Solo la desconexión de los italianos en los últimos minutos del partido y con ventaja de 3-1 permitió maquillar un duelo que los portugueses nunca tuvieron de cara
Los jugadores del Inter celebran el primer tanto de Barella.MATTEO BAZZIEFE
Milán hace demasiado tiempo que no tenía a su fútbol en la élite europea. Milan e Inter, de mano en mano de propietarios internacionales, habían perdido el poderío continental. Como no hay mal que cien años dure, la versión europea del derbi de la Madonnina decidirá cuál de los dos estará en la final de la Champions en Estambul. La última de los rossoneri fue en 2007, y salió campeón. Los nerazurri, tres años después, también alzaron la orejona. [Narración y estadísticas: 3-3]
No dio el Inter ninguna opción al Benfica para que volteara su cómoda ventaja de dos goles. Se sacó el peso de los errores que le han condenado a la irrelevancia en la pelea por el Scudetto, se afianzó en el césped y se lanzó a aprovechar la ansiedad de los portugueses, al menos hasta que tuvo la eliminatoria en el bolsillo. Luego, se dejó llevar y permitió a un rival respondón y orgulloso maquillar su pobre eliminatoria.
Poco tardaron los italianos en asestar el primer golpe, los 14 minutos que tardó Barella en aparecer. Pared con Laurato, recorte y zurdazo a la escuadra. No se quería rendir el Benfica, que probó a Onana con una milimetrada falta lanzada por Grimaldo y un remate de cabeza, pero de cada pérdida, los italianos salían en estampida hacia la portería de Vlachodimos.
Aún así, antes del descanso la los portugueses les salió una jugada que les llevó al gol. Un centro de Rafa Silva que cabeceó con comodidad el noruego Aursnes. Aún perseguían su oportunidad, por imposible que pareciera.
Roger Schimdt echó mano de Neres buscando profundidad y ganó algo de dominio. Sin embargo, el efecto no fue eficaz y tardo muy poco en esfumarse. Apareció Di Marco para, apoyado en Mkhitaryan, poner el segundo gol en las botas de Lautaro y citarse con los vecinos en la semifinal. La fiesta parecía cerrarla Joaquín Correa, entre el sinfín de cambios de Inzhagi, pensando ya en cómo recuperar aliento en la Serie A ante la montaña rusa de emociones que tienen en el camino con la Copa, ante la Juve, y la Champions envuelta en dos derbis.
Con los deberes hechos, el Inter por primera vez se pareció al dubitativo que ven sus aficionados cada domingo. Se desconectaron y llegaron los tantos de orgullo de Antonio Silva y Musa que, si bien no cambiaban nada, demostraron que este Inter puede ser más vulnerable de lo que ha demostrado en octavos y el primer partido de cuartos, donde no encajó ni un solo gol.
Si no se puede ser brillante hay que ser práctico. Eso fue lo que logró el Barça para salir vivo de Lisboa en un duelo que se complicó mucho en apenas 20 minutos por la expulsión de Cubarsí. Necesitó para lograrlo la mejor versión de Szczesny, un portero jubilado que se agigantó para hacer milagros, y del despertar de Raphinha, un futbolista determinante casi más por carácter que su fútbol, que es mucho. Se arremangaron los azulgranas demostrando que saben jugar de frac y con el mono de obreros. [Narración y estadísticas (0-1)]
Fue el meta polaco el primero que recordó al Barça el valor de lo que estaba en juego en Lisboa. De nada serviría una brillante liguilla si un tropiezo en octavos te condena a ver la competición por la tele. No habían pasado ni 30 segundos cuando la primera pelota que tuvo el Benfica se convirtió en un disparo de Aktürkoglü que salvó una mano milagrosa. El susto espabiló al equipo de Flick, que había puesto en el campo a todo su talento. Por primera se encontraban De Jong, Pedri y Dani Olmo. Suyo fue el primer el aviso a los portugueses con un remate que salió rozando el palo. Incluso se animó a probar Cubarsí con un flojo cabezazo que atajó Trubin. El central sería protagonista en negro poco después, pero el guardameta ucraniano arrancó antes los vítores del estadio con una triple parada a todo el frente de ataque culé: despejó el tiro de Olmo a pase de Raphinha, escupió el rechazo que cazó Lewandowski y, reptando para tapar portería, atajó también el tercer intento de Lamine Yamal.
