El español consiguió la victoria frente al inglés por 6-2 y 6-2 en un encuentro que dominó de principio a fin y continúa siendo el favorito para revalidar el título
Carlos Alcaraz realiza un saque durante su partido contra Evans de este sábado en el Conde de Godó.PAU BARRENAAFP
Carlos Alcaraz consiguió doblegar a su rival, Daniel Evans, en las semifinales del Conde de Godó (6-2 y 6-2). Al español no le hizo falta demostrar un gran nivel para batir a su contrincante, pero en la pista quedó claro quien de los dos está más cómodo en tierra batida.
Las escasas oportunidades de Evans para ganar este duelo, si es que tuvo algunas, vinieron dadas por imprecisiones del tenista murciano. Cuando este cometía algún error no forzado o lanzaba la pelota contra la red. De hecho, cuando todo hacía indicar que el segundo set sería un rosco a favor del murciano, este se relajó un poco dejando que el número 26 del mundo maquillara el marcador.
A pesar de ello, el resultado evidencia la mejoría de Alcaraz a medida que avanzan las etapas del torneo, y continúa siendo el gran favorito para revalidar el título en Barcelona
Tsitsipas le espera en la final
Alcaraz se enfrenta mañana en la final a Tsitsipas, un viejo conocido del español en este torneo. El griego superó al italiano Musetti en tres sets en su partido de semifinales.
El año pasado se enfrentaron en los cuartos de final en los que Carlitos venció por 6-4, 5-7 y 6-2. Veremos si este domingo la tensión que se respira es menor, ya que en 2022 el griego lanzó la bola contra el cuerpo de su rival, y por lo que se llevó los abucheos de la grada.
Eliminados Carlos Alcaraz y Rafael Nadal, ausente Novak Djokovic, baja por lesión antes de cuartos Jannik Sinner, retirado también por lesión Daniil Medvedev tras perder el primer set de la antepenúltima ronda frente a Jiri Lehecka, eliminado prematuramente Alexander Zverev, al igual que Casper Ruud y Stefanos Tsitsipas, los dos principales protagonistas en arcilla en lo que va de temporada, el Masters 1000 de Madrid se ha ido descapitalizando de los nombres más queridos o atractivos para el público.
Su primer finalista será Andrey Rublev, número ocho del mundo, que se impuso a Taylor Fritz, décimocuarto, por 6-4 y 6-3, en un partido sin apenas ritmo, con demasiados errores, de los que no generan entusiasmo. Fue el ruso quien más hizo por llevarse el triunfo, fiel a su estilo, con mayor pujanza y destreza. Una rotura en cada uno de los sets le proyectó hacia la que será quinta final de un Masters 1000, la primera en la Caja Mágica.
Protagonistas inesperados
Cuatro semifinalistas inesperados, entre ellos el vencedor, un tenista que llegó al torneo decaído, aún bajo los efectos de su descalificación en el ATP 500 de Dubai por comportamiento antideportivo, y que creció hasta detener a Alcaraz, campeón en las dos últimas ediciones, y provocarle su segunda derrota en las cuatro participaciones en el torneo, antes de plantarse en la final. Fritz tampoco posee un gran bagaje en torneos de esta categoría, pero en esta edición había hecho valer sus condiciones, no las más aptas sobre tierra pese a la reciente final en Múnich, auxiliado por la altura de la ciudad.
Ninguno de los dos consiguió tomar el mando en los primeros juegos. Después de sendos breaks de entrada, el partido discurría sin que ocurriesen demasiadas cosas. Fritz dominaba por 5-3 el cara a cara, pero había perdido el único duelo sobre arcilla, el pasado año, en semifinales de Montecarlo, una referencia de peso a la hora de esbozar un pronóstico. Hubo que esperar al décimo juego, con rotura en blanco del ruso, para que se decantase el primer set.
El segundo fue aún más sencillo para Rublev ante un rival que apenas presentó oposición. El moscovita, que se garantiza ascender del octavo al séptimo puesto, será sexto si se lleva el torneo. Campeón en Montecarlo el pasado año, se encuentra ante una magnífica oportunidad.
Una sonrisa debe aparecer en el rostro de Carlos Alcaraz cuando se sortea el cuadro de un torneo, sea el que sea, sobre la superficie que sea, haya techo o se vea el cielo, y en su camino puede leer el nombre de un rival concreto: Stefanos Tsitsipas. El resto de estrellas de la ATP le han derrotado en alguna ocasión, saben cómo responderle -o al menos cómo intentarlo-, pero el griego no tiene ni la más mínima idea. En seis ocasiones se han enfrentado, en seis ocasiones no ha habido discusión. No sólo es que Alcaraz haya ganado siempre; Tsitsipas sólo le ha robado tres sets de 21.
