La piscina de La Defénse Arena no le gusta a Hugo González, clasificado para la final 100 espalda con el octavo mejor tiempo de los participantes. No es el único. El nadador español no suele morderse la lengua cuando algo no le gusta, implique a su propia federación, como en el pasado, o a la organización de los Juegos. La razón es la profundidad del vaso instalado en un pabellón multiusos, donde habitualmente juega el equipo de rugby Racing 92. “La piscina no cumple las reglas”, afirma.
La piscina, en realidad, cumple con las normas técnicas de la Federación Internacional de Natación (FINA), pero la controversia es que éstas cambiaron a primeros de julio para establecer que la profundidad para competiciones oficiales debe ser de 2,50 metros. Para entonces, la de la Défense ya estaba construida con una profundidad de 2,15. Cuanto menor es, mayor es el movimiento del agua y eso genera resistencia para los nadadores, hecho que puede reflejarse en un aumento de sus tiempos.
Marchand y Ledecky
Hugo no es el primero que lo dice, aunque otros lo han hecho de forma más diplomática. Es el caso de Leon Marchand, estrella local. “Tiene menos profundidad que otras”, dijo primero, para después matizar: “De la A a la Z, es top”. Para Katie Ledecky, “La instalación es magnífica, pero, francamente, la piscina es de talla humana, no es muy profunda”.
La estadounidense, tercera en los 400 libre, estuvo muy lejos de sus registros, al nadar por encima de los cuatro minutos. No ha habido por ahora récords del mundo, pero el propio Marchand, en los 400 estilos, completó, casi en solitario, la prueba más rápida en unos Juegos, más veloz que Michael Phelps en la cita, lo mismo que ha ocurrido ya en 100 mariposa y el relevo femenino de 4×100.
Tanto los organizadores de París como la empresa contratada para la instalación, la empresa italiana Myrtha Pools, defienden sus garantías. “Cumple todas las normas. En los últimos 15 años hemos dado soporte a la mayoría de organizadores de competiciones de natación”, afirma Roberto Colletto, presidente de Myrtha Pools.
Las primeras sensaciones de algunos nadadores generan dudas, por lo que será necesario esperar al resto de las jornadas para comprobar si ha producido un efecto real sobre los registros. Hugo fue lento en las primeras series (53.68), lo que le llevó a entrar como decimocuarto entre los 16 semifinalistas. Necesitaba mejorar y lo hizo, pero lejos de los mejores.
Con 52.95, fue quinto en la primera semifinal, en la que partió por la calle uno, lejos de las referencias y no estuvo en ningún momento de la prueba en posición de los primeros puestos. Sin embargo, le sirvió para entrar en la final con el octavo mejor tiempo. La medalla pide más rapidez, porque, como dijo Hugo, “la profundidad es igual para todos”.
El primer oro de España llega volando, volando sobre las aguas en una embarcación reducida al mínimo para permitir la coreografía de dos hombres. Son Diego Botín y Florian Trittel, que no sólo están coordinados al centímetro en sus movimientos de este evolucionado 49er, también son complementarias sus personalidades. Diego, meticuloso y calculador; 'Flo', espontáneo. Sólo perdieron el equilibrio con el abrazo de la gloria que los llevó al agua. Los tripulantes españoles podrían haber realizado un ejercicio de cálculo, pero, al contrario, salieron a demostrar por qué merecen este oro, por qué son los más rápidos, por qué son los mejores del mundo y por qué, finalmente, son campeones olímpicos.
Lo españoles no necesitaban ganar la 'medal race', donde la puntuación es doble, dado el margen con el que llegaron, pero su victoria fue incontestable. Este primer oro para España en París llega en su deporte con mayor cosecha en la historia de los Juegos, 22 medallas, 14 del metal que más brilla, como el que alumbra, hoy, los rostros sonrientes de Botín y Trittel.
"Para nosotros no había otro cabía otro resultado que no fuera el oro", proclamaba 'Flo'. ·La clave ha sido mantenernos firmes hasta el último día, manejar esa presión", añadía el catalán. "Es una sensación indescriptible, después de una semana muy dura, debido a las condiciones meteorológicas", añadía Botín, para el que el oro es una "alegría indescriptible".
