La lluvia nunca falta a su cita con Wimbledon. Pero lo de este año es un diluvio comparable al que le cayó encima a Rishi Sunak cuando anunció las elecciones... Más de 80 partidos han tenido que ser aplazados o suspendidos bajo una descarga incesante de agua desde que arrancó el torneo. En diez días ha caído lo que suele llover en todo el mes, y los espectadores han decidido que mejor quedarse en casa que pasarse el día bajo el paraguas.
La asistencia semanal ha caído este año el 4% (282.955 espectadores). El viernes 5 de julio (con 36.630 entradas vendidas) fue de hecho el día de menor afluencia de visitantes al All England Club en 26 años, a excepción del 2021 con las restricciones del Covid.
"El tiempo ha sido terrible", atestigua la directora ejecutiva del torneo, Sally Bolton, obligada a hacer encaje de bolillos para que poder concluir el domingo. "La perseverancia de la gente en las colas ha sido encomiable. Nuestra meta es la mayor audiencia posible, pero llegados a este punto tenemos que aceptar una variabilidad en los números por el impacto el mal tiempo".
Bolton ha negado el efecto disuasorio que ha podido tener también en los aficionados la retirada de grandes estrellas como Roger Federer o Serena Williams. "Hay mucha excitación por el cambio de guardia y por el testigo que están recogiendo jugadores como Carlos Alcaraz o Coco Gauff", recalcó la directora ejecutiva al inicio de la semana.
Pero Coco Gauff está ya fuera del torneo, al igual que la estrella local, Emma Raducanu, lo cual ha deslucido notablemente la recta la final de la categoría femenina. La despedida de Andy Murray marcó un pequeño pico de asistencia, pero ahí se quedó. Las 'enganchadas' de Djokovic con el público y la eliminación de Jannik Sinner, que llegó con la vitola del número uno mundial, han quitado también pólvora a la categoría masculina, superada ya la excitación que había en el 2023 por ver a Alcaraz tocando la cima.
Sin Kate Middleton
Los famosos se han retraído también sin el sol, y el goteo ha sido notablemente menor que otros años, con la princesa Beatriz y su marido Edoardo Mapelli Mozzi y las actrices Sienna Miller y Salma Hayek haciendo compañía a los Beckham de turno. La ausencia de Kate Middleton, en tratamiento por el cáncer, ha sido más notoria que nunca (su posible reaparición en la entrega de premios no ha sido confirmada de momento).
La competencia directa de la Eurocopa y del Gran Premio de Fórmula 1 son también otros dos factores reconocidos implícitamente por Sally Bolton, que admite que el tenis ha tenido que librar su propia partida con otros deportes que "se disputan la atención de la gente" (Djokovic se lamentó durante el torneo del tirón creciente que empieza a tener también el "paddle" entre los aficionados al tenis de toda la vida).
Digamos pues que Wimbledon ha tenido que vérselas este año "con un amplio abanico de contingencias", pero la principal es sin duda la lluvia, y eso a pesar del techo retráctil que protege la pista central y la número 1. El resto de las pistas de hierba están a cielo abierto.
"La extensión del torneo de 13 a 14 días nos ha dado flexibilidad, pero lo cierto es que la variabilidad del tiempo está siendo nuestro prinicipal reto", agregó Bolton. "Ni siquiera las aplicaciones puede predecir el tiempo que hará en los próximos dos días. Cuando parece que va mejorar, de pronto cambia y vuelve a llover".
El vía crucis de Badosa
El partido que la española Paula Badosa perdió ante la croata Donna Vekic (2-6, 6-1, 4-6) es un ejemplo del pan de cada diá en Wimbledon. El inicio estaba anunciado el pasado 7 de julio a las 11,30 de la mañana. Arrancó al final dos horas más tarde por la lluvia, y tuvo que ser suspendido en tres ocasiones, bajo constantes claroscuros. Las tenistas acabaron al final pasadas la siete de la tarde, en un estado de frustración continua.
Todo parece indicar que habrá que esperar a la seguntad mitad de julio para que el tiempo mejore en las islas británicas. Se estima que tal vez entonces la corriente de chorro o "jet stream" se desplace hacia el norte y se despejen los eternos nubarrones. Visto lo visto, Wimbledon tendrá que esperar al menos otro año para recuperar la normalidad.