Lo que ha conseguido este curso Fran Garagarza al frente de la dirección deportiva del Espanyol cabe calificarlo como poco menos que un milagro. Un milagro con jornadas de trabajo maratonianas, que pueden llegar hasta las 12 o las 14 horas. Atenazado por una economía de supervivencia, y a la espera de que la cúpula de la entidad lleve a cabo una ampliación de capital largamente esperada, ha puesto las bases no solo para que el primer equipo blanquiazul acaricie la permanencia cuando en el fútbol español muchos no apostaban precisamente por ello en el arranque del presente curso. También, para que la cantera vuelva a tener un peso tan decididamente considerable como el que firmó a finales de la década de los 90 del siglo pasado con la llamada quinta de la Intertoto. El conjunto que dirige Manolo González, a pesar de la inversión cero llevada a cabo en fichajes en los tres últimos mercados, está solo a un suspiro de sellar la permanencia. Justo, cuando su gran rival, el Barça, se dispone a visitar Cornellà-El Prat.
El fichaje del técnico fue una de las primeras apuestas de Garagarza tras su llegada al Espanyol. En su caso, para llevar las riendas inicialmente del filial, por mucho que al término de su primera campaña en los despachos el gallego estuviera ya al mando del primer equipo y sellara, otra vez un año después del descenso, el regreso a la máxima categoría del fútbol español. Con el descenso, al director deportivo blanquiazul ya le tocó hacer malabarismos tanto para sacar buenas ventas (como las de Darder o Montes, por ejemplo), como para compensar operaciones por lo menos difíciles de entender desde fuera tanto en lo deportivo como en lo económico (como la cesión de Joselu al Real Madrid). Y, si racionalizar cada euro ya fue importante en aquel entonces, no lo fue menos con el retorno a Primera.
La caja no estaba precisamente en sus mejores momentos. La temporada 2022-23, la del descenso, el límite salarial era de 72 millones de euros. Al volver, este quedó en siete millones. Con, además, una deuda de 57 millones de euros de por medio y la entidad afectada por el artículo 100, las cesiones y los jugadores libres debían ser las principales vías para conseguir refuerzos. Desde fuera, porque la cantera también debía recuperar el papel preeminente de antaño.
Fran Garagarza, director deportivo del Espanyol.
Así, el pasado verano llegaron jugadores que han dado un rendimiento por lo menos notable. Como, por ejemplo, Carlos Romero, Alex Kral o Marash Kumbulla, quienes se incorporaron como cedidos desde el Villarreal, el Unión de Berlín y la Roma, respectivamente. Y lo mismo puede decirse de un mercado invernal en el que aterrizaron en Cornellà-El Prat piezas como Roberto Fernández o Urko González, a préstamo desde el Braga y la Real Sociedad, respectivamente. La inversión, en los tres últimos mercados, ha sido de cero euros. Sobre todo por condicionantes económicos, pero también por filosofía, el fútbol formativo blanquiazul ha tenido también un gran peso en el que destaca, por encima de todos, un nombre: el de Joan García. El joven guardameta, a quien se le ha vinculado a lo largo de los últimos meses con varios equipos de la Premier, entre los que destacaría el Arsenal e, incluso, con los dos grandes del fútbol español, el Barça y el Real Madrid, es un jugador estratégico. Aunque su venta podría aliviar mucho la economía del club, desde la dirección deportiva son tajantes: solo se marchará si alguien abona su cláusula de rescisión. Cifrada, en estos momentos, en 30 millones de euros.
Desde la llegada de Garagarza al club se han producido casi 70 renovaciones que se desglosan entre el primer equipo, el filial y el juvenil. La cantera, de nuevo, debe ser la auténtica base del conjunto blanquiazul. Para lograrlo, y para el cuidado del primer equipo, también se han introducido múltiples innovaciones técnicas. Como, por ejemplo, un departamento de Big Data, para controlar el rendimiento de los futbolistas, cámaras de hipoxia e hiperbárica, para su tratamiento e, incluso, un sistema de realidad aumentada, para que los lesionados puedan acelerar su recuperación. El gran objetivo es lograr que por lo menos la mitad de la plantilla esté formada por jugadores formados en la casa. A la espera de lograr un patrocinador principal de peso para la camiseta y de lograr un buen negocio por los naming rights del estadio, uno de los mejores del fútbol español, tras un fiasco estadounidense que fue más promesas que realidades, el gran deseo es que el fútbol formativo del Espanyol sea de nuevo la gran joya de la corona. Y el deseo está en vías de hacerse realidad.