Oro europeo en los 5.000 metros en 2016, detenido poco después acusado de un delito contra la salud pública, asegura que la Policía Nacional creó un caso en su contra. Pasó cuatro años de sanción trabajando como mozo de almacén y ahora ha vuelto a competir: “¿Qué ganaba yo traficando? Ya era campeón”
Ilias Fifa posa para EL MUNDO en Santa Coloma.David RamírezAraba Press
«Pregunta lo que quieras, yo respondo», avanza Ilias Fifa en conversación con EL MUNDO en Santa Coloma de Gramenet, donde todavía es un ídolo, «el rey», como le llaman unos vecinos. Fuera de aquí, ya es otra cosa. «Soy el patito feo del atletismo esp
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A Iñaki Perurena no le convence ser entrevistado. "Vamos a ver, vamos a ver", arranca con su marcadísimo acento vasco, "acabo de cumplir 68 años y a estas alturas de la vida no tengo mucho que explicar ya. Cuando competía, me hacían preguntas y yo contestaba, pero ahora estoy aquí recogido, en mi casa, con mis cosas. No le veo mucha lógica, la verdad". Al final, por amabilidad o por quitarse de encima al periodista, accede. Y da gusto escucharle.
Porque Perurena todavía tiene cosas interesantes que contar, más de las que él cree. "Mi vida siempre ha sido el levantamiento de piedra, quise ser levantador, fui levantador y nunca se me pasó por la cabeza hacer otra cosa", se define y con esa definición cómo no preguntarle más. Como él cuenta, Iñaki Perurena fue levantador de piedra, seguramente el mejor levantador de piedra de la historia, una leyenda en el mundillo de los herri kirolak, los deportes tradicionales vascos.
Nacido en 1956 en Leitza, un pueblecito de Navarra, de niño su abuelo le hablaba de forzudos capaces de elevar cualquier cosa y así a los 14 años levantó su primera piedra de 100 kilos y así a los 17 ganó su primera competición, en Tolosa. De ahí al cielo: fue el primero en levantar una piedra de 320 kilos, el primero en levantar 267 kilos con una mano o el primero en levantar 1.700 veces seguidas una piedra de 100 kilos -estuvo nueve horas-. En lo suyo, una leyenda. Tanto que cuentan que él cambió el deporte para siempre porque agarraba las piedras desde más arriba y así forzaba menos: ahora es lo que hacen todos.
"Al principio me miraban raro"
"En su época fue como cuando Dick Fosbury empezó a saltar de espaldas. Al principio me miraban raro, pero como funcionaba todo el mundo empezó a hacer lo mismo. Era una innovación", cuenta Perurena que se convirtió en un protagonista más o menos habitual de la televisión de los años 90.
Iñaki Perurena, ex levantador de piedrasAraba
En 1988, Javier Gurruchaga le entrevistó en su Viaje con nosotros y ya no pararon de llamarle de programas, aunque se alejó de la competición y otros, como su vecino Mikel Saralegi, le arrebataron la mayoría de sus récords. En 2000, además, ETB le dio un papel en su longeva telenovela Goenkale y eso multiplicó aún más su popularidad.
¿Entonces vivió del levantamiento?
No, no, siempre fue un deporte muy minoritario. Sí tenía pequeños patrocinios y muchísimas actuaciones por los pueblos, pero mi profesión siempre fue la de ganadero y carnicero. Cuando competía o me llamaban de la tele, incluso alguna vez que fui a Madrid, yo no dejaba de hacer lo mío.
"Ahora entreno para vivir. Sería absurdo que hiciera levantamiento a mi edad, pero me ejercito. Por las noches hago un pequeño entrenamiento de fuerza y aerobic para sudar un poco", explica Perurena, que aunque de entrada no lo confiesa sufre una lesión en la espalda que le fastidia. "La piedra me ha pasado factura, pero más factura me ha pasado el tiempo. He estado 41 años levantando la piedra, haciendo miles de actuaciones, y ahora el cuerpo se resiente, claro", reconoce al final en una nueva vida. Mientras su hijo Inaxio todavía realiza exhibiciones en el levantamiento de piedra -hace unos años levantó 308 kilos-, él trabaja como comentarista de herri kirolak en ETB, se mantiene al tanto del negocio ganadero familiar y sobre todo cuida de su museo, el Peru-Harri.
Un museo en medio del monte
A dos kilómetros del centro de su pueblo, en medio del monte, hace una década abrió una suerte de exposición de fotografías, ropa de competición, trofeos, recuerdos y sobre todo esculturas enormes hechas en piedra en honor al levantamiento. De una mano grandiosa a un gigante con una piedra al hombro.