Este martes, en el último episodio de tan descompensada rivalidad, el español venció en cuartos de final de Roland Garros por 6-3, 7-6(3) y 6-4 y se clasificó para las semifinales del viernes, donde le espera Jannik Sinner. El italiano, nuevo número 1 del ranking mundial, será el primer rival a la altura de Alcaraz, que vuela sobre la tierra batida de París rumbo a un posible título, a muy posible título.
Alcaraz celebra un punto ante TsitsipasALAIN JOCARDAFP
Porque desde el año pasado en Wimbledon no se veía un Alcaraz tan agresivo, tan dominador, tan concentrado. Partido a partido ha ido elevando su tenis de manera evidente. Si empezó con miedo a golpear con su derecha, ahora noquea en cuanto puede. Si empezó afinando su nuevo saque, ahora todos van dentro, con un 73% de primeros que llegó a ser un 85%. Si empezó con algunos despistes, ahora está sumergido en el juego, ni un punto concede. Si empezó perdonando muchas opciones de break a su favor, ahora es letal, este martes cuatro rupturas de seis oportunidades. Y así todo.
Los ánimos a Tsitsipas
"Stefanos, Stefanos", gritaba una y otra vez el público francés y no era para alentar la victoria de Tsitsipas, era simplemente para que hubiera partido. El griego había saltado a la pista con la intención de recortar de los intercambios, de ser muy ofensivo, de evitar que Alcaraz le dominara con su derecha sobre su revés y su planteamiento no funcionaba. Su carácter, luchador como pocos, era la esperanza de los aficionados. Y en algún momento esos ánimos funcionaron. A mediados del segundo set Tsitsipas aprovechó sus primeras bolas de break contra Alcaraz para romperle el servicio, devolver la igualdad al marcador, forzar el tie-break y soñar con un partido largo. Pero Alcaraz también controló esa muerte súbita. Entre quejas a la jueza de silla porque el español gritaba demasiado, Tsitsipas se hundía, se hundía, se hundía.
Christophe EnaAP
En la previa el griego recordaba aquella tarde en la que Rafa Nadal le descubrió el miedo. Fue en la Laver Cup de 2019 y Alcaraz sólo tenía 16 años, y todavía no había jugado un partido en ATP, y tenía un cuerpo todavía por hacer. Pero Nadal avisó a Tsitsipas: 'Será muy bueno'. Y éste supo en aquel mismo instante que tenía un problema. "Pensé que Nadal seguramente tenía razón y que ese chaval sería uno de mis grandes rivales en el futuro. Mi predicción resultó ser correcta", comentaba entre la broma y el disgusto. Entre sus armas para derrotar a Alcaraz por primera vez en su vida estaban los precedentes. El griego pensaba que, con un balance tan desequilibrado entre ambos, asumidos los papeles de dominador y dominado, el español podía saltar a la Philippe Chatrier con un exceso de confianza.
El desgaste de Alcaraz
Su plan era lógico: arrebatarle el primer set con un juego muy directo y luego luchar, agarrar la victoria con las uñas y los dientes. Pero no fue así. En sus cuatro partidos anteriores en París, Alcaraz había empezado dormido y había entregado su primer saque al rival. De inicio, break. Pero esta vez pasó lo contrario. El número tres del mundo no sólo le arrebató a Tsitsipas su juego, también se llevó el suyo propio y, además, lo hizo en blanco.
La Philippe Chatrier, durante el duelo entre Alcaraz y Tsitsipas.EMMANUEL DUNANDAFP
Su excelente progresión en Roland Garros le permitirá ahora llegar a semifinales muy fresco, más teniendo en cuenta que contará con dos días de descanso hasta medirse a Sinner. El peor encuentro, ante el holandés Jesper de Jong, la única vez que cedió un set, se fue más allá de las tres horas: el resto han durado poco. Si ante un rival tan peleón como Tsitsipas venció en sólo dos horas y 14 minutos de juego, el cómputo total sólo puede ser muy favorable. En total suma poco más de 12 horas. Con esa ligera mochila, después de tumbar otra vez a su rival preferido, está preparado para enfrentarse al nuevo número 1, Jannik Sinner, el adversario más complicado posible.