Los blancos tienen más probabilidades de que les caiga un equipo italiano en el sorteo del viernes, después de que el Calcio haya logrado plantar tres equipos en cuartos, algo que sucedía desde hace 17 años
Erling Haaland celebrando uno de sus cinco tantos al Leipzig.OLI SCARFFAFP
Manchester City, Bayern de Múnich y SSC Nápoles se han convertido en las principales amenazas del Real Madrid para los cuartos de final de la Champions, cuyo sorteo se celebrará este viernes en Nyon.
El Calcio ha logrado plantar a tres equipos en esta ronda, lo que aumenta las probabilidades de que a los blancos les acabe cayendo el AC Milan, el Inter o el Nápoles, quien ha sido el último en obtener el pase junto a los blancos, tras eliminar más que cómodamente al Eintracht.
De los tres rivales italianos es este último el que a priori podría presentar más dificultades al equipo de Ancelotti. La mayor preocupación para el Nápoles en Italia es ahora mismo cómo va a celebrar su tercer scudetto, algo que hasta hora sólo habían logrado con Maradona en los 80. A falta de doce jornadas, tiene al segundo, el Inter, a 18 puntos de distancia. Pero es que tampoco puede decirse que la Champions le haya puesto en muchas dificultades, ya que llega a los cuartos como máximo goleador del torneo, con 25 tantos.
Imagen de Maradona en las gradas del SCC Nápoles.TIZIANA FABIAFP
Guardiola afronta con el City el que ya es su séptimo intento de alcanzar la Champions. Aunque este año el Arsenal le está poniendo las cosas complicadas en la Premier, y en Inglaterra se debatía si el equipo había perdido equilibrio al integrar a Haaland, la exhibición del martes del noruego, con cinco goles al Leipzig, les acreditan como un rival a evitar a toda costa, del mismo modo que el entrenador catalán no quiere saber nada del Madrid.
Tampoco tendrán muchas ganas los blancos de enfrentarse al Bayern. Líder de la Bundesliga, en Champions no tuvo piedad con el Barça de Xavi, al que hizo un 5-0 entre sus dos partidos, y que apenas tuvo que despeinarse para quitarse de en medio al PSG de Messi, Mbappé y Neymar en octavos.
El camino más sencillo para alcanzar las semis, si es que a estas alturas es posible un camino sencillo, sería que al Madrid le tocara el Chelsea, el Benfica e incluso el AC Milan.
Plantilla del Bayern celebrando su victoria ante el PSG.ANNA SZILAGYEFE
El equipo inglés es décimo en la Premier, y lo tiene casi imposible para estar en Europa la próxima temporada. Su principal referente ahora mismo esJoao Félix, sobre el que el nuevo dueño del club Todd Boehly pretende plantar la semilla de un proyecto a largo plazo. En Europa su trayectoria es bien distinta. Pasó primero en la fase de grupos por delante del Milan, y acaba de eliminar al Dortmund en octavos.
El Benfica es el rival trampa. Líder aventajado de la liga portuguesa, metió en un lio al PSG en la última jornada de la fase de grupos al clasificarse primera por diferencia de goles fuera de casa. Así mandó al PSG a morir a Alemania, mientras ellos despachaban al Brujas con siete goles entre los dos partidos, lo que lo convierten en el segundo máximo goleador de esta Champions con 23 tantos.
El AC Milan pelea en el Calcio por no quedarse fuera de la Champions, y acaba de eliminar al Tottenham a la italiana, con un sólo gol en 180 minutos.
Lautaro Martínez celebra un tanto con sus compañeros del Inter.PATRICIA DE MELO MOREIRAAFP
Se da además la curiosa circunstancia de que la última vez que Italia metió a tres equipos en cuartos, como ahora, el Milán eliminó en octavos a un equipo inglés, y el Inter al Oporto, tal y como acaba de suceder ahora, con el también italianísimo método de un único gol en 180 minutos, cumpliendo el sueño del multimillonario chino Steve Zhang, el millenial que dirige el club desde 2016, dispuesto a hacer historia.
