Jenni Hermoso rebate la estrategia de Rubiales: “No tengo que estar llorando en la habitación ni tirarme al suelo para dar a entender que no me gustó”

Jenni Hermoso rebate la estrategia de Rubiales: "No tengo que estar llorando en la habitación ni tirarme al suelo para dar a entender que no me gustó"

El juicio por el beso mundial a Jennifer Hermoso comenzó ayer con la jugadora respondiendo preguntas durante más de dos horas. Tiempo de sobra para dejar claro a la fiscal que «en ningún momento» consintió el beso de Luis Rubiales y para responder a la estrategia con la que el ex presidente de la Federación Española de Fútbol quiere esquivar la condena por agresión sexual. «Sí que me gustaría decir si puedo», dijo interrumpiendo a la abogada del acusado, «que mi actitud de cómo esté no quita lo que yo siento. Y también que no tengo que estar llorando en una habitación ni haberme tirado al suelo cuando pasó el acto para dar a entender que eso no me gustó».

En sus respuestas a la abogada Olga Tubau, la futbolista casi miraba también a los ojos a Rubiales, porque el juez Central de lo Penal, José Manuel Clemente, había autorizado a los acusados sentarse en los estrados junto a sus letrados.

Para cuando la denunciante aclaró su comportamiento en las primeras horas tras los hechos, Hermoso había explicado ya cómo había vivido lo sucedido en el podio de Sídney el 20 de agosto de 2023: «Tocaba pasillo de saludar a las autoridades. Saludé a la Reina, saludé a la hija y lo siguiente fue encontrarme con Luis Rubiales. Nos abrazamos, yo le dije, ‘la que hemos liado’ y entonces él pegó el brinco y a la bajada me dijo ‘hemos ganado este Mundial gracias a ti’. Y lo siguiente fueron sus manos en mis orejas y el siguiente el beso».

«No pude reaccionar en ningún momento», prosiguió. «Sentí que estaba fuera de contexto totalmente, sabía que me estaba besando mi jefe y esto no debe ocurrir en ningún ámbito social ni laboral».

La futbolista respondía así a las preguntas de la teniente fiscal de la Audiencia, Marta Durántez, que reclama para Rubiales un total de dos años y medio de prisión: uno por el beso a la jugadora (agresión sexual) y uno y medio por las presiones para que no denunciara (delito de coacciones). La propia Hermoso ejerce la acusación particular y pide la misma pena, al igual que la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE)

Sin influencias

Las primeras preguntas de la teniente fiscal han ido dirigidas a desactivar otra de las líneas de defensa: que Hermoso se decidió a denunciar por las presiones de la Fiscalía. La jugadora lo ha negado. Era su idea «desde el primer día». El delito de agresión sexual requiere la denuncia de la víctima para que se pueda seguir penalmente; si ella no denunciaba, la teniente fiscal no podía actuar.

En sus respuestas posteriores, la jugadora expresó sus sensaciones tras el beso. «Me sentí poco respetada. Fue un momento que manchó uno de los días más felices de mi vida y para mí es importante decir que en ningún momento busqué este acto ni mucho menos me lo esperé. Se me faltó al respeto», dijo a la pregunta de si se había sentido «violentada en su integridad sexual como mujer».

La fiscal ha hecho diversas preguntas en torno a la existencia o no de consentimiento. «¿Le dijo te puedo dar un beso, un piquito?». «En ese momento ni escuché ni entendí nada. […] Ni sentí ni vi gestualizar con su boca ningún tipo de pregunta».

Más allá de ese beso, por el delito de coacciones también se sientan en el banquillo, con la misma petición de pena que para Rubiales, el ex seleccionador femenino, Jorge Vilda; el director deportivo de la selección, Albert Luque; y el que fuera responsable de Marketing, Rubén Rivera.

En el estadio

Ese episodio delictivo se desarrolló, según la Fiscalía y la propia Hermoso -que ejerce la acusación particular-, en Australia, en el avión de vuelta y en España, durante varios días. El primer episodio se produjo aún en el estadio. Le avisaron de que el presidente quería hablar con ella. «Me dijo que se estaba hablado mucho por redes sociales, que se estaba liando y que podíamos pararlo ya de alguna manera». Más adelante le dijo que lo hiciera por sus hijas -a las que Rubiales ha propuesto como testigos-, que a la novia de Rubiales «no le había molestado». «Y también me dijo una cosa, que sí que me dolió un poco: A ti y a mí nos gusta lo mismo».

En su turno de interrogatorio, la defensa de Rubiales se centró en que Hermoso no había aparecido afectada por los hechos. La respuesta fue que se había puesto «en modo campeona del mundo» y que no quería que el beso estropeara el triunfo.

kpd