Un discreto partido del Madrid lo salvó un suplente como Lucas Vázquez, cuando el Sevilla parecía controlar mejor que nunca el partido. Apareció por fin el rey del contragolpe, con ese gol que es un estigma blanco. Como si el equipo de Ancelotti se s
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El Real Madrid, campeón de Liga, de Champions, de la Supercopa de España, de la Supercopa de Europa y de la Intercontinental en 2024, ha perdido desde el mes de septiembre 1-0 contra el Lille, 0-4 ante el Barça, 1-3 frente al Milan, 2-0 contra el Liverpool, 2-1 ante el Athletic y 2-5 en el último clásico contra el Barça. Algunas han sido una leve piedra en el camino, un toque de atención, como la de Francia o la de San Mamés, pero las sonrojantes goleadas contra el Barça y la desgracia continental en Anfield y contra los italianos en el Bernabéu han levantado todas las alarmas, con sombras que se repiten en cada encuentro y que preocupan al cuerpo técnico, al vestuario y a la directiva de Chamartín.
La salida de Kroos y la llegada de Mbappé han desestabilizado a un equipo cuya mayor virtud, mencionada por Ancelotti en cada uno de sus éxitos, era el equilibrio. No lo ha hecho por los nombres, sino por los perfiles. El Madrid ha perdido cerebro y ha ganado gol cuando sin cerebro no existe gol. El mercado veraniego era exclusivamente para completar su galaxia con Mbappé y el centro del campo se entregó a Valverde, Tchouaméni y Camavinga. Los cromos eran ideales, pero el puzle de videojuego comenzó a desintegrarse.
Las lesiones de Carvajal y Militao han transformado por completo la plantilla, poniendo a Lucas Vázquez en un foco inesperado y a Tchouaméni en una posición que no domina. Al gallego se le vieron las costuras en aquella semana dramática ante Barça y Milan y el francés cuajó el domingo una de sus peores actuaciones, totalmente superado en la marca, en velocidad y en los duelos individuales.
El 4-2-4 y la parálisis
Al caer Tchouaméni a la posición de central y elegir Ancelotti a Rodrygo por delante de otro centrocampista, el Madrid se rompe, como se pudo ver ante el Barça. El equilibrio que le hizo campeón de Europa en ese 4-4-2 con Bellingham en la punta de un rombo liderado por Kroos ya no existe. Ahora es un 4-2-4 en el que pocas cosas fluyen, especialmente contra los grandes del continente.
En ataque está falto de ideas, paralizado ante equipos que, como el Barça, le dejan sin espacios. No puede dominar el juego como lo hacía con Kroos porque Camavinga y Valverde son todoterrenos imparables, no metrónomos. Y en defensa hace aguas, insistiendo Ancelotti en ese famoso bloque bajo con el que ganó dos Champions. No es otra cosa que cerrarse y buscar la velocidad al contraataque, simple y efectivo, pero imposible con el nivel actual de sus defensa, lastrada por ese Lucas-Tchouaméni del carril derecho y por la poca ayuda de Rodrygo y Vinicius a los laterales.
Y ante los problemas, la búsqueda de soluciones. El cuerpo técnico entendió después de los duelos ante Barça y Milan que Lucas no podía ser titular en partidos grandes y planeó situar ahí a Valverde. Pero perder al uruguayo en el centro del campo era demasiado riesgo. El mercado parece una opción casi obligada para cualquiera, aunque en la dirección de Chamartín se trabaja más por proyecto que por impulso. Los planes por encima de las necesidades puntuales.
Ancelotti y sus futbolistas, tras el 2-5 del domingo en Yeda.EFE
El fichaje de Alexander-Arnold va por buen camino, pero más para verano, cuando sea libre, que ahora en invierno pagando un traspaso al Liverpool. Como el curso pasado, tras las lesiones de Militao y Alaba, la urgencia deportiva no parece que vaya a cambiar el mapa de los despachos. Ni fue así antes ni parece que vaya a ser así ahora salvo que en Anfield rebajen sus pretensiones.
En el conjunto blanco señalan ese plan como la base principal de sus éxitos recientes. Si uno analiza los fichajes del Madrid en el último lustro, no hay urgencias y sí realidades. La respuesta al adiós de Benzema fue la cesión de Joselu (y adelantar a Bellingham) las llegadas hace tiempo que son 'jugadores inversión', como los llaman en Valdebebas, o gangas a coste cero. De Camavinga y Tchouaméni a Alaba o Rüdiger. El próximo sería Arnold.
Plan deportivo
Hay un plan económico y deportivo sobre la mesa que, de momento y condicionado por las lesiones, deja al vestuario con varias sombras complicadas de corregir. Se buscará un centrocampista organizador y con calidad, pero no en invierno ni con prisa, esperando un paso adelante de Valverde y Camavinga. Se buscará un central joven asumiendo la edad de Alaba o Rüdiger y los problemas físicos de Militao, pero tampoco será con urgencia. Tchouaméni y Asencio son, para el club, soluciones de emergencia y se espera a Alaba.
Se considera que hay piezas suficientes y que es deber de Ancelotti y de los futbolistas a nivel individual hacerlas funcionar. El lateral, conscientes de que Lucas está sólo y que Valverde es mediocentro, podría ser el foco de interés para un parche, pero siempre, como lo que fue Joselu, a coste mínimo.
