Muere de una pedrada el conductor de un autobús que transportaba aficionados de un equipo de segunda división italiana de baloncesto tras el ataque de hinchas rivales
El segundo conductor de un autobús que transportaba aficionados del Pistoia, equipo de baloncesto italiano tras un partido de liga A2, murió este domingo por la noche tras el impacto de una pedrada lanzada en un ataque de los aficionados del equipo rival, el Sebastiani Basket de Rieti.
El autobús fue atacado con piedras a la entrada de la autopista Rieti-Terni, alrededor de las 20:50 y justo después de que se marchase la escolta policial que les había acompañado ya que se temían altercados.
Los informes iniciales sugieren que el fallecido, de 65 años, que se encontraba en el asiento al lado del conductor, recibió un impacto en la arteria carótida con un objeto punzante que atravesó el parabrisas.
El autobús llevaba cuarenta y cinco aficionados que estaban celebrando la victoria de su equipo en Rieti cuando al entrar en la autopista comenzaron a recibir pedradas, según los medios.
“Estábamos tranquilos, habíamos ganado, estábamos bromeando. Entonces oímos lo que parecían explosiones, al menos un par, quizá más. Por suerte, la ventanilla del conductor resistió y pudo frenar rápidamente. Solo tenía un corte en la cara. El otro conductor, sin embargo, no sobrevivió”, explicaron a los medios los aficionados.
La policía ya había intervino durante el partido para evitar que la situación se agravar, pero sin que los enfrentamientos fueran a más.
El equipo de baloncesto de Pistoia expresó su “consternación”, a la espera de las conclusiones de una investigación mientras que el club de Rieti también expresó “sus más sinceras condolencias y solidaridad con la familia del conductor tallecido” por “un acto atroz”.
El ministro de Deportes italiano, Andrea Abodi, afirmó en sus redes sociales:”¿Pero cómo puedes morir así, camino a casa después de un partido de baloncesto? El ataque perpetrado esta noche cerca de Rieti por criminales que se convirtieron en asesinos y que jamás podrán ser considerados aficionados es impactante. El deporte es vida, y estos criminales están a años luz de los valores deportivos”.
El Hadji Omar Brancou Badio (Rufisque, Senegal, 1999) es simplemente Papi. Así le llamaba su madre, pues al menor de sus ocho hijos le nombró como a su abuelo, como a su papi. Y así le llama todo el mundo ahora. Papi vuela en el Valencia Basket que busca, ante el La Laguna Tenerife, regresar a una final de la Liga Endesa, otro peldaño más en una ascensión casi de película. Este jueves puso el 2-0 tras volver a ganar en La Fonteta. De las calles de Rufisque, de aprender baloncesto siguiendo los pasos de su hermana Marietou, de que un amigo enviara un vídeo con sus jugadas, a viajar a España para iniciar una aventura que le llevó desde Primera Autonómica a la cantera del Barça y ahora a ser clave en los planes de este frenético colectivo que dirige Pedro Martínez.
«Yo nunca me hubiera imaginado algo así. Yo soy un chico que voy día a día, así que para nada pensaba en el futuro. Estaba metido en lo mío, mejorando. Y cada vez que llegaba una oportunidad me decía: 'A por ello. A ver qué vamos encontrando'», cuenta el escolta senegalés, que conversa con EL MUNDO tras finalizar el entrenamiento en La Fonteta y repasar un vídeo del rival. ¿Marcelinho? «Es muy bueno. Para defenderle hay que intentar bajarle los porcentajes. Y hacerle las cosas lo más difíciles posible. Pararlo como tal, diría que es imposible. Tiene mucha experiencia», admite Papi sobre el emparejamiento con el brasileño.
Eso, la defensa, le ha distinguido. No son tantos los africanos exteriores que consiguen hacer carrera a primer nivel en Europa. En Senegal se buscan centímetros. Badio es una flecha, un físico único que se maneja en porcentajes desde el perímetro peligrosísimos para el rival. 37% este curso con el Valencia Basket, con el que la próxima temporada jugará la Euroliga en el flamante Roig Arena. Un horizonte más conquistado por el chico que aterrizó en Tenerife con 17 años.
«Fue a través de Rob Orellana, a la Canarias Basketball Academy (CBA). Él me vio en Senegal y se interesó mucho. Me trajo a España con una beca, para estudiar y seguir jugando al baloncesto en la Academia. Así fue», recuerda de esos primeros pasos jugando con La Matanza, su «primera vez en España». «Fue una época dura. Pero es parte del camino y no voy a olvidar nada de él. Fue bonito y duro, con muchos retos. Adaptarme al país, al juego, a los entrenamientos. Pero por todo ello estamos hoy aquí», asegura.
Badio, en el primer partido contra el Tenerife.ACB PhotoMUNDO
De jugar en Autonómica al salto a LEB Plata con el filial del Barça en un año. De azulgrana debutó con el primer equipo a las órdenes de Sarunas Jasikevicius, tomando nota en los entrenamientos de quien reconoce idolatraba, antes y durante, Corey Higgins. Después unos meses en Alemania -en el Skyliners de Frankfurt, con Diego Ocampo, quien fue su técnico en Barcelona- y la llegada al Baxi Manresa. Donde Pedro Martínez pulió la perla, hasta donde prometía y más allá. «Esta relación con él va a ser para siempre. Me ha ayudado muchísimo, dándome confianza. Y todavía lo hace, día a día. Yo estoy muy agradecido por todo lo que ha hecho y hará por mí», cuenta sobre su técnico actual. Papi, que llegó a jugar una Liga de Verano con los Suns, fue incluido en el segundo mejor quinteto de la ACB la temporada pasada (promedió 14 puntos, 12,1 de valoración).
Todo desde Rufisque, ciudad portuaria a la entrada de Dakar, donde hay «canchas de baloncesto, de fútbol, playas y mucho calor». «No voy a decir que mi infancia allí fuera dura [su padre murió cuando él tenía ocho años], pero era diferente. Era divertido también, como un joven ilusionado por el baloncesto. Ahí, en la calle, yendo a jugar con mi hermana (ella jugaba en el Saltigué, el club de la ciudad). Siempre estábamos juntos, es mi hermana favorita. Fue una época muy bonita de mi vida que no voy a olvidar», rememora ahora.
Cuando el Valencia le fichó el pasado verano muchos dudaban. Era un salto al primer nivel y Badio no ocupa plaza de jugador de formación. Pero su rendimiento ha silenciado críticas. Es un fijo para Pedro Martínez (más de 20 minutos de promedio), con exhibiciones como la de hace unas semanas ante el Gran Canaria (27 puntos, siete rebotes...), un punto diferencial en los taronjas cuando forma parte del juego exterior junto a su compinche Jean Montero, con el que juega al Call of Duty en sus ratos libres. «Jean es muy divertido. Jugamos pasándonoslo bien», reconoce.