El portero Arnau Tenas, uno de los héroes de la victoria de la selección española de fútbol en los Juegos Olímpicos de París, se convirtió en el centro de atención de una divertida anécdota en el aeropuerto horas después de conquistar el oro. Tras el emocionante triunfo en la final del Parque de los Príncipes, donde España se proclamó campeona olímpica 32 años después al vencer a Francia en la prórroga (3-5), el guardameta mostró su alegría de una forma inusual.
Justo antes de coger su vuelo a Madrid, donde la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) les prepara un homenaje, el futbolista del PSG decidió cruzar el arco de seguridad del aeropuerto con la medalla de oro colgada en el cuello, pero oculta debajo de la camiseta. Al pasar por debajo del escáner, saltó la alarma, que detectó el metal, y los miembros de seguridad le hicieron dar marcha atrás para que se la quitara y volviera a pasar.
El portero, sonriente, hizo lo que le mandaron y aprovechó para alzar el oro con orgullo y mostrarlo a todos los presentes. Fue el propio Arnau Tenas el que colgó el vídeo de la escena en sus redes sociales a última hora del viernes por la noche.
Arnau Tenas fue uno de los protagonistas de la final de este viernes. El portero del PSG cometió un error en el primer gol de Francia, pero se sobrepuso con facilidad. “En el fútbol hay errores. Se aprende de los errores. Creo que me he sobrepuesto muy bien mentalmente para, ni más ni menos, intentar jugar mi partido para el equipo”, comentó nada más acabar el partido Arnau, que después de ese fallo hizo un par de paradas determinantes e incluso dio una asistencia a Sergio Camello para el quinto gol.
«He cumplido mis sueños de niño: llegar a unos Juegos, conseguir una medalla y ahora un diploma olímpico». Ojalá todo el mundo asumiera la decepción como Ray Zapata. El gimnasta español, de 31 años, se mostraba sinceramente satisfecho con el séptimo puesto en la final de suelo celebrada ayer en París. No logró la tan ansiada medalla, la que diera continuidad a la plata conseguida en Tokio, pero sonreía. «Venía de una lesión, pero he creído en mí,
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"¡Vengaaaa!", llegaba Anna Tarrés a la zona mixta del Centro Acuático de París y montaba la fiesta. De repente no habían pasado 12 años ni por supuesto un escándalo que acabó en los tribunales. En los pasillos, Tarrés, ahora seleccionadora de la China campeona, celebraba junto a Andrea Fuentes y Alba Cabello, entrenadoras de la Estados Unidos subcampeona, e incluso con Paula Klamburg, encargada de la Australia novena. El equipo español de natación sincronizada que asombró en los Juegos de Londres 2012 volvía a estar reunido en la victoria, aunque esta vez no era española. La selección volvía a celebrar una medalla, un bronce por equipos, el primero desde entonces, pero la alegría, el ruido, el jolgorio lo ponía la generación anterior, ahora dispersa por los banquillos de todo el mundo.
"Es la mejor entrenadora del mundo", aseguraba Fuentes sobre Tarrés y ésta hablaba y hablaba sobre su adaptación a la cultura china de la mano del cámara de televisión español Roger Vicente, de sus paseos en bici por Pekín y de cómo incluso organizó una calçotada con salsa de romesco para el equipo asiático. "Su punto diferencial es la capacidad de trabajo, la disciplina y el físico. Trabajan a unos niveles muy científicos, tienen un control total de la preparación de las nadadoras", comentaba Tarrés sobre su selección, China, que ofreció una exhibición. Muy superior al resto, tuvo siempre el oro al cuello, mientras Estados Unidos brilló con las acrobacias para llevarse la plata y España aseguró un bronce para recuperar su lugar en la historia.
La celebración de España
Cuando acabó su actuación, España se reunió ante los televisores para ver qué hacía su principal rival, Japón, que terminó cuarta y después estalló la celebración. En las entrañas del Centro Acuático hubo carreras, lágrimas, abrazos, hasta que todas se reunieron alrededor de Ona Carbonell, que las esperaba en la puerta del vestuario. La que fuera líder de esta generación había sido invitada por el Comité Olímpico Internacional (COI) para dar los tres golpes de bastón que dan inicio a todas las sesiones en estos Juegos y pudo festejar con el grupo.
Lavandeira JrEFE
"¡Por fin!¡Por fin!", celebraba Carbonell mientras felicitaba de una en una a todas las nadadoras españolas, Iris Tió, Alisa Ozhogina, Marina García, Lilou Lluís, Meritxell Mas, Paula Ramírez, Blanca Toledo y Meritxell Ferré. "La peque, ¿Dónde está la peque?", preguntaba la ya ex nadadora sobre la última incorporación de la selección, la que hizo cambiar los programas.
Hace tres meses, sólo tres meses, la seleccionadora española, Mayuko Fujiki, consideró que para dominar las acrobacias, el nuevo mantra de la natación artística, necesitaba alguien que rotara con su saltadora, Meritxell Mas, y en el Terrassa encontró a una chica pequeña y ligera que a sus 17 años era capaz de volar: Ferré. "Después del Mundial de Doha [de este año] vimos que teníamos que aumentar la dificultad, que arriesgar más para aumentar nuestro margen si había una base mark [una penalización]. Ella nos ha ayudado mucho en eso", analizaba Fujiki que anunciaba a la propia Ferré como "líder del equipo en el futuro".