Aunque el Benfica pareció querer enloquecer el juego, el Barça le iba cogiendo el pulso y se engrasaba con la pelota en los pies buscando la grieta de un rival que no se descomponía. De hecho, trataron de acercarse los lisboetas, siempre con el instinto de Pavlidis, explotando su velocidad a la espalda de los adelantados centrales. Fue así como asestó el primer mazazo al Barça en el minuto 22. Se había colado por el eje de la zaga y envió a Cubarsí al vestuario con roja directa por frenarle. El plan que tenía Flick tenía que cambiar. Sacrificó a Olmo para poner en el campo a Araújo y la tarea de buscar las cosquillas al Benfica se complicó. Aún así cogió aire porque los locales no supieron aprovechar su superioridad.
Una estrella al ralentí
De Jong y Pedri trataron de dormir la pelota echando mano de galones. Había que resistir. Hasta la aparición de bengalas en las gradas contribuyeron a darles un respiro para adaptarse. De las botas del neerlandés y del canario salieron las mejores asistencias que Raphinha, por primera vez, interpretó mal durante muchos minutos y a un Lamine Yamal al ralentí.
Mientras, el Benfica no sacaba provecho porque Pavlidis siguió con el punto de mira desajustado y otra vez Szczesny apareció, esta vez disfrazado de Gonzalo Pérez de Vargas, para salvar un testarazo a bocajarro de Aktürkoglü. Pese a todo, el Barça tuvo una clara ocasión al filo del descanso cuando un taconazo de Pedri pegado a la orilla izquierda permitió a Raphinha encarar a la carrera el área. Lo que merecía un zurdazo inapelable lo convirtió en una asistencia estéril a un tibio Lamine.
Necesitaba el Barça intimidar más en la segunda parte y lo que se encontró fue un Benfica más entero y con las ideas muy claras. Una de ellas es que debía empezar a aparecer Carreras. Asomó para poner un centro raso a Pavlidis y Flick entendió que era el momento de mandar a Yamal al banquillo y buscar el colmillo de Ferran. El equipo, mientras, se sostenía en su portero, al que nadie se atreve a cuestionar.
Raphinha festeja el gol del triunfo en Da Luz.AP
Fue entonces cuando Raphinha recordó lo estelar que fue, en este mismo estadio, hace unos meses y se sacudió la nube negra que lo ofuscaba. Titubeó el Benfica en una salida de pelota y el brasileño apareció para robar y soltar un latigazo desde la media luna que batió a Trubin. En el peor escenario, el Barça había vuelto a aparecer.
Ya no pudieron los azulgranas salir del asedio lisboeta. Vivieron pegaditos a su área pequeña y refugiados en el acierto del guardameta polaco, a quien nadie puede recuerda que volvió del retiro. Volvió a amargar a Aktürkoglü, un fuera de juego de Pavlidis le libró de un penalti por tumbar al griego y todo el equipo se amuralló a su alrededor para resistir el bombardeo a base de saques de esquina. Puro oficio para mantener una meritoria ventaja.
Una semana en el ojo del huracán, un sinfín de consultas legales y la llamada definitiva a Singapur. La detención el pasado lunes de Rafa Mir por un presunto delito de agresión sexual a dos jóvenes puso al Valencia en un brete deportivo que, siete días después y tras una hora y media de reunión con el jugador en la Ciudad Deportiva de Paterna, ha concluido con una sanción al delantero y la imposibilidad de entrenarse con el resto del equipo.
