Marcó en el minuto 89 para que la selección, en un partido tedioso, venciera a Italia y encarrile la clasificación para la ‘final four’ de la Nations League
Jenni Hermoso celebra el gol que marcó ante Italia.RFEF
68 días para desde la última vez que sonrió en un campo de fútbol. Jenni Hermoso gritó, apretó los puños y lloró en Salerno, pero por primera vez en dos meses y siete días fue de felicidad. Lo hizo cuando vio que el rechazo de la guardameta italiana que había cazado tocó el fondo de la red, cuando todas sus compañeras se abrazaron escenificando la piña que han sido todo este tiempo, cuando Irene Paredes, lesionada, le decía al oído algo similar a que se había cumplido el regreso soñado.
“La vida, a veces, te da pequeños regalos. En ese momento he pensado en mucha gente que ha estado detrás de mí todo este tiempo y que, gracias a ellos, he vuelto a jugar. Qué mejor que volver a sentirme bien, que dar el gol de la victoria. Ahora sólo puedo sonreír“. Jenni había exorcizado con rabia buena parte de los demonios que la perseguían. Se liberó en el estadio de la Salernitana y liberó también a España en un duelo tedioso ante una Italia que había vuelto gris el juego de la campeona del Mundo.
Jenni apareció casi al final, cuando Montse Tomé trataba aún de empujar a un equipo que no se sintió cómodo salvo en los primeros 20 minutos. Nada que ver con la España que venció a Suecia con un juego brillante en Göteborg y que apabulló a Suiza. La rabia es un sentimiento poderoso con efecto acelerador y en esos partidos, España estaba rabiosa. Ante Italia, la normalidad espesó su juego.
Italia tenía un plan y consiguió que las españolas cayeran en su trampa. Pudieron escapar con un disparo de Mariona, un zurdazo de Aitana y una remate de Esther que rozó el palo. Empezaban a hacer sufrir a su rival con una presión agresiva que no les dejaba contacto con el balón. Ése es un sello de esta España de Tomé, pero comenzó a diluirse cuando la central Linari, en una acrobacia, enganchó un saque de córner embolsado que obligó a Cata Coll a sacar una mano brillante. Se protegían pero tenían recursos para dañar.
España intentaba imponer su calidad en el juego. Aitana, con el Balón de Oro ya casi bajo el brazo, intentaba catalizar los ataques, regateando hasta por la espalda, y buscando a Lucía y a Esther. Pero algo fallaba. Empezaban a pensar lento al mismo tiempo que Italia se ajustaba. Alexia no aparecía para acelerar y Mariona tampoco.
Por eso tras el descanso la seleccionadora optó por cambiar de plan. Con Salma Paralluelo y Athenea ganaba velocidad en las bandas para buscar la espalda de las defensoras italianas, picardía para sorprender sin tener atravesar una maraña de piernas en el área. Y llegó la primera ocasión en un centro de Olga Carmona que Salma no pudo ajustar al palo. Después llegó otra ocasión de la azulgrana que tampoco quiso entrar. Ahora sí que Italia se cerraba amarrando un empate que le daba vida en el grupo.
Lejos de desesperarse, España siguió. Tomé miró al banquillo y llamó a Jenni Hermoso. Su gol no tardó. Salma volvía a escaparse por la banda, buscó a Alexia en el corazón del área pero su disparo lo escupió Laura Giuliani. Ni se lo pensó Jenni para convertirse en rabia y rematar. El guion no podía ser más perfecto y Cata Coll se aseguró de que Gliona no frustrara una noche perfecta.
Tiene 25 años pero se comporta y se expresa como un veterano. Lidera y da ejemplo, quizá porque Pepelu (Denia, 1998) sabe lo que cuestan los sueños. Con 13 años, Jose, como le llaman en casa, se marchó a la residencia del Levante. Al Valencia se le adelantaron aquella vez, pero en junio se lanzó a por un futbolista con disciplina militar, imprescindible para Baraja y en la órbita de Luis de la Fuente.
Cuarto jugador con más minutos de LaLiga, 10,7 kilómetros por partido y cinco goles. ¿Cómo se aguanta ese ritmo?
Refleja el trabajo que hago día a día, tanto con el equipo como a nivel individual. Me encuentro muy bien físicamente y, además, la energía que tiene el juego del equipo, esa intención de ir siempre hacia adelante, de estar juntos, me hace llegar a esos números.
