La Fiscalía Provincial de Valencia archivó el pasado 20 de junio las diligencias de investigación iniciadas por la sección de Delitos Económicos contra Peter Lim, Jorge Mendes, Layhoon Chan y Amadeo Salvo por los presuntos delitos de falsedad contable, corrupción ente particulares y contra la Hacienda pública. Esta investigación se inicio el pasado 29 de marzo por los hechos denunciados por el exvicepresidente Miguel Zorío ante la Fiscalía Anticorrupción en enero de 2023.
Estas diligencias de investigación “preprocesales” suponían que la Fiscalía disponía de seis meses para recabar toda la información necesaria para determinar si los hechos denunciados eran constitutivos de esos delitos. Sin embargo, en apenas tres meses, la fiscal Ana María Palomar ha concretado en un “exhaustivo informe” -según recoge la propia diligencia de la Fiscalía a la que ha tenido acceso EL MUNDO- la “valoración conjunta de las pruebas practicadas” y concluye que no aporta “indicios suficientes que justifique una nueva investigación de los hechos ya denunciados, investigados y archivados”.
Y es que Zorío ya presentó denuncia ante la Fiscalía Provincial en 2015, 2016 y 2018 sin que se encontraran indicios de delito. El exvicepresidente y líder de la corriente opositora Marea Valencianista, denunció un presunto delito societario y de administración desleal tanto durante el proceso de venta del Valencia como en la gestión posterior y en los fichajes. En esta última denuncia archivada, ponían en cuestión el traspaso de Neto y la compra de Cillessen.
Ninguna de las denuncias que se han presentado contra la gestión de Meriton o Peter Lim en los tribunales en los últimos años han progresado, como tampoco las que ponían en duda el proceso de venta.
Para no rendirse hace falta creer ponerse detrás de la bandera de quien no se sienta nunca derrotado. Para el Valencia, uno de esos estandartes es Umar Sadiq. Con un increíble taconazo rescató un punto en El Sadar en el minuto 87 cuando Osasuna ya trataba de amarrar la victoria. Fue lo mismo que hizo en Villarreal para dar oxígeno al equipo mientras trepa para salir del abismo. [Narración y estadísticas: 3-3]
No es casualidad que el Valencia sea el único equipo de LaLiga que no ha logrado ganar sin el abrigo de su parroquia. Lejos de la coraza de Mestalla, se vuelve débil, quebradizo por más que, a ráfagas, de signos de que puede lograrlo. Siempre ocurre algo que le deja en el camino al menos dos puntos. En Pamplona fueron demasiadas cosas.
Llegó a El Sadar preparado para la brega bajo la premisa de Corberán de jugar con tres centrales y con Rioja esforzado en las vigilancias a Bryan Zaragoza. De ese duelo entre pillos saltaron chispas, pero el Valencia parecía más centrado que Osasuna. Un disparo de Enzo Barrenechea y alguna última mala decisión de Sadiq en el área inquietaban a los rojillos, que se vieron con un gol en contra en el primer cuarto de hora y por las líneas del VAR. Rioja buscó a Diego López a la espalda de Catena, la corrió el asturiano sin mirar la bandera del asistente, recortó a Sergio Herrera y marcó. Por si acaso. Hizo bien, porque la revisión determinó que había partido en posición correcta y el gol subió al marcador.
Pudo Sadiq hacer el segundo cuando Gayà le puso un balón al punto del penalti, pero en lugar de buscar el disparo intentó asistir a Diego López. El nigeriano acabada de impedir que el Valencia tuviera un minuto de tranquilidad, porque Osasuna empezó a despertar. Bryan consiguió burlar a su sombra sevillana y obligó a Mamardashvili a rechazar su disparo cruzado. El extremo había cogido carril y desde la banda buscó a Budimir en el corazón del peligro. Solo pudo el croata rebañarla desde el suelo para que Aimar Oroz la enganchara ante la pasividad de la nutrida defensa valencianista.
El partido iba de golpe en golpe y no estaba todo dicho. Si apareció Oroz, con tres kilos menos por una gastroenteritis, también lo hizo Javi Guerra para cabalgar hasta la línea de fondo y poner un centro que, ahora sí, Sadiq mandó al fondo de la portería. Se había repuesto el Valencia y, una vez más, no supo manejar su ventaja por Osasuna mostraba más empaque. De hecho, en apenas seis minutos al filo del descanso le dio la vuelta al marcador.
