El Juez Disciplinario Único para competiciones no profesionales de la Federación Española de Fútbol (RFEF) ha estimado el recurso del Arosa por alineación indebida del Granada en el partido de la primera eliminatoria de la Copa del Rey, jugado el pasado día 2, y ha declarado al club gallego ganador de la misma.
El Arosa impugnó el encuentro por la titularidad del portero Adri López, de 24 años, con ficha con el Recreativo Granada, al entender que incumplió la normativa de la RFEF, ya que un guardameta de más de 23 años e inscrito en el equipo B no puede participar en una competición no profesional como se considera la Copa del Rey.
El sorteo de la segunda eliminatoria se celebrará el próximo miércoles día 15, a las 13.00 horas en la Ciudad del Fútbol. El sorteo estaba previsto para este martes, pero la RFEF lo retrasó por el aplazamiento la semana pasada de los partidos de la primera ronda Gimnástica Segoviana-Sestao River y Atzeneta-Zaragoza por las inclemencias meteorológicas.
El organismo también confirmó los horarios de ambos encuentros: el Gimnástica Segoviana-Sestao River se jugará el mañana miércoles a las 18.00 horas y el Atzeneta-Zaragoza el martes día 14 a las 20.00 horas.
En el sorteo del día 15 entrarán los 55 clasificados de la primera ronda, junto al Amorebieta, campeón de la Copa Federación que inicia su andadura en la competición. Los 28 partidos se jugarán los días 5, 6 y 7 de diciembre próximos.
Clasificados
Espanyol, Levante, Castellón, Las Palmas, Almería, Eibar, Rayo Vallecano, Girona, Cartagena, Cádiz, Barbastro, Tenerife, Leganés, Alcorcón, Melilla, Valladolid, Girona, Linares, Sevilla, Celta, Lugo, Astorga, Zamora, Valle Egües, Arenteiro, Eldense, Deportivo Coruña, Cayón, Sporting, Tenerife, Unionistas Salamanca, Elche, Orihuela, Terrassa, Real Sociedad, Getafe, Arandina, Mallorca, Yeclano, Tudelano, Málaga, Antequera, Huesca, Racing Ferrol, Real Betis, Oviedo, Athletic, Villarreal, Valencia, Burgos, Alavés, Villanovense y Arosa son los clasificados para la segunda ronda.
El Real Madrid, vigente campeón, Osasuna, subcampeón, Barcelona, Osasuna y Atlético de Madrid, que disputarán la Supercopa de España en enero de 2024 en Riad, están exentos de jugar las dos primeras eliminatorias de la Copa del Rey.
Mbappé llegó para esto, aunque no esperara encontrarse esto. Para marcar, para ser decisivo, para cambiar la realidad incluso en el lugar que más a menudo la desafía. En la Copa, el Bernabéu observó cómo quien la cambiaba era el Celta, ya con Mbappé fuera del campo y el miedo en la hierba, el banquillo, la grada y el palco. El miedo que no ha tenido tiempo de conocer Endrick, a sus 18 años, no todavía. Encoraginado, revuelto sobre sí mismo, devolvió la vida a todos, de Mbappé a Ancelotti, al Madrid entero, y cerró la noche de tacón, a lo grande.
El desenlace es una prueba de vida para el equipo, pero también un síntoma de que el Madrid, pese a su clasificación para los cuartos de la Copa, no está como debe ni como quiere su entrenador, con ración doble de chicles. La purga que sucedió a la Supercopa, con hasta seis cambios en el once, no le dio los efectos esperados, con errores de bulto de Camavinga y Asencio que llevaron a la prórroga, y únicamente Mbappé con el estandarte en alto, pero para entonces ya sentado en el banquillo, como Vinicius. El destino señaló a Endrick, que apenas había gozado de oportunidades, y miró de reojo a Ancelotti. El gol de Valverde, antes del final torero del brasileño, fue como la descarga de la presión.