El Real Madrid tiene uno de los mejores centros del campo del mundo, ¿cómo se les puede superar?
Son increíbles, pero jugar en Mestalla es un punto a nuestro favor. Tenemos que ser un equipo junto, agresivo, que tenga muchísima energía y provocarle los mayores fallos. Vamos a tener que hacer un partido de músculo y de correr kilómetros.
¿Preocupa el ambiente por todo lo que ocurrió con Vinicius
Sabemos que son partidos históricos, que contra el Real Madrid siempre hay una tensión especial. Pero los jugadores tenemos que estar centrados en el césped, porque si ponemos el foco fuera, perdemos energía que vamos a necesitar.
¿Sería mejor que no estuviera Vinicius o olvidarse de lo que ocurrió?
Cuanto mejores sean los jugadores del equipo rival, mejor competimos y mejor puede saber la victoria. Esté Vinicius o no, el Madrid tiene infinidad de recursos. Pero si está en el campo y conseguimos ganar, tendrá mucho más mérito.
En unos pocos meses Pepelu es una figura imprescindible en el césped y en el vestuario
La verdad es que sí. Tengo 25 años pero al tener compañeros más jóvenes, he dado un paso al frente. Me siento cómodo intentando ayudar lo más posible y jugar tantos minutos me ha ayudado a tener esa figura dentro del equipo.
¿Es el cerebro de Baraja en el campo?
Intento transmitir lo que él me dice. Él jugó en esta posición y da pinceladas que nos ayudan mucho.
Le ha dado la jefatura del balón parado y los penaltis, donde era infalible hasta el fallo ante el Almería...
Sólo había fallado uno en Portugal en todos los años que llevo como profesional. Pero, a día de hoy, aunque parezca que no, es difícil marcar un penalti, con tanto estudio entre porteros y delanteros. No tengo pensado cómo lanzaré el próximo, pero los llevo estudiados.
¿Ya sabe cómo los afronta Lunin?
Sí. Siempre los trabajamos a final de semana [lo hace con Jaume Doménech, el portero suplente]
¿Quién es Pepelu?
Una persona humilde, trabajadora, con ganas de ayudar.
ero ya no podrá ayudar a su padre en el negocio de fontanería. Imagínese verle entrar a una casa a arreglar un grifo..
¡Claro que puedo! He ayudado a mi padre en la fontanería encantado. Y volvería a hacerlo.
¿Pero sabe?
Algo, no mucho, pero lo que me manda no es muy complicado (se ríe).
Acaba los partidos con 10 kilómetros en las piernas y se pone a pedalear en el vestuario, donde pidió que pusieran una bici estática...
Trabajo con gente muy concienciada en la recuperación. Ahora hay algún compañero que se ha sumado porque da resultados. Dar ejemplo es una forma de ayudar.
Controla el sueño con un anillo, el tipo de luz de su casa, siempre cena tres horas antes de ir a dormir, no perdona la siesta... ¿es difícil vivir con Pepelu?
Visto así, no es fácil vivir conmigo por mi rutina casi militar. Poco a poco la vas incorporando y ya la veo hasta normal. Cuando estoy de vacaciones se me hace raro salir de ella.
¿Cómo fue con 20 años vivir la pandemia en Tondela, un pueblo portugués de 1.000 habitantes?
Complicado, porque estuve muchos meses solo. Eso me sirvió para valorar muchas cosas y madurar.
Paco López ha reconocido que se equivocó no haciéndole entonces hueco en el Levante
R. Todos nos podemos equivocar. Que diga que al final sí estaba preparado para jugar en Primera es algo que le engrandece.
De la Fuente ya le conoce de la Sub-19 y la Sub-21 y podría estar en la lista, ¿sueña con la selección?
Como todos los futbolistas, pero pasa por hacer una buena temporada en el Valencia.
Rodri, Merino, Zubimendi, hay competencia... ¿En quién se mira?
Tienen un nivel altísimo y eso es bueno porque a todos nos hace querer estar ahí. Pero no hay duda de que Rodri es el mejor, un gran espejo para los centrocampistas.