Iñaki Perurena, ex levantador de piedrasARABA PRESS
"Para mí esto no es un museo, son vivencias, recuerdos, obras. En estos últimos años de mi vida me dedico a esto. Viene gente de la zona, algunos turistas españoles e incluso algún ruso o algún estadounidense. Yo hago lo que buenamente puedo. No puedo hacerles el gusto. Si se presentan aquí el sábado o el domingo por la mañana les hago una visita y ya", comenta y, aunque también lo esconde, se antoja feliz porque su deporte, un deporte tan tradicional, el levantamiento de piedra, siga vivo hoy en día: "Ahora hay escuela, les enseñan a los niños, y ha irrumpido la mujer. Es interesante. Creo que el levantamiento está en un buen momento".
Hace unos meses Adidas presentó unas zapatillas nuevas en Madrid de una manera nunca vista. Las Adizero Adios Pro Evo 1, con un precio elevadísimo -500 euros- y una edición limitadísima -521 pares- aparecieron en unas urnas y los periodistas sólo podían tocarlas si antes se ponían unos guantes. Marketing en estado puro, claro, pero un mensaje claro: ese modelo era el summum de la innovación. Con esas Adidas la etíope Tigist Assefa batió el récord del mundo femenino de maratón el año pasado en Berlín y esas Adidas marcaban el disparo de salida de una nueva carrera tecnológica. Ya no sirve que las zapatillas de correr ofrezcan mucho rebote, como hacen desde años gracias a las placas de fibra de carbono, ahora también deben ser ligeras, superligeras, ultraligeras.
Mientras las Nike Alphafly de Eliud Kipchoge que cambiaron para siempre el atletismo pesaban 230 gramos, las Adizero Adios Pro Evo 1 flotan con sólo 138 gramos de peso. «Para conseguirlo analizamos cada elemento de las zapatillas, sopesando qué podíamos eliminar o cambiar para reducir su peso», explica Patrick Nava, vicepresidente mundial de producto de la marca alemana que en los últimos tiempos ha hecho enloquecer a la competencia. Preparados, listos... ¡ya!
Las novedades desde China
Como pasó con la fibra de carbono, desde la aparición de las Adizero Adios Pro Evo 1, todas las empresas de zapatillas de correr buscan ahora su modelo superultramegaligero y próximamente habrá novedades al respecto. Nike, New Balance, Saucony o Brooks podrían presentar pares que bajen de los 200 gramos, algo impensable hace nada, pero en los años posteriores la guerra irá más allá. Varias empresas chinas llevan tiempo buscando su oportunidad para asaltar el mercado mundial y es ésta. La semana pasada, en una feria en su país, Li-Ning, que llegó a patrocinar a la España de baloncesto, presentó un prototipo que sólo pesa 89,5 kilos, XTep fabrica un modelo de 94 gramos, 361 Degrees ya lanzó el año pasado uno de sólo 98 gramos...
Según un estudio de la Universidad de Colorado, en Estados Unidos, rebajar 100 gramos en las zapatillas reduce el consumo de oxígeno un 1%, por lo que la ganancia es obvia: en un maratón de dos horas se puede ganar más de un minuto al reloj gracias a ese nuevo calzado. Pero también tiene ciertas desventajas.
"Es una guerra peligrosa"
«Esa guerra por romper la barrera de los 100 gramos es peligrosa porque exige una inversión brutal en desarrollo y no tiene un mercado claro. Esas zapatillas tan ligeras son muy caras y muy efímeras, apenas se pueden utilizar dos o tres días, por lo que sólo se las pueden permitir los atletas patrocinados, aquellos que no compran nada. Es como el gasto en Fórmula 1 o MotoGP, es difícil cuantificar el beneficio para las marcas», analiza Juan González, probador de material para varias marcas y responsable del podcast El laboratorio de Juan.
Tan ligeras zapatillas, en efecto, carecen de estructura y, con el paso de unos pocos kilómetros, se desfiguran y se desvanecen. Al contrario de lo que pasó con las placas de fibra de carbono, estos modelos no están pensados para el aficionado medio ni tan siquiera para ese pelotón de expertos que buscan, por ejemplo, bajar de las tres horas en maratón. La carrera por el peso es una carrera por seguir en la vanguardia, por no perder el tren, por mantenerse a la cabeza del desarrollo, aunque sus beneficios es posible que nunca lleguen a los corredores del montón.