En la última Asamblea, el Madrid anunció una cifra de negocio de 1.073 millones, 150 más que en 2023, un saldo en tesorería de 83 (40 millones menos), un presupuesto de gasto de plantilla de 482 millones (20 menos que la anterior), una subida en los ingresos de marketing de 90 millones (hasta los 426) y un presupuesto para este curso de 1.127 millones, sin contar los conciertos, pendientes de la pelea legal con los vecinos. Dijo Florentino que no hay que darle "mucha importancia al tema de los ingresos, porque el grueso viene de patrocinadores y estos son espectaculares". Hay dinero, parece, pero también un plan, un carril. Balones a Ancelotti.
Real Madrid
ABRAHAM P. ROMERO
@AbrahamRomero_
Madrid
Actualizado Miércoles,
3
enero
2024
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00:13El turco podría debutar ante el Mallorca tras meses de problemas...
A Marcelino García Toral (Villaviciosa, 1965) lo echaron del Villarreal en 2016 a una semana de jugar una previa de Champions frente al Mónaco. Los roces del técnico con el vestuario y el club acabaron desencadenando una salida inesperada cuyas heridas fueron cicatrizando poco a poco. «El tiempo todo lo cura y todo se restablece. Lo más importante fue la relación que tuvimos y que sostuvimos durante muchísimo tiempo», decía en su regreso el asturiano, a quien no se le pasó felicitar a su ex equipo por su centenario (2023) o por el título de la Europa League (2021).
Cuando falleció José Manuel Llaneza, hace un par de años, Marcelino tampoco faltó al funeral del que fuera mano derecha de los Roig (padre e hijo) desde su llegada al club hasta su fallecimiento. Allí quedó patente el acercamiento que el propio Llaneza había ido propiciando tiempo atrás. Por entonces, ya había agotado su etapa en el Valencia y el Athletic y meses después iniciaría la que, de momento, es su única aventura en el extranjero. Un breve periplo en el Olympique de Marsella, cuyo abrupto final por la presión de los ultras facilitó al Villarreal y al técnico la oportunidad de retomar esa relación rota siete años atrás.
«Sé que el final no fue el mejor ni el deseado, tuvimos culpa ambas partes, aunque yo asumo la mía. Por suerte yo soy de recordar lo bueno. Y lo bueno pesó infinitamente más que algún mal momento», admitía a su vuelta a La Cerámica, más pendiente del descenso que de los puestos europeos. Por ese banquillo ya habían desfilado Quique Setién, destituido tras cuatro jornadas, y Pacheta, que duró apenas dos meses. En su presentación, Marcelino dejó un gran titular: «No me llamo Salvador ni me apellido Milagros. Vengo aquí a trabajar», dijo. Ahora, desde dentro del club, le ven «más tranquilo» que durante su primera etapa.
Más voluble y asimétrico
El milagro no llegó, pero sí quedó cerca. A pesar de que el Villarreal tardó en reaccionar, cuando el equipo empezó a adaptarse a las ideas del técnico fue tomando velocidad y firmó una gran segunda vuelta que a punto estuvo de otorgarle un billete para la Europa League. Ese es el objetivo de esta temporada, en la que el club, de la mano de Marcelino, ha acometido una importante reestructuración.
La pasada campaña ya trató de incorporar al extremo Ismaïla Sarr, a quien dirigió en el Olympique, aunque finalmente no pudo concretarse su llegada. Sí ha conseguido reclutar este verano a otro futbolista del conjunto francés, el mediocentro Pape Gueye, un buen ejemplo del perfil que le gusta para un estilo de juego muy exigente a nivel físico, pero que ha ido evolucionando.
Marcelino fue conocido por su fidelidad a un sistema tan clásico como el 4-4-2. Sin embargo, este Villarreal anda ofreciendo un dibujo más voluble y asimétrico que varía también entre la fase defensiva y la ofensiva. Todo facilitado por la versatilidad de Álex Baena. El almeriense, campeón de la Eurocopa y oro olímpico en un verano donde no pudo disfrutar de vacaciones, es quien marca las diferencias.
La ausencia de Ayoze
En el área rival destaca la presencia de Ayoze Pérez, un recambio perfecto para Alexander Sorloth, la gran venta veraniega. El canario, autor de seis goles en las siete primeras jornadas, no podrá saltar al césped del Bernabéu por unas molestias que ya le impidieron formar ante Las Palmas.
Sólo un punto separa a Villarreal y Real Madrid, pero Marcelino no piensa que sea «un partido entre rivales directos porque el Madrid es uno de los mejores clubes del mundo, si no el mejor». Tampoco cree el asturiano que los hombres de Carlo Ancelotti vayan a acusar su reciente derrota ante el Lille. «No me da la sensación que el Madrid esté mal. Cuentan con el futbolista que más remata a portería, otro en el top-5, es de los equipos que más juega en campo contrario... Si el año pasado lo ganaron casi todo y además viene Mbappé, el subconsciente nos dice que van a ganar cada partido por cuatro goles. Pero ese listón de exigencia a lo mejor no es justo, y más al principio de la competición, cuando hace falta un proceso de adaptación», concluye.