Era la Copa del Rey de la igualdad, decíamos aquí la semana pasada. Y tanto. Tras una competición sin precedentes, ni Real Madrid, ni Barcelona, ni Baskonia ni el equipo anfitrión, Joventut, en la final, que ha sido este enfrentamiento Unicaja-Teneri
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Dzanan Musa y Mario Hezonja aguardaron en mitad de la pista el chaparrón de la enésima derrota, conversando como si supieran de qué se trata, qué es lo que no funciona en este Real Madrid que les debe pertenecer. La sensación es ahora de equipo quebrado, sin alma y sin solución. El Zalgiris, ese rival habitualmente propicio, fue también demonio, de pesadilla en pesadilla hasta el hundimiento: hay que mirar muy abajo para encontrar a los blancos en la tabla de clasificación. [83-92: Narración y estadísticas]
Fue una noche de pura frustración. De protestas y técnicas, de Chus Mateo expulsado en el tercer cuarto. Pero, sobre todo, fue una noche de completa inferioridad ante el rival. Los lituanos dominaron cada resquicio del duelo, baloncestístico y mental. Arrollaron en la primera mitad impulsados por el acierto y la calidad de Lonnie Walker y ni sufrieron en la segunda entregados a Sylvain Francisco. Lo peor, de largo, es la sensación de aceptación del fracaso: la pitada de las tribunas del WiZink fue mínima tras la tercera derrota seguida, la novena en lo que va de curso europeo. Lo nunca visto.
El algoritmo de Chus Mateo demanda energía, actitud y acierto para volver a resolver problemas y ganar partidos, para ser la receta del éxito de hace no tanto. En vez de eso, el equipo se envuelve en la capa de incertidumbre y depresión, se autoconvence de su pujanza perdida (tan evidente que esa plantilla perdió mucho más que ganó este verano...), y se refugia en la paciencia, en lo largo del camino. Pero verse a finales de diciembre tan abajo, lejísimos de la cabeza de la Euroliga, no ayuda ni al colectivo ni a los señalados.
Y este Madrid que sólo ha ganado un partido a domicilio (en Barcelona tras dos prórrogas), se comprueba ahora sufriendo con cualquiera, perdiendo en la cancha del Asvel, o 19 (35-54) abajo en un ratito con el Zalgiris. Rivales que eran 'victoria' segura. Como para pensar en la Final Four.
Chus Mateo, camino del vestuario tras su expulsión.Kiko HuescaEFE
A Mateo se le ha agotado hasta el comodín de las lesiones. Con toda la plantilla al completo (Hugo González se quedó fuera de la convocatoria), afrontó al Zalgiris de Andrea Trinchieri -una de las revelaciones, la mejor defensa del torneo- tras dos derrotas seguidas en Europa interrumpidas el domingo por el alarde liguero ante Unicaja. Un espejismo. Ni atisbo de reacción, de algo que cambie el rumbo de la mediocridad, que propicie un despegue del que cada vez hay más dudas de que vaya a llegar antes de que sea demasiado tarde.
La puesta en escena fue aterradora. Si Walker IV acaparaba los focos, en el descanso ya acumulaba 21 puntos. No sólo era el talento del ex NBA que fue pretendido por el Madrid, era la actitud que tenía enfrente, una desidia defensiva que el Zalgiris aprovechaba para pasearse en el WiZink: el peor equipo ofensivo se marchó al descanso con 54 (una lluvia de triples) en su casillero ante un Madrid desencajado. Errores flagrantes, protestas, técnicas y sólo Llull asomando a base de orgullo.
Sin reacción
Ya el Efes hace unos días se zampó al Madrid en el Palacio en otra primera mitad para olvidar que ni la reacción posterior pudo tapar. Para remontar hay que creer, principalmente en uno mismo. Y a la vuelta, pese al 8-1 de salida, otra vez la desesperación, que se tradujo en la enésima técnica, en la expulsión de Chus Mateo y en un marcador que no menguaba pese a que Musa intentará ponerse la capa de súper héroe. En cuanto se sentaron Campazzo y Tavares, todo era fango.
Y ahí el Madrid se enredó como un elefante, lento, sin ideas, sin esa chispa que transformaba el Palacio en un lugar donde todo podía ocurrir. Ya no hay magia. Los blancos son un grupo en el diván que ni reacciona a las banderillas: dos triples más de los lituanos y la clase de Francisco hicieron arrojar la toalla. Otra noche para olvidar.
Izan Almansa tiene 19 años y ya varias vidas sobre él. Nació en Murcia, jugó con 14 años en el Real Madrid, se fue a Estados Unidos y ahora se desempeña en Australia. Por el camino, asombró al mundo en las categorías de formación, tres MVP en dos veranos (Mundial sub 17, Europeo sub 18 y Mundial sub 19). Una leyenda le precede que también es una mochila pesada. El mesías del baloncesto nacional el viernes debutó con la absoluta y en 10 minutos, 10 puntos, destellos como promesas.
