En casi todos los lugares donde antes se podía entrenar o celebrar competiciones se está ahora demasiado cerca del peligro
La destrucción de la presa de Kajovka asesta otro golpe a las escuelas de vela de Ucrania, asoladas por los bombardeos rusos, la ocupación y el éxodo de niños, aunque se están dando primeros pasos en el oeste del país para revivir este deporte juvenil, antes vibrante.
“A quien viva río abajo de Jersón: le pedimos que nos avise si ve nuestros botes, yates y barcos encallados en cualquier parte de la orilla”, es el mensaje que se puede leer en el Facebook de la Escuela de Deportes de Jersón.
Las embarcaciones habían sido escondidas previamente en las islas del río Dniéper cuando las autoridades rusas intentaron hacerse con el control de la escuela, explicó a Efe Olga Kravchenko.
La inundación causada por el desastre de la prensa significa que ahora la mayoría de los barcos se han perdido para siempre.
Más de doscientos jóvenes deportistas, de edades comprendidas entre los 6 y los 23 años, solían entrenarse en la escuela, contó Kravchenko.
La vela como víctima de la invasión
Cientos de jóvenes regatistas entrenaban y competían en ciudades costeras como Jersón, Mikolaiv, Mariúpol y Odesa, así como en Dnipro y Kiev, antes de que Rusia invadiera el país hace más de quince meses.
Algunas de las bases, como en la región de Jarkov y en Mikolaiv, han quedado dañadas o destruidas. Algunas otras siguen ocupadas. En casi todos los lugares donde antes se podía entrenar o celebrar competiciones se está ahora demasiado cerca del peligro.
Una consecuencia de ellos es que la mayoría de los deportistas y entrenadores no han podido continuar con lo que les gustaba hacer.
Los menores están distribuidos por toda Ucrania y en el extranjero. Lo más que pueden hacer sus entrenadores es darles clases teóricas por internet y animarles a mantenerse en forma, dijo Kravchenko.
Sin embargo, los que llevan tiempo practicando este deporte se niegan a abandonar.
Mantener viva la vela en Ucrania
Angelina Kalincheva, miembro de la conocida dinastía regatista de Mikolaiv, interrumpió hace poco su pausa obligada en Leópolis y condujo 1.100 kilómetros hasta aquella ciudad para conseguir dos botes para sus alumnos.
Su hija, Alisa Sannikona, de 13 años, y su sobrina Anna Kalincheva, que tiene 11, miembros del equipo nacional ucraniano antes de la invasión, no han podido entrenar durante más de quince meses.
El campeonato ucraniano de vela, que se celebró en el lago de Sirka, cerca de la frontera con Polonia, entre el 1 y el 10 de junio, ha sido la única oportunidad que han tenido para meterse en el agua por vez primera desde que comenzó la invasión rusa.
“¡Les encantó! Este torneo no es por los resultados. Era muy importante para que las chicas, que crecen sin parar, ajustaran su técnica“, explicó Kalincheva a Efe.
La competición atrajo a 65 participantes, la mayoría de ellos menores, que es menos del 20 % de la cantidad que normalmente asiste a ese tipo de evento.
“En el campeonato de 2020 de Mikolaiv había cien deportistas que competían solo en la clase ‘optimist’. Esta vez solo había 19 en esa categoría”, reconoció Kalincheva.
Esperanza para el futuro
Pese a la relativa falta de experiencia e infraestructura en la región, el torneo fue un éxito, dijo el jefe de la Federación de Vela de Leópolis, Myron Humenetskyi.
Hay proyectados otros campamentos de entrenamiento y torneos y espera que aumente el número de participantes.
Kalincheva, que tiene pensado volver a Mikolaiv con su familia, espera que puedan volver pronto a entrenar en un lago lejos de las tropas rusas en la región de Odesa, una vez obtengan los permisos correspondientes por parte del Ejército.
Las localidades más populares para la vela a lo largo de la costa quedarán probablemente fuera del acceso de los deportistas durante años debido al peligro que plantean las minas o los artefactos sin explotar, afirma Humenetskyi.
Los organizadores están empeñados en hacer lo que sea para mantener vivo este deporte.
“Esta guerra va también de una lucha mental, una lucha por nuestro futuro”, subrayó a Efe la coorganizadora del torneo, Oksana Novikova, que tuvo que huir de Crimea, ocupada por Rusia en 2014.
Los ucranianos no pueden dejar en pausas sus vidas porque la guerra puede durar años. Incluso en circunstancias tan difíciles tienen que crear oportunidades para que los menores se desarrollen en su propio país, confiesa Novikova.