De popa y en ceñida
La salida de Botín y Trittel fue fulgurante, decidida y directa. Cualquiera de las tres primeras plazas les garantizaba el oro, con 68 puntos y un margen de cinco puntos sobre la embarcación irlandesa y 12 sobre los neozelandeses, terceros. Hasta la primera boya llegaron primeros para realizar un giro limpio, sin riesgos, dada su ventaja. Es importante evitar el tráfico en ese punto. Volaban, literalmente. De popa, con viento a favor, como en ceñida, con viento en contra, fueron incontestables y consiguieron ampliar aún más su ventaja sobre la pareja de Nueva Zelanda.
Jamás volvieron ya a perder la ventaja en las siguientes dos para dirigirse a la meta, a la que llegaron en solitario, por delante de holandeses y neozelandeses. En el podio les siguieron los terceros y los norteamericanos. La pareja española acabó con 70 puntos, por 82 y 88 del resto de medallistas. En la vela los puntos se invierten y se descuenta la peor de las regatas de cada pareja.
A la 'medal race' llegaron Botín y Trittel como líderes, pero después de dos días irregulares para los españoles, los peores. El miércoles, en la última jornada de regatas, hicieron su peor serie (decimoquintos, duodécimos y sextos), y el jueves, cuando debía disputarse la 'medal race', dos interrupciones, la primera cuando iban líderes, por la falta de viento devolvieron a los regatistas al hotel. Un mal asunto para la concentración. Las dudas las despejaron nada más darse la salida.
El final de las frustraciones
Botín, cántabro, y Trittel, catalán, ambos de 30 años, se encontraron después de Tokio, frustrante para los dos por separado, y de ese modo formar la pareja perfecta sobre una embarcación, perfecta y veloz. "¡Esto vuela!", decía 'Flo', como llaman a Trittel en el entorno de la vela, cuando empezaron a entrenarse a bordo del 'Skiff', que es el nombre técnico del barco. Cada cuatro años se decide cuál será, con las evoluciones pertinentes, y se dan las instrucciones al mismo fabricante. 'Flo' había practicado Kitesurf, por lo que estaba acostumbrado a volar sobre las aguas. El hecho de que no llegara a ser olímpico le hizo optar por la clase Nacra 17, en la que formó pareja con Tara Pacheco en Tokio. Hubieron de conformarse con el diploma, sextos. 'Flo' quería más.
Más cruel fue el desenlace en los pasados Juegos para Botín, asentado ya en la clase 49er. Junto a Iago López alcanzaron la 'medal race', pero una mala salida les condenó. Acabaron empatados a puntos con la pareja alemana, pero en el cuarto puesto. El rostro entonces fue el de la desolación. Muy distinto al que mostraba en Marsella. "Llevamos muchos años preparándonos y hemos fallado muchas, pero sin esos fallos y experiencias no estaríamos aquí, celebrando este oro", se sinceró el cántabro.
Esas frustraciones les llevaron, pues, a encontrarse para formar una de las mejores parejas del mundo de la vela. En realidad, no son dos, sino tres, porque Álvaro del Arco es mucho más que un entrenador. Ya trabajó con 'Flo' en la clase Nacra 17. Entre todos han conseguido crear una atmósfera que atempera la presión, por lo que es habitual verlos gastar bromas poco antes de la competición.
Desde que ambos decidieron competir juntos, los resultados fueron inminentes. Campeones de Europa en 2022, un año después de Tokio, lograron la plata mundial ese año y el bronce en 2023 y 2024. Botín y 'Flo' no se han dedicado únicamente al 49er. Ambos se han integrado en las tripulaciones de SailGP, a bordo de los catamaranes voladores. Con Botín como patrón, el equipo español fue campeón absoluto del Circuito Mundial SailGP, al imponerse en aguas de San Francisco en la Gran Final, el 14 de julio, menos de dos semanas antes del inicio de los Juegos. Lo suyo es volar sobre las aguas, camino del primer oro para España, a la que nunca falla la vela.
