El Atlético de Madrid anunció este miércoles el fichaje del centrocampista Conor Gallagher, procedente del Chelsea y que ha firmado por las próximas cinco temporadas con el conjunto rojiblanco, hasta el 30 de junio de 2029, según informó el club, tras desatascar el lunes su incorporación con la venta de Joao Félix a la entidad inglesa.
“Cuidado con el pitbull”, publicó el club en sus canales oficiales como preámbulo del anuncio oficial del fichaje, que se produjo con un comunicado oficial a las 11.30 horas.
Cuarto refuerzo de este verano de la entidad madrileña (ya ha contratado al defensa central Robin Le Normand y a los delanteros Alexander Sorloth y Julián Álvarez), Gallagher ya estuvo en Madrid hace dos semanas para completar su traspaso, pero la ruptura de la transferencia en sentido contrario de Samu Omorodion lo obligó a regresar a Londres sin completar su fichaje por el Atlético.
Ahora, después de que el Atlético ofreciera a Joao Félix en lugar del oro olímpico español para desatascar la llegada del centrocampista al Cívitas Metropolitano, ya es un hecho la incorporación del internacional inglés, que esta misma mañana incluso ya se entrenó a las órdenes de Diego Simeone en la Ciudad Deportiva de Majadahonda.
Gallagher ha elegido el Atlético. Tenía una oferta de renovación para continuar en el club británico, en el que surgió desde su cantera para debutar con el equipo profesional en 2022-23, tras las cesiones sucesivas al Charlton Athletic y al Swansea, en 2019-20; al West Bromwich Albión, en 2020-21; y al Crystal Palace, en 2021-22, cuando se reivindicó de forma decisiva para ganarse un sitio en el Chelsea.
A sus 24 años, sale del conjunto londinense tras jugar 95 encuentros en los dos últimos cursos, 67 de inicio, con diez goles y diez asistencias.
Mientras que en la primera campaña, a su vuelta del Crystal Palace, alternó la titularidad y la suplencia, en la segunda -la pasada- se consolidó en la alineación inicial del entrenador argentino Mauricio Pochettino: 50 partidos, 46 desde el principio, con siete tantos y nueve pases decisivos para demostrar su capacidad de llegada y agitación hacia el área contraria.
Gallagher ha sido internacional en 18 ocasiones con la selección absoluta de Inglaterra, con la que disputó la pasada Eurocopa (1 duelo de titular de los siete del grupo dirigido entonces por Gareth Southgate). En el Mundial Qatar 2022 formó parte de la convocatoria pero no jugó ni un solo minuto con el conjunto británico, que fue eliminado en cuartos de final.
El Atlético debió evitar los penaltis. Debió ser más ambicioso en los 120 minutos que tuvo para evitarlos. La historia no iba a su favor. Nunca había ganado una tanda al Real Madrid y lo peor es que está Milán en la memoria. Los penaltis y Europa son una combinación cruel para los rojiblancos. Sea en una final o en unos octavos. Y para terminar la crueldad, la mala suerte se cebó con Julián.
El argentino se resbaló en su lanzamiento e hizo dos toques antes de transformar el penalti que terminaría por no subir al marcador. Avisaron a Marciniak por el VAR y este anuló el tanto del delantero e ídolo rojiblanco. Si un guionista escribe una película trágica, no le sale como la que protagoniza el Real Madrid en Europa con su vecino de secundario. Y eso que la cosa había empezado bien.
El golpeo de Julián en la tandaESPN
Hay jugadores a los que les gusta llamar a la puerta del entrenador con acciones y no con palabras. Lógicamente, los derbis son un escenario perfecto para hacerlo. Galán lo sabía y salió del ostracismo con una asistencia en liga ante el vecino de la capital. Gallagher, que entró con diferente pie que el extremeño en el Atlético de Madrid, había perdido los focos que le alumbraron en sus inicios. Y así, con un inicio fulgurante, volvió a pedir protagonismo a Simeone.
No se habían cumplido 60 segundos de juego cuando el balón entró en la portería del fondo sur, esa en la que le gusta atacar al Atlético las segundas partes pero que el Madrid decidió arrebatarle el privilegio con el sorteo. Como si se vengaran de esa afrenta, los rojiblancos salieron en tromba y hasta cinco esperaron dentro del área el centro de De Paul. La cazó Gallagher para elevar a 22 las asistencias del argentino, si es que no se la borra el leve toque de Julián, y sumar tres tantos en su cuenta.