Pero no es la única coincidencia. En la edición 2004-05 también se jugaba la final en el estadio Olímpico Atatürk de Estambul. Y lo que salió de todo aquello fue en un fratricida Milan-Inter en cuartos. Este viernes, en la Casa del Fútbol Europeo de Nyon (Suiza), resolveremos el misterio a partir de las doce.
Cabe recordar que el sorteo ahora es puro, y que además del cruce de cuartos se sabrá el de semifinales, y quién empezará como local. La ida de los cuartos se jugará el martes 11 y el miércoles 12 de abril, y la vuelta el 18 y el 19 de abril. Mientras que las semifinales serán el 9 y 10 de mayo la ida, y el 16 y 17 la vuelta. La final de Estambul será el 10 de junio.
Theo Hernández, con el partido totalmente controlado y con el Feyenoord sometido, cometió dos imprudencias que arrebataron los octavos de final de la Champions al Milan.
Una falta sin sentido y una simulación le valieron una expulsión decisiva que arruinó la temporada de los rossoneri y regaló el pase al equipo neerlandés (1-1), certificado gracias a un gol de Julián Carranza, en el minuto 73.
Cuando Santi Giménez apuntaba a ser el héroe de la remontada con un gol en el primer minuto de partido y una prestación a la altura de las expectativas, fue Carranza, con un remate de cabeza, el que le arrebató la gloria de un partido del que el más recordado será Hernández.
San Siro preparó una caldera, un ambiente inmejorable para llevar a su equipo en volandas en busca de la remontada. El efecto fue más que palpable. En la primera jugada, tras un lanzamiento largo a Walker, Giménez rascó un saque de esquina. Se acercó a la grada para encenderla más aún. Sacó en corto el Milan. Pulisic se acercó al pico del área y puso el balón en el segundo palo. Thiaw remató y dejó el balón en bandeja para el argentino, que se impuso a adversario, rematara a puerta vacía.
Todo iba como esperaba el equipo italiano hasta la concatenación de errores de Hernández y el gol postrero de Carranza.
Peleó el Milan en los minutos finales, pero el Feyenoord se protegió y no desaprovechó el regalo. Estará en el sorteo del viernes junto al Bayern, que sufrió ante el Celtic; al Benfica, que remontó al Mónaco; y al Brujas, que confirmó su sorpresa ante la Atalanta.
Cada mañana, Peppino, su padre, se ponía al volante para recorrer los 50 kilómetros que separan Reggiolo de Parma. Un hombre de pocas palabras, pero tifoso enfermizo del Milan, que se hizo enterrar con el uniforme oficial del heptacampeón de Europa. Cada 10 de mayo, fecha de su cumpleños, Carlo Ancelotti acudía puntual a felicitarle. Y la pasada semana, aprovechando un hueco previo a la final de Wembley, el entrenador del Real Madrid tampoco olvidó la visita al cementerio. Junto a él, su hermana Angela, que reside en la cercana Novi di Modena. Por las riberas del Po, el sol aprieta y la vida pasa despacio. Nadie olvida de dónde viene y todos saben que volverán. La gente se remanga a disposición del bien común, como tras el terremoto que devastó la zona, un 29 de mayo de 2012. Carletto, que nació, creció y salió de aquí camino de la eternidad, también regresará. Como uno más.
A la sombra de las almenas de la Rocca di Reggiolo, una fortaleza medieval cuyos muros resistieron los embates del seísmo, Fausto Mazza regenta el Ristorante Toscanini. «El jueves [16], a las nueve de la mañana, Carlo estaba sentado conmigo en esta misma mesa», revela, con la misma naturalidad con la que arrastra su corpachón entre los manteles. En su aire socarrón y hospitalario, en el apretón de sus manos callosas, cabe toda la Bassa Emilia. «Ancelotti proviene de una familia campesina muy pobre. Así que, pese a los éxitos, esa herencia siempre va a estar ahí. Dice mucho de él que un personaje de su relevancia entre aquí a saludar y a tomar un café con los amigos».