El adolescente Endrick es imberbe, como casi todo el Celta. Lo malo de esos equipos es que los descompone cualquier circunstancia. Lo bueno, en cambio, es que no sienten todavía el peso de la responsabilidad, de la jerarquía, como le ocurre al Madrid, atenazado. Eso explica una eliminatoria muy cargada emocionalmente. Para los gallegos, fue demasiado encajar un gol después de reclamar un penalti. Todo sucedió como en la rápida secuencia de un thriller que acaba con el movimiento de un pistolero. Mbappé cambió de ritmo en el área del mismo modo que se desefunda. Lo hizo en carrera para ganar ese espacio decisivo a Javi Rodríguez y disparar a quemarropa. Decisivo, esa es, hoy, la palabra que lo define, la palabra más esperada en la grada. El problema es que llega entre incertidumbres, sobre Ancelotti y sobre el resto. El partido fue la metáfora del momento, marcado desde el inicio por el impacto de la Supercopa.
Ese mismo Mbappé asomó ya en Yeda, pero sin la compañía suficiente frente a la supercantera en la se acompañan todos, y de la que salieron Mingueza o Ilaix Moriba, dos de los mejores con el Celta en el Bernabéu. La Copa era una empresa tremenda, pero el equipo gallego no la afrontó como un Everest, sino como una oportunidad. Supo cómo defender en el inicio y cómo desplegarse entre las dudas que dejaba el Madrid, aunque sin Iago Aspas le faltara su Galicia Calidade en el área. Cuando Camavinga falló, Bamba no lo hizo frente a Lunin; cuando Asencio derribó al propio Bamba en el área, Marcos Alonso fue preciso, quirúrgico en el penalti para llegar a una prórroga que era un martirio en el Bernabéu.
Mucho antes, nada más empezar, había alcanzado el Celta el área con claridad. Lunin salió a los pies de Swedberg, el sueco cayó con un leve contacto del ucraniano y Munuera Montero, muy cerca, no lo estimó suficiente. El VAR, con Hernández Hernández, tampoco le pidió revisarlo. La duda, al menos, merecía hacerlo. Con la cabeza en la protesta, el gol de Mbappé sacó al equipo gallego de un partido que hasta entonces había manejado con comodidad frente a un Madrid lento, al que cerró los espacios con un 5-4-1 muy efectivo. Los hombres de Ancelotti jugaban en exceso al pie, sin la velocidad de balón suficiente. Los tiros de Modric y Tchouaméni habían sido sus escasas opciones hasta que Brahim encontró una aproximación, resuelta por Iván Villar bajo palos.
De un Madrid desfigurado por los cambios podían esperarse imprecisiones. Ceballos y Modric aparecieron en el once, con Tchouaméni pero en el centro del campo, sin Bellinghgam ni Valverde. Ancelotti recurrió a todos ellos, y a todo lo que tenía, al observar la incapacidad para sujetar el resultado, pero la solución de verdad no le llegó está vez de la jerarquía, sino de un joven guardado en el desván que entra en la lucha en el momento indicado. Como Mbappé.
Poco antes de las 12 de la noche del 29 de septiembre, Robin Le Normand abandonaba el césped del Metropolitano con la cabeza abierta. Lo hacía por su propio pie y nadie, o quizás sólo el doctor Óscar Celada, que fue quien le atendió sobre el terreno de juego tras el choque fortuito con Tchouamení, imaginaba los dolores de cabeza que iba a tener el central tanto metafórica como literalmente para volver a pisar los terrenos de juego.
Hoy, 67 días después, el francés estará disponible ante el Cacereño, en la eliminatoria de segunda ronda de Copa del Rey (19.00 horas). Lo hará con un casco protector, como precaución tras la lesión sufrida, con el que lleva entrenando desde que pudo volver a pisar el césped hace 15 días. "Ayuda a absorber la energía del impacto, el problema no es tanto el golpeo del balón sino los choques fortuitos", explica a EL MUNDO, Ayoze González, jefe de neurología del Hospital Universitario de Gran Canaria. Esta última semana, Le Normand pudo completar las sesiones preparatorias junto al resto de sus compañeros.
