Luis Rubiales responde al perfil intimidatorio y narcisista que describe su tío Juan Rubiales en la entrevista a Esteban Urreiztieta. La impunidad con la que actuaba, en Salobreña o en Sídney, es la consecuencia. Se creía intocable. Pero también es l
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Los jugadores del Barça se han marcado un objetivo muy claro: dedicar el partido ante el Benfica a la memoria del doctor Carles Miñarro. El súbito fallecimiento de uno de los responsables de los cuidados médicos de la plantilla del primer equipo azulgrana dejó a los futbolistas muy tocados. Tanto, que el partido que debían jugar el pasado sábado frente a Osasuna fue finalmente suspendido. Ahora, a pesar de que han pasado apenas unos días desde tan terrible suceso, los futbolistas y el 'staff' técnico que dirige Hansi Flick quieren homenajear al doctor, que tenía una relación muy próxima con varios de los miembros de la plantilla, dándolo todo sobre el césped.
La sesión preparatoria del domingo fue extraña. Los sentimientos seguían a flor de piel y el presidente, Joan Laporta, se acercó a la ciudad deportiva Joan Gamper acompañado por el director deportivo, Deco, y por Bojan Krkic, coordinador del área de fútbol y mano derecha del portugués. Antes de esa sesión, se guardó un sentido minuto de silencio que, de hecho, se repitió a lo largo de este lunes tanto en las oficinas como en la ciudad deportiva. En las instalaciones de Sant Joan Despí, además, fue especialmente emotivo el acto llevado a cabo por la sección de fútbol sala, en la que desempeñó su labor el doctor Miñarro justo antes de incorporarse al primer equipo el pasado verano.
Cómo no, antes de la protocolaria rueda de prensa, en la que únicamente participó Flick tras petición del club y con permiso de la UEFA, también hubo unos instantes de recogimiento. La entidad azulgrana prefirió que los jugadores quedaran al margen en este caso de los actos que se llevan a cabo antes de un partido europeo. Sabedora, seguro, de que los sentimientos seguían aún a flor de piel. El técnico fue el único que habló. Y, a decir verdad, su intervención fue quizás incluso más breve y concisa de lo que suele serlo habitualmente. Aunque, eso sí, contundente en cuanto al objetivo que se ha marcado el equipo para este martes.
"Queremos ganar por él"
«La de Carles ha sido una pérdida muy sensible para el equipo, porque ha sido una parte importante del rompecabezas con el que queremos lograr el éxito esta temporada. Era una gran persona y un gran médico, una pieza muy importante, lo extrañaremos y queremos ganar por él. Todos quieren dedicarle el partido, es un momento trascendental para el club y para la afición, el equipo está centrado, tenemos que seguir adelante y es muy importante conseguir este triunfo», reiteró el técnico barcelonista quien, desde luego, huye del papel de favorito pese al 0-1 logrado en la ida. «Nadie cree que esto ya está hecho y, para mí, eso es lo más importante», sentenció.
El club está además pendiente de que la UEFA les permita también guardar un minuto de silencio justo antes de que se inicie el partido contra el Benfica, el primero de las eliminatorias que se disputarán en esta jornada, dado que su inicio está previsto para las 18.45 horas. El máximo organismo del fútbol europeo suele ser muy estricto con la oficialidad de este tipo de actos, pero lo cierto es que ya ha tenido un gesto con el club al permitir que únicamente hablara Flick en la previa y eso puede invitar a pensar que tampoco pondrán problemas a que se prolonguen un poco más los actos de homenaje para el doctor Miñarro, cuyo funeral se celebra esta mañana, horas antes del partido.
Para el partido en sí, el técnico tiene la baja confirmada de Pau Cubarsí, expulsado con roja directa en Da Luz, pero todo invita a pensar que podrá contar con un Robert Lewandowski que iba a ser baja frente a Osasuna tras resentirse de una contractura en la sesión de activación previa a ese encuentro. El Benfica, por su parte, también se plantará en Montjuïc con dos ausencias muy sensibles. Álvaro Carreras no podrá jugar por acumulación de amonestaciones a causa de la amarilla que vio en Lisboa tras una dura entrada sobre Jules Koundé y el ex madridista Ángel di María, por su parte, sigue convaleciente de la lesión muscular sufrida ante el Mónaco y no pudo entrar finalmente en la convocatoria del Benfica que, hoy, se unirá al luto del Barça. Después, ambos buscarán la victoria.