Empieza la fiesta en una Europa donde son cada vez más los que quieren que se acabe, y no sólo el 'outsider' español Alvise Pérez, surgido de la sentina de las redes sociales. Crecen los euroescépticos con discursos que desentierran la peor de las pasiones del continente: el nacionalismo. Nada ha costado tanta sangre. Entre esas pasiones ancestrales se encuentra también el fútbol, que levanta estandartes no siempre en la dirección adecuada, pero cuya reconstrucción a lo largo del tiempo es, hoy, lo más parecido al amenazado sueño europeísta, con libre circulación de jugadores desde la 'sentencia Bosman', hace casi 30 años, gracias a sus tribunales. Europa tiene un Real Madrid campeón de la Champions con más acento francés que español sin que ello ofenda a sus aficionados, y selecciones que integran a hijos y nietos de migrantes, como el francés Kylian Mbappé los españoles Lamine Yamal y Nico Williams, dispuestas a conquistar la Eurocopa. El fútbol, tantas veces señalado por las viejas lacras, tiene, pues, una misión, y no es únicamente la de ganar. Es la de mostrar cómo el balón transita mejor si encuentra puentes. Como las ideas. Como Europa.
Cuando Francia levantó su primer Mundial, en 1998, Jean Marie le Pen, fundador del Frente Nacional, se avergonzó del equipo que lideraba Zinedine Zidane por la mayoritaria presencia de jugadores de origen magrebí y subsahariano. Para este ex miembro de la Legión Extranjera no era digno de la 'grandeur'. Por entonces, se trataba también de un emergente 'outsider' de la política francesa, volcada con el proyecto europeo que había liderado Jacques Delors y en pleno desarrollo del Tratado de Ámsterdam, que ampliaba los ámbitos de competencia de la Unión Europea (UE). El perfil multirracial de 'Le Bleu' no ha cambiado, capitaneada la selección por Mbappé, de padre camerunés y madre argelina, fiel a la 'France noir, blanc et beur'. En cambio, el legado de Le Pen, aunque con matices y el nuevo nombre de Agrupación Nacional, ha llevado a su hija Marine a un triunfo histórico en las elecciones europeas del pasado domingo, en la figura de su apadrinado Jordan Bardella. Francia no es la Hungría de Viktor Orban ni la cambiante Polonia. Es el corazón del europeísmo, junto a Alemania, sede de la Eurocopa y donde los radicales y euroescépticos de Alternativa para Alemania (AfD) se han hecho con el segundo puesto.
El hincha Macron, cercado
Emmanuel Macron, un hincha de la selección, como demostró en los palcos mundialistas de Moscú y Doha, acudió a despedir al equipo de Didier Deschamps en Clairefontaine, 'Chez le Bleu'. Al contrario que su padre, Marine también se comportó del mismo modo en sus redes sociales cuando Francia ganó su segundo Mundial, en 2018. Es mejor estar del lado del fútbol, el problema es el mensaje que se incorpora. El de los nacionalistas y euroescépticos es peligroso, especialmente en un torneo de selecciones como el que se inicia, mañana, en Múnich, y con un 'revival' de grupos de hinchas violentos en el corazón del continente. Son los ultras 2.0.
La UEFA está formada por 55 federaciones nacionales, mientras que la UE la componen 27 países. La Europa futbolística es más grande que la política y ello obliga a equilibrios diplomáticos diferentes. No obstante, la coordinación es cada vez mayor, especialmente en lo que respecta a las grandes tensiones o conflictos internacionales, como sucede en la actualidad con las guerras en Ucrania y Gaza. El organismo de Aleksander Ceferin apartó a Rusia de las fases de clasificación, en paralelo a las decisiones de los países occidentales, pero mantiene en su seno a Israel, igual que Eurovisión, del mismo modo que las grandes potencias del continente no han retirado a sus embajadores en Tel Aviv.
Ucrania, causa y privilegio
Ucrania toma parte en el torneo, después de una heroica clasificación y de que sus jugadores hayan sido liberados de las férreas normas de reclutamiento en el país, al considerar que competir es su forma de luchar. Un criterio tan entendible por la propaganda que busca Volodimir Zelenski para la causa ucraniana, como polémico por tratarse de un privilegio. El portero Lunin ha dejado claro que los importantes son los que están en el frente.
Ucrania gozará de simpatías en Alemania, pero su competitividad está lejos de llevarla al grupo de las selecciones con aspiraciones, pese a estar en uno de los grupos más asequibles, junto a Bélgica, Eslovaquia y Rumanía. Su título es su presencia.