Junto a un banderín rossonero del Milan, Mazza guarda dos fotos como alhajas. Una, de 1974, el año que compartió junto a Carlo en el Reggiolo Calcio. La otra, de 1995, cuando organizó un torneo al que su camarada, entonces técnico de la Reggiana, quiso apuntarse. «A los 14 años todos queríamos ser profesionales, pero la mayoría no teníamos ni para las botas. Las que nos dejaba al club, a menudo no nos servían, porque ya las habían destrozado los mayores», recuerda Fausto. Y su sonrisa, deshilachada entre la barba entrecana, se despliega al presentar los cappelletti in brodo, especialidad gastronómica de la Bassa. Una pasta rellena sumergida en caldo de carne y aderezada con el toque preferido de Ancelotti: «Un dedo de vino tinto. Sólo un dedo».
«¿De verdad no se marcha?»
Entre las celebridades locales, la popularidad de Mazza rivaliza con la de Giancarlo Simonazzi, párroco de Santa Maria Assunta y guardián de la llave del Oratorio San Giuseppe. Entre sotanas y alzacuellos marcó sus primeros goles, hace casi medio siglo, aquel niño tan glotón. Pero de camino al número 96 de la Via Giacomo Matteotti hay parada preceptiva en la Ferretería Ancelotti. Gaetano y Roberto, remotos parientes por parte de abuelos, regentan el negocio. Son tan gentiles, tan a la vieja usanza, que hasta su duda enternece: «¿De verdad que no va a marcharse a Brasil?» Al fondo, varios militantes de Forza Italia faenan con las pancartas en una calle dedicada al ilustre mártir del socialismo. Los ojos de Don Giancarlo, casi octogenarios, ya parecen haberlo visto todo un par de veces. Pero cuando abre la cancela, también en su voz se derraman unos acentos de nostalgia.
«Todo este vestíbulo tuvo que reconstruirse tras el terremoto, aunque la parte de dentro no ha cambiado», explica el sacerdote, apuntando a un solar donde las matas de hierba crecen desordenadas. Hace tiempo que arrancaron las porterías y hay que forzar demasiado la imaginación. Así que mejor dejar constancia de la última prédica antes de partir. «Nadie podrá objetar nada de Carlo como futbolista y entrenador, pero a nivel personal, hay quien piensa que ha cometido graves errores». No hay forma, divina o humana, de sonsacarle algo más. Simonazzi habla y se mueve como aquel Don Camilo de las novelas de Giovanni Guareschi.
El Stadio Comunale Rinaldi, sede del Reggiolo Calcio.M.A.H.
Por estos contornos, los caminos son rectos y los vecinos conocen, terrón a terrón, cada palmo cultivable. En primavera, algunos diques se desbordan y el agua, fangosa, engulle las tierras bajas. Los mosquitos devoran. El sol curte incluso el pellejo de Adone Bertazzoni, labrador a tiempo completo y presidente, en los ratos libres, del Reggiolo Calcio. Como cada sábado a mediodía, Adone acude con su furgoneta al Stadio Comunale Rinaldi. Trajina con unas sillas de plástico y enseña al periodista las instalaciones municipales. «Carlo, como yo, viene de la tierra, de la estructura de la tierra. Por eso es un tipo tan humilde y trabajador». Bertazzoni, con sus ojillos vivaces y su dentadura de niño pobre, representa el testimonio de un mundo que se acaba.