Mir estará apartado del grupo y fuera de, al menos, las dos próximas convocatorias para los partidos del Valencia ante el Atlético de Madrid en el Metropolitano el domingo y el Girona en Mestalla la próxima semana. RubénBaraja le quiere en la grada.
El club, por consejo legal, no ha entrado a valorar en ningún momento las acusaciones al futbolista, por respeto a su presunción de inocencia y porque la investigación está en curso y va virando. Por eso, se ciñe a los hechos que ocurrieron sin ningún género de dudas: Mir estuvo de fiesta a horas impropias para un deportista profesional, consumió alcohol y tuvo un comportamiento que ha causado un daño reputacional al club. Por eso no se le ha permitido reintegrarse al grupo, por saltarse el Reglamento de Régimen Interno y dentro de la horquilla de sanciones que recoge el convenio firmado con la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE).
La decisión de apartarlo del grupo se la ha transmitido el técnico, Rubén Baraja, en la reunión a la que el jugador acudió a primera hora de la mañana junto a su padre. Allí estaban también la presidenta, Layhoon Chan, y el director corporativo, Javier Solís. Minutos antes de aparecer por la Ciudad Deportiva, el futbolista lanzó un comunicado en redes sociales en el que insistía en su inocencia y su confianza en la justicia, al tiempo que pedía "sinceras y profundas disculpas" por lo ocurrido a sus compañeros, al club y al cuerpo técnico y a la afición del Valencia.
Pero sólo admitía haber "incumplido", al salir por la noche aunque fuera "en su día libre", "con el rigor de los horarios que se esperan de un profesional", dado que el inicio de la temporada, con el Valencia colista y sólo un punto, está "alejado de las expectativas".
Durante la reunión, según ha podido saber EL MUNDO, no se ha valorado la versión del jugador, que recordaba en ese comunicado que el caso "ha dado un giro importante que evidencia lo infundada que ha sido la denuncia", sino el problema que, aun respetando su presunción de inocencia en todo momento, ha generado para el club, que después del cónclave se ha expresado en otro comunicado: "El Valencia ha analizado la situación desde el punto de vista del régimen sancionador aplicable al ámbito del fútbol profesional y ha decidido acometer medidas disciplinarias. En concreto, el Club procederá a abrir un expediente a Rafa Mir al entender que su modo de proceder, en su tiempo de descanso, afecta indiscutiblemente al rendimiento profesional que se espera de él como jugador de este Club; dañando, además, la confianza que nuestra afición tiene en todos sus jugadores".
Rafa Mir la ha perdido no sólo para la grada, sino también en los despachos de un club que, pese al desgobierno que lo preside desde la llegada de Peter Lim, mantuvo durante varias temporadas un acuerdo con UN Women, la organización de las Naciones Unidas dedicada a promover la igualdad y el empoderamiento de las mujeres. Y, sobre todo, ha perdido la del entrenador.
Decepción en el vestuario
Baraja le ha hecho saber a Mir en la reunión la "decepción" que siente por el comportamiento, en el ámbito profesional, de un futbolista que ha querido fichar durante los últimos dos mercados con insistencia. Tampoco a sus compañeros les ha gustado que aumente la tensión en torno al equipo, en una delicada situación deportiva. Las llamadas entre los capitanes Gayá, Jaume y Pepelu, pese a estar con la selección, se han sucedido y el vestuario respalda la decisión del entrenador.
No tenía muchas más alternativas el Valencia. En el club son muy conscientes de que, salvo que el caso dé un giro vertiginoso en las próximas semanas, será difícil que Rafa Mir vuelva a vestir la camiseta del Valencia por las consecuencias reputacionales que tendría para la entidad. Quieren mantener la prudencia, pero la opción de compra para quedarse con la propiedad del jugador en junio se antoja complicada.