Aimar Oroz festeja su segundo gol ante el Valencia.EFE
Primero con una genialidad de nuevo de Aimar Oroz, que sabía que no aguantaría todo el duelo y se exprimió. Se escapó Areso por banda derecha para poner un centro que cazó de volea picada en la frontal sin que Mamardashvili, algo adelantado, pudiera atajarla. El talentoso centrocampista actuó por instinto, pero hubiera tenido tiempo para pensar porque para el Valencia fue invisible en esa jugada. Nadie le importunó.
Si el empate fue un mazazo para el equipo de Corberán, el penalti de Mosquera a Rubén García con el tiempo cumplido, tan indiscutible como innecesaria la jugada, lo fue más. Esta vez Budimir engañó el guardameta georgiano para convertirse en el máximo goleador de la historia de Osasuna en Primera División con 58 goles. El 59, cuando encaraba de nuevo la portería valencianista solo, lo envió a la grada.
Osasuna había dado la vuelta al marcador en un partido en el que enmendó sus errores mejor que el Valencia, revolucionado en la segunda parte. Tuvo que salir del campo Oroz por lesión y los ataques se espaciaron a pesar de que a Bryan Zaragoza se le escapó el cuarto ajustado a la escuadra valencianista. Corberán miro al banquillo y lanzó el órdago junto a Sadiq con Rafa Mir. La tuvo el murciano de cabeza, como también Rioja con un zurdazo cruzado que se perdió rozando el poste. Apretaban a un Osasuna que empezó a protegerse para aguantar su ventaja secuestrando el balón. Mientras, el Valencia sacó del campo a Gayà después de una entrada y a Javi Guerra, dos decisiones sorprendentes.
Cuando nada parecía suficiente para evitar que los rojillos sumaran por que nada ocurría... hasta que apareció Sadiq para hacer magia. Con un taconazo convirtió a un centro de Canós en el gol del empate porque Catena, en el añadido, erró el testarazo que hubiera vuelto a romper la igualada.
Georgia lleva dos años en el mapa del fútbol europeo detrás de los nombres de Khvicha Kvaratskhelia y Giorgi Mamardashvili. Su brillo en el Nápoles y en la portería del Valencia ha hecho volver la vista al campeonato de un pequeño país de 3,7 millones de habitantes, la mitad que la Comunidad de Madrid, que se envuelve en su bandera para, por primera vez en su historia, disputar una Eurocopa.
Los georgianos proclamaron su independencia de la Unión Soviética en 1991 y aplastaron una invasión de Rusia en 2008, pero su fútbol ha sido conquistado por españoles. La base del logro de una selección que enloqueció al país en la tanda de penaltis de la repesca ante Grecia tiene su origen en España y en los éxitos que encadenó la Selección Española de 2008 a 2012, cuando el tiqui-taca asombró.
Jugadores y técnicos eran reclamados y Georgia fue una de las ligas receptoras. Allí desembarcaron dos ex entrenadores de la cantera del Barça: Álex García, que dirigía al juvenil y hoy es segundo de García Pimienta, y Andrés Carrasco, cuya misión era crear la academia del Dinamo de Tiflis por encargo de su propietario, el empresario Roman Pipia, dispuesto a hacer crecer al equipo que vio campeón de la Recopa en 1981 y, sobre todo, a la selección de su país. Hoy el 70% de la selección que en Alemania dirige el francés Willy Sagnol creció en esa academia, empezando por los dos estandartes.
Con ellos llegaron poco después un puñado de futbolistas , entre ellos Xisco Muñoz, campeón de Liga con el Valencia en 2002, que fue primero jugador y luego como técnico del Dinamo. "No teníamos ni ciudad deportiva para entrenar, pero había una intención de hacer crecer el fútbol y el presidente quería apostar por la gente joven del país", recuerda el técnico, hoy en Eslovaquia, que ganó dos campeonatos en el Dinamo.
Uno de esos 'cruzados' que defenderá a Georgia en su primera Eurocopa nació al fútbol con esa mentalidad española. "Yo jugaba en la academia de Dinamo de Tiflis con 12 años tuve un director que ha influido muchísimo en la manera de entrenar y de jugar al fútbol en Georgia. He crecido con la mentalidad y el estilo de juego español". Lo cuenta a EL MUNDO Giorgi Kochorashvili, centrocampista del Levante UD, que se convirtió en el primer futbolista georgiano que daba el salto a una de las cinco grandes ligas en dos décadas. "Desde Shota Arveladze nadie lo había hecho y ese primer paso fue complicado, porque salí con 18 años de mi país y hasta los 21 no pude debutar. Sin embargo, es una demostración de que es posible. De esa convicción de que se puede ha llegado Mamardashvili, con su altísimo nivel, o Khvicha Kvaratskhelia a Nápoles... Los jugadores empiezan a salir y todos estamos creciendo", explica.
