El entrenador alemán Jürgen Klopp, técnico del Liverpool hasta la pasada temporada, ha sido nombrado nuevo “jefe global de fútbol” de la multinacional austriaca de bebidas energéticas Red Bull, propietario y patrocinador de varios clubes deportivos, cargo que ejercerá a partir de enero de 2025.
Dentro la compañía, el carismático preparador germano será el principal responsable de la red internacional y de la dirección estratégica de todos los clubes de fútbol actúan bajo la tutela de Red Bull, como el Leipzig, el Salzburgo, el Nueva York o el Bragantino brasileños.
“Quiero desarrollar, mejorar y apoyar el increíble talento futbolístico que tenemos”, explicó Klopp en una publicación en redes sociales de Red Bull.
Según detallaron el diario ‘Bild’ y la cadena de televisión ‘Sky’, la figura clave detrás del cambio es el director general de Red Bull, Oliver Mintzlaff, responsable de todos los proyectos deportivos de la compañía desde 2022 y ex director ejecutivo del Leipzig, el cual, de acuerdo a la información, llevaría varios meses detrás del técnico alemán.
Amplía el rotativo germano que el nuevo cargo de Klopp “debería ser una función de nivel superior, no un trabajo del día a día”, para que este “aporte su conocimiento especializado, su experiencia y su carisma”, como una “mezcla de estratega, analista y consultor en materia de fichajes, entrenadores y desarrollo de clubes”
El litigio salarial que desde hace más de un año mantiene Kylian Mbappé con su anterior equipo, el París Saint-Germain, subió de tono este jueves, cuando los abogados del delantero del Real Madrid anunciaron el embargo de las cuentas del club y amenazaron con su participación en las competiciones europeas si no se paga los 55 millones de euros que le reclaman.
Mientras la abogada y representante del futbolista, Delphine Verheyden, entablaba una guerra en diversos frentes, incluido el penal, el club respondía manteniendo que el contencioso solo puede solucionarse en la justicia laboral y calificaba de "fantasioso" el relato de la letrada.
El PSG sostiene que esa suma corresponde al acuerdo verbal alcanzado entre Mbappé y el presidente, Nasser Al-Khelaifi, para que no dejara el club sin una indemnización de traspaso, lo que a su juicio justifica el impago de esas cantidades.
Un acuerdo al que los abogados del jugador niegan toda validez, ya que nunca fue inscrito y recuerdan que las diferentes instancias deportivas les han dado razón.
"Ya hemos esperado demasiado", señaló Verheyden, que compareció acompañada de tres colegas expertos en derecho laboral, civil y penal, los terrenos de batalla en los que cuenta dar la batalla para obtener una victoria que, a su juicio, merece su cliente y también todos los futbolistas en conflicto con sus clubes.
En lo más inmediato, los abogados han conseguido el embargo preventivo de 55 millones de las cuentas del club, al tiempo que han lanzado acciones penales contra la entidad en la que Mbappé militó siete años, al considerar que en esta batalla se está atacando su imagen y su honor.
Sobre la mesa, una serie de mensajes injuriosos contra el jugador y su familia, que los abogados han llevado ante los tribunales para determinar si responden a una maniobra de presión del club.
"Solo nos queda la opción de interponer múltiples acciones para obligar al club a pagar", señaló Verheyden, que recordó que las diferentes instancias deportivas les han dado razón.
Amenaza en la Liga de Campeones
Al mismo tiempo, aseguró que han pedido a la Federación Francesa de Fútbol (FFF) comunique a la UEFA que el club no ha pagado a uno de sus jugadores, lo que puede acarrear su expulsión de las competiciones deportivas a partir de la próxima temporada.
"Kylian no tiene miedo, el derecho está de nuestro lado", respondió la letrada cuando le recordaron el peso de Al-Khelaifi en la UEFA y en el fútbol francés.
La acción del delantero del Madrid persigue doblegar al club, que ha hecho de este litigio un caso de honor, lo que demuestra el daño que hizo la salida del futbolista la pasada campaña.
En un buen momento deportivo, con un equipo a pleno rendimiento de la mano de Luis Enrique, que se jacta de no apoyarse en grandes estrellas mediáticas, el PSG y sobre todo su presidente no quieren dar por perdida esta batalla.
Ante la actitud combativa del jugador, siguen apostando por la justicia laboral, la única a su juicio capaz de dar carta de naturaleza a un acuerdo verbal.
En esa instancia están "listos para exponer el conjunto de los hechos, pruebas y testimonios que prueban la existencia de un acuerdo", indicó a EFE un portavoz del club.
El propio Mbappé reconoció haber llegado a ese pacto, lo que le permitió reintegrar la plantilla del primer equipo, de la que había sido apartado cuando dijo que no cumpliría el tercer año de contrato, optativo, que había firmado en 2022.
Pero sus abogados le niegan toda validez, ya que nunca fue inscrito en la liga y, por tanto, validado. El abogado Thomas Clay, experto en cuestiones civiles contratado por Mbappé, lo redujo a una "simple discusión de vestuario".
"Eso no es un acuerdo, nunca se concretó. En derecho deportivo francés tiene que ser registrado en la Liga y eso nunca ocurrió", indicó el letrado.
Del mar a la montaña. Hace unos años una pequeña marca deportiva vasca, Ternua, le pidió a tres cofradías de su zona, las de Bermeo, Getaria y Hondarribia, que les guardaran las redes de pesca rotas o desgastadas y en unos meses se encontraron en sus instalaciones con 12 toneladas de malla para tirar, inservible, hecha polvo. Era más de lo que esperaban, pero era mejor que sobrara. Pese al enorme volumen recibido, siguieron con su proyecto y, después de reciclar las redes y de convertirlas en hilo, presentaron su innovación: 50.000 pantalones de esquí -entre ellos los de competición de varias federaciones- hechos con material de pesca. Del mar a la montaña. Luego harían lo mismo con cáscaras de nueces o huesos de aceituna, con posos de café o con sábanas de hoteles desgastadas.