Alemania ya sabe que tendrá que correr mucho ante España y, aún así, será difícil que pueda parar a Nico Williams. Georgia lo intentó, incluso le retó a un duelo de velocistas con Kvaratskhelia, pero sólo fue cuestión de tiempo que sus carreras no acabaran ante Mamardashvili. Su gol cerró el pase a cuartos que a España se le complicó. "En la primera parte he probado al palo largo y me la ha adivinado, así que he optado por tirar al corto", explicaba uno de los jugadores revelación de la Eurocopa, que no quiere protagonismo: "He venido del barro y soy humilde. Este equipo es invencible".
La virtud de surfear sobre la veintena es que nunca se ve el camino empinado, por eso ni Nico ni Lamine Yamal (que no está ni cerca de los 20) lo vieron en ningún momento e insistieron una y otra vez hasta que encontraron la forma de derribar el muro georgiano. Cuando acabaron el trabajo, se sacudieron las manos y se jugaron a 'piedra, papel o tijera', como en el patio del colegio, quién bebía agua primero. "Discutimos por el botellín, pero gané yo", confesaba entre risas Nico Williams, de quien su hermano, en la grada, se mostró orgulloso a través de X.
Aunque ellos huyan de la personalización, el resto del equipo sabe que ellos son un arma esencial. "Por eso necesitábamos tener calma y darles pelotas en el uno contra uno", aseguró Fabián, que volvió a marcar con una asistencia de Yamal. A ambos los elogió Luis de la Fuente, muy contundente en su análisis de la noche: "Hemos sufrido un poco, pero el partido era de ocho o nueve a uno". El otro seleccionador, Sagnol, tenía una visión diferente: "El primer gol es fuera de juego, es clarísimo. No entiendo los motivos por los que no se pita. El VAR es una herramienta maravillosa, pero no saben usarla", se quejó.
Reconoció el andaluz que no estaba acostumbrada España a ir por detrás en el marcador y menos después de un gol en propia puerta. Fue Le Normand el que temió a Kvaratskhelia y puso el pecho. Antes, la selección ya se había estrellado ante el portero del Valencia. Se puso Mamardashvili pegamento en los guantes para blocar balones, y eso fue lo que hizo cada vez que España tiró entre los tres palos.
El primero fue a Pedri, el segundo a Carvajal y después a Fabián y a Cucurella. No fueron ocasiones para el lucimiento que engorde su vitola de mejor portero del torneo, pero faltaba la de Nico Williams. Esta sí le forzó a un blocaje de emergencia y fue el primer aviso. Ante el zurdazo de Rodrigo ajustado al palo a 98 kilómetros por hora, nada pudo hacer. El centrocampista del City marcó su cuarto gol con España para provocar que el partido arrancara de nuevo para alivio de la grada.
Era justo lo que necesitaba la selección. Un tiempo muerto para reaccionar. Cuatro minutos antes el propio Rodri pedía calma porque se habían contagiado de la revolución que se empeñaban en forzar los georgianos empujados por su afición. "En el primer tiempo no éramos nosotros. Hemos tenido demasiada prisa", argumentaba Fabián.
Aunque Kvaratskhelia fue una pesadilla para Carvajal y, con pillería, quiso hacer pagar a Unai Simón su juego tan adelantado, le ganó Lamine Yamal para poner un centro a Fabián para ordenar el partido y sumara su segundo gol en esta Eurocopa.
Con la nube de la sorpresa despejada, el extremo del Barça buscó la forma de batir al meta valencianista y así poner su nombre en la historia de la competición. Hasta tres veces estuvo a punto y la pelota no quiso entrar. Tendrá que ser ante Alemania. "Estoy seguro de que su gol va a llegar", vaticinaba Nico.
La que sí entró fue la de Dani Olmo para tumbar los planes que Sagnol pudiera tener de intentar sobrevivir. Se los hizo llegar al capitán Kashia en un papelito a través de Davitashvili aprovechando un cambio.
El aviso de Inglaterra
España se sobrepuso, concienciados los futbolistas de que a estas alturas los errores se pagan caros. Nada más saltar al césped en Colonia se embobaron mirando por los videomarcadores cómo Inglaterra sufría con Eslovaquia. Los suplentes aún vieron la chilena de Bellingham para el empate y el gol de Kane en el arranque de la prórroga. Era el recordatorio de que ninguna selección concede en esta Eurocopa, por muchos quilates que tenga el rival.