"Pensando en su salud, el club, los médicos, todos hemos estado pendientes. Después viene el futbolista, que se puso en forma y que está ya a disposición de poder empezar a competir. Transmite ilusión y entusiasmo y está muy contento y con muchas ganas de ayudar al equipo", respondió Diego Simeone en la rueda de prensa previa al choque copero.
"hay que ir recuperando sensaciones"
En el club, tras diagnosticarle un traumatismo craneoencefálico con hematoma subdural, que es una hemorragia entre las capas que protegen al cerebro, el pasado 1 de octubre, nunca han tenido prisa con el central,que afrontó la lesión con bastante incertidumbre. Ya con el alta médica, ahora dependía de cómo se sintiera él y "las sensaciones" que tuviera para presentarse a filas, de nuevo, a las órdenes de un Simeone. "El hematoma se cura bien, pero puede ser grave, y eso genera miedo y hay que ir recuperando sensaciones", apunta González.
Le Normand fue titular desde el minuto 1 con el Cholo y lo jugó casi todo hasta su percance con el mediocentro madridista. El único partido que no disputó fue el del empate en Vallecas, uno de los duelos más flojos del conjunto rojiblanco, porque el entrenador decidió darle descanso. Son 720 minutos en total esta temporada y está entre los 15 jugadores con más tiempo disputado pese a haberse perdido más de dos meses de competición. Desde el club insisten en que "perder a un jugador de su nivel siempre es complicado" pese a que los resultados hayan podido recuperarse.
Su lesión, además, coincidió con el peor momento del equipo esta temporada. El empate en Anoeta y las derrotas en el Villamarín ante el Betis y frente al Lille en Champions League, volvieron a sacar el puesto del Cholo a la palestra. Pero el equipo se rehizo y despegó tras arrancar una inesperada victoria en París para, ahora, no sólo encadenar goleadas, sino mantener la portería a cero. En las siete victorias consecutivas de los rojiblancos, Oblak sólo ha tenido que recoger dos balones de su red. "No hay equipo que salga campeón que reciba muchos goles en contra", valoró Simeone. No cabe duda, de que la vuelta de Le Normand al césped es la mejor noticia para el entrenador rojiblanco, pese a que en los últimos duelos haya encontrado en Lenglet y Giménez una pareja no sólo competitiva a nivel defensivo, también goleadora. Ambos llevan un tanto cada uno en lo que va de temporada. El del uruguayo, un cabezazo soberbio para dar la primera victoria de la temporada ante el Leipzig en casa.
Le Normand, en el Cerro del Espino.ATM
Precisamente, unas de las últimas fotos del entrenamiento del Atlético de Madrid reflejan a un Le Normand despejando de cabeza como muestra de su completa recuperación. "El riesgo de volver a la competición no está en golpear de cabeza sino en los choques fortuitos por la propia intensidad del torneo", apostilla el jefe de neurología. Han sido dos meses en los que, por los estrictos protocolos del campeonato cuando hay un traumatismo craneoencefálico, el proceso de recuperación del defensa galo ha sido muy lento y muy progresivo.
Sesiones muy livianas "no invasivas" de gimnasio en solitario, sólo y sin ningún tipo de sonido para no influir en una posible recaída, algo que nunca ocurrió. "Se hace por mantener un entorno tranquilo, más que por los ruidos, ya que el estrés o los ejercicios con impacto son algunas de las las causas que puede empeorar el hematoma o provocar la rotura de otro vaso sanguíneo", cuenta González. Pruebas médicas (resonancias, tacs,...) constantes para monitorizar el proceso de reabsorción del hematoma y la cicatrización del cráneo. Hasta las primeras carreras en el césped, también en solitario, para intentar no perder la gran forma que venía exhibiendo desde su llegada este verano de la Real Sociedad por unos 35 millones de euros.