Ese director que marcó a Kochorashvili es Andrés Carrasco. "Nuestra idea fue fundar la academia para conseguir un estilo, una identidad. Yo llevaba 13 años en el Barça y vimos que era factible aplicar ese 4-3-3 allí, porque su nivel físico era bueno y había muchos jugadores de calle con los que se podía trabajar con un perfil técnico interesante", explica en conversación desde Tiflis, donde acaba de renunciar a entrenar al Dinamo. Chicos con capacidad de uno contra uno para los perfiles, que no perdieran la pelota y que fueran capaces de jugar a dos toques. Eso, e inteligencia en el campo. Ambas cosas se las vio a Kochorashvili y, sobre todo a Kvaratskhelia. "Era luchador, muy trabajador, porque esa capacidad de trabajo es lo que te hace especial en Georgia. Pero nadie veía su talento. En las pruebas que hicimos no lo mostró y hubo mucha gente que dudó. Yo me la jugué porque creía que lo merecía", relata sin ver el techo del jugador que asombró al Diego Armando Maradona. "Era imposible predecir que iba a tener un impacto tan grande. El paso más difícil fue el de Rusia al Nápoles pero fue progresando y el factor sorpresa le ayudó", explica.
Para Carrasco, ha sido "vital" que hayan dado el salto a ligas más competitivas. "Es la primera vez que apenas hay jugadores en la selección que no estén en Rusia o en Georgia". En España ha costado, tanto que Mamardashvili fue ofrecido en un email que media Primera División rechazó, en la Premier apenas recuerdan la experiencia del talentoso y anárquico Georgi Kinkladze en el City a mitad de los 90 y miran al mediocentro del Watforf Chakvetadze, y es en Francia donde mejor están anidando desde el joven goleador Mikautadze en el Metz a Davitashvili en el Burdeos.
Georges Mikautadze, delantero del Metz francés.AFP
"El fútbol del país tiene visibilidad porque hemos venido jugadores a España, Italia o Francia. Ese reconocimiento ayuda a que la gente se anime más a buscar talento en Georgia. No es que antes no hubiera buenos jugadores, pero no daban el salto a un equipo europeo para jugar, aprender y crecer. Quedándote en Georgia puedes mejorar, pero hay que ver más allá y rodearte de gente que está a un nivel top. Jugar en una de las cinco grandes ligas te da muchísimo", advierte Kochorashvili.
"Como se han criado españolizados están más adaptados a nivel cognitivo al fútbol de primer nivel cuando dan el salto. Ése ha sido el éxito de Andrés, acercarlos al fútbol profesional", añade Xisco, convencido de que en esta Eurocopa pueden ser una sorpresa. "Hay jugadores que con 21 años ya llevan 100 partidos y están dispuestos a no dejar pasar ninguna oportunidad. Lo van a dar todo por su país y saldrán a jugar envueltos en su bandera y haciendo patria", advierte.
No serán nueve entre Mamardashvili y Kvaratskhelia. "Está claro que él es el gran ídolo, una estrella de las que nacen pocas veces, pero en Georgia jugamos en equipo. Él nos ayuda muchísimo con su talento y nosotros a él para que dé su mejor versión en cada partido", puntualiza 'Kocho'.
Son un equipo tras la idea que les propone Willy Sagnol, a quien siguen con fe ciega. "La parte mental la controla muchísimo, que es algo muy importante en el fútbol más allá del físico y la táctica. Nos da mucha libertad y eso nos hace sentirnos muy fuertes y disfrutar de cada momento que vivamos ante Turquía, Chequia o Portugal". Ése es el partido al que todo el mundo mira, se lamenta Kochorashvili recordando que es el último de la fase de grupos.
No tendrán los 'cruzados' georgianos el apoyo de los 60.000 aficionados que llenaron la gradas del estadio nacional en la repesca ante Grecia, pero sienten lo vital que es para el país poder darles una alegría. En medio de una crisis política por la influencia rusa y la limitación de derechos que conllevaría, "para la gente será una forma de desconectar. Somos un país pequeño que sueña a lo grande y estamos listos para esta aventura".