Quizá fue eso lo que Pedro Rocha iba reflexionando en su visita en solitario por la mañana a la Catedral de Colonia. Algunos aficionados españoles le reconocieron y se fotografiaron con él; otros directamente huyeron. «No queremos saber nada de corrupción», explicaban. Se paseó como un turista más por toda la Seo, que cuenta desde hace siglos con un relicario que guarda los restos de los Reyes Magos. «Quizá les haya pedido que le traigan la victoria en las elecciones», bromeaban los aficionados.
El favor de la UEFA, por el momento, lo tiene. En el palco estuvo al lado del presidente, Alexander Ceferin, y escoltado por la ministra de Educación y Deportes, Pilar Alegría, que representó al Gobierno en esta eliminatoria. Esta vez no hubo ningún problema protocolario y, aunque se sufrió por momentos, el final fue feliz. Habrá que ver en Stuttgart el próximo viernes.
A España no sólo le costó doblegar el orgullo de Georgia, sino sostenerse en un césped en mal estado. Como en Frankfurt, Gelsenkirchen o en Dortmund, el verano alemán ha traído tormentas que han ablandado los campos. Y no sólo se levantan, sino que provocan los resbalones de los jugadores que lo eligen bien las botas. Uno de ellos fue Rodrigo. Por suerte España no lo pagó y él acabó como MVP.
Hay una luz que el valencianismo ve al final del túnel con más intensidad que hace sólo siete días. La era post Peter Lim se empieza a vislumbrar después de tres movimientos estratégicos que confirman que el empresario, ahora sí, está en disposición de atender a ofertas que puedan serle ventajosas para salir del avispero de Mestalla que él mismo se ha dedicado a agitar desde 2019.
Aunque la atención esté focalizada en tirar del equipo de Rubén Baraja para que salga de la delicada situación deportiva en la que lleva inmerso desde el inicio de la temporada, al fondo de la tabla con seis puntos y sólo una victoria, el origen de los males se sigue viendo en el abandono del máximo accionista y su marcha se sigue coreando en Mestalla a voz en grito en cada partido, con la bandera amarilla de 'Lim Go Home' que ha llegado hasta las puertas de la mismísima casa del magnate en Singapur.
Pero Lim no iba a dejar al Valencia sin exprimir el rendimiento que da el lujo de ser propietario de un club histórico de LaLiga, con la vitrina cuajada de títulos y una masa social que lleva al estadio a 40.000 personas en cada partido, aun con el equipo sufriendo por la permanencia.
En los últimos siete días se han dado los pasos que esperaba para endulzar el valor del club y hacerlo más atractivo a nuevos inversiones. No significa esto que Peter Lim se lance a una venta inmediata, pero sí que le va a ganar dinero.
Para eso era imprescindible el trabajo en busca de la sostenibilidad financiera que llevan persiguiendo sus ejecutivos desde 2021. El máximo accionista empezó por hacer los deberes que estaban en su mano. Tomó las riendas del Valencia en 2014 comprando por 100 millones la deuda de la Fundación, propietaria entonces del 80% del capital social, y renegociando con Bankia, aún no convertida en Caixabank, la deuda con una quita de 60 millones de euros si mantenía el 51% de la propiedad al menos hasta 2026. Además, ha ido prestando asistencia financiera a través de Meriton por un valor que suma alrededor de otros 100 millones.
Han sido préstamos que ha capitalizado para aumentar su control del capital social al 91,55% y de los que el Valencia sólo va a tener que devolver los últimos 35 millones. De hecho, empezará a tener que hacerlo el próximo 15 de diciembre. El 70% lo afrontará en pagos hasta 2028 y el 30% lo tendrá que liquidar el 30 de julio de 2029. No parece que se vayan a agotar esos plazos.
El club ha ido ajustando su gasto y empequeñeciendo su plantilla hasta reducirla a los ingresos por televisión, de manera que incluso en el ejercicio 2023 va a dar beneficios. Y es que las ventas de futbolistas que se han realizado en los últimos dos años no se han reinvertido en jugadores sino que se han destinado a reducir una deuda que supera los 320 millones de euros. O al menos a no engordarla más.
La conocida pancarta de 'Lim go home' en una de las protestas de la afición.EFE
Una deuda contenida y unos gastos operativos equilibrados es lo que Lim exigía para hacer el club más atractivo y, de paso, dejar de prestarle dinero a fondo perdido. Eso ya lo ha conseguido. Además, tiene una plantilla joven, con valores en crecimiento, barata y con contratos cortos.
