LaLiga denunciará a Víctor Mollejo, futbolista del Real Zaragoza, por su celebración en el último gol de la victoria de su equipo ante el FC Cartagena (1-3). El delantero, de 22 años, se llevó su mano derecha a los testículos en un gesto muy similar al protagonizado por Luis Rubiales tras el triunfo de la selección femenina en el Mundial.
El organismo presidido por Javier Tebas ha adelantado a EL MUNDO que llevará al futbolista del Real Zaragoza, cedido esta temporada por el Atlético de Madrid, ante el Comité de Competición de la Federación Española (RFEF).
La quinta victoria en cinco jornadas para el equipo dirigido por Fran Escribá quedó enturbiada por este episodio. Mollejo, que había saltado al césped en el minuto 65 en sustitución de Manu Vallejo, certificó el triunfo visitante en el tiempo añadido, cuando aprovechó un clamoroso error de Marc Martínez, portero del Cartagena, para empujar sin oposición a la red.
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LUIS NÚÑEZ-VILLAVEIRÁN
@LNvillaveiran
Actualizado Martes,
15
agosto
2023
-
17:33Los delanteros centro demuestran con goles y ocasiones...
Es como si, de repente, el Real Madrid hubiera visto esa luz que lleva tanto persiguiendo. En el lugar y en el momento más insospechado, sufriendo una lluvia de triples en el Carpena ante el rival que les ha arruinado las dos últimas finales, Chus Mateo encontró ese ardor, esa competitividad, esa forma de rebelarse de tipos que parecían tan fuera de onda. Una remontada de carácter -y de infarto, pues el triple sobre la bocina de Tyson Carter se salió por bien poco- encabezada por Dzanan Musa (24 puntos, seis asistencia, 37 de valoración) y secundarios que han estado permanentemente bajo sospecha como Usman Garuba, Andrés Feliz y hasta un Rathan-Mayes que llevaba semanas sin contar para nada. [105-107: Narración y estadísticas]
Un triunfo, en una noche de baloncesto de quilates, emoción y toneladas de talento sobre el Carpena, de los que, bien aprovechados, pueden cambiarlo todo. Justo en la semana más importante del curso, la que le viene al Madrid en Europa. Sin Campazzo y encajando 23 triples por parte del Unicaja, récord total de la ACB (pulverizando el anterior, en posesión del Valencia Basket desde 2018). Con semejante acierto, mandaban hasta por 12 los de Ibon Navarro (78-66), casi terminando el tercer acto, encendidos Dylan Osetkowski, Tyson Carter y compañía. Pero acabaron sucumbiendo cuando Musa y el mejor Garuba (18 puntos, ocho rebotes y una defensa de las que cambia partidos) desde su vuelta de la NBA, pusieron todo patas arriba.
La mente del Real Madrid estaba parcialmente en lo que está por venir, la vida en juego en la Euroliga, primero el martes contra el Milán y el viernes en Belgrado ante el Estrella Roja, rivales directos por los puestos playoffs, "toros muy bravos". No es excusa, pero no podía ser más inoportuna la visita a un rival temible, su piedra en el zapato, el Unicaja que le ha derrotado ya esta temporada en dos finales, la de Supercopa y la de Copa. Ni siquiera lo disimuló Chus Mateo, que dio día libre a un Campazzo con "muchos kilómetros".
Los de Ibon Navarro no pretendían dejar pasar la oportunidad. La de volver a golpear a un grande, la de acercarse al liderato, la de reafirmar su buena línea. Con la valentía que es su seña de identidad, con su baloncesto frenético, tiros rápidos, con la defensa rival siempre a medio montar. Como en la final de Gran Canaria. Así lo intentaron y por muchísimos momentos zarandearon a un Madrid que se acogió a una defensa zonal, algo que no parecía ni mucho menos la mejor idea ante el ciclón perimetral de los malagueños.
Lesión de Bruno Fernando
La primera parte avanzó pareja, con el varapalo que supuso para el Madrid el golpe en el muslo de Bruno Fernando que le dejó k.o. para los restos (Ibaka se había quedado fuera de la convocatoria). Osetkowski taladró a los blancos, como si quisiera despedirse (su sanción por dopaje está al caer) con tan buenas sensaciones. Pero Tavares y Llull aguantaban el envite.
Todo cambió a la vuelta de vestuarios. Ahí el Madrid recibió una sacudida que pareció definitiva. Le llovieron triples por todos lados. Carter resultó imparable (13 puntos en el tercer acto) y, aunque Musa y Hezonja intentaban mantener al equipo, todo parecía desmoronarse para el Madrid.
Musa intenta taponar el último triple de Carter, que no entró.
Y, de repente, Chus Mateo se acordó de Rathan-Mayes. Que ni jugó la Copa ni ha sido convocado en los últimos partidos. El canadiense demostró que, sin ser una estrella, puede ser realmente útil. Su defensa sobre los exteriores fue determinante. Con un quinteto improbable, pequeño (Garuba al cinco) y Andrés Feliz a los mandos.