Gallagher es abrazado por Julián tras marcar.JAVIER SORIANOAFP
El partido de Gallagher es una oda al último servicio de Andrea Berta a este club. Porque este verano, el italiano trajo al británico para cimentar el mediocampo rojiblanco y eso hizo el ocho del Atlético ante el Madrid. Otro as del ya ex director deportivo colchonero fue Julián. Más que un as es el joker. En la ida reclamó los focos con un golazo y en la vuelta hizo tres disparos en la primera media hora, cada uno más peligroso que el anterior.
Ambos han encajado como un guante en el sistema del Cholo, porque son sacrificados, humildes y generosos en el esfuerzo, pero es que además tienen talento. Especialmente el argentino, que salió del City para buscar un protagonismo que ha agarrado por las solapas para no soltarlo, aunque la suerte en esta vuelta de cuartos le abandonó.
No sufrió en los primeros 30 minutos el conjunto de Simeone. Con las líneas muy juntas, esperó el error de un Madrid perezoso. Y los errores llegaron, aunque no consiguió hacérselos pagar. Siete tiros a tres en la primera parte y 0,8 frente a 0,08 en la famosa estadística de los expected goals, ocasiones claras.
Otro jugador con el que contó Simeone y del que dijo que ayuda, pero no decide, fue el Metropolitano. Más de 69.000 personas hicieron del estadio una caldera que casi estalla cuando Vinicius falló un penalti en la segunda parte provocado por una de las pocas arrancadas que los rojiblancos permitieron a Mbappé. El francés había estado desaparecido y también el brasileño.
Final... esperado
El Atlético se fue refugiando cada vez más cerca de su portero a medida que iban transcurriendo los minutos y claro, ese espacio, era demasiado para que lo recorriera un jugador como Griezmann. El francés no tiene físico para carreras de 60 metros y, la mala noticia para los rojiblancos, tampoco fue capaz de lanzar con criterio los contraataques de conjunto de Simeone, que decidió cambiarlo antes de la prórroga.
El tiempo extra fue para que el de siempre, Sorloth, reclamara más minutos al Cholo. Lo bajó y aguanto todo, si hubiera estado más acertado en el remate se corona. El Madrid no quería llegar a los penaltis pese a que la historia ante el Atlético siempre le ha favorecido. Cinco de cinco con Milán en la memoria.
"Hemos hecho un gran partido pero ha faltado un poquito de suerte, duele mucho. La gente es increíble apoyando y la verdad es que... decepcionados por la derrota. No hemos podido remontar", ha explicado Oblak tras el partido. Una nueva tragedia.
El origen del mote de los 'indios' para los aficionados del Atlético de Madrid no sería, hoy, políticamente correcto. Empezó en los años 70 en la capital para aludir a sus jugadores latinoamericanos, como Panadero Díaz, Cacho Heredía o Ayala, la mayoría con sus largas melenas setenteras. Era un mote racista, fuera en los tiempos que fuera, del mismo modo que existe un componente racial en la palabra 'cholo', con la que se alude a su entrenador. El 'cholo' es el mestizo o el indígena que adopta la forma de vida del blanco, según el país en el que se utilice, y no siempre con el cariño con el que acompaña a Simeone. El Atlético de los 70, sin embargo, no tenía tantos jugadores sudamericanos como el actual. Seis argentinos (Musso, Nahuel Molina, Giuliano Simeone, Correa, De Paul y Julián Álvarez), más el uruguayo Giménez, central y capitán. Enrique Cerezo dice que el «Atlético no se entiende sin argentinos». Son parte de la idiosincrasia que Simeone encarna en carne y hueso, y que vuelven a encontrarse ante su montaña prohibida. Velan el siguiente asalto a la Champions sin pensar en la caída en Getafe, sólo en el deseo de que no sea un Everest inalcanzable, sino el Machu Picchu que permite pasar de lo terrenal a lo divino.
Para tener opciones de hollar la cima, los 'indios' deben eliminar a los 'vikingos', como se aludía a los madridistas en la misma época por los alemanes Netzer, Stielike y Breitner, además del danés Jensen, en la batalla de las tribus de la capital, algo más difícil que ascender el Camino del Inca. Lo intentarán en un Metropolitano que podría ser el Metropolitano de la Boca, como se conoce al puerto de Buenos Aires, y donde volverán a verse pinturas de guerra y plumas. Los 'indios' del Atlético no sienten ya el mote de forma peyorativa. El Madrid carga la atmósfera emocional que quiere Simeone, aunque las atmósferas muy cargadas pueden confundir el fútbol. El entrenador las invoca, ataviado como un bailarín de tango, de negro riguroso. El tango, en cambio, es una combinación de aceleración y pausa. Como el fútbol.