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El sueño de Platini y el Brexit
Italia, campeona en 2021, un año después por la pandemia, vive en una montaña rusa: no se clasificó para el Mundial anterior (Rusia) ni para el siguiente (Qatar). El pedigrí es su aliado, pero no parece en condiciones de repetir la gesta que cumplió en Wembley, ante Inglaterra. En Londres concluyó una Eurocopa extraña por la pandemia y por transitar por varios países. Cuando Michel Platini, ex presidente de la UEFA, la ideó, pretendía ser un homenaje al proyecto europeo. Cuando se celebró, el 'Brexit' había dinamitado uno de sus puentes y Platini había dejado su lugar entre acusaciones de corrupción. La maldición quiso que la final se celebrara en Londres, fuera ya de la UE.
La Inglaterra que entonces perdió es un candidato a todo desde hace unos años, ya que goza de una de sus mejores generaciones, a la que ahora se añade Jude Bellingham, después de su estirón y su Champions en el Madrid. Sin embargo, algo falla a nivel mental en este equipo que dirige un entrenador de perfil bajo, Gareth Southgate. Estuvo cerca en el Mundial de Rusia, cayó ante Italia en la final de Wembley y perdió ante Francia, con un error de Harry Kane en el punto de penalti, en Qatar. Sabe que es su última oportunidad.
Francia es la roca, pero una roca por la corre Mbappé y sobre la que baila Griezmann. El nuevo jugador del Madrid falló un penalti en la tanda que dejó fuera a su selección en la última edición, pero en la final del Mundial, pese a la caída de Francia, dejó claro su capacidad para cambiar el signo de un partido. La Euro es su primer gran torneo lejos del PSG, un estímulo más para este futbolista-depredador. Vinicius hará lo mismo en la Copa América, antes de su encuentro en el Bernabéu para jugar juntos por más Champions y uno contra el otro por el Balón de Oro.
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La bandera alemana
A ese Bernabéu no volverá Toni Kroos, cuyo regreso a Alemania es parte de su final de cuento. No todos lo escriben tan bien. Ha dado a la 'Mannschaft' el mando que necesitaba, porque jugadores de calidad le sobran. Kroos y el hecho de ser local confieren a Alemania una condición de favorita que no ha vuelto a exhibir desde su título mundial en Brasil, hace 10 años. Kroos estaba allí. Durante su Mundial de 2006, la juventud alemana acabó con complejo de exhibir su bandera, dado el pasado nazi. Ahora el peligro es que los radicales de la nueva Alemania no lo hagan en exceso y con otras intenciones.
También en Brasil estaba Cristiano, el eterno. El folletín que protagonizó en Qatar aventuraba un final de 'primadona' que ha perdido la voz, pero la gestión del español Roberto Martínez en el banquillo lo ha rehabilitado, pese a jugar en el balneario de Arabia. La clasificación de Portugal ha sido excelsa, hecho que la coloca en un segundo escalón en el que también está la España de Luis de la Fuente.
Campeona de la Liga de Naciones, donde derrotó a Italia y Croacia, rivales en su grupo, España llega tras la crisis del caso Rubiales, con un entrenador que fue parte del 'Rubialismo' y un presidente, Pedro Rocha, imputado. El balón dictará, pues, sentencia con respecto a una selección que depende de jugadores clave: Carvajal, Rodri, Pedri, Nico Williams y Lamine Yamal.
Carvajal ha hecho su mejor temporada tras muchos sinsabores con España; el jugador del City es el compás de un equipo pragmático, olvidado el catecismo de la posesión; el canario fue el mejor joven de la pasada Euro y vuelve al mismo sitio tras reventar y entrar en un bucle deportivo y personal; Nico tiene la platea que no le ofrece el Athletic, y Yamal está, a sus 16 años, ante el reto de romper en estrella de la Europa que viene, esperemos que con menos euroescépticos.
La crisis les hace hombres. No hay más remedio. Las situaciones adversas esconden oportunidades, y entre las muchas adversidades del Barça aparecen futbolistas imberbes como si escaparan de las sombras. Cubarsí, Fermín y Lamine Yamal lo hicieron el d
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