«Respeta al árbitro, respeta el fútbol». Ése fue el mensaje que la RFEF y LaLiga quisieron transmitir esta jornada para acabar con semanas de polémica y tensión antes de que el calendario se empine, pero no lo consiguieron. Las decisiones de los colegiados volvieron a estar en el punto de mira tanto en la disputa por el título como en la huída del descenso. Hubo aficiones que silbaron, como ocurrió en el Bernabéu al grito de «¡Corrupción en la Federación!», y los mismos clubes que pusieron a sus jugadores junto al trío arbitral detrás de la pancarta mostraron después su descontento con decisiones que o bien consideran que les perjudicaron o no entendieron cómo se gestionaron. Eso sí, ninguna cayó en contra de los intereses de quienes pelean el título y fueron especialmente relevantes en el caso de los duelos Valencia-Atlético de Madrid y Las Palmas-Barcelona, donde el descenso también estaba en juego.
Fue el Valencia el equipo que, con más contundencia, cuestionó el arbitraje de Busquets Ferrer con Iglesias Villanueva en el VAR. En el minuto 55, con el 0-2 en el marcador y el Valencia volcado en la portería del Atlético, un centro de Gayà lo cabeceó Sadiq y el balón impactó a bocajarro en el brazo de Javi Galán, abajo pero separado del cuerpo. Mestalla reclamó penalti, pero no lo pitó y el VAR ni siquiera intervino. Minutos después de finalizar el encuentro, el Valencia lanzó un mensaje en sus redes sociales con el vídeo de la jugada: «Nosotros respetamos a los árbitros, pero esto es penalti».
Nadie entendía que ni siquiera se hubiera avisado al colegiado para que peritara con las imágenes. Ni siquiera Simeone. «Me mostraron la imagen del penalti y es la misma jugada de la Eurocopa. Le pega en la mano; no entiendo nada. En la Eurocopa era penal de Cucurella. Dicen que la mano estaba muerta, pero le pega en la mano. Ojalá que sea más claro siempre para todos porque la situación es poco entendible, un día va a ser penal, otro no... Ojalá que se pudiera manejar la misma línea en todos los equipos», reconoció el argentino, que se llevó la victoria 0-3, pero pudo ver complicarse el duelo en esa jugada.
Eso es lo que pensó Corberán, que quiso ser más diplomático: «Prefiero pensar que no ha sido penalti, duele menos. Porque un gol creo que hubiera cambiado la dinámica del partido por completo». «Hay un VAR para corregir errores y creo que es más saludable pensar que no ha sido penalti que pensar que lo era y no ha sido señalado», añadió el técnico.
La duda, como evidenciaba Simeone, permanece. Para la mayoría de árbitros españoles no es penalti. El CTA afinó esta temporada los criterios para que la manos en posición natural no fueran falta. En este caso consideran que no es sancionable porque, pese a estar despegada del cuerpo, no ocupa una posición antinatural. El problema es que para la UEFA sí lo es o, al menos, así lo determinó en septiembre en una reunión del Comité de Árbitros con el ejemplo de aquella de Cucurella que, en los cuartos de final contra Alemania en la Eurocopa, no se pitó.
La mano de Cucurella en el España-Alemania de la Eurocopa.REUTERS
El criterio, que hizo público una filtración para enfado de la UEFA, es que los ingleses Anthony Taylor y Stuart Attwell (VAR) debieron pitar penalti. «El contacto mano con balón que detiene un tiro a puerta debería castigarse de forma más estricta, y en la mayoría de los casos debería concederse un tiro penal, a menos que el brazo del defensor esté muy cerca del cuerpo o sobre el cuerpo», recogieron en el documento de observaciones. «En este caso, el defensor detiene el tiro a puerta con el brazo, que no está muy cerca del cuerpo, haciéndose más grande, por lo que se debería haber concedido un tiro penal», zanjaron.
La única diferencia con la de Galán es que no interceptó un remate a diez metros como el de Musiala, sino el testarazo a bocajarro de Sadiq. Como Simeone, en el Valencia no entienden el criterio ni que el VAR no llamara a Busquets para que evaluara la jugada, por lo que no hay audio de la interpretación.