El duelo con el Madrid tiene un sentido finalista, aunque la final está lejos, todavía en octavos. Tiene sentido, porque es el equipo que le venció en dos de las tres finales de su historia, y le apartó, en semifinales, de una cuarta. Ello implica un bloqueo mental que el Atlético debe superar. También su gente. También Simeone, al que la caída en Milán, en 2016, le hizo dudar sobre su futuro. Desde entonces, la Champions no es únicamente un objetivo. Es una misión.
El Atlético necesita su Wembley
El Atlético es el único de todos los equipos que han perdido tres finales de Champions o más que no ha ganado el torneo. La Juventus cayó en siete finales, pero levantó dos títulos, hecho que ahonda en su fatalismo, aunque sin urgencias históricas. También Madrid y Barcelona perdieron tres finales, pero los blancos, reyes del torneo, suman 15 títulos, por cinco de los azulgrana, que cayeron dos veces con tics fatalistas, los palos en Berna o los penaltis en Sevilla, antes de cambiar su destino en Wembley, en 1992. El Atlético aguarda su Wembley.
Simeone, durante la ida en el Bernabéu.JUANJO MARTINEFE
Son más de una veintena los argentinos que han conquistado el gran trofeo europeo. El primero, Di Stéfano, lo hizo suyo nada más empezar. En la actual plantilla del Atlético sólo hay uno, Julián Álvarez, con un City en el que no llegó a ser titular. En cambio, los rojiblancos cuentan con hasta seis campeones del mundo, el propio Julián, De Paul, Molina, Correa y Griezmann, al que la larga cohabitación con argentinos y uruguayos le hizo aficionarse al mate, y Lemar, hoy en la segunda unidad. Es el equipo con más integrantes de la gesta de Argentina en Qatar, después de River. En el Monumental no han olvidado la calidad de Julián.
El salto del futbolista al Atlético ha disparado el seguimiento que en Argentina ya se hacía del equipo, especialmente desde la llegada de Simeone. Es conocido entre los hinchas como el Asadito Mecánico, tras tomar parte del apodo de la gran Holanda de Cruyff, la Naranja Mecánica, a la que la albiceleste derrotó en la final del Mundial del 78, en el Monumental, aunque sin el mejor futbolista de su historia. Los componentes del Atlético utilizaron el sobrenombre en las redes en su regreso por Navidad.
«La atención por el Atlético es histórica, porque existe una larga tradición de representatividad argentina. En el pasado, por exigencia, era un salto más sencillo para los jugadores de acá desembarcar en el Atlético que en el Real. Una estación intermedia. En aquellos años para sufrir y, desde la reconstrucción del 'Cholo', para soñar», explica Cristian Grosso, editor de Deportes de La Nación y uno de los periodistas más influyentes.
"El 'Cholo' siempre provoca algo"
«Simeone tiene una debilidad por el jugador argentino, por su carácter, y ya desde el principio fichó a Cata Díaz, a Demichelis, aunque no llegara a debutar, a Augusto y otros muchos en una década», prosigue Grosso, que, no obstante, alude a los sentimientos encontrados que despierta el técnico en su propio país: «El Cholo no pasa jamás desapercibido, es un personaje pintoresco, que siempre provoca algo. Genera odios y amores también en Argentina, pero todos están pendientes. Unos, por ver si fracasa; otros, felices con su éxito».
Julián Álvarez celebra un gol en Mestalla.JOSE JORDANAFP
Para el periodista argentino, el Atlético es el reflejo de su entrenador: «También provoca, a su alrededor siempre pasan cosas. El Atlético garantiza partidos intensos, y eso conecta bien con lo argentino».
«Que el Atlético sea el equipo con más campeones del mundo, junto con River, pero con los más determinantes, salvo Messi, influye, claro. Sobre todo, la presencia de Julián Álvarez, que merece párrafo aparte. La expectación es enorme, mientras todos se preguntan si Simeone le hará ver a Guardiola que se equivocó», concluye Grosso. En el Bernabéu lo hizo, con un soberbio gol, pero en un Atlético demasiado precavido, que perdió la ocasión de castigar a un Madrid herido. El Metropolitano cargará o no de razones la respuesta.