Un triple de Hezonja culminó la remontada (87-88) y un Garuba imperial en los dos aros impulsó al Madrid que se disparó con 39 puntos en el acto final. Pero el un triunfo aún tenía un capítulo más. A falta de ocho segundos, Carter culminó un dos más uno y Llull a continuación falló uno de sus tiros libres. El escolta americano del Unicaja recorrió la pista y lanzó sobre la bocina. Su triple no entró de milagro. Hubiera sido el 24º. Hubiera sido increíble.
«Gioco, Federer», cantó el juez de silla español Nacho Forcadell en el Masters 1000 de Roma de 2020 y nada extrañaría si no fuera porque el suizo no estaba en la pista; jugaba Novak Djokovic contra Dominik Koepfer. Nadie entre el público del Foro Itálico se percató, si acaso se aceptó como un despiste, pero en redes se viralizó. Los fans de Federer le aplaudieron, los seguidores de Djokovic se cabrearon y, entre el alboroto, una certeza: ser árbitro es duro, incluso en el tenis.
«Somos seres humanos y nos equivocamos. En aquel caso no afectaba al resultado, pero me sirvió para ver que ahora cualquier error se puede hacer destacar. Ya nada pasa desapercibido, siempre hay alguien atento», explica en conversación con EL MUNDO en Madrid antes de hacer las maletas de nuevo para dirigir partidos las próximas semanas en Buenos Aires, Acapulco o Indian Wells.
«Lo más difícil de nuestro trabajo es mantener la concentración. Hay partidos muy largos y nunca sabes cuándo va a pasar algo y vas tener que tomar una decisión importante. La mayoría de veces, si cometemos algún error es por falta de concentración», acepta Forcadell que a los 35 años ya está entre los jueces de élite de la ATP. Ha arbitrado en los cuatro Grand Slam, en la Copa Davis o en los Juegos Olímpicos. En el último Open de Australia, por ejemplo, tuvo que aguantar las quejas de Alexander Zverev en cuartos: una pluma de pájaro cayó sobre la pista, Forcadell mandó parar y al alemán no le pareció bien.
Darrian TraynorGETTY
"Quería ser árbitro de fútbol"
¿Cómo empezó?
De pequeño jugaba al tenis en el Club de Tenis Barcino junto a mis hermanas, pero era muy malo. No era un apasionado del tenis, yo realmente quería ser árbitro de fútbol. Pero un día en el club vi a Enric Molina [juez de silla entre 1997 a 2014], le pregunté y me explicó en qué consistía su trabajo. Me gustó mucho, sobre todo la idea de viajar. Y a los 16 me metí a juez de línea y, más tarde, de silla. Cuando acabé la universidad ya arbitraba partidos por el mundo así que nunca he tenido otro trabajo.
En 2019 tuvo una discusión con Federer, que ya es difícil. ¿Cuesta más dirigir un partido con alguien que ha ganado 20 Grand Slam?
En principio, no. Tomas una decisión, el jugador la protesta y le tienes que dar una explicación, sea el número uno del mundo o el número 300. Pero tampoco te voy a mentir. Aquel era el segundo partido de Federer que arbitraba y me puse más nervioso de lo que me pondría ahora. Como es normal, la experiencia te ayuda a mantener la calma en estas situaciones.
Antes de cumplir los 30 años, Forcadell arbitró una final grande, la del Torneo Conde de Godó de 2019 entre Dominic Thiem y Daniil Medvedev y desde 2020 es uno de los 7 jueces de silla que componen el equipo de ATP. De hecho, con un máster en Administración de Empresas, en los últimos meses se encarga de la gestión de los árbitros: organiza los calendarios, informa al resto de cambios de reglamento... «Tenemos libertad a la hora de escoger los torneos, aunque siempre hay que equilibrar, que haya jueces con experiencia en todos los eventos. No diría que tengo torneos favoritos, aunque el Godó es especial, también el Mutua», comenta.
"Se vive bien"
Según varias fuentes, los jueces de silla de la ATP tienen un salario de entre 70.000 y 80.000 dólares anuales. Un buen sueldo, aunque lejos de los 145.000 euros más extras que reciben los árbitros de la Liga, por ejemplo. «Se vive bien, aunque nuestro sueldo no es comparable con otros deportes de élite y tu calidad de vida depende del lugar dónde vivas. Ser juez es vocacional, lo haces porque te gusta, sobre todo al principio. Cuando empiezas te tienes que costear tú los viajes a los sitios para poder arbitrar», expone Forcadell.
¿Qué diferencia un partido bien arbitrado de uno malo?
Es subjetivo. Puedo pensar que lo he hecho muy bien, pero quizá un jugador no lo crea así. Nuestro trabajo es pasar desapercibidos. Pero siempre puede haber alguna queja, algún conflicto, y debemos resolverlo.
Ojo de halcón, video review... ¿Existirá un tenis sin jueces de silla?
Siempre hará falta una figura humana. Es como pilotar un avión: la tecnología se ocupa de mucho, pero debe haber una persona a los mandos. Con el arbitraje pasa lo mismo. Las máquinas nos ayudan y nos debemos adaptar, pero en un partido pueden ocurrir muchas cosas.