Isola 2000 Tadej tras abrochar su tercer Tour e igualar a Thijs (1913, 1914, 1920), Bobet (1953 a 1955) y Greg LeMond (1986, 1989 y 1990). «Vuelvo a ser el viejo yo. Y todavía mejor». Pero, ¿cómo lo hizo?
Pogacar, celebrando su triunfo en la contrarreloj.LAURENT CIPRIANI / POOLEFE
Es lo que Matxin llama «el backstage, todo lo que está detrás». Y, en el caso del genio de Komenda, se basa en tres pilares: aerodinámica, nutrición y rehabilitación. Los tres, como ese Joseba Elguezabal (el masajista vizcaíno) que le asiste en cada meta, tras cada esfuerzo, con acento español.
Tras la segunda afrenta de Vingegaard, con un bajón como nunca antes se había visto en el Col de la Loze, el fin de temporada de Tadej no fue todo lo exitoso que acostumbra. Apenas pudo sumar a su palmarés Il Lombardia, el último monumento del año. Ya ese octubre, en el primer pre stage del equipo en Abu Dhabi, Matxin le planteó una ambiciosa hoja de ruta hacia la reconquista: Giro y Tour. «Todo está analizado. No podíamos acomodarnos. Teníamos que controlar dónde habían estados la pérdidas y minimizarlas. Y aumentar nuestras fortalezas. Y para eso había que sacrificarse», explica el director del UAE a EL MUNDO.
El Puig
Tras las vacaciones con su novia Urska Zigar, Pogacar se puso manos a la obra. En enero ya estaba trabajando en el velódromo valenciano de El Puig, Porque ahí, en la aerodinámica, estaba uno de los puntos débiles detectados. «El año pasado nos metieron 1:38 en la crono [Combloux), son cosas que escuecen pero que te hacen despertar». El hombre destinado a mejorar aerodinámicamente a Pogacar es David Herrero, ex ciclista del Euskaltel, ahora uno de los biomecánimos más prestigiosos del pelotón. Que no sólo estudió en el túnel del viento y los track test (pista) la posición de Tadej en la cabra de contrarreloj, fue más allá. «Se trataba de ser aerodinámicos, pero confortables en la posición. Pogacar antes iba mucho más recto, más flexible. Ahora va más acoplado en momentos donde antes era erecto. Todo apoyado por el Big Data. Si vas 20 segundos con una capacidad de flujo del aire que te penetre mucho más...», explica Matxin. «Estudiamos hasta la posición en el grupo y la composición y ubicación del equipo, cómo usamos el draft (ir a rueda), saber que tú en ese momento estás recuperando y posiblemente tu rival no, él gasta más y tú menos», añade.
Herrero, que fue pupilo de Matxin en el Saunier Duval, analiza hasta «el rozamiento del material de la bicicleta, del muslo con el sillín, de un buje, de la cadena... Cuanta menos fricción haya, más rendimiento». Todo eso no dejó de aplicarlo Pogacar. En cada calentamiento y cada enfriamiento del Giro, utilizaba la bici de contrarreloj. En el mes entero que pasó concentrado en los Alpes Marítimos antes del Tour, hubo días que recorrió los puertos acoplado. Jornadas en las que, antes de partir, completaba en el rodillo rodajes suaves a 40 grados, un entrenamiento térmico para mejorar una de sus flaquezas reconocidas, el esfuerzo bajo el calor.
Pogacar, con sus compañeros.Daniel ColeAP
La siguiente para de la mejora de Pogacar es la nutrición. Y ahí el hombre es Gorka Pérez, el nutricionista español del UAE, que ya contaba en EL MUNDO cómo medía «hasta los gramos de arroz del sushi» de sus ciclistas. «Valora el gasto calórico, el gasto en kilojulios de cada etapa para analizar proteína, carbohidratos, toda la alimentación a la perfección de cada uno. Con una App que ha desarrollado, sabe perfectamente todo lo que han gastado y todo lo que tienen que comer», dice Matxin. «El chef hace el menú customizado para cada corredor. Nadie pasa hambre. En muchos casos no se pueden ni acabar la dieta, pero están convencidos de que al detalle eso es lo que necesitan para recuperar, la gasolina que han gastado».
Otro de las grandes novedades en el entrenamiento de Pogacar fue la llegada en octubre del sevillano Javier Sola en sustitución de Íñigo San Millán (se incorporó al Athletic de Bilbao) como director del grupo de entrenadores. Matxin también destaca otra pata menos visible del entorno del campeón. Se trata de Víctor Moreno, especialista en rehabilitación de la Universidad Miguel Hernández de Elche. Con una gran peculiaridad que adelanta en «un 50% los plazos de la recuperación»: el profesor se desplaza directamente a los lugares de residencia de los ciclistas del UAE. «Esto no creo que exista en ningún deporte. Cuando alguien tiene una lesión o una caída, tener que desplazarte a un centro de rehabilitación o a un hospital, es duro psicológicamente. Víctor acude a la casa de los ciclistas para que en su ambiente, con su familia, se recuperen más rápido la lesión. El año pasado estuvo en Mónaco con la rotura de muñeca de Tadej», desvela Matxin.
Todo eso, las ganas de venganza y el talento innato de Pogacar. Un cóctel para la historia del ciclismo.