«Tenemos un terreno fértil. Yo cultivo maíz, trigo y soja. Disfruto con mi vida tranquila y con mi casa en el campo», confiesa. Pero desde la construcción de la autopista a Brennero, la arcadia se ha visto azotada por el progreso. Comer Industries, suministradora de Jeep, y la farmacéutica Sarong, abrieron sede en los alrededores. Disminuyó el desempleo, aunque el orgullo de Reggiolo no se mide en datos macro. «En este club contamos con 50 voluntarios. Empezamos con niños de cinco años hasta el equipo senior. Siempre intentamos hacer bien las cosas. Ancelotti empezó aquí en 1974 y mira su trayectoria tan increíble». Bajo la tribuna principal, en un cuartillo carcomido por el polvo, se amontonan trofeos, testigos de aquel tiempo, cuando Carletto partió hacia Parma. Del Ennio Tardini, al Olímpico de Roma y San Siro. Del banquillo de la Reggiana a las puertas de su quinta Champions.
"Durante su primera etapa en la Reggiana tenía dudas sobre si valía para los banquillos"
Han transcurrido casi tres décadas desde aquel debut en los banquillos en la Serie B, quizá la fase menos conocida de su carrera. «En esa época Carlo estaba preocupado, con dudas sobre si valía o no, pero también tenía mucha motivación», apuntan sus conocidos de entonces. Reggio Emilia, capital de la región, no entendía el pésimo momento de un equipo que únicamente sumó cuatro puntos en las siete primeras jornadas. «Él siempre repite que fue uno de sus peores momentos. Incluso se planteó la dimisión, pero le dieron confianza y terminaron ascendiendo».
Adone Bertazzoni y Roberto Angeli.
Su filosofía originaria aún encaja en las horas previas de una séptima final de Champions: «Ninguna noche impide al sol salir por la mañana». No obstante, al éxito con la Reggiana le sucedió una repentina crisis. «Repetía a sus asistentes: "Esto es demasiado estresante". Decía que lo iba a dejar en tres o cuatro años. De hecho se ponía como fecha límite el año 2000».
La electricidad de un banquillo quizá sólo sea equipareble a la de la política. Y de eso va sabiendo lo suyo Roberto Angeli, con tres legislaturas ya a las espaldas. «Le conocí en casa de Angela, durante la fase de reconstrucción del pueblo. Hace tiempo que no nos vemos, porque siempre anda muy ocupado, pero cuando gana algún título hablamos por teléfono», comenta el alcalde de Reggiolo. Aunque comparta una casa en Vancouver con Mariann, su esposa, Carlo guarda otros proyectos para la jubilación. «Todos esperamos con ilusión su regreso a Reggiolo. Ya me han pedido un homenaje de bienvenida, así que lo recibiremos con los brazos abiertos. Organizaremos una gran fiesta en la que participará todo el pueblo», finaliza Angeli.
Entre la brisa mecida por los cerezos llegan ecos lejanos de la Champions. Algo especial habrá en la Emilia-Romagna, tierra de Arrigo Sacchi y Alberto Zaccheroni. O de Simone Inzaghi, natural de Piacenza y Stefano Pioli, de Parma. Sacchi revolucionó el fútbol, pero Ancelotti ha perfeccionado, como ningún otro, la fórmula ganadora.
El Ristorante Toscanini, el favorito de Carlo en Reggiolo.M.A.H.
Sus rutas gastronómicas
M.A.H.
Durante su niñez de posguerra y privaciones, la dieta semanal se limitaba a una sopa con tocino, unos huevos con cebolla y un trago de vino. Para los días de fiesta, alguna perdiz o gallina frita. El pequeño Carletto siempre tuvo buen apetito y el dinero del fútbol simplemente hizo aflorar su lado más gourmet. Apasionado del jamón ibérico y los caldos gran reserva, el técnico blanco no pierde ocasión, cuando viaja a su tierra, para el buen yantar. Entre sus rincones favoritos, el Ristorante La Pinta, en San Bernardino di Novellara. Regentado por Jeris Folloni, en sus paredes aún cuelga una foto del entonces centrocampista del Milan. De sus tiempos en el Parma queda registro en cada visita a la Hostaria da Ivan, situada en la pequeña localidad de Fontanelle di Roccabianca. Sobre estas líneas, el Ristorante Toscanini, su favorito de Reggiolo.