Nuevo Mestalla
Otros escollos no estaban en su mano. El primero, el embrollo urbanístico del cambio de estadio. Lim compró el Valencia sabiendo que estaba comprometido a cambiar Mestalla por el campo de la Avenida de las Cortes cuyas obras estaban paradas. Sin embargo, nunca le interesó retomarlas hasta que las instituciones le forzaron.
La Generalitat decretó la nulidad por incumplimiento de la Actuación Territorial Estratégica (ATE) que garantizaba al Valencia un mayor, y mejor, aprovechamiento urbanístico del suelo del actual Mestalla y, con ello, un aumento de su valor. También de una parcela anexa al nuevo campo que se puede explotar comercialmente.
Pese a que el Valencia tensó sus relaciones con el Ayuntamiento e incluso llevó a la Generalitat a los juzgados, finalmente alcanzó un acuerdo para mantener esos privilegios y lograr las licencias urbanísticas a cambio de activar las obras de nuevo campo antes del 15 de enero de 2025 y tenerlas finalizadas en el verano de 2027. Ese proyecto de estadio, el enésimo desde 2005, se presentó el pasado 11 de octubre al Ayuntamiento para ser sometido a la valoración de los técnicos y a una auditoría de costes que ya ha encargado el consistorio.
Se trata de un estadio de 70.044 localidades, con cubierta de cables tensados y membrana textil y una fachada ondulada simulando las balconadas del actual Mestalla. Todo con un coste total de 241millones de euros, de los cuales 63 ya estaban invertidos en la estructura actual de hormigón y a los que habría que sumar los 35 del coste del suelo. En total, una obra por encima de los 300 millones.
El Valencia sólo contaba con la financiación de 80 millones de CVC y la venta del terciario y algún inmueble más por valor de 35 para hacer frente a esta inversión. Necesitaba financiación por eso se lanzó a los mercados internaciones y lo hizo con el desbloqueo municipal bajo el brazo.
Los contactos se establecieron hace un año con Goldman Sachs para tantear las posibilidades de financiación y se han acelerado después del verano, con la hoja de ruta urbanística aclarada desde el pasado mes de julio. El Valencia busca los casi 100 millones para hacer frente a las obras y, además, otros 120 para refinanciar su deuda de corto a largo plazo. Esto le permitiría saldar la deuda con Caixabank, principal accionista y ponerse en manos de la firma norteamericana. Quedaría por saber si en esa negociación se incluiría la quita de 60 millones con que penalizarían a Lim si vende su mayoría. De hacerlo, tendría las manos libres.
El acuerdo entre el Valencia y Goldman Sach, con el nuevo estadio como principal garantía, está muy cercano y podría anunciarse en la próxima junta de accionistas, lo que supone dar una patada al balón hacia adelante. Con las finanzas a corto plazo ordenadas y el nuevo estadio desbloqueado, el valor del club en el mercado permite a Lim vender con beneficio.
El cuaderno de venta está ya en manos de las principales consultoras europeas, según desveló el diario AS, y el precio podría rondar entre los 350 y los 400 millones de euros. Es la cifra que también conoce LaLiga. Javier Tebas se ha esforzado en los últimos tiempos en ofrecerse para ayudar al magnate a buscar un comprador.
En ese precio influirá también el tiempo, porque en el momento en que Lim se decida será importante la situación deportiva del equipo. No vale lo mismo un club salvado que en riesgo de descenso o en Segunda.
¿Es la salida de Lim la salvación del Valencia? Depende de quién sea el comprador y de los planes que tenga. Si el interés es deportivo, su inversión tendrá que ser progresiva por las normas de fairplay de LaLiga pero el margen es muy amplio. Si es inmobiliario, todo será mucho más complicado, pero este interés es imprescindible tanto por el compromiso, ahora sí con penalizaciones, de acabar el estadio como por la necesidad de rentabilizar el viejo Mestalla.
Esta vez, a diferencia de en 2014, ni siquiera existirá una figura que pretenda velar por los intereses del valencianismo, aunque entonces se olvidaran de ejercer esa labor. Ahora será Lim y sólo Lim, o sus bancos, quienes decidan.