MANAN VATSYAYANAAFP
La propia Fujiki, que también fue seleccionadora de China y Estados Unidos, felicitó a Anna Tarrés, que fue su mentora en los banquillos, y ambas tuvieron una bonita conversación: "Anna me ha dado las gracias porque este bronce es muy importante para España, para que las niñas se apunten a los clubes".
Ahora, el equipo se irá a celebrar y Tió y Ozhogina se centrarán en el dúo, donde tendrán más competencia, pero también podrían colgarse una medalla el sábado. La propia Tió era la primera en salir a zona mixta y lamentaba que, mientras sus compañeras se irán por la noche a "quemar París", ella y Ozhogina tenían que volver de inmediato a la Villa a descansar. "Ha sido un camino muy largo, llevamos muchos años detrás de esto, ahora hay que ir a por más", anunciaba Fujiki que se imaginaba en un futuro, en los Juegos de Los Ángeles 2028 siendo el centro de la fiesta, por encima de la generación anterior, Tarrés, Fuentes y compañía, y sus equipos repartidos por todo el mundo.
Apagar el móvil, eso lo primero. Entrar en el Monestir de les Avellanes, un monasterio en mitad de la sierra de Montsec, cerca de Lleida. Y a partir de ahí, callar. Callar, callar y shhhhhhh, callar. Tres días en silencio. En el desayuno, durante el entrenamiento, en el almuerzo, en las sesiones de meditación y en la cena. Ni un ruido. Horas y horas de escucharse a uno mismo, desenredar los pensamientos propios y descubrirse hasta en lo más profundo. Así fue el stage que el equipo español de tiro con arco hizo el pasado octubre en su preparación para estos Juegos Olímpicos de París.
La semana próxima, entre el martes y el domingo, Pablo Acha y Elia Canales se jugarán tres medallas -dos individuales y el equipo mixto- con el mindfulness como arma. Si ganan a los tiradores asiáticos, especialmente a los surcoreanos, eternos dominadores de la disciplina, pueden decidir que es gracias a conocerse más a sí mismos.
«Fue una idea del seleccionador, Elías Cuesta, que buscaba mejorar la capacidad de concentración del grupo y sabía que existían estos retiros de meditación. Nos pusimos en contacto con Andrés Martín Asuero, que es un experto en mindfulness y él coordinó la actividad», explica Carlos Morillo, director deportivo de la Federación Española de Tiro con Arco y parte de una revolución.
Del método coreano al estilo español
Desde siempre la selección seguía las enseñanzas que llegaban de Corea del Sur y, de hecho, tenía una pareja de seleccionadores del país asiático, Hyung Mok Cho y Mi-Jeong Lee, pero después de los Juegos de Río 2016, al ver que las medallas se volvían a escapar, la Federación decidió romper con todo. Le entregó el equipo a Elías Cuesta, olímpico en Londres 2012, y permitió que trabajara de otra manera. «El método coreano es muy simple: repetir, repetir y repetir. Hacerlo lo más básico posible, dejar la mente en blanco, convertirse en un robot. Con Elías todo es muy distinto», explica Canales, que en primera ronda se medirá a la británica Megan Havers, de sólo 16 años.
Con Cuesta al mando, los tiradores españoles no tienen que ser robots, todo lo contrario: tienen que conocerse, dominar su cuerpo y su mente. En los últimos años han hecho ejercicios de estabilidad o de vista, estudios de biomecánica y mucho trabajo psicológico como el retiro de silencio en el Monestir de les Avellanes. «Trabajamos la meditación. En el monasterio nos enseñaron mucho a estar en el momento presente, a escucharnos, a mantener la concentración en una única cosa. Al final el tiro con arco no es sólo tirar flechas, es relajación, autoconocimiento y control», asegura Pablo Acha, que debutará contra Lin Zih-Siang, de China Taipei, y que admite que lo más difícil del retiro fueron las primeras comidas.
Un esfuerzo durante el almuerzo
La instrucción era que, en silencio, cada tirador podía empezar a comer cuando quisiera y levantarse cuando acabara, que estaban solos aunque se sentaran en grupo, pero al principio costaba aguantarse la risa. «En esos momentos sí era complicado, pero luego ya nos acostumbramos. Los tiradores, por naturaleza, solemos somos tranquilos», añade Acha. En el 'stage' en el monasterio ilerdense, la selección no tuvo ninguna sesión de técnica, aunque sí lanzaron flechas. Colocaron unas dianas en el patio del recinto y cada tirador pasó un par de horas al día practicando, siempre en silencio, para no perder 'feeling' con el aparato.
Ahora, después de todo ese trabajo, España llega con opciones de medalla en tiro con arco por primera vez desde el oro del equipo masculino en Barcelona 1992. Canales es quinta del ranking mundial, aunque puede encontrarse en octavos con la surcoreana Lim Sihyeon, que en la clasificación batió el récord del mundo femenino. Habrá más opciones el dúo mixto, debutará contra la pareja china formada por Xan Yang y Yan Wang.
«Las coreanas no son intratables. En la clasificación lo hicieron muy bien; el nivel lo tienen, pero, al final, en una eliminatoria puede ganar cualquiera. Es complicado, pero no es imposible», comentaba incluso Canales que cuenta con una fortaleza que no tienen las asiáticas: en el más absoluto silencio en el Monestir de les Avellanes se conoció en profundidad a sí misma.