«Desde nuestro nacimiento en 1994 siempre hemos querido hacer ropa deportiva que significa algo y ahora creemos que todo el sector va hacia ahí, es el futuro porque tiene que ser el futuro», comenta Eduardo Uribesalgo, director de innovación de Ternua. Su propuesta es modesta, producción contenida, muy local, pero, en realidad, está en la línea de lo que vendrá. La ropa deportiva del futuro estará hecha de materiales que ahora ni imaginamos, durará más y será circular.
Adiós al petróleo
Las multinacionales, como Nike y Adidas, ya tienen ropa y zapatillas hechas con botellas (Flyknit) o residuos de los océanos (Parley), pero ese reciclaje cada vez es más controvertido -al fin y al cabo, es plástico-, y, además, avanzan propuestas mucho más rompedoras en ese sentido. Según un estudio de la Fundación Changing Markets el 69% de las fibras que se utilizan en el deporte todavía proceden del petróleo, como el poliéster o el nylon, y el objetivo de varias empresas es disminuir ese porcentaje drásticamente. La biotecnología ya ha creado poliéster a partir de la yuca, la caña de azúcar o el maíz, muy parecido al actual; la goma EVA, presente en muchísimas zapatillas, se podría sustituir por Bloom, hecha por algas, que ya usan Puma o Merrell; el neopreno petrolífero tiende a ser sustituido por el Yulex, hecho de planta de yute -Decathlon ya tiene un modelo 100% Yulex-; y así múltiples innovaciones.
Hay postureo, el llamado greenwashing, pero también cierta presión legislativa -nuevas directrices europeas e iniciativas como la francesa Ecoscore-, y sobre todo más conciencia de los deportistas aficionados que, al final, son los que compran. Según una encuesta de la competición de vela SailGP realizada entre sus aficionados en Estados Unidos, Reino Unido y Suiza «el 72% de la población no quiere hacer deporte con ropa hecha con combustibles fósiles», pero en las tiendas se encuentran varios obstáculos. Uno es la variedad, otro es el rendimiento, pues aún es imposible encontrar zapatillas rápidas y verdes, pero el principal es el precio.
«Tarde o temprano va a llegar: un atleta ganará un maratón con unas zapatillas reciclables. Pero mientras tanto es un camino lleno de retos. Especialmente hacer llegar al público todos esos materiales. Varias marcas han hecho camisetas con fibras muy sugerentes, de algas o fibra de coco, pero costaban 80 o 100 euros. Hasta que los procesos no sean más baratos no se podrá generalizar su uso», expone Juan González, probador de varias marcas y responsable del podcast sobre material El laboratorio de Juan.
Imagen de un forro Polartec.
«El coste se reducirá a medida que más marcas se comprometan con la verdadera circularidad», asevera Ramesh Kesh, vicepresidente de Milliken & Company y responsable de Polartec, marca líder en forros polares y por lo tanto con la dependencia del petróleo como reto. "Como industria, es hora de que abordemos algunas de las causas más profundas en lugar de poner tiritas a otros temas que tienen poco impacto a largo plazo", añade en el final del proceso para que toda su colección sea de poliéster reciclado, sea circular.
«El precio es un desafío, eso está claro. Pero hay que darles a estos materiales el valor que tienen», subraya por su parte Joel Gómez, manager en España de la marca italiana Uyn, que está marcando el camino. Con mucha implantación en el esquí -su embajadores es el estadounidense Bode Miller, campeón olímpico-, toda su ropa está hecha de fibras nuevas procedentes del maíz, del ricino o del eucalipto, tienen una lana vegetal...
«Es actual porque lo pide el público y futurista a la vez, hay mucha investigación detrás y no siempre sale cómo deseamos. Pero esa esencia bio se acabará imponiendo», añade Gómez, que sabe que en la vanguardia hay riesgo.
¿Unas zapatillas para toda la vida?
En los últimos años, por ejemplo, varias marcas, como Salomon, han presentado zapatillas 100% reciclables, pero su éxito ha sido limitado. Quizá el camino sea otro, utilizar un un material más resistente como el grafeno como hace Inov, o directamente crear unas zapatillas desmontables. En ello está embarcado actualmente Kilian Jornet. Su marca, Nnormal, triunfó en el mercado de la montaña con sus modelos duraderos, pero ahora quiere más. En los últimos meses está trabajando en unas zapatillas modulares, las Kboix, que ya han recibido un premio ISPO, por lo que proponen: que sirvan para todo, que duren toda la vida.
La idea es que la mediasuela, es decir, el bloque de goma que hay entre la suela y la cubierta, pueda irse cambiando cuando se desgaste o cuando se necesiten otras prestaciones. Para salir a correr tranquilamente, se monta una zapatilla, para competir a toda prisa, una distinta, y para abordar una montaña muy técnica, otra distinta. «Queremos evitar el sobreconsumo y creemos que esta zapatilla puede ser útil para ello. Está diseñada para ser extremadamente duradera y ser reparada cuando se acabe la vida útil de sus partes», apunta Birte Fahrbach, jefa de producto de Nnormal, que no niega las dificultades: «El desafío es unir las partes del calzado y conseguir una buena estabilidad. No puede compararse con el proceso de producción habitual de unas zapatillas».
Algún día el calzado durará siempre, algún día la ropa estará hecha de plantas o de algas: la ropa deportiva del futuro ya está aquí.