Revisión de un fuera de juego
Sí lo hay de la jugada polémica que encendió el partido en el estadio de Gran Canaria entre Las Palmas y el Barça. En el minuto 81, con los azulgranas ganando 0-1 pero con los insulares volcados, hay una mano de Eric García en el área, de espaldas y cayéndose, que ataja un disparo de Álex Suárez. Cordero Vega no señala el punto de penalti, pero Del Cerro Grande enseguida le llama desde el VAR. «El brazo, aunque va al apoyo, está extendido, ocupa un espacio, y es un disparo a portería, pero quiero que valores que también hay una posición de fuera de juego previa», le explicaba.
Le muestra primero la imagen de la mano y después varias tomas para verificar el fuera de juego que en LaLiga esta temporada ya es semiautomático. Sin embargo, el colegiado revisa hasta comprobar la posición adelantada del lateral Álex Muñoz en el centro del que nace toda la jugada y que la invalida. ¿Por qué entonces avisó el VAR? «Después de esta semana, es normal que todo se revise», comentó entre sonrisas Eric García. Las protestas del Real Madrid, la carta de queja por los arbitrajes y la reunión privada con el CTA es «la semana» a la que se refería el central azulgrana.
Cordero Vega revisa en Las Palmas la polémica jugada en el VAR.AFP
No quiso Diego Martínez buscar explicaciones sino que se las pidió al árbitro al final del partido. «¿Por qué paráis?», preguntó el entrenador en un diálogo que cazaron las cámaras de Movistar Plus. «No, pero está bien ejecutado, porque si no hubiera fuera de juego, hubiera sido falta...», decía el árbitro. «Ya pero es que... entonces, ¿por qué lo paráis?», reclamaba el técnico ante lo que se encontró esta respuesta: «Para que la gente lo sepa, para que no se piensen que no...». Y ahí quedó la conversación que luego Martínez resumió en sala de prensa. «Es un tema de interpretación y ojalá que a partir de ahora alguna de estas jugadas extrañas nos caiga de cara».
Tampoco se libró de la polémica el Rayo. Se quedó con diez ante el Villarreal por la roja que García Verdura mostró a De Frutos al filo del descanso por una entrada que el videoarbitraje. Eso provocó el enfado del presidente Martín Presa, que dejó el palco para bajar a los vestuarios. En el Bernabéu, el Real Madrid, después de las quejas, tuvo una tarde plácida con el Girona.
No es que no hubiera penaltis o expulsiones en el resto de la jornada, pero fueron jugadas claras en las que ni siquiera tuvo que mediar el VAR.
Sólo un árbitro 'Elite'
El comunicado de los árbitros pidiendo respeto y la campaña de la RFEF contrasta con que para esta jornada el CTA sólo haya designado a un colegiado 'Elite UEFA'. Fue Sánchez Martínez y arbitró el Celta-Osasuna, un duelo donde se esperaba menos tensión que en otros que marcaba el calendario. Hernández Hernández, que arbitró competición europea, y Gil Manzano descansaron.
Sánchez Martínez en el Celta-Osasuna.AFP
Sin embargo, a Cordero Vega, que ha vuelto a Primera esta temporada, se le asignó el partido Las Palmas-Barcelona, auxiliado por Del Cerro Grande.
Al frente de la Sala VOR en Vallecas y en Mestalla hubo dos colegiados descendidos a Segunda el pasado verano pero que siguen en el VAR de Primera: Figueroa Vázquez, que avisó de la expulsión que desde el Rayo ven muy rigurosa, e Iglesias Villanueva, que no consideró revisar la mano de Galán.
La razón de estas designaciones hay que situarla, según fuentes federativas, en que se realizan dos semanas antes, que los árbitros suelen pitar cada 15 días y que había que encajar esta jornada con la elección de los colegiados en la ida de las semifinales de la Copa del Rey con dos partidos tensos entre Barça y Atlético y Real Sociedad-Real Madrid.