Vestuario sano
En el vestuario están encantados con su vuelta y especialmente sus amigos más cercanos, como son Antoine Griezmann, que no estará en Extremadura tras la extracción de una muela, Thomas Lemar y Clement Lenglet, los tres francoparlantes de la plantilla. Aunque este último sea competidor directo por la posición, hay muy buen rollo entre los compañeros y más con la vuelta de un futbolista que estuvo preocupado cuando escuchó el diagnóstico ya que, aunque como profesional estén acostumbrados a lidiar con diferentes lesiones, éstas suelen afectar más a su tren inferior.
Desde el club saben que los jugadores están acostumbrados a vivir con lesiones y que ellos tienen su proceso de recuperación propio, pero los traumatismos craneoencefálicos no son una dolencia habitual en el mundo del fútbol. Petr Cech también lo sufrió tras una jugada desafortunada con un futbolista del Reading en 2006. El guardameta checo tuvo que jugar con casco toda su carrera, pese a que le limitaba la audición, porque su lesión fue mucho más grave que la del galo ya que su cráneo sufrió un hundimiento.
El Valencia ha encontrado un bálsamo en la Copa del Rey para una temporada que escuece. En Ourense cortó las alas al equipo más contestón en un duelo que tuvo que madurar y que Sadiq tuvo ocasión de finiquitar una y otra vez, pero que le pusieron de cara los gallegos. [Narración y estadísticas: 0-2]
No estuvo el Valencia cómodo en O Couto. Corberán buscó activar a jugadores que o no tienen sitio en el once que pelea la supervivencia en Liga o necesita engrasarlos enrolarlos, y eso acabó reflejado una escasa fluidez de juego que les dejó a merced de un Ourense que sí tenía las cosas más claras. Sabe cómo aplastar gigantes y quiso aplicar la fórmula una vez.
Los gallegos no se sintieron intimidados a pesar de que el partido arrancó con un centro raso de Jesús Vázquez que a punto estuvo de cazar Valera. La respuesta fue una contra que Noriega acabó rematando a la media vuelta obligando a Dimitrievski. Apareció entonces Sadiq, que fue errando una y otra vez en sus testarazos, a veces desviados y otras al cuerpo del veterano guardameta Guillén. El pobre desempeño en ataque lo demuestra que el primer saque de esquina para los valencianistas llegó en el minuto 40.
Golpe de fortuna
Aunque con la amenaza del Ourense bajo control, el Valencia anduvo desorientado toda la primera parte. Ni Pepelu ni Guillamón tomaban el mando y el canterano Martín Tejón no catalizaba el ataque, con Canós desdibujado y Valera casi desaparecido. Las alocadas galopadas de Foulquier, a quien amargaba Raúl Prada, y las subidas de Jesús Vázquez eran las únicas vías de alimentación del gigantón nigeriano.
Antes de que se apreciaran cambios en la segunda mitad, el Ourense se quebró. Subió una marcha el Valencia y un centro de Martín Tejón lo empujó Fran Carmona al fondo de su propia portería. Pareció que la fortuna sonreía, pero volvió a girarle la cara cuando Sadiq se estrelló de nuevo contra el larguero.
Reparto de esfuerzos
Empezó Corberán a mover su banquillo para apuntalar el resultado y repartir esfuerzos que permitieran mantener el pico de intensidad, pero fue el Ourense el que espabiló. Ángel Sánchez estrelló un remate en el palo y a Ramos su disparo desde la frontal se le fue alto.
Pero el Valencia se guardaba la bala de Sadiq. Buscó tanto el nigeriano el gol que lo encontró en el minuto 78. Tuvo como socio a Almeida, quien le apoyó en su pelea para, trastabillado, amar un imparable disparo cruzado al palo largo. Por fin volvía a celebrar un gol dos años, cuatro meses y 11 días después. Y el Valencia ya podía respirar.