Novak Djokovic se desquitó de los nervios del primer día con una implacable victoria ante el británico Dan Evans, por 6-3, 6-2 y 6-1. El de Belgrado, que empezó el día con el calentamiento al lado de Carlos Alcaraz, logró 46 golpes ganadores. Dedicó la victoria a su familia en el palco con un pequeño baile y lució una sonrisa muy diferente a la del primer día, cuando sufrió para eliminar al francés Alexandre Muller.
Enfrente tuvo a uno de los favoritos del público. Dan Evans se ganó el derecho a medirse a Djokovic tras cuatro años sin conseguir un triunfo en Wimbledon y después de ser invitado por la organización.
El inglés dio la talla durante el primer parcial, salvando nueve de los diez puntos de ‘break’ de los que dispuso Djokovic, pero fue devorado por el serbio a partir de ahí. Djokovic parece ir engrasando la máquina y, pese a todas las sorpresas que asolan el cuadro, continúa adelante en busca de su séptima final consecutiva en el All England Club.
«Me preparé muy bien para el partido y lo ejecuté a la perfección. A veces tienes días de estos en los que todo fluye y todo sale bien», añadió Djokovic, que suma 99 victorias en este torneo. En tercera ronda, donde ha estado en 19 ocasiones, se enfrentará a su compatriota Miomir Kecmanovic, que eliminó al holandés Jesper de Jong. Kecmanovic y Djokovic se han medido en tres ocasiones, siempre con victoria para el siete veces campeón, que ya le venció aquí en 2022. Si gana, sumará 100 victorias. «Estos números quieren decir que llevo muchos años jugando. Son grandes estadísticas, más números que años tienen en su vida Alcaraz y Sinner».
CARLOS FRESNEDA
Corresponsal
@cfresneda1
Londres
Actualizado Domingo,
2
julio
2023
-
18:48Ver 1 comentario"Soy un chico que aprende rápido", asegura el numero uno mundial,...
Elegido por los dioses que reparten el talento y ahora ya maestro de todos los golpes, el desafío de Carlos Alcaraz en los próximos días, en los próximos meses y en los próximos años no es mejorar un determinado aspecto técnico, ni tan siquiera leer mejor la táctica. A los 21 años, con cuatro Grand Slams en sus vitrinas, ya ha demostrado que en sus mejores días es casi imposible derrotarle; si acaso puede hacerlo un rival de altura de Novak Djokovic en misión histórica, como pasó en los Juegos Olímpicos de París. Pero en la extensa carrera que le queda por delante a Alcaraz se le presenta un reto que es más difícil, mucho más difícil, que sacar más fuerte, golpear a la línea o ajustar más una dejada.
Hay un aspecto casi sobrehumano que diferencia a las leyendas de los mejores, a aquellos tenistas que celebran más de 10 títulos 'grandes' de los que no los tienen: ganar sin ganas. A su edad se le presume una hambre infinita, una voracidad violenta, pero no deja de ser una persona, un joven, un chaval como cualquier otro.
CHARLY TRIBALLEAUAFP
Y no es difícil entender que después de ganar Roland Garros y Wimbledon de forma consecutiva y de alcanzar una final olímpica necesite más descanso que tres días en barco por Mallorca con su hermano mayor, Álvaro, y un par de amigos.
Su peor partido en un Grand Slam
"He estado jugando muchos partidos en los últimos meses, con Roland Garros, Wimbledon y los Juegos Olímpicos, pero no quiero ponerlo como excusa. Me tomé un descanso después de los Juegos que posiblemente no fue suficiente, pero también debo aprender de ello. Quizá soy un jugador que necesita parones más largos para afrontar los torneos importantes. Tengo que reflexionar sobre ello", comentaba este jueves después de caer en segunda ronda del US Open contra el neerlandés Botic van de Zandschulp por 6-1, 7-5 y 6-4.
Desconectado, desganado y desacertado vivió su peor partido en un Grand Slam, aunque no fue más que la confirmación de su crisis. En las entrañas de Roland Garros, mientras se disputaban los Juegos, ya se le veía hastiado de la rutina de la competición -los partidos, los entrenamientos, los calentamientos, las entrevistas, los estiramientos, las comidas...- y en la gira estadounidense sólo ha acentuado ese cansancio. De la raqueta rota en el Masters 1000 de Cincinnati a la desazón este jueves en la Arthur Ashe.
Durante el partido, de hecho, señalaba a su equipo con gestos que su cabeza no funcionaba, que no había manera de recuperar su nivel. Está agotado y requiere un tiempo. En las próximas semanas ha prometido su presencia en la fase de grupos de la Copa Davis, la Laver Cup, el ATP 500 de Pekín, el Masters 1000 de Shanghai, un torneo de exhibición en Arabia Saudí, el Masters 1000 de París-Bercy, las ATP Finals y las finales de la Davis, pero raramente seguirá ese plan. Al fin y al cabo la temporada pasada ya le pasó algo parecido, ya intentó jugarlo todo y sufrió dos meses para el olvido.