Quien no ha tenido una pareja o un amante que siempre llega tarde, que te desespera en la espera. Cien veces decides irte y cien veces decides quedarte, porque crees que el final de la noche será único. Cuando no acude, lo maldices, pero sabes que volverás al mismo lugar, con la misma excitación, en la siguiente cita. Esa pareja o amante es el Madrid. Lo saben todos los que formaron la larga procesión secular al Bernabéu, esperanzados en una remontada que esta vez no se produjo, porque la cita exigía pasión, claro, pero a las mejores pasiones las acompañan las caricias, y nadie del Madrid se las ofreció a la pelota. El Arsenal lo hizo lo justo, suficiente no sólo para pasar a semifinales de la Champions, también para ganar en el Bernabéu. El Jueves Santo no va a impedir las maldiciones, aunque el fútbol tenga querencia por las estaciones de la Semana Santa: martirio y resurrección. El creyente Ancelotti tiene difícil la segunda. Ha empezado su via crucis. [Narración y estadísticas (1-2)]
El entrenador había hablado, entre medias sonrisas, de la cabeza, el corazón y los cojones. La máxima de las cuatro C la acuñó Seve Ballesteros. Ancelotti se olvidó de citar la primera: la calidad. El Madrid no la encontró en ningún momento, como si esta vuelta de cuartos fuera la metáfora y la hipérbole, ambas a la vez, de la temporada. La sobreexcitación no ayudó. De hecho, el Madrid empezó el partido por el final. Necesitaba tres goles para igualar la eliminatoria, tres goles en 90 minutos, y escogió la montonera. Está bien algo de descontrol, pero si es para descontrolar al contrario en la salida de toriles, en un arranque a fuego. Pasado ese tiempo, es necesario el juego.
El problema no es que el Madrid no lo encontrara en el Bernabéu, es que prácticamente no lo ha hecho en toda la temporada. El choque fue el collage de todos sus problemas estructurales a los que Ancelotti no ha encontrado solución desde la marcha de Kroos. La entrada de Modric, tardía, no sirve de nada porque no es el mismo Modric, y porque el croata no siente ya la jerarquía de antaño. Ceballos pasa por el centro del campo como unos padres por la habitación de un adolescente. Pone las cosas en su sitio, nada más.
Demasiados centros
Esta eliminación, esta derrota y esta impotencia va a pesar sobre la figura del italiano, cuando al via crucis le quedan dos paradas decisivas: la final de Copa y el clásico en Montjuïc, ambas ante el Barcelona, con ventaja en la Liga. Después de haber perdido ya dos este curso ante los azulgrana, el mayor aliado del Madrid es la estadística, porque es difícil perder cuatro. Ese Barça necesitaba un estímulo nuevo en el vestuario la temporada pasada y lo encontró. A Florentino Pérez le corresponde reflexionar acerca de si lo necesita el Madrid, con todo el respeto por el entrenador que más títulos ha ganado en la institución. Difícil análisis.
Ancelotti optó por lo esperado, con Valverde en el centro del campo, aunque ello supusiera dar el lateral a Lucas Vázquez. Pese a sus lagunas defensivas, fue de los más activos en su despliegue ofensivo, aunque una vez en los tres cuartos, el Madrid abusó de los centros, frontales muchos de ellos y fáciles de defender para el Arsenal. Ni un balón comprometido tuvo que sacar Raya de la portería del Arsenal en todo el primer tiempo. Courtois, en cambio, detuvo un 'penaltito' cometido por Asencio, cantado como un gol en el coliseo blanco, a Saka, un Panenka confundido, y otro disparo cruzado de Martinelli tras una contra.
Poco más hicieron los de Arteta, a la espera de que pasaran los minutos frente a la frustración blanca. Es el equipo de la Premier menos goleado, el que mejor defiende. Se siente cómodo en esa situación. La impresión es que mostró menos de lo que tiene, porque no lo necesitó, en el aspecto ofensivo. En una de sus triangulaciones se encontraron Odegaard, Mikel Merino y Saka para elevar sobre Courtois y redimirse del penalti. El efecto psicológico, pasada la hora, lo emborronó el propio Arsenal, con un error de Saliba que ofreció el gol a Vini.
Los futbolistas del Arsenal festejan el 1-2 en el Bernabéu.EFE
Nada cambió, en realidad, porque no había ideas con que cambiarlo, mientras el Arsenal, inteligente, intentaba jugar más tiempo en campo del Madrid, alejarlo de su área y refugiarse en largas posesiones. El control que pretendía Ancelotti, sin conseguirlo pese a dar entrada a Ceballos o Modric, lo tuvo siempre Arteta, un entrenador español de nueva generación que se presenta a lo grande en el mejor escenario posible. Martinelli culminó, a la contra, lo que el juego decía. Sólo se trataba de esperar el momento.
A Arteta le aguarda el PSG de Luis Enrique. El PSG en el que ya no juega Mbappé, que llegaba después de una patada de impotencia ante el Alavés. La impotencia continuó. El francés vino para ganar Champions después de ganar todo el dinero posible. Tendrá que esperar. Se movió por todas partes, pero sin la precisión adecuada, y dejó el campo lesionado. Tampoco acometió escaladas individuales, como intentó Vinicius desde el inicio, pero siempre perdedor frente a Timber, Saliba o Declan Rice, goleador en la ida y pletórico en la vuelta. La cruz que porta Ancelotti es también su cruz.