"No soy idiota, la temporada no ha sido buena. Y, a partir de aquí, ya veremos qué pasa". La era Roger Grimau en el Barça no pasará a la historia. Si sustituir el pasado verano a un entrenador con el carácter, el prestigio y el salario de Sarunas Jasikevicius recién conquistada la Liga Endesa ante el Real Madrid campeón de Europa por un técnico de perfil bajo y sin ninguna experiencia en la élite como el ex alero parecía una apuesta arriesgada -"radical" la calificó el domingo mismo quien la tomó, Juan Carlos Navarro-, el año en blanco de los azulgrana ha confirmado los peores presagios.
Grimau comenzó y terminó de idéntica manera, con una derrota ante el Real Madrid. La primera, allá por septiembre en la Supercopa en Murcia, tenía todas las justificaciones posibles. Ante un rival sin apenas cambios en su plantilla y reforzado con Facundo Campazzo, se plantaba un Barça bisoño y remozado. Ahora en junio, el 3-0 en semifinales de la ACB no puede resultar, sin embargo, más doloroso. Confirma el fracaso de un colectivo que quedó tocado de muerte tras perder el quinto de la serie de cuartos contra Olympiacos y no acceder por primera vez en cuatro años a la Final Four. Y que apenas puede rescatar de su camino algunos destellos, la pulcra temporada regular en la Euroliga y quizá la disputadísima final de la Copa en Málaga (donde, de nuevo, perdió contra el Madrid, como en siete de las nueve ocasiones en que se las vieron).
Grimau y Chus Mateo se saludan tras la victoria del Madrid en el Palau.ACB Photo
A Grimau, cuya hoja de servicios apenas incluía un paso por el filial y que se rodeó de ex compañeros como Víctor Sada, Carles Marco y Rafa Martínez en el cuerpo técnico, ya le buscan sustituto a pesar de tener un año más de contrato. Suena ya Xavi Pascual y sonarán algunos más (Dimitris Itoudis, Jaka Lakovic...), todos con salarios más elevados y mejores currículums. Y una misión casi desesperada, devolver al Barça a la primerísima plana, algo que no logró del todo ni Jasikevicius y esas Final Four que no remató. En las últimas 10 temporadas, los azulgrana, campeones de Europa por última vez en 2010, han sumado dos ligas (ambas con Saras) y cuatro Copas. Un palmarés incomparable al del eterno rival con Pablo Laso y Chus Mateo: en el mismo tiempo, tres Euroligas, cinco Ligas y cinco Copas.
El propósito de enmienda de Juan Carlos Navarro en la dirección deportiva junto a Mario Bruno Fernández fue el de españolizar la plantilla como clave de la competitividad perdida. Finiquitó al carísimo Nikola Mirotic y se la jugó por el no menos caro Willy Hernangómez de vuelta de la NBA, por pagar la cláusula de Darío Brizuela al Unicaja, por Joel Parra y por otra apuesta que, esta sí, iba a resultar lo más ilusionante que le ha sucedido al equipo durante todo el curso: Jabari Parker. En febrero, además, se incorporó Ricky Rubio tras su año apartado por sus problemas de salud mental, lo que parecía un plus para la hora de la verdad donde se disputan los títulos. "No he sido todo lo que esperaba", reconoció él mismo.
Pero, por primera vez desde 2017 con Bartzokas, el Barça se despide sin ningún título. Sin ni siquiera pisar la Final Four ni la final de la ACB por tercera vez en 18 años. Recibiendo casi 300 puntos en tres partidos del Madrid. Y volviendo a recurrir (como en la final de Copa) al arbitraje como excusa ("Estamos siempre supercondicionados").
Abrines, tras la derrota contra el Madrid.ACB Photo
Con sensaciones poco esperanzadoras en la plantilla y el vestuario, donde Willy, señalado por estatus y salario como el referente que se necesitaba, no sólo no ha estado a la altura en lo deportivo, también ha mostrado evidentes signos de poco feeling con Grimau. Con Kalinic, otro peso pesado, sin convocar para el tercero en el Palau. Con Vesely expulsado, Jokubaitis inédito y Ricky superado claramente por Campazzo. "Estamos en el Barça, el balance es malo porque no hemos ganado nada. Aquí hay que ganar. Es complicado en caliente ver más allá. Hemos tenido momentos en la temporada en los que hemos jugado muy bien al baloncesto, pero evidentemente esto no sirve porque hay que jugar bien cuando toca, cuando nos jugamos títulos. Y hay que luchar por ellos. Como mínimo, aquí en el Barça hay que estar en disposición de ganarlos. La temporada, a excepción de la final de Copa del Rey...", pronunciaba un Grimau con aroma de despedida.
Esa sensación de inferioridad ante el Real Madrid será, de nuevo, clave en los movimientos de mercado que intentarán reiniciar de nuevo el proyecto. "No será una revolución, a veces dos o tres piezas son muy importantes", admite un Navarro consciente de que las arcas culés no están para fiestas y que la mayoría de jugadores de la plantilla tienen contrato en vigor: sólo finalizan Oriol Paulí, Kalinic y un Ricky cuyo futuro es toda una incógnita. Los nombres de refuerzos ya han empezado a sonar, empezando por el ex madridista Juan Núñez.
Lucas Sáez-BravoEnviado especial MálagaEnviado especial MálagaActualizado Lunes,
19
febrero
2024
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