El ejemplo del 2023
Después del US Open, Alcaraz desconectó, olvidó su juego y llegó a encadenar tres derrotas seguidas, lo nunca visto, para olvidarse del número uno del ranking ATP y acabar el 2023 con las peores sensaciones Como explicaba su equipo a EL MUNDO, después de unas vacaciones ya se presentó a la pretemporada con la mejor de las predisposiciones y así construyó el camino que le llevó a este verano glorioso, pero aquella racha ya señaló un punto débil.
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El propio Alcaraz lo trabajó con su psicóloga, Isabel Balaguer, y lo asumió como una de sus tareas pendientes. "Debo crecer en 2024. Darme cuenta que la temporada sigue hasta noviembre. He trabajado con un profesional que me ha ayudado en ello", declaraba el español en México, donde pasó parte del invierno. En esos mismos días su entrenador, Juan Carlos Ferrero, incidía en esa misma consideración y le pedía más: "Tiene que aprender que la temporada es larga, que es su trabajo y no puede tener tantos descansos como le gustaría. Si quiere ser el mejor tiene que actuar como el mejor y ser profesional todo el año". Ganar sin ganas, el desafío que debe afrontar Alcaraz en los próximos días, en los próximos meses y en los próximos años.
Uno más y ya van cinco. Hace unas semanas Carlos Alcaraz se abría en Netflix en un documental llamado ‘A mi manera’ sobre su camino para ser el mejor de la historia. El trabajo no es lo único importante en la vida, proclamaba, como tantos otros de su generación. Es una reivindicación muy humana: quiere ascender al Olimpo de tenis y hacerlo comiendo las marineras de su madre y yéndose unos días a Ibiza con sus colegas. Pero muchos no lo entendieron. El argumento en su contra se puede resumir con una reflexión de Carlos Moyà: "Es una opción viable si quieres ganar Grand Slam a corto plazo, pero a largo plazo es más complicado, porque esto es una carrera de fondo". Nadie sabe qué pasará de aquí a 2034, a 2036 o 2038, pero de momento la única certeza es que el método de trabajo de Alcaraz funciona. Uno más y ya van cinco.
A su edad ninguno de los grandes de la historia había ganado más títulos ‘grandes’ y apenas un par mostraban los mismos números. Uno de ellos, de hecho, exactamente los mismos números. Pero exactamente, exactamente.
¿Imaginan quién? Después de ganar cuatro Roland Garros, Rafa Nadal venció en Wimbledon 2008 y levantó así su quinto Grand Slam con 22 años, un mes y tres días. Este domingo, Alcaraz, lucía exactamente la misma edad: 22 años, un mes y tres días. La coincidencia les une, como tantas otras cosas, y demuestra que ambos son prodigios. Merece un repaso a las leyendas que ya se quedan por detrás en la lista de Grand Slam: cuatro tiene Manolo Santana, Guillermo Vilas o Jim Courier; tres tienen Gustavo Kuerten, Andy Murray o Stan Wawrinka. Merece un repaso a la edad que tenían los otros mitos del deporte a estas alturas.
Novak Djokovic, por ejemplo, tenía 24 años, ocho meses y siete días cuando venció en el Open de Australia de 2012 y colocó en su vitrina la quinta copa. Roger Federer también tenía 24 años, aunque en su caso con un mes y tres días al ganar su quinto Grand Slam, el US Open de 2005. Sólo hay un caso semejante a los de Alcaraz y Nadal: Bjorn Borg, que celebró la ‘manita’ con 22 años y cinco días. Pete Sampras, Boris Becker y Mats Wilander, también ejemplos de precocidad, ya lo hicieron a los 23, y otros tuvieron que esperar mucho más, como Jimmy Connors o Ivan Lendl, hasta los 26 o André Agassi, hasta los 29.
El difícil reto del ranking
De momento, la manera de Alcaraz es exitosa, no queda duda, e invita a pensar en un futuro de dominio, lo que le falta. Mientras en tierra batida parece imbatible, igual que en hierba, le queda el asalto a las pistas duras como tarea pendiente para finalmente abalanzarse sobre la superioridad. Por delante de Jannik Sinner después de haberle derrotado en sus últimos cinco enfrentamientos, incluidas ya tres finales -los últimos Masters 1000 de Pekín y Roma y este Roland Garros-, es una anomalía que esté tan lejos suyo en el ranking ATP.
Pese a su triunfo en París y a la sanción de tres meses que frenó al italiano, Alcaraz continúa con 2.030 puntos de desventaja y tiene por delante, el mes que viene, la defensa de Wimbledon. Sólo si también retiene la corona y continúa la racha podrá plantearse un asalto al número uno alrededor del US Open. Es lo que le toca viendo su rendimiento en Grand Slam. Uno más y ya van cinco.