El chico recorrió 15.000 kilómetros, desde Perth (juega en los Wildcats) a Madrid, de Guadalajara a Bratislava y de allí a Ourense -este lunes, 20:00 horas en Teledeporte, segundo partido de la ventana de clasificación para el Eurobasket, de nuevo contra Eslovaquia- para desandar el camino después hasta Australia. Habla de su compromiso y de sus ganas. Nunca le importó hacer las maletas ni tomar caminos arriesgados. Era un niño y ya vivía solo en la capital de España y con 16, una decisión que no muchos entendieron -«fue difícil tomar la decisión, era un cambio bastante grande. Lo estuve pensando varias semanas», contaba en este periódico-, dejó el Real Madrid para poner rumbo a EEUU. Allí en la Overtime Elite, una academia auspiciada por Jeff Bezos, el rapero Drake y estrellas como LeBron o Gasol, siguió puliéndose con vistas a un objetivo claro que sigue persiguiendo, el de jugar en la NBA. Después, un año en la G-League con Ignite, otra cuna de talentos y, aparentemente, todo listo para el salto a la mejor liga del mundo, para una elección alta del draft...
Sin embargo, el curso pasado supuso un golpe de realidad para el pívot. Su rendimiento no fue el esperado y las previsiones bajaron. Hasta el punto que pospuso su candidatura al sorteo. Y tomó otra decisión sorprendente: marcharse a las Antípodas. No es capricho. En Australia, con su programa NBL Next Stars, hay una apuesta enorme por el desarrollo de talentos jóvenes. De los Perth Wildcats, su equipo, salió, por ejemplo, Alexandre Sarr, el número dos del pasado draft que ya destaca en los Wizars. «Siento que he mejorado bastante», contaba estos días el murciano.
Almansa intenta anotar ante Pavelka, de Eslovaquia.ALBERTO NEVADO / FEB
Almansa llama la atención por su tamaño, su movilidad y, también, cómo no, por su pelo a lo afro. Es un interior dominante, con enorme habilidad para el pick and roll y para anotar cerca del aro, como demostró ante los gigantes eslovacos sin ningún tipo de rubor. Fran Vázquez, ayudante de Scariolo desde el pasado año, no le quita el ojo y quizá sea porque le recuerde bastante a él mismo. Pero, para dar el gran salto a la NBA aún debe mejorar su lanzamiento exterior. En ello trabaja Izan, hijo del ex jugador estadounidense Steve Horton (un clásico de la LEB que jugó 27 partidos en ACB con el Polaris World Murcia en la temporada 2003/2004), criado por su abuela y por su madre, que se ha ido a vivir a Australia con él y con su hermano pequeño Dani.
El primer paso de Izan con la absoluta (ya estuvo en algunos entrenamientos el pasado verano) resultó inolvidable y no sólo por su presencia. El desenlace, las dos prórrogas, el robo y el triple imposible (y polémico) de Santi Yusta... «Nunca había vivido un partido así. Hemos sufrido mucho, pero al final hemos conseguido ganar y estoy muy contento por el debut y por la victoria», contaba un Almansa que hoy, en el Pazo dos Deportes Paco Paz , estará de nuevo entre los 12 convocados por Scariolo (entran Barreiro y Rafa Villar y Josep Puerto, que podrían estrenarse, por el lesionado López-Aróstegui, Sant-Supéry y Oriol Paulí), con ganas de que España le vea, por fin, de cerca. «Fue un partido de mucha tensión y nervios. Hay que jugar mejor en ataque y encontrar mejores tiros», se propuso el murciano sobre un duelo que, en caso de victoria, certificaría la clasificación de España (aún queda la ventana de febrero, con dos encuentros más) para el Eurobasket del próximo verano, en el que defenderá oro.
La selección española masculina de baloncesto 3x3 logró este domingo una histórica medalla de oro tras vencer a Suiza por 21-17 en la final de la Copa del Mundo, que se disputó en Ulán Bator, capital de Mongolia.
El primer gran título de una selección que solo tenía una plata en los Juegos Europeos de Bakú (Azerbaiyán) 2015 y que ha hecho historia 10 años después de la mano de Guim Expósito, Carlos Martínez, Diego de Blas e Iván Aurrecoechea.
En su camino a la gloria, España se deshizo en octavos de Australia (21-10), en cuartos de China (16-21) y en semifinales de Alemania (21-15). En fase de grupos terminó en tercera posición
Hasta este domingo solo habían conseguido un cuarto puesto en la Copa del Mundo en 2016 y la decimotercera posición en 2012. Un logro que significa un avance significativo para el baloncesto 3x3 en España.
Ante Suiza, el conjunto hispano fue superior de inicio a fin tanto en el marcador como en el juego, liderado por un Carlos Martínez inconmensurable. Aurrecoechea hizo el último punto con un mate espectacular para cerrar el oro.
El bronce mundialista fue para Serbia tras derrotar a Alemania por 21-16 en el partido para el tercer y cuarto puesto.