Simeone, durante el encuentro ante la LazioOSCAR DEL POZOAFP
Hacía años que el Atlético no jugaba la Champions con la solvencia, la inteligencia y la practicidad de esta temporada. Es el líder del grupo, casi intratable y con la moral alta.
Encima la estrategia de Simeone le sale prácticamente perfecta. Quería
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"El Madrid buscará compensar esa posición, me imagino yo, con Camavinga y Luka Modric. También está la posibilidad de Brahim, pero no lo creo", había declarado Simeone en la previa del derbi de Champions, dudando de la titularidad del malagueño. Unas palabras que no parecían levantar demasiada polémica pero que aterrizaron en el vestuario del Real Madrid y especialmente en los oídos de Brahim Díaz, que vio la declaración en las horas posteriores y se la grabó a fuego en la cabeza. "¡Habla ahora! ¡Habla ahora! ¡Hablaste ayer... Habla ahora!", le repitió el centrocampista al técnico rojiblanco después de marcar el 2-1 del partido de ida.
Brahim decantó el duelo con un zigzagueo en el área y un disparo que sorprendió a Oblak. En redes sociales pidieron fuera de juego posicional de Vinicius en el lanzamiento, pero ni Simeone ni sus futbolistas protestaron la acción ni el francés Clement Turpin tuvo dudas, como tampoco las tuvo en un empujón de Galán sobre Rodrygo al inicio. Ahí terminó la polémica arbitral del derbi.
Sobre la hierba, Brahim hizo de Bellingham. Trabajó en la fase defensiva, convirtiéndose en el jugador del Madrid que más intercepciones realizó junto a Valverde (4) y el que más entradas con éxito consiguió (3). Acabó levantando a la grada con varias carreras para tapar los avances de sus rivales. Se aprendió bien las instrucciones de Ancelotti, insistente en las últimas semanas en que los cuatro delanteros deben ayudar atrás o el equipo sufrirá. Así lo hizo el internacional con Marruecos, que se desplegó durante casi 90 minutos hasta que salió, ovacionado, exhausto por el esfuerzo.
En ataque fue el mejor de su equipo y no sólo por el gol. 53 pases, 94% de acierto, tres balones largos y una nota media de 8,01 según WhoScored, la plataforma de análisis estadístico. El mejor promedio del encuentro.
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"Esto no está terminado"
"Estoy para aportar y eso es lo único que tengo que hacer. Jugar aquí es algo increíble, siempre lo digo, cuando vistes esta camiseta tienes que darlo todo", dijo Brahim en los micrófonos de Real Madrid Televisión, donde no se refirió a sus palabras a Simeone: "El gol fue bueno, pero esto no está terminado, queda la vuelta y hay que darlo todo igual".
El andaluz también valoró el empujón que dio el gol a su equipo, que se había venido abajo en la primera parte: "Siempre hemos tenido equilibrio, es verdad que nos empataron y nos vinimos un poco abajo, pero en la segunda parte empezamos bien y en cualquier momento te la podemos liar", insistió, antes de enfocar ya el duelo del Metropolitano: "Todo sigue abierto, es bueno que hemos ganado en nuestra casa pero en la vuelta hay que darlo todo, esto es la Champions y cualquier detalle marca la diferencia".
"No es indiscutible, pero es muy importante"
En la vuelta, Ancelotti recuperará a Bellingham y es de esperar que Brahim vuelva al banquillo, pero para el italiano es tan indiscutible como los titulares y su salida al campo en la segunda parte será clave para el conjunto blanco. "No es cierto que vaya a volver al banquillo como tal. No se puede decir que sea un indiscutible, pero es muy importante, mucho. Aprovecha los minutos que le doy y va a jugar cuando le ponga", aseguró el italiano.
El encuentro de Brahim tuvo su premio en el primer cambio de Ancelotti. Antes del gol parecía que Modric iba a entrar por él, pero después del 2-1 el cuerpo técnico aguantó unos minutos y finalmente retiró del terreno de juego a Camavinga. "Era Camavinga, hemos esperado un poco pero el cambio era Camavinga, era el que teníamos que cambiar porque le molestaba la espalda", explicó el italiano, que terminó retirado a Brahim por Endrick para que el brasileño se escorara a la banda derecha.
El PSG fue la tranquilidad y el Sparta, la consolidación. De temer por la eliminación, a luchar con uñas y dientes para entrar entre los ocho primeros y, de paso, quitarse unos dieciseisavos de final en el que habrá algún coco, probablemente, el vecino. Había que aprovecharse de la benevolencia del calendario. El Slovan era una banda y para terminar, tenía otra, el Salzburgo. Sólo en medio amenazaba el Leverkusen de Xabi Alonso. De momento, 10 victorias seguidas. La última, cómoda, ante los eslovacos. [Narración y estadísticas, 3-1]
Y eso que el equipo de Vladimir Weiss empezó respondón. Inerme a las cinco derrotas con cinco goleadas salvo la más o menos honrosa del Girona. De hecho, sus aficionados, unos 2.000, animaban como si se jugara la final de Champions. Después se acabó la tontería. El Atlético adelantó líneas, tanto que Lenglet jugaba muchas veces desde el pico del área rival. El Cholo le pedía incluso al francés que amagara con disparar. Y así, empujando y combinando, llegó la jugada del asado mecánico. Todo al primer toque hasta que el cuero aterrizó en las botas de Julián, que decidió poner una rosquita a la escuadra. Comenzaba el espectáculo.
O parecía, porque los rojiblancos bajaron el pistón como si el partido ya estuviera hecho. Y se les olvidaba que aún quedaba más de medio partido y, aunque no les gustase, esto era la competición más exigente del mundo de clubes. Aunque uno de ellos fuera el Slovan. Un palo en una contra con excesiva relajación atlética avisó a los del Cholo que, quizás no perder, pero un susto tonto se podían llevar si no se tomaban el partido en serio.
Así, el Atlético volvió a acelerar y Lino, a perdonar. Le está costando al brasileño ver puerta pese a su gol ante el Sevilla. En una bonita jugada de los rojiblancos, el balón llegó a las botas de Llorente que, sin presión, le puso una picadita al interior colchonero que lo intentó primero con la cabeza y luego, tras el rechace de Takac, con el pie. Agua. El que no perdona es Griezmann. Otro para su cuenta tras un centro de volea del mismo pasador. Es un puñal por la derecha. Molina va a tener un candado en su puesto de lateral derecho.
El Slovan empezaba a ver lo que podrían ser los segundos 45 minutos si los de Simeone buscaban hacer sangre. Y de repente, la tontuna. Un pie absurdo de Lenglet para hacer un penalti aún más ridículo. Gol en contra. No debería peligrar la victoria, pero... Quiso responder el Atlético pronto a ese pero. Lo hizo a través de Julián. Falló las dos que tuvo.
Griezmann, letal
Pero, insisto, el francés no falla. Suma y sigue. Uno más a la buchaca. Tranquilidad para Simeone y sofocada la rebelión eslovaca. Fue tras un poco de pinball en el área, pero qué más da.
Terminó el duelo así, porque el Atlético quiso y quizás no debió pese a un sustito postrero del Slovan, palo incluido. Los goles en esta loca nueva Champions cuentan y mucho. Y el Slovan, con todos los respetos, era el rival propicio para eliminar por completo el borrón de Lisboa. El top-8 está allí